Cap. 56 - La Sombra de Ryloth

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Podcast disponible en YouTube:

https://youtu.be/amFhDs8OL90

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El planeta Ryloth era famoso en todos los rincones de la galaxia. Ubicado en el sector Gaulus, dentro del propio Borde Exterior y a unos poco clics del Corredor Coreliano, era el planeta natal de los famoso twi'ler. Una atmósfera respirable, una superficie que presentaba tanto espesos bosques como grandes mecetas y volcanes repletas de recursos por explotar,sin lugar a dudas era un punto estratégico a considerar para el Imperio. Si bien Ryloth se mantuvo junto a la República tras su brusca transición, muchos de los ciudadanos no estuvieron de acuerdo con las nuevas medidas que imponía este régimen galactico.

Ryloth era un planeta que no se dejaba doblegar cuando su gente sufría. Los twi'ler si bien eran pacíficos y disfrutaba de la paz, en más de una ocasión habían demostrado el coraje y el valor suficiente para enfrentar a sus opresores. Lo hicieron contra la Alianza Separatista en más de una ocasión, y ahora no era muy diferente. El Imperio sabía que una celda rebelde se escondía en las cloacas del planeta, y ya habían experimentado varios intentos de rebelión, los cuales fueron aplacado en todas las ocasiones, y no de la manera más amistosa posible. Aún así, los altos mandos imperiales tenían total confianza de su dominio sobre el planeta, pues su cercanía con el Corredor Coreliano hacia muy sencillo desplegar tropas de refuerzo, así que solían hacerse los de la vista gorda... Siempre y cuando pudieran sacarle provecho a intento de rebelión y averiguar acerca del paradero de otra célula rebelde.

Esto era de total conocimiento para Cress, el cual fue designado para "negociar" con la "manifestación pacifica" que los residentes de Ryloth usaban para reclamar sus derechos... O eso es lo que la prensa imperial propagada por sus mundo. Pero eso era algo que no conformaba mucho al joven prodigio.

Cress esperaba que al estar bajo la tutela del Thrawn podía unirse en sus campañas y ganarse un buen renombre. En cambio, lo mando a un planeta que, si bien tenía algunos conflictos, no eran de tanta importancia para designar a alguien como él. Pensaba que Thrawn solo quería dejarlo a un lado, que quería aplacar su chispa y dejarlo en el olvido. Pero Cress no tenía esas intenciones, ni la paciencia para sus estúpidos juguitos.

A borde de su nave Arquitens, podía ver la superficie de Ryloth desde la ventana. Su mirada era fría y mostraba un gran desprecio. Un aura oscura lo rodeaba de tal manera, que ningún oficial se atrevía a decir nada más que lo necesario, incluso si el informe carecía de importancia.

Entonces la puerta del puerto de mando se abrió. Crees solo se giro levemente para ver con el rabillo del ojo al twi'ler que entraba algo nervioso acompañado por dos stormtroopers. Era un individuo delgado, de mediana estatura y rodillas temblorosas, un mero títere que había sido impuesto tras la repentina desaparición del ex-cenador Ore Free Taa. Alguien no capacitado para el puesto que tenía, pero era fácil de controlar para el Imperio. Alguien que se había ganado el reproche de su propio pueblo, incluso de los noble del propio Ryloth. Un bufón a ojos de todos. Uno que respondía al nombre de Piest Heliot, aunque nadie se dignatarios siquiera a pronunciar su apellido.

Piest: - Almirante Cress. Que alegría que nos respete con su... -

Cress: - Deje las formalidades y valla al grano. ¿Tiene la información que le pedí? -

Usualmente un almirante debía inclinar la cabeza ante la presencia de un senador, pero todos en ese lugar sabían que su figura era una fachada, aunque pensaron que Cress se estaba excediendo un poco. Solo los stormtroopers que escoltados al twi'ler quedaron impresionados ante este cambio de papeles, pues no conocían lo que se realmente pasaba, aunque sus cascos afortunadamente escondían su sorpresa al ver como el senador simplemente inclinada la cabeza en señal se sumisión. Después de todo eran meros soldados, no tenían forma de enterarse de eso.

Piest: - Si, señor. Aquí están. -

La voz temblorosa del twi'ler le indicó a Cress que se había excedido un poco, pero estaba tan ofuscado que tenía humor para siquiera intentar remediarlo. Sólo quería acabar con todo esa perdida de tiempo y dirigirse a un campo de batalla que realmente valiese la pena.

El almirante se dio la vuelta, sólo para tomar con rabia el disco de memoria que el senador le ofrecía con manos temblorosas, aunque al ver a Cress darse vuelta pudo respirar aliviado. El joven introdujo el disquete en la mesa del holo-proyector, revelando una imagen de un relieve montañoso con varios puntos rojos cada cierta distancia.

Crees: - ¿Estás son las bases rebeldes? -

Piest: - "Rebeldes" es una palabra... exagerada. Nosotros los clasificamos más como... "manifestantes". -

El uso de palabras adornadas en temas tan importantes ponía a prueba la paciencia del joven, algo que no tenía mucho, pero hacia lo posible por tratar de ignorar al senador. De hecho hasta sentía lástima por él... No era más que una marioneta sin voluntad.

Cress: - No me interesa como los llamen en el cenado... Solo quiero saber por qué aún no los han aniquilados. -

Piest: - La palabra "aniquilar" es un poco excesiva... ¿No lo cree? -

Cress: - Eso no responde mi pregunta... - Dijo con una mirada sombría que hizo que al senador se le congelase la sangre.

Piest: - Nos ordenaron simplemente observar que no intentase nada... fuera de lo común. No que destruyeramos sus bases. -

Cress: - ¿Quién emitió dicha orden? -

Piest: - No sabría decirle quien fue el responsable. Simplemente fue un mandato de los superiores. -

Cress pensó por un momento las palabras del twi'ler. Thrawn le había dado total libertad para someter el planeta y no le impuso ninguna condición en particular. Eso, combinado a sus deseos de salir de ese lugar fueron una mezcla extremadamente volátil.

Cress: - Muy bien. Terminaremos con esto rápido. ¡Preparad todas las baterías y apuntad a sos sectores 10, 7, 19 y 2! -

La orden de Cress fue recibida y repetida por su oficial, el cual comenzó a movilizar a los operadores y al personal para poner a las baterías del Arquitens en dirección a la superficie del planeta.

Piest: - Espere... ¿Qué va a...? -

Cress: - No tengo tiempo que perder aquí. - Dijo con una voz fría opacando la pregunta del senador.

Oficial: - ¡Baterías listas! -

Piest: - E... E... Espere... No pue... -

Cress: - ¡FUEGO! -

La voz tartamudeante del twi'ler fue aplacado una vez más por el comando de Cress, quien no dudo por un segundo en seguir con la orden de ataque. El senador no tuvo ni tiempo para pedirle que recapacitara cuando vio la descarga de los blaster y turbo-laser que arrazaban con una zona de la superficie del planeta. Las explosiones eran tan grandes y violentas que podían ser vista desde la órbita.

Piest no podían creer lo que veían sus ojos atónitos, y su boca no era capaz de expresar una palabra. No era el ser más justo del universo, pero tal brutalidad estaba fuera de sus límites. Solo la fuerza era capaz de saber cuantas miles de vidas estaban siendo arrebatadas en ese preciso momento.

La descarga de disparos parecía no tener fin, y Cress no mostraba indicio de mostrar clemencia y ordenar un alto al fuego. El cenador no podía hacer más que ver con horror como la muerte se extendía por su tierra natal. Y fue solo cuando las baterías cesaron que pudo contemplar el verdadero horror.

Una enorme mancha gris podía verse desde la órbita, indicando que no quedaba rastro de vida alguno a pesar de los bosques que lo rodeaban, los cuales perdían su tonalidad verde por una amarilla y roja, el presagio de un incendio desenfrenado que devorada todo a su paso. Las piernas de Piest no pudieron soportar la carga sobre sus hombros y se desplomó sobre sus rodillas, observando con miedo el mapa deforme que se proyectaba sobre la mesa del holo-mapa, y todos los puntos rojos había desaparecido. Las bases rebelde había sido aniquiladas. Pero su pesar no pudo durar mucho, pues las palabras de Cress volvieron a sacudir su mente. La pesadilla apenas acababa de comenzar.

Cress: - ¡Preparen a todas las tropas para desembarcar! ¡Peinad el área y acabad con los sobreviviente! ¡Quiero un puesto de guardia en cada entrada de cada ciudad o pueblo! ¡Cualquier sospechoso será detenido e interrogado! ¡Si se resiste recibirá la muerte en el acto! ¡A partir de este momento Ryloth queda bajo la Ley Marcial Imperial! -

El corazón de Piest se hizo añicos. Ahora tenía que ver cómo su pueblo sería oprimido violentamente una ve más. Apenas era un niño cuando la alianza Separatista y la República se enfrentaron en su planeta, pero recordaba muy bien el dolor de la guerra y la pérdida de sus seres queridos. Había trabajando tanto para que eso no se volviese a repetir, se había convertido en el hasmereir de todos para que Ryloth no tuviese tal destino, pero ni siquiera el destino era capaz de sentir pena por él. Solo se preguntaba de qué había servido todo mientras se hacía lo posible por no desplomarse contra el suelo metálico de la nave. Solo pudo salir del estado en que se encontraba cuando sintió una mano fria y muerta tocar su hombro, una mano que hizo que cada fibra de su vcuerpo de retorcerse de miedo.

Alzó la mirada solo para ver a Cress parado a su lado, con la mano sobre su hombro pero la vista hacia el frente, como ignorando su presencia.

Cress: - No es tiempo de mostrar debilidad, senador. -

Luego simplemente siguió caminando hasta abandonar la habitación, dejando a todos los oficiales con un amaego sabor de boca, y una incomodidad visible al ver al senador que era incapaz de levantarse debido a la conmoción que sufría.

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Por otro lado, era un día como cualquier otro en el tranquilo Oasis. Habían pasado 15 días desde las aventuras en Felucia y ya los ánimos se habían elevando bastante entre el grupo. Mirana y Boil se encargaban de poner a Bly al día, quien finalmente pudo abandonar después de su recuperación, incluso se unió a los entrenamientos de los reclutas, aunque rechazaba la petición de Boil de tomar el mando, pues si bien tuvo un tango mucho mayor en las guerras clon, eso había quedado en el pasado y no se sentía muy seguro de si mismo, pero al menos se convirtió en un gran consejero y la mano derecha del clon del 212th. La experiencia del ex-mariscal de campo era un recurso invaluable en esos tiempos tan turbulentos. Incluso Mirana solía asistir a sus clases de estrategia y simulacros digitales de batallas, despertando un gran interés en la ex-merxenaria.

Tova pasaba horas jugando con Titán, e incluso lo llevaba a jugar junto al resto se niños. Al principio las madres no se sentían muy seguros con un droide de batalla tan cerca de sus retoños, pero el droide B2 resultó ser un cuidador ejemplar e incluso los niños disfrutaban jugar con el todo el rato, a pesar de sus dos cañones gemelos instalados en su antebrazo derecho.

Por otro lado, Wag Too tomó un merecido descanso de sus labores de mecánicos y se retiró a ayudar a su esposa Miraj, a quien la barriga comenzaba a notar las etapas intermedias del embarazo. Ya le costaba hacer algunas labores, pero al menos podía seguir ejerciendo como alcaldesa desde la comodidad de su casa. Aunque tuvo que buscar a varios asistentes para organizar el papeleo, pues ahora debía leer más informes y hacer menos visitas a lugares y reuniones.

Lo que aún permanecía sin muchos cambios era la costumbre de Ícaro de encerrarse durante horas en su cuarto junto a la computadora central analizando decenas de datos. Si bien antes esos procesos de actualizaciones de software de los droides era algo que el poderoso núcleo de una Luckrehulk podía hacer en un par de horas, pero al procesador de Ícaro le tomaba una par de dias, incluso una semana entera. Aunque ahora era más relajado y solía pasar las tardes con Tova y el resto de sus "compañeros". No tenía muy en claro el significado de "amigo" por eso no usaba esa palabra muy a menudo, pero al menos se preocupaba por escuchar lo que les preocupaba e intentaba darle solución a sus problemas, aunque estas a veces resultaba demasiado racionales.

Ese día en particular no está haciendo nada de vital importancia, solo revisaba los pocos archivos recuperados del Mano Invisible antes de perder contacto tras adentrarse en la atmósfera de Coruscant, cuando la puerta de su lugar silencioso se abrió súbitamente.

El golpe provocado despertó la preocupación del droide, eso no era algo que sucedía regularmente, pero cuando se dio vuelta y vio aterrado el rostro de Mirana.

Ícaro: - ¿Qué ocurre? -

Mirana: - Ha ocurrido algo terrible. -

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