Cap. 68 - Caos Total

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Aundionovela disponible en YouTube:

https://youtu.be/C2jzkEqeQao

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Kurt: - Comandante Boil... Boil... ¿Me recibe? - Su voz se escuchó de repente tras el pitido de su comunicador. 

Boil: - Te escucho. ¿Qué sucede? - Susurraba para evitar que alguien lo escuchara.

Kurt: - Tenemos visual sobre el objetivo. El cargamento de rhydonio esta arribando. Pero no te van a agradar las noticias. -

Boil: - ¿Qué ocurre Kurt? No des rodeos. -

Kurt: - Dos destacamentos de mercenarios está custodiando el combustible. Lo siento pero no van a poder salir de allí por las buenas. -

Boil: - No te preocupes. Tenemos un plan... ¿Los refugiados están listos? -

Kurt: - Si. Tenemos dos naves de transporte listas para despegar cuando indiques. No tenemos mucho tiempo... Contamos con ustedes. -

Boil: - Así será. Cambio y fuera. -

La preocupación de Kurt era evidente. El mercenario que portaba la armadura del general Thorn no tenía conocimientos de la presencia de los droides comandos, pero más de dos decenas de mercenarios caminaban por la amplia avenida custodiando el importante cargamento de combustible. Y pensar que todo eso por dos simples esclavos. Definitivamente la Galaxia había perdido toda su cordura. Lo único que él podía hacer era esperar a que todo se volviera un caos, apuntando con su rifle de francotirador desde un techo cercano donde se veía la ruta de escape de Boil y el resto. 

Mientras tanto en el interior de la mansión:

Boil: - Unidad Delta. Reporte. - Llamó por su comunicador. 

Delta: - Esperando órdenes. -

Boil: - Muy bien. Transmito mis coordenadas. Operación de extracción requerida. Prioridad máxima. -

Delta: - Roger. Roger. - Cortó la comunicación y activó una frecuencia interna entre los droides aliados. - A todas las unidades comando. Protocolo Prometheus activado. Fuerza letal requerida. Disparen a matar. -

Droides de la Guardia Punitiva: - Roger. Roger. -

La tensión aumentó de golpe en el interior de la habitación donde Numa, Mirana, Boil y Lubo esperaban impacientemente. Habían pasado treinta minutos desde que llegaron, y sabían que la situación se iba a poner complicada, y ninguno era capaz de decir una palabra. Lo único que podían hacer era preparar sus blaster, contar sus detonadores por enésima vez y esperar.

Mientras tanto, Kurt usaba la mira de su rifle, un rifle francotirador S-5X. Un modelo bastante extraño, pero cuyo acelerador magnético integrado dotaba a sus proyectiles de una velocidad y potencia abrumadora. Y si... Esta arma usaba munición balística, y no gas ionizado como el resto de armas de la época. De allí su rareza. 

Usando la avanzada tecnología integrada al casco clon, Kurt iba trazando un mapa virtual. Marcando en su visor los diferentes puntos estratégicos como coberturas y vías de escape, la cantidad de objetivos y los enemigos más peligrosos, como los que portaban armas de alto calibre y que debían ser eliminados lo antes posible. Y mientras hacía sus apuntes mentales, el caos brotó sin previo aviso en las calles alrededor de la mansión.

Los sonidos de blaster sacudieron la zona, y muchos mercenarios y bandidos cayeron con las primeras ráfagas mientras el resto buscaba desesperadamente un lugar donde esconderse. Kurt no sabía que estaba pasando, pues el área reducida que su mira telescópica le permitía ver no lo mostraba el panorama completo. Por la trayectoria de los blaster, pudo rápidamente determinar el origen de los disparos. Pero su rostro se ensombreció al ver de qué se trataba. 

Kurt: - Boil... - Llamó por el comunicador. - Tenemos un problema. -

Kurt: - ¿Cómo que son de los nuestro? - Exclamó ante la respuesta del comandante. 

Boil: - Así como oye soldado. Apoye a las unidades droide a toda costa. - Dijo para luego cortar la comunicación.

Kurt: - Que me parta un rayo... Este trabajo se pone cada vez más confuso. -

Aún así, Boil no cortó la comunicación porque quería, pues fuera de la habitación pudo sentir el escándalo y la confusión de aquellos malhechores que estaban dentro de la mansión. Habían escuchado el disparo de los blaster y sabían que alguien los atacaba, pero aún no sabían que. De inmediato, el ruido de los pesados pasos metálicos de los magnaguardias se escuchó alejarse. Su misión era defender a Takke, y bajo este ataque, la tarea de vigilar a los "invitados" había pasado a un segundo plano. Sus protocolos de defensa de su superior era mucho más fuertes que cualquier otra orden. 

Mirana: - Justo como lo predijo, comandante. - Un rápido alago al clon.

Boil: - He visto lo suficiente para saber que harán. Vamos... Debemos salir de aquí lo antes posible. -

Y blaster en mano, los cuatro se aventuraron a las afuera de la habitación donde supuestamente estaban seguros. El primer en asomar la cabeza fue Boil, quien al ver que el pasillo donde se encontraban era seguro le indicó al resto que lo siguieran. 

A la distancia se podían escuchar los disparos de los blaster, aunque era más el efecto que causaba el eco de los estrechos pasajes. La verdad era que apenas cien metros lo separaban de las fuerzas de Delta y la Guardia Punitiva, pero para eso debían recorrer el laberinto de concreto que los encerraba y atravesar el improvisado campo de batalla que se formó a las afueras de la mansión, peligrosamente cerca de los contendores del volátil combustible. 

Con mucha cautela, Boil fue guiando al resto. No era un experto en la infiltración, pero sabía reconocer los pasos apurado de los grupos de mercenarios que avanzaban al frente de la mansión para enfrentar a los droides. Solo debía seguirlos, y pegarse a la pared lo más que pudieran para evitar que algún enemigo atento los detectase en su huida. Ya apenas faltaban unos veinte metros para alcanzar la puerta principal, pero no todo podía ser tan fácil. 

Takke: - ¡MIRANA! - Gritó colérico.

La voz del trandoshano sacudió el corredor en el que se encontraban. El grupo se dió la vuelta y vió atónito como el reptiliano mostraba una furia descontrolada en su rostro, mientras a sus espaldas permanecían esperando los dos droides magnaguardias. 

Takke: - ¡MÁTENLOS! ¡MÁTENLOS A TODOS! -

Era más que claro que el trandoshano había perdido todo rastro de cordura, una que había luchado por mantener a flote desde que su antigua compañera llegó para martirizar su vida y remover viejas heridas del pasado que ya pensaba había superado. Pero no era así.

Los magnaguardias siguieron las órdenes dadas, encendiendo sus electrobaras mientras avanzaban a paso ligero hacia Boil y el resto. Mirana, quien era la que estaba detrás del grupo ahora se encontraba a la cabeza del peligro más eminente. Alzó su pistola lista para disparar, aunque puede que eso halla sido inútil, pero una embestida desde atrás le impidió hacerlo.

Mirana: - ¡Boil! ¿¡Qué diablos estás haciendo!? - Gritó enojada. 

Boil: - Toma a los chicos y vete de aquí! - Le gritó en respuesta. 

Mirana: - ¡Jamás! ¡Yo soy la que tiene que... ! -

Boil: - ¡Es una orden, teniente! -

Era raro ver a Boil molesto a la hora de tomar decisiones, pero esta vez si que estaba enojado, aunque eso solo era una fachada para ocultar su miedo y preocupación. Mirana lo miró desafiante por un segundo, segundo vital para su escape mientras los letales droides se acercaban más y más. La humana quería imponer su opinión, pero incluso con el rostro oculto del clon por su casco, pudo saber que eso no sería posible. 

Apretando los dientes y frunciendo el seño como nunca antes, Mirana tomó a los twi'lek por los hombros y los empujó hacia la salida, a pesar de la batalla que Numa daba para impedirlo. Por otro lado, Lubo estaba tan asustado que no sabía que hacer, y solo se quedó mirando hacia atrás, la armadura del clon que le daba la esplada mientras la teniente lo empujaba fuera del edificio. 

Boil: - ¡Venga a por mi! ¡MALDITOS! -

La voz del clon retumbó en el lugar mientras su rifle pesado DLT-19D rugían con furia y fuego en sus manos. Esta arma de la era de las Guerras Clon y que había sido recuperada de una batalla contra fuerzas imperiales poseía una potencia de fuego abrumadora, y a pesar que su recalentamiento era un problema bastante serio, el clon liberó todo su poder en contra de los magnaguardias. Pero eso no sería suficientes.

Estos droides estaban diseñados para combatir Jedi, y la punta electrificada de sus varas le permitían disipar la constante lluvia de fuego que el clon descargaba con un rugido de batalla. Boil miraba como la muerte se acercaba a él poco a poco. La muerte con rostro de guerrero Kaleesh.

El arma de Boil dejó de rugir cuando uno de los magnaguardias golpeó su empuñadura, fracturando la muñeca del clon al instante y lanzando su rifle lejos de su alcance. Boil gruñó de dolor, pero la adrenalina en su cuerpo le permitió esquivar a duras penas un golpe de la electrovara que si no lo mataba, lo dejaría inconsciente por el efecto combinado de la contusión y el electroshock. 

No había forma posible para el clon salir de esa situación, y lo único que sus sentidos podían percibir era el miedo de ver a esos imponentes droides cargar sobre él y el sonido de la electricidad fluyendo mortalmente sobre la punta de sus báculos. Entonces... Un impacto directo sobre el estómago lo mandó a volar contra la pared del corredor. 

Boil voló cuatro metros, y su cuerpo se estremeció al sentir el duro metal recibir la fuerza del impacto. Un sonido sordo se escuchó y la mente del clon solo era capaz de percibir un pitido ensordecedor que saturaba su cordura. Respirar resultaba muy difícil, y una repentina tos atacó sus sistema respiratorio, y entonces, el visor de su casco se tiñó de un espeluznante color carmesí. 

La sangre brotaba de su boca, y el rojo poco a poco teñía su mirada bajo el casco mientras usaba sus manos para vagamente poder mantener agachado para hacer un intento en vano por recuperarse. Entonces... llegó el dolor.

Las dos electrovaras hicieron contacto con las palcas de su armadura sobre su espalda. Una poderosa descarga eléctrica recorrió su cuerpo, cortando la conexión de su cerebro con sus extremidades, obligando a sus músculos a contraerse erráticamente mientras sus gritos apenas podían escapar de su boca ahogada en su propia sangre. 

El color rojo que empañaba su visión comenzó a volverse de un tono negro, una oscuridad absoluta que iba consumiendo su vida. El sonido de las electrovaras se hacía cada vez más tenue, a pesar que todavía estaban encendida cocinando su propia piel. La mirada carente de vida de los droides no  mostraba remordimiento alguno, y el único presente era Takke, cuya naturaleza fría y atormentaba no mostraba remordimiento alguno. 

El mundo cambió para Boil. Se volvió oscuro y silente. Aún cuando él mismo sabía con sus últimos ápices de conciencia que a sus espaldas se libraba una batalla campal entre los droides comando y el resto de mercenarios. Pero incluso el retumbar de los disparos había cesado... para siempre. 

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