Cap. 6 - Entre la Basura

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Podcast disponible en YouTube:

https://youtu.be/w9zaFFWSok8

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Tras varios minutos, Wag Too volvía a salir del refugio, ahora un poco más calmado y con una pequeña mochila sobre sus hombros.

Ícaro: - ¿A dónde va? -

Wag Too: - Debo ir a la ciudad. Bueno... a lo que queda de ella. Con suerte encontraré algo que sea de utilidad. -

Ícaro: - Ayer casi mueres por esos piratas. Y aún así piensas ir de nuevo. ¿Cuál es el punto de todo esto? -

Wag Too: - No te preocupes por mi. Creo que estaré bien. Además, debo buscar alguna batería que aún funcione para que puedas cargarte. -

Ícaro: - No me gusta la idea, pero supongo que tienes razón... Muy bien. Iré contigo. -

Wag Too: - ¿Estás seguro? No es una tarea muy agradable que digamos. -

Ícaro: - Es mejor que quedarse aquí sin hacer nada. -

Ícaro y Wag Too descendieron del refugio y se dirigieron a las ruinas de la ciudad. Abajo, Wag Too había preparado un lugar para esconder una improvisada carretilla para llevar las partes que encontrase de vuelta al refugio. El sol era extenuante, y el pequeño Lurmen debía cubrir su cuerpo con varios trapos para ocultarse de la fuerte radiación. Aunque al droide no lo afectaba en lo más mínimo.

Al llegar a la ciudad, Ícaro siguió a Wag Too de cerca, pues parecía que el Lurmen tenía cierta idea de lo que estaba haciendo; o eso creía. Por más de tres horas buscaron entre los escombros, pero no encontraron nada que les fuera de utilidad.

Wag Too: - Ah. Esto no tiene caso. Llevamos medio día buscando y no encontramos nada que merezca la pena. -

Ícaro escuchaba a Wag Too, sin embargo, estaba tratando de buscar una solución alterna, o por lo menos algo provisional. Y fue entonces cuando tuvo una idea.

Ícaro: - ¿Eres un buen mecánico? - La pregunta tomó a Wag Too por sorpresa.

Wag Too: - Bueno. No soy un experto, pero puedo arreglar algunas cosas. -

Ícaro: - Muy bien. Sígueme. Creo que tenemos una alternativa. - Ícaro tomó la carreta y comenzó a avanzar por su cuenta.

Wag Too: - Oye, espera. Oye. -

Ícaro avanzó por la ciudad ignorando las preguntas que Wag Too le hacía una y otra vez. Había procesado una solución, pero no decía ni una palabra al respecto. Durante dos horas, recorrieron la ciudad recogiendo muchas piezas a las cuales Wag Too clasificaba cómo "chatarra" pero Ícaro parecía tener algo pensado con ellas. Y a mediada tarde, los dos se encontraban de regreso al refugio con la carretilla cargada de "tarecos," según Wag Too.

Wag Too: - Oye. Al menos podrías decirme que tienes planeado hacer con toda esa chatarra. -

Ícaro: - "Chatarra." Por ahora. Cuando terminemos ya no la verás de esa forma. -

Wag Too: - Varas de metal, vidrio templado, cajas plásticas, cables, células solares, reguladores, baterías descargadas Incluso un inversor. Diablos. Esto bien podría formar parte de un museo de antiguedades. ¿Qué vas a hacer con todo esto? -

Ícaro: - Yo no. Tu lo harás. -

Wag Too: - ¿Yo? ¿Hacer qué? -

Ícaro: - Paneles solares. -

Wag Too: - ¿Es en serio? Esa tecnología no se usa hace miles de años. -

Ícaro: - Cientos de miles de años. Para ser preciso. Pero por ahora será la solución más óptima. -

Wag Too: - Bueno. Supongo que tienes razón. Pero yo no se cómo fabricar uno. -

Ícaro: - Afortunadamente. Tengo registros y planos para este proyecto. Pero mis manos no están diseñadas para este tipo de tarea. - Refiriéndose a las toscas manos de metal que los modelos superdroides solían tener. - Por eso tú debes hacerlo. -

Wag Too no podía disimular su entusiasmo, así que se puso manos a la obra de inmediato. Ícaro le explicaba paso a paso cómo fabricar el dispositivo con lujo de detalle, y el Lurmen demostraba gran habilidad para ese tipo de tareas. El trabajo les tomó varias horas. Incluso pasaron toda la noche conectando cables y cargando las pesadas piezas de un lugar para otro. Y pocos minutos después que el sol se asomara por el horizonte, las celdas solares estaban instaladas en el exterior del refugio y el sistema estaba listo para ser probado.

Wag Too: - ¿Eso es todo? -

Ícaro: - Si todos los circuitos están bien instalados no debería de haber problema alguno. Tan sólo debemos... - Ícaro vió a Wag Too acercándose a las baterías con dos cables en las manos. - ¿Qué estas haciendo? -

Wag Too: - Probándolo. Si funciona ya debería de... -

Wag Too no terminó de hablar cuando colocó los cables en ambos polos de la batería, lo que propinó al curioso Lurmen una fuerte descarga que le paró todos los pelos de punta. Wag Too estaba impactado, con parte de su pelaje chamuscado, pero su asombro se convirtió rápidamente en felicidad.

Wag Too: - ¡Si! ¡Funciona! -

Con esa pequeña mejora al refugio, Ícaro pudo restablecer su batería poco a poco con el pasar de los días. Además, la energía extra le permitió a Wag Too reparar el brazo izquierdo de Ícaro con piezas que encontraban en las excursiones a las ruinas de la ciudad. Lamentablemente, no había forma de reparar sus sistemas ópticos, pero estos aún funcionaban, así que no les dieron mucha importancia.

Wag Too disfrutaba pasar tiempo con Ícaro. Los cuatro años que pasó en soledad fueron muy duros para él, y se sentía a gusto conversando y fabricando las diferentes ideas que se le ocurrían al droide para mejorar su refugio. Pero Ícaro tenía ciertas "pautas" en su programación que le hacían sentir una extraña sensación dentro de sus circuitos.

Tras diez días, Ícaro se había cargado en su totalidad y ya estaba en perfectas condiciones tras los arreglos que Wag Too le hizo. Un poco cubierto de tierra y polvo, pero esos eran problemas sin importancia. Ícaro estaba fuera del refugio mirando el atardecer, algo nostálgico, cuando de repente llega Wag Too a acompañarlo. El Lurmen portaba una jarra en su mano derecha y una lata con aceite y una brocha en su mano izquierda. Y tras sentarse al lado del droide, le ofreció el aceite.

Wag Too: - Toma. -

Ícaro: - ¿Qué es eso? -

Wag Too: - Aceite de transmisiones. No es lo óptimo, pero ayudará a mantener el polvo fuera de tus articulaciones. -

Ícaro: - Gracias. -

El droide aceptó el aceite y comenzó a lubricar sus articulaciones con la brocha mientras el Lurmen bebía de su jarra. Ambos se quedaron en silencio por unos segundos, pero entonces, Ícaro tomó la palabra.

Ícaro: - ¿Y ahora qué? -

Wag Too: - ¿Qué sucede? -

Ícaro: - Estaba computando ¿Qué debería hacer ahora? -

Wag Too: - ¿A qué te refieres? -

Ícaro: - Debo seguir con mi lucha. Si antes era contra la República, ahora debo destruir al Imperio. Sin importar el costo. Pero no tengo ninguna información al respecto. Debo... -

Wag Too: - Espera. ¿Te... Te irás? ¿Tan pronto? -

Ícaro: - Me temo que si. Debo enfrentar al Im -

Wag Too: - Pero... pensé que la estabas pasando bien. Pensé que te quedarías conmigo. -

El Lurmen se veía muy afectado por las palabras del droide. Ícaro no sabía cómo reaccionar en esa situación. Lo que decía Wag Too era cierto, había disfrutado el reforzar y mejorar el refugio estos días junto a él, pero también sabía que debía seguir con su misión. Así que computó la mejor forma de decirle a Wag Too que debía seguir adelante.

Ícaro: - Wag Too. - Miró al Lurmen de frente. - Tienes razón. El tiempo que estuvimos juntos fue muy "entretenido," pero hay cosas para las que fui fabricado que no puedo ignorar. -

Wag Too: - Pero la República ya no existe. Los clones son historia. Ya no tienes un enemigo al que vencer. -

Ícaro: - Si eso es cierto... Entonces... ¿Cuál es el propósito de mi existencia? - Las palabras de Ícaro dejaron al Lurmen impactado. -

Un silencio incómodo se hizo presente. Ninguno de los dos sabía que decir al respecto, así que simplemente permanecieron sin decir una palabra por varios largos minutos. Finalmente, Wag Too se puso de pie y regresó al interior del refugio. Ícaro permaneció afuera, mirando con curiosidad el manto de estrellas que se extendía sobre su cabeza.

Durante toda la noche, el droide permaneció en la misma posición, tratando de computar lo que debía hacer. No sabía a donde dirigirse, o a quién recurrir. No sabía si algún alto mando separatista seguía luchando contra el Imperio en algún lugar remoto de la galaxia, o si tan siquiera alguno de sus superiores había sobrevivido. En ese momento, Ícaro se sentía completamente perdido.


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