Cap. 81 - Salto de Fe
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Audiolibro disponible en YouTube:
https://youtu.be/OSPia2APxgU
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Boss: - ¡Debemos retirarnos! - A pesar de sus gritos, el droide no parecía entrar en razón.
Ícaro se mantuvo firme ante la imponente montaña de musculos que era su oponente. Fibras de carne y mecanismos hidráulicos luchaban por la supremasía del letal duelo de sables de luz.
Howllhell era una montaña inamovible, y sus poderoso golpes bien podrían partir el pasillo de la nave a la mitad. Ícaro era una fortaleza de hierro y códigos binarios, y su espada no dudaría en matar a su oponente tan pronto encontrase una apertura.
El droide no tenía los perceptos de los Jedi. Esos ideales que una vez fueron su fortaleza, pero que se volvieron su mayor debilidad en los momento de crisis. Un enemigo moribundo siempre puede levantarse y atacar por la espalda. Un enemigo encarselado siempre puede escapar, reiniciando el proceso de luchas sin fin. No. Para Ícaro no había dudas. El mejor de los enemigos... es aquel que yace muerto.
En un ataque de cólera, Howlhell lanzó un poderoso rugido, mientras con su mano extendía intentaba empujar al droide mediante la Fuerza, pero Ícaro pudo prever tal movimiento, agachando el torzo para minimizar la fuerza de empuje, y aferrando los dedos metálicos sobre el suelo metálico, deformándolo mientras le brindiba un agarre firme. Ícaro no iría a ningún lado.
Tan pronto el empuje de la Fuerza fue disipado, el droide se alzó una vez más y arremetió contra el shitavaven dispuesto a partirlo por la mitad de ser posible, pero el inquisidor pudo preveer su movimiento, y su espada de luz carmesí se interpuso en el medio.
Lo que el droide desconocía, era el estado de sus propios hombres. El mismo empuje de la fuerza que no fue capaz de alejarlo, había causado estragos a sus espaldas. Los clones y algunos droides comando que no estaban al tanto volaron por los aires y golpearon sus cuerpos contra las paredes del lugar.
Los droides se pusieron de piede inmediato, regresando al combate contra los stormtrooper que hacían lo posible por rodearlos, pero su letal puntería les permitía mantener a los imperiales a raya. Sin embargo, algunos clones no tuvieron tanta suerte.
Boss recuperó el aliento casi de inmediato, alzándo su pesado y cansado cuerpo para ayudar a sus hermanos, pero aunque Fixes hacía lo posible por recuperarse de la confusión, Sev no daba señales de despertarse.
El clon comando francotirador fue aplastado por un droide comando contra la pared cuando todos fueron empujados por la Fuerza, golpenado su cabeza con fuerza y provocándole la perdida de conciencia. Kurt tuvo la suerte de encontrarse tras unos de los droides que no fue lanzado por los aires, y Holdo estaba alejada del conflito principal, cubriendo la retaguardia junto a dos droides comando de las fuerzas imperiales que lograban rodearlos.
Boss: - ¡Mierda! ¡Ícaro! ¡Tenemos que salir de aquí! - Pero una vez más, sus gritos fueron ignorados.
Tampoco era que fuese posible simplemente darse la vuelta y correr de regreso a la nave para escapar. El droide sabía que el inquisidor no se los permitiría tan facilmente, y darse vuelta era casi un suicidio. Fue entonces, que computó una verdadera locura. Una que en su mente robótica, solo tenía un veintiseis porciento de probabilidades de victoria.
Cuando las espadas de luz rebotaron ante la fuerza del impacto, Howlhell vió con su ridículo tiempo de reacción como el droide intentaba darle un puñetazo en el rostro. ¿Acaso era una broma? Esa definitivamente no era la mejor de las ideas.
El inquisidor no lo dudó ni un segundo, y alzándo su sable con fiereza sersenó el brazo del droide en apenas un parpadeo.
Howlhell dejó escapar una sínica sonrisa al sentirse victorioso. Escuchar las chispas brotando de la extremidad amputada era música para sus oidos. Desmembrar a sus oponentes era hermoso en su macabra mentalidad, y esta sería la primera de las cuatro a su merced. O eso él pensaba.
Un orgánico gritaría de dolor ante la brutalidad de un sable de luz. Sentir como la piel y el hueso se carbonizan formando una dolorosa cicatriz por quemadura era una sensación brutalmente dolorosa. Sin sangre, pero dolorosa. Muy pocos orgánicos tenía la voluntad ferrea para resistir tal corte y seguir luchando, pero si algo no tuvo en mente el shitavaven, era que Ícaro... No era un orgánico.
Incapaz de experimentar el dolor, el droide sacrificó su brazo intencionalmente para obtener una apertura. Su sable de luz se blandió a una velocidad abrumadura sobre su enemigo, pero el droide sabía perfectamente que sería capaz de bloquearlo, y así sucedió. Lo que Ícaro también sabía, era que al girar tan bruscamente, las costillas del inquisidor quedaron vulnerablemente espuesta.
El droide pateó el costado del inquisidor con tanta fuerza, que no solo le rompió dos costillas y le sacó todo el aire de sus pulmones, sino que también lo lanzó lo más lejos que pudo, cayendo estrepitosamente sobre unos pobres stormtrooper que no pudieron hacer nada para frenar la caida del inquisidor con sus cuerpo.
Tan pronto una apertura fue abierta, Ícaro regresó con sus tropas para organizar una retirada desesperada, dejando a sus espaldas a ua diesmada compañía de imperiales, y a un inquisidor ardiendo en rabia.
Howlhell: - ¡Mátenlos a todos! ¡Maten a esos desgraciados! -
Sus gritos de fueria fueron acompañados por un rugido que sacudió la estación en casi su totalidad. Ahora, el grupo desgastado de Ícaro y Boss se apresuraban hacia su nave, pues los clones y Holdo se habían infiltrado en transportes de personal que obviamente no saldrían de la estación una vez las luces rojas de emergencia inundaron los pasillos.
Al frente de grupo iba un impenetrable escudo de acero y plastoide en forma de droides comando, seguidos de cerca tanto por Alfa como Delta, los cuales avanzaban sin detener el paso en lo más mínimo. A sus espada Holdo, Boss, Fixes, e Ícaro corrian sin perder el paso, mientras dos droides cargaban a Wag Too y a Sev sobre sus incansables manos.
Ícaro contactó a Bly para que preparase el despegue, pero este no sería tan sencillo. Los hangares estaban infestados de imperiales, y todos los despegues estaban desautorizados, así que los stromtrooper no dudaron en acercarse tan pronto sintieron los motores de la lanzadera centinela.
Más molestos que preocupados, los stormtroopers se acercaron a la nave en una perfecta formación. Era un escuadrón, formado por ocho soldados regulares y el sargento que los dirigía al frente. Ellos no tenían la menor idea de lo que estaba pasando, pues para la mayoría del personal de la estación, se trataba de otro de esos molestos simulacros que a los altos mandos tanto le gustaban hacer.
Muchos de ellos jamás había disparado su arma contra un enemigo real, pasando la mayor parte del tiempo como simples centinelas de una estación espacial que ningún idiota se atrevería a atacar. Pues menuda sorpresa se llevaron cuando sientieron un objeto metálico rebotar haca caer a sus pies.
Ninguno de los imperiales de la escuadra pudo siquiera gritar antes que el objeto bajo sus pies, el cual resultó ser unpotente detonador, rebentase en una violenta explosión matándolos a todos al instante.
El resto de imperiales presentes no pudieron evitar asustarse por esto, y de inmediato, su peresa abitual en los simulacros se convirtión en temor ante un posible ataque real. Muchos vieron a la lanzadera centinel despegar apenas del suelo, solo para girar lentamente dentro del hangar antes de abrir fuego contra los soldados que hacían lo posible por defenderse.
La conmoción fue tanta, que cuando el grupo de Ícaro ingresó al hangar nadie notó que se trataba de aquellos que causaban tantos estragos. Después de todo, simplemente eran otro grupo de stromtroopers seguidos por un droide de seguridad al cual le faltaba un brazo y una mecánica a sus espaldas. Aunque algunos vieron extrañados al pequeño ser que uno de ellos cargaba en sus brazos. Pero entre ellos y la lanzadera que disparaba como loca a todos lados, muchos prefirieron priorizar su atención en el mayor de los peligros.
Los soldados rasos disparaban sus blaster personales sobre el fuselaje de la nave, pero su potencia no era suficiente para superar sus escudos, mucho menos dañar el casco. Por medidas de seguridad las arma explosivas como granadas y lanzacohetes estaban en un sector algo más alejado, así que tomarían al menos diez minutos en llagar. Lo que si tenían a los oficiales algo preocupados, era el hecho de que las torretas de defenza del hangar no abriesen fuego contra la nave hostil.
Ícaro no era una supercomputadora en vano. Lo primero que hizo al conectarse a la estación fue piratear los sitemas de defenza de la estación que supondrian un peligro potencial si la situación se les escapaba de las manos.
Un potente virus digital fue cargado y almacenado junto a los sistemas. Su efecto sería inmediato, impidiendo a los imperiales poder controlar los sistemas defensivos. Aunque su objetivo era más el de la eficiencia y menos del de durabilidad, pues el droide supondía que a algun genio imperial demoraría unos siete minutos y medio para resolver el problema. Tiempo suficiente para llegar al transporte y salir huyendo del lugar. Ya la flota fuera de la estación sería un problema aparte.
Un pequeño momento de calma permitió al grupo abordar la lanzadera. Bly dejó de controlar las armas y comenzó a ingresar las coordenadas para el salto inminent, tan pronto como estuviesen fuera de la estación. Pero necesitarían algo más de tiempo, pues numeroso imperiales se acercaban a sus espaldas.
Ícaro: - Unidades 23, 18 y 7. Activen protocoles de sacrificio. -
Tan pronto escucharon el comando, tres de los droides comando de la Guardia Punitiva sifrazados de stromtrooper se dieron la vuelta, cargando de frente y sin posibilidad alguna de victoria contra la enorme cantidad de imperiales que trataban de rodear la lanzadero.
Tan pronto vieron a uno de los suyos dispara en su contra, los imperiales no dudaron en abrir fuego contra el enemigo que se disfrazaba contra ellos, pero abatir a un clon comando, reforzado con armadura imperial no era tarea facil. Aunque no imposible.
Incontables disparos de blaster perforaron las placas de los droides y frieron sus circuitos, cayendo frente a sus enemigos derrotados e inertes. Los stormtrooper seguían apuntando sus armas hacia lo que creían que eran cadáveres, pues nunca imaginarían que bajo esas corazas blancas se encontraba una de las unidades más letales del antiguo ejército separatista.
Aun así, era imposible no sentir curiosidad por ver de que o quien se trataba, sobre todo por el extraño pitido que emanaba de caido que cada vez se hacía más constante. Un stormtrooper se dispuso a remover el casco del caido, pero su curiosidd fue incapaz de ser saciada cuando una fuerte explosión lo mató al instante.
Los droides de la Guardia Punitiva contaban con una bomba bastante potente para su tamaño en el interior de su pecho. Una idea que Ícaro copio de los droides IG de los Laboratorios Holowan.
Un último sacrificio desesperado para proteger a su lider. Algo que era incapas de definirse como una orden que cumplieron a ciegas, o un acto de última volunta. Sea cual sea la respuesta, su sacrificio sembró el caos dentro del hangar el tiempo suficiente para poder escapar.
Una vez fuera, la situación sería completamente diferente. Piratear las defenzas del hagar era una cosa, pero las defenzas exteriores de toda la extación era completamente diferente.
Los blaster de estación espacial de Holdor abrieron fuego sobre sus enemigos. Los escudos se sobrecargaban ridículamente rápido ante la potencia de fuego. Kurt le gritaba a Bly como loco para terminase de una vez de clacular el salto al hiperespacio, mientras Delta pilotaba la nave con una agilidad embidiable para cualquier piloto. Los acorazados imperiales que creaban un cordón alrededor de la estación comenzaron a rotal para cortales el paso. Los caza TIE salían de todas partes para abatirlos en su retirada. La ventana entre los imperiales se hacía cada vez más pequeña, pero escapar no sería posible si Bly se demoraba más tiempo, pero hacer un calculo tan deseperado sin chocar contra nada sería difícil hasta para el propio general de Gwori, pero no quedaba tiempo.
Ícaro dió un paso al frente, y sin siquiera dar un aviso, agarró la palanca del hipersalto y la accionó tomando a todos por sorpresa. Pero ante la ventana que se cerraba sobre ellos cada vez más, la lanzadera centinela logró escapar de la mortal tranpa a duras penas. Aunque su rumbo y destino... eran completamente desconocidos.
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