Cap. 85 - Enemigo de mi Enemigo
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Audiolibro disponible en YouTube:
https://youtu.be/b2LgAXPF32E
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Entonces, el colosal ser cargó contra los imperiales. Una imponente montaña de puro músculo y brutalidad pura. En sus ojos había un escalofriante rastro de odio y rencor, uno que hasta los más valientes temían a enfrentar.
Tan pronto el Lasat soltó la cabeza de su primera víctima, sus manos hurgaron bajo su propia capa, mostrando un peculiar rifle que ninguno de los presentes había visto en su vida. Uno que, con solo dos disparos, perforó la armadura negra de uno de los soldados de la purga sin apenas esfuerzos, friendo su corazón al instante.
Como un azar de la Fuerza, ahora eran los soldados de la purga portadores de electrovaras los que tenían la desventaja. Al adentrarse en las grutas para cazar a sus presas, no contaban con la protección de su camaradas, siendo incapaces de penetrar el cuello de botella que los droides comando y este inesperado refuerzo mantenían.
Bly no tenía idea de quién se trataba, pero no era momentos para hacer preguntas. Tan pronto el clon vió que su vida no corría peligro, se puso de pie, sujetando su rifle para disparar a los enemigos tras la impenetrable defensa de los droides y el lasat. Por supuesto, no sin antes rematar al soldado de la purga que hace apenas dos segundos estuvo a punto de acabar con su vida. Ya que, a diferencias de las películas, un soldado bien entrenado jamás dejaría a un enemigo vivo a sus espaldas que pueda recuperarse y atacarlos desprevenidos.
La furia con la que este lasat luchaba era impresionante... escalofriante. Más propia de una bestia salvaje y no de un ser consciente. Aún así, dentro de toda esa vorágine de violencia, el lasat parecía estar disfrutando tal masacre.
Uno por uno, los soldados de la purga con electrovaras fueron eliminados, lo cual le dió un ligero respiro a los defensores, pero fuera de las grietas aún quedaban varias docenas de imperiales con rifles, los cuales ya estaban superando tantos a los tiradores como a Sev y a Kurt.
Desde la distancia, el inquisidor Howlhell no podía hacer más que reír, mientras un simple soldado de la Purga permanecía a su lado. Seguro el sargento de la unidad, el cual no podía hacer más que mirar cómo sus hombres caían ante la ferocidad y habilidad de sus enemigos.
El sargento era consciente que los clones de la purga no significaban nada para el inquisidor. Unas meras herramientas prescindibles que si debían morir así habría de ser. Pero estaba tan sometido al chip que estaba implantado en su cerebro que no era capaz de hacer nada al respecto.
Sargento: - ¿Deberíamos llamar por refuerzos? -
Howlhell: - Patético. Son incapaces de derrotar a un puñado de insurgentes tan mediocre. -
Sargento: - Al parecer estos... insurgentes... son más habilidosos de lo esperado. -
Howlhell: - No quiero justificaciones, sargento. Quiero resul... -
Antes siquiera pudiera terminar su frase, el inquisidor giró su cabeza hacia arriba, como si fuese presa de un instinto sobrenatural. El soldado de la purga quedó asustado ante tan repentina reacción por parte de su superior, alzando su mirada solo para ver a Destructor Imperial en órbita, sin entender qué estaba pasando. y mucho más extraño, fue ver como Howlhell agarró el comunicador y lo sostuvo en su mano por dos segundos sin hacer nada más que esperar. Él sabía...
De pronto, la barrera de la luz y el sonido fueron rotas. El espacio - tiempo se rompió antes sus ojos, y aparecieron dos imponentes naves capitales que rápidamente Howlhell identificó como hostiles. Su rostro, más que asombro mostraba cólera, rabia. Preguntándose una sola cosa: ¿Cómo? Entonces, el comunicador sonó.
Oficial: - Inquisidor. Dos naves hostiles han... -
Howlhell: - ¡Matenlos! ¡Matenlos a todos! -
Sin darle tiempo alguno a que su subordinado le diera una respuesta, Howlhell destruyó el dispositivo de comunicación cuando la rabia se apoderó de su cuerpo. Ya no podía esperar un desenlace. Tenía que actuar por su cuenta. El inquisidor tomó su arma en su mano y marchó de frente hacia la batalla, para acabar con esos bastardos insurgentes con sus propias manos.
Mientras tanto, sobre la órbita de Lasan, dos imponentes naves de batalla ahora sostienen una batalla sin cuartel contra una de los buques de guerra más poderosos que han azotado la galaxia. Con sus imponentes cañones láser, el destructor estelar descargaba toda su furia sobre el acorazado Kandosii, cuyo escudo estaba sometido a una brutalidad implacable, poniendo a prueba la habilidad de los ingenieros de Gwori.
Los enjambres de cazas TIE azotaban con furia, solo siendo capaces de ser contenidos por los pilotos de la resistencia en combinación con Tifón, Lanza, o la poca docenas de droides Vulture que estaban operativos. Y a la cabeza de toda esa vorágine destrucción, se encontraba Mirana, liderando las fuerzas desde su nave Tridente. Aún así, una nave temeraria estaba lista para descender a la órbita.
Doom: - General. ¿Está seguro que no quiere llevar más refuerzos con usted? - Hablaba desde el puesto de mando del acorazado Kandosii hacia la Kestrel Nova.
Ícaro: - Afirmativo. Todas las unidades disponibles deben estar listas para el asalto. Queda a cargo de las operaciones en la órbita de Lasan. -
Doom: - Royer, royer. -
Tan pronto la llamada finalizó, se pudo apreciar a la Kestrel Nova abandonar los hangares de la fragata Munificent, poniendo rumbo directo hacia la superficie de Lasan. Ícaro había sido capaz de contactar con Bly ahora que las comunicaciones habían sido recuperadas, y las noticias no eran nada buenas.
En el interior de la Kestrel Nova se encontraba un pequeño destacamento de superdroides. A la espera se encontraba Tífany, la doctora rodiana que debía ocuparse del estado de Wag Too tan pronto llegaran a la superficie. El comandante Bly no fue capaz de describir el estado del lurmen, más que se mantenía inconsciente pero que aún respiraba. Y pilotando la propia nave estaba el ahora capitán Helgait, el cual había sido requerido para esta misión tan peligrosa. Además de dos sorpresas que se mantenían desactivadas por el momento.
Doom: - Unidad TR-1. Informe de estado. - Llamaba al droide táctico, el cual estaba a cargo de la fragata Munificent.
TR-1: - Escudos estables. Integridad del casco noventa y ocho por ciento. -
Doom: - Enterado. Máxima potencia a los escudos frontales y a los motores. -
TR-1: - Royer, royer. -
Doom: - Captán Li Mu. Reporte. -
Li Mu: - Unidades de asalto listas. -
Doom: - Enterado. Ya oyeron las órdenes del general. Abordar el acorazado y capturarlo. -
Ajeno al conflicto que se desataba a sus espaldas, la Kestrel Nova atravesaba las capas de atmósfera de Lasan como una bola de fuego. Helgait presionaba la nave a su límite, sabiendo que esta sería capaz de resistir tales fuerzas, pues el tiempo era un recurso del cual no disponían. Pero a los pocos segundos, lograron atravesar la atmósfera y el fuego se disipó al instante, permitiendo a los tripulantes divisar el campo de batalla sobre la superficie desértica del planeta.
Helgait: - ¡Se acercan naves enemigas! -
Puede que las lanzaderas imperiales no fuesen naves especializadas en el combate, pero cuatro de ellas podrían fácilmente enfrentar a una nave usando sus par de cañones gemelos de proa. Aquellas naves que transportaron al pelotón de Soldados de Purga habían alzado vuelo por órdenes del propio inquisidor para derribar cualquier intento de refuerzo.
Ícaro: - Acércanos todo lo que puedas. -
Helgait: - Entendido... Pero no será tarea fácil. -
A pesar del fuego que venía de frente, la Kestrel Nova se lanzó en caída libre sobre la superficie, dejando a las lanzaderas rezagadas a sus espaldas. Los cañones de la nave estaban controlados por droides B1, así que su precisión estaría mucho más limitada.
Con un temple de acero, Helgait mantenía la nave volando a apenas unos metros de las dunas de arena, mientras a sus espaldas podía sentir el calor generado por los disparos de las lanzaderas imperiales. Los escudos estaban recibiendo una buena dosis de fuerza, y no resistirían mucho si seguían de ese modo. Afortunadamente, ya estaban cerca de la posición designada.
Ícaro: - ¡Ahora! -
Ante la órden del general, las compuertas de la Kestrel Nova se abrieron, mientras del interior emanaba una horda de droides como un enjambre de insectos. Estrenando su primera batalla desde la caída de la Confederación de Sistemas independientes, estaban los droides B2-RP, variante de los superdroides equipados con propulsores, aunque con un blindaje ligeramente inferior al de las unidades base.
Los droides cayeron sobre los soldados de purga como aves de presa. Equiparables en armadura y armamento, droides y clones volvieron a ver la guerra después de cinco años de aparente tranquilidad. Los soldados de la purga ahora tenía que disparar a los cielos para defenderse de las dos docenas de droides que se lanzaban sobre ellos como un martillo a un yunque, mientras aún recibían el fuego de aquellos que se defendían desde las grietas de la roca.
Ahora con las tornas de la batalla a su favor, aquellos que se defendía con cada ápice de su ser de una muerte segura tuvieron un tiempo para reagruparse. Si querían escapar ese era el momento indicado.
Fixer: - Que me parta un rayo. Jamás pensé volver a ver a esas hojalatas otra vez. -
Sev: - Eh Boss... ¿No te recuerda a cierta incursión dentro de una nave separatista? -
Boss: - Bromas para más tarde. Tenemos que reagruparnos. Esta es nuestra oportunidad de escape. No conozco tu nombre, pero estamos en deuda contigo. - Se dirigió al lasat, el cual estaba limpiando las manchas de sangre de su rifle Bo.
Zeb: - Mi nombre es Garazeb Orrelios, miembro de la Guardia de Alto Honor de Lasan. -
Kurt: - Jamás pensé ver a un lasat. No después de las noticias. -
Zeb: - Y no lo volverá a hacer... Yo soy el último de mi especie. -
Las palabras de Garazeb estaban cargadas de tristeza y una perceptible rabia sed de venganza. Aún así, lo que decía parecía no ser mentira. Incluso debajo de su capa maltratada por las inclemencias del clima del desierto, aún se podía ver un andrajoso uniforme, con algunas decoraciones militares adornando su hombro y su pecho. Además que su imponente tamaño y musculatura clamaba por respeto.
Zeb: - Clones y droides trabajando juntos... No sé qué clase de broma es esta. -
Holdo: - No es una broma. Pero ahora no tenemos tiempo para explicaciones. Debemos hallar algún modo de salir de aquí. -
Ícaro: - No podría estar más de acuerdo. -
La voz de Ícaro dió un buen susto a todos los presentes, los cuales giraron la cabeza asombrados ante lo que veían sus ojos. Como un regalo de los cielos, el superdroide táctico se presentaba junto a Tífany, la cual sin siquiera saludar o decir algo se lanzó sobre el lurmen para revisar su estado. Y a sus espaldas, se encontraban cuatro droides B2-RP, seguro la forma que usaron para descender a la superficie. Pero sin lugar a dudas, lo más impresionante eran las dos unidades de magnaguardias a sus espaldas.
Tífany: - Su estado no es bueno. Debemos llevarlo a la bahía médica de la Muníficent de inmediato. -
Ícaro: - Entendido. Bly, Kurt. Saquen al resto por atrás, los droides brindarán apoyo para que la Kestrel Nova pueda aterrizar. Llevense a los droides comando desactivados. Comandante Boss, vaya con ellos. -
Holdo: - Un momento. ¿Quién se supone que eres? ¿Piensas que te haremos caso sólo por que sí? -
Bly: - ¿De qué estás hablando? Él es... -
Boss: - ¿Eres Ícaro? ¿No es así? - Interrumpió.
Ícaro: - Correcto, clon comando. Desconozco quién sois, pero si estás de nuestro lado debería ir con nosotros. -
Sev: - ¿Acaso no recuerdas quiénes somos? -
La pregunta del clon comando era válida, pues técnicamente, el cuerpo principal de Ícaro nunca se había encontrado con ellos.
Kurt: - General. Tome. -
Como un niño asustado, Kurt se acercó al droide con las manos alzadas, portando el sable de luz y el disco de memoria. No podía estar más satisfecho por cumplir su misión, y de cierto modo, podía respirar aliviado una vez más.
Ícaro: - Gran trabajo, teniente. Gran trabajo. -
Unas palabras y un asiento con la cabeza fue todo lo que Kurt necesitó para sentir el orgullo de completar una misión tan peligrosa. ¿Quién sabe? Puede que la armadura del comandante Thorn que portaba cada vez le iba quedando más ajustada.
Tan pronto lo obtuvo en sus manos, Ícaro conectó el dispositivo de memoria a su brazo modificado, y en apenas un segundo recuperó toda la información y parte de su conciencia que había depositado en el droide imperial. Y con sigo, toda la información que había logrado recuperar, así como los recuerdos de la unidad destruida.
Bly: - Supongo que ya estamos listos para partir. -
Fixer: - No podría estar más de acuerdo... Eh... Garazeb... ¿A dónde va? -
Cuando todos giraron la vista, pudieron ver al lasat, el cual parecía importarle poco el plan de escape, y se dirigía al frente por una de las grutas. Solo y por su cuenta. Con un profundo odio marcado sobre sus ojos.
Zeb: - Agradezco la oferta... Pero no puedo irme mientras la escoria imperial pose sus pies sobre mi planeta... no puedo. -
Y sin decir nada más o esperar una respuesta, Zeb dejó atrás a todos y siguió su camino hacia la batalla. El lasat estaba herido, herido espiritualmente. Él vió como el Imperio masacró su pueblo y lo redujo a cenizas. Jamás sería capaz de perdonar algo así, y clamaría su tan anhelada venganza tarde o temprano.
Zeb ahora se mantenía de pie a la entrada de las cavernas. Veía cómo los soldados de la purga batallaban contra los droides B2-RT, manteniendo una increíble resistencia a pesar de que el enemigo tenía la ventaja del terreno. No los perdonaría... Jamás los perdonaría... Por su mundo... Por su familia... Por su hija... Solo una palabra... Venganza.
Zeb estuvo a punto de dar un paso al frente, cuando una figura se detuvo a su lado. Una figura de metal y cómputos, el cual tenía su núcleo irradiando de ira cuando recuperó sus memorias, y con ellas, la imagen de Wag Too a segundos de su muerte por la mano tiránida del inquisidor. Uno que también... clamaba por venganza.
Zeb: - Pensé que te retirarías con los tuyos. -
Ícaro: - Ellos estarán a salvo. Yo tengo asuntos pendientes en este campo de batalla. -
Zeb: - Supongo que somos dos en esto. -
Ícaro: - Estoy de acuerdo. Espero... que me permitas unirme a tu causa en esta batalla. -
Zeb: - ¿Mi causa? - Dijo con ironía. - No lucho por nada tan noble... Ya no. Solo... Quiero venganza por lo que han hecho. -
Ícaro: - Ahí es donde te equivocas. - Palabras que dejaron al lasat aturdido. - Luchamos por una causa más grande de la que eres capaz de imaginar. -
Zeb: - ¿Ah sí? ¿Y qué causa sería esa? - Dijo entre risa y tristeza.
Ícaro: - Justicia. -
Y tras esa única palabra, Ícaro dió un paso al frente, seguido de cerca por las colosales unidades magnaguardias. Zeb se detuvo por un momento, pensando en esa palabras tan simples... y a la vez... tan verdadera. Alzó la mirada, y vió a los tres droides alejarse hacia el campo de batalla y pensó... Que tal vez tenía razón.
Su lucha por la justicia que tanto esta galaxia y él reclamaban... Estaba a punto de empezar.
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Recuerden:
Zeb - Garazeb Orrelios, el lasat de Rebels
Sev - Clon comando francotirador
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