Cap. 8 - Perdidos en las Montañas
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Podcast disponible en YouTube:
https://youtu.be/OFlv7oKOYzY
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Ícaro: - ¿Estás seguro? No calculo que sea cómo ir a la ciudad y regresar. Mi camino probablemente me lleve de una guerra a otra. - El lurmen hizo una mueca burlesca.
Wag Too: - No me intimida. He estado en guerras antes. Cómo dije, hace años luché junto a mis camaradas, clones y jedi contra un batallón separatista. - Luego su rostro cambió a una expresión algo seria y melancólica. - Además Llevo tanto tiempo atrapado en esta roca que creo haber perdido mi razón de ser. No sé si debo quedarme o irme. Buscar algo que no sé que es... Así que... Si tu destino tiene una causa justa, no temeré a ir a tu lado. - El lurmen miró al droide mostrando una sincera sonrisa, algo que Ícaro tardó en procesar. - Además Alguien tiene que mantener sus circuitos en buen estado. Jaja. -
En un par de horas, el droide y el lurmen recogieron todo lo que supuestamente necesitarían para emprender un largo viaje. Tanto Ícaro como Wag Too coincidían en el hecho que los piratas trandoshanos que los atacaron hace unas semanas debían tener algún tipo de refugio o guarida. Un lugar donde esconderse y descansar, y con suerte, seguro tenía una nave a su disposición. Incluso existía la posibilidad que pertenecieran a un grupo criminal más grande, en cuyo caso debían actuar con cautela, pues no querían verse envueltos en una batalla que concluyese su camino incluso antes de comenzarlo.
Wag Too no tenía ningún conocimiento al respecto, simplemente sabía que los trandoshanos solían usar dos spiders para llegar a la ciudad desde la entrada norte. Usualmente solían buscar chatarra y piezas al igual que el lurmen, pero siempre trató de mantenerse distante a los problemas. El encuentro con ellos la última vez fue una metedura de pata por su parte. Sin embargo, mientras Wag Too contaba desanimadamente su mala fortuna, Ícaro parecía estar computando otra cosa.
Wag Too: - ¿Ocurre algo? -
Ícaro: - Dijiste que los trandoshanos solían llegar a la ciudad en spiders. Sin embargo, no tengo registro visual de ningún spider cuando revisamos esa zona de la ciudad hace más de diez días. -
Wag Too: - Tal vez alguien más las tomó... Es muy probable que otros chatarreros como yo vivan también por los alrededores... Quiero decir... La ciudad capital de Mygeeto es enorme... Bien podrían pasar años recorriendo las ruinas y nunca encontrar a nadie más. -
Ícaro: - Eso es correcto, pero creo que lo que planteas sobre los spiders es poco probable. -
Wag Too: - ¿A qué te refieres? -
Ícaro: - Un spider en un planeta en ruinas es un activo demasiado valioso para simplemente dejarlo en un lugar con la esperanza que nadie se los lleve... Los trandoshanos puede que no sean la especie más inteligente de todas, pero saben muy bien los gajes del oficio de ser caza-recompensa o pirata. Si tuviera que escoger una opción lógica, diría que es un 86% probable que al menos dos de ellos cuidasen de los spiders. -
Wag Too: - Bueno. Esa no es una conclusión muy difícil pero... ¿A dónde quieres llegar con todo esto? -
Ícaro: - Si estoy en lo correcto, eso es prueba suficiente para saber que tienen un líder e incluso una organización estructurada. -
Wag Too: - Espera... Espera. ¿Estás sacando esas conclusiones sólo por eso? -
Ícaro: - Cómo dije... en un 86%. Tomando en cuenta todos los registros que tengo de los trandoshanos en mi memoria de datos. -
Wag Too: - Bueno. No es agradable oírlo pero al menos sabemos que no será llegar y tomar lo que hubiesen guardado en su refugio. Si al menos tuviéramos una idea de don... -
Ícaro: - Doce kilómetros al noreste. - El lurmen lo miró con incredulidad.
Wag Too: - ¿Qué? -
Ícaro: - El refugio de los trandoshanos. Está a doce kilómetros al noreste. - Wag Too simplemente lo miraba, pensando que era imposible que llegase a esa conclusión tan fácilmente. -
Wag Too: - ¿Cómo? -
Ícaro: - Tengo registro de la topografía del terreno antes del ataque masivo. Si la geología se mantiene intacta, al noreste hay un pequeño sistema montañoso de roca caliza, con las propiedades óptima para de formación de cavernas (...) - En menos de cinco minutos, Ícaro le dió un clase detallada de geología al lurmen, provocándole un fuerte dolor de cabeza con toda la información que estaba tratando de procesar. - (...) y al ser reptiles. Lo más probable es que se escondan en ese lugar. -
Wag Too: - ¿Y crees que están allí sólo por suposiciones? - Dijo siendo solamente capaz de entender la primera y la última parte de la explicación del droide.
Ícaro: - Yo no creo... computo. Tampoco hago suposiciones... Simplemente tomo datos y los analizo en la situación actual. Así que esa es nuestra mejor posibilidad. -
Wag Too no tenía ninguna forma de aceptar el procesamiento del droide, pero tampoco tenía forma de refutarlo. Aunque bien es cierto que el lurmen exploró muchas zonas alrededor de la ciudad capital en todos esos años, e incluso recordaba el sistema montañoso al que se refería, jamás se atrevió a adentrarse por miedo a perderse o a que la noche le tomase desprevenido. Pero en este punto, parecía que Ícaro tenía un punto sólido, así que simplemente emprendieron su larga caminata hasta el noreste de la ciudad.
Tanto Ícaro como Wag Too tenían una preocupación en común. Si la idea del droide era cierta, muchos piratas podían estar escondidos en ese lugar y ninguno de los dos era exactamente un soldado.
El lurmen llevaba consigo su fiel Bláster de pulso fásico ambano el cuál usaba para cazar pequeñas presas. Un poco grande para el pequeño ser, pero lo compensaba con una gran precisión. Por otro lado, los proyectiles que usaba Wag Too eran de su propia creación; una versión que improvisó con la chatarra encontrada, mucho menos letal que la desintegración que provocaba la munición original del rifle, pero suficientemente fuerte cómo para matar a su objetivo si le daba en el lugar correcto.
Por otro lado, Ícaro portaba dos blaster cuyos modelos ni siquiera reconocía. Los había tomado de los trandoshanos que derrotó, pero la carencia de munición iba a ser un problema si la lucha se extendía demasiado. Pero lo que más le preocupaba, era el mal funcionamiento de sus sensores ópticos. Al tener uno sin funcionar, otro con algún defecto que no podía describir, y sólo uno en buen estado, computaba las muchas posibilidades en las que su puntería pudiese verse afectada. En último caso, sabía que podía usar el sable de Ki-Adi-Mundi que tenía oculto en un compartimiento de su antebrazo, pero eso sólo sería cómo una medida desesperada, pues no tenía ningún conocimiento del combate con sables de luz, más que blandirlo cómo si se tratase de una porra antidisturbios.
Les tomó casi cuatro horas terrestres llegar a la zona sureste del sistema montañoso, pero algo no estaba bien. Ni siquiera Ícaro fue capaz de computar los efectos que el ataque masivo al planeta había provocado. El sistema montañoso, tal cómo estaba en los registros de la computadora del cuartel central, había cambiado. Con solo una mirada fue capaz de identificar nuevas mesetas, valles e incluso laderas, que se supone, no debería estar en su lugar. La roca caliza no es especialmente "resistente", así que un ataque masivo pudo hacer que muchas cavernas subterráneas se desplomasen, llevando a una restructuración del relieve. Desde ese punto, Ícaro sabía que el mapa que había recuperado de los registros no les serviría de nada.
Wag Too: - Bueno... ¿Y ahora hacia dónde? - Preguntó al ver la inmensidad de la región y los cientos de posibles rutas a elegir.
Ícaro: - No lo sé. -
Wag Too: - Bueno. Es hora que se encargue un experto. - Dijo con cierto tono burlesco.
La vida del lurmen fue "rudimentaria" en muchos sentidos. A pesar de las avanzadas tecnologías que colmaban la galaxia, su especie era relativamente joven y se apegaban a las costumbres antiguas. Tan antiguas como el tiempo mismo. Cazar era una tarea diaria en la vida de Wag Too, y tenía la suficiente experiencia como para detectar el rastro de su presa con facilidad. Habilidad muy útil en dicha situación.
Wag Too: - En ese sentido. - Exclamó con seguridad señalando con su mano a uno de los caminos que zigzagueaba entre las montañas.
Siguiendo el instinto de Wag Too, el peculiar dúo se adentró en las rutas y gritas de las escarpadas montañas. El terreno era de difícil acceso, y a diferencia del ligero lurmen, Ícaro presentaba muchas dificultades para avanzar por el terreno escabroso sin que la vegetación le cortase el paso o se enredara en sus placas metálicas.
Wag Too: - No te quedes atrás. - Le hablaba desde la copa de un árbol mientras buscaba el camino a seguir.
Ícaro: - Presento más problemas de lo habitual. ¿Estás seguro que este es el camino indicado? -
Wag Too: - Sipe. - Dijo con tono confiado.
Ícaro: - ¿Cómo lo sabes? -
Wag Too: - Por que lo se. -
El lurmen saltó desde el árbol hacia otro más pequeño. Deslizándose entre las lianas comenzó a avanzar por la copa de los árboles hasta que se alejó del campo visual del droide. Ícaro simplemente no era capaz de computar tan extraño comportamiento. Separarse en ese punto era demasiado peligroso. "¿En qué está pensando ese descerebrado?" Computó para sí mismo.
Ícaro intentó seguir a Wag Too, pero mientras más avanzaba, la vegetación se hacía cada vez más y más espesa. Hasta el punto que los arbustos le impedían completamente el paso. Comenzando a experimentar la "irritación", Ícaro sacó el sable de luz del compartimiento y lo blandió para deshacerse de la vegetación en su camino. Tanta era su concentración que apenas notó que cortó varios árboles a su paso, dándose cuenta sólo cuando estos se estremecían contra el suelo.
Varios minutos tras seguir el línea recta, Ícaro fue capaz de alcanzar el saliente de un barranco con una maravillosa vista a un enorme valle cubierto por una espesa capa de árboles. Y acostado sobre el risco, estaba Wag Too.
Ícaro: - ¿Sé puede saber que pre...? -
Wag Too: - Shhhh. - Gesticuló con fuerza ordenando a callar al droide.
Ícaro guardó el sable de luz una vez más y se acostó sobre el suelo. Se arrastró suavemente sobre la hierba hasta que finalmente llegó a donde el lurmen se encontraba.
Ícaro: - Lo encontraste. Muy buen trabajo. - Susurró a su compañero.
Desde el saliente, ambos fueron capaces de ver un enorme agujero con forma casi circular sobre la tierra de varios metros de diámetro. Parecía una formación natural, hecha por la fuerza de la naturaleza sin la intervención de maquinaria pesada.
Wag Too: - Pero tenemos un problema. -
Ícaro: - Si. Puedo verlo. -
Tanto el lurmen como el droide fueron capaces de apreciar al menos una docena de trandoshanos en la entrada de la caverna. Los piratas parecía no haberse dado cuenta de su presencia. En cambio, se dedicaban a jugar a las cartas con apuestas o a pelearse entre ellos mientras se embriagaban con cualquier tipo de licor barato, ignorantes de la situación de la galaxia. Y a un lado de la entrada, una gran nave modelo Kestrel Nova.
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