Cap. 4 - El Alma Errante
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Ícaro caminó por las ruinas de la ciudad capital con la esperanza de encontrar algo que le fuera de utilidad, pero tras dos noches, no pudo hallar nada. Con tan solo unas pocas horas de energía, no tenía tiempo que perder. Buscaba entre los escombros, pero simplemente no podía entender cómo todo a su alrededor parecía desolado, cómo si nadie hubiese estado allí durante años.
Mientras trataba de procesar tan confusa información, escuchó a la distancia unos disparos de blaster que provenían de muy al sur de la ciudad, probablemente cerca de la entrada sur. Con tanto silencio, no era de extrañar que el sonido de los blasters hiciera eco en las calles de la lúgubre ciudad. Y si las tropas droides aún seguían luchando contra la República, esa era su oportunidad de volver con los altos mandos Separatistas.
Ícaro corrió esquivando los escombros que obstaculizaban su camino, a medida que se acercaba podía escuchar los blaster con más intensidad. No eran muchos, tal vez dos o tres de ellos, pero cuando llegó al lugar no entendió lo que sucedía.
Los disparos provenían de una pequeña plaza cerca de la puerta sur de la ciudad. Cuatro trandoshanos abrían fuego hacia una pequeña vivienda en ruinas. Ícaro estaba a espaldas de ellos, por lo tanto, no se habían percatado de su presencia, sin embargo, no era capaz de ver a qué le estaban disparando, y mucho menos, saber el por qué.
Los trandoshanos estaban ubicados en el centro de la plaza, pero algo no estaba bien. Mientras disparaban, parecían estarse riendo. Cómo si se burlaran de alguien o simplemente estaban cazando a alguien. Probablemente su objetivo estaba escondido tras aquellas ruinas y querían hacerlo salir asustándolos. De cualquier forma, Ícaro no aprobaba su forma de actuar.
Al principio, Ícaro pensó que eran mercenarios, puesto que en la guerra no era de extrañar que los trandoshanos trabajasen como mercenarios para los Separatistas, pero este no era el caso. Tras analizar algunos datos y elementos de los individuos, Ícaro pudo determinar que eran piratas, y eso era algo que no iba a permitir no en su guardia.
Ícaro se acercó lentamente a sus espaldas. Los trandoshanos no pudieron escucharlo debido al fuerte ruido de los blasters y sus cínicas carcajadas, burlándose de quién sea que estuviese escondido tras los escombros. Entonces, a un trandoshano le llamó la atención cómo una sombra apareció tras él. Miró de reojo y vió la silueta de Ícaro a sus espaldas, pero antes de poder darse vuelta o avisar a sus compañeros, Ícaro blandió el sable de luz con su mano derecha y partió al trandoshano a la mitad por el torso.
Cuando el cadáver del trandoshano cayó al suelo, llamó la atención de los otros, quienes ignoraban lo que ocurría a sus espaldas. Cuando vieron a su camarada partido en dos, un profundo terror invadió sus cuerpos mientras dos de ellos gritaban de la impresión que tal escena les provocó. Intentaron darse vuelta para dispararle al droide, pero era demasiado tarde. Con un blandir del sable de luz, Ícaro cortó de igual manera a los dos trandoshanos que se encontraban a su derecha sin que estos pudieran reaccionar. Finalmente, se dió vuelta y pudo acabar con el último de ellos, pero no sin antes recibir un disparo en la zona abdominal de su cuerpo, justo debajo de sus placas protectoras.
Los cadáveres de los cuatro trandoshanos yacían a sus pies. Ícaro los examinó con detalle y pudo confirmar que se trataban de piratas. Lo supo por varias marcas en sus cuerpos y algunos accesorios que solo los piratas usaban. Sin embargo, no pudo definir a qué clan o a qué jefe pirata servían. Tal vez era un grupo independiente.
El droide guardó el sable de luz y se dispuso a ir hacia los escombros a los cuales los piratas disparaban, pero tras dar apenas unos pasos su cuerpo tuvo una falla catastrófica.
Apenas pudiéndose mantener en pie, Ícaro hizo un rápido diagnóstico a la zona en la cuál había recibido el disparo del blaster. Al parecer, parte de sus circuitos había sido dañados y ahora sufría una incontrolable pérdida de energía. Las pocas horas que le quedaban de energía se convirtieron en pocos segundos.
Ícaro alzó la mirada por un momento y pudo ver una pequeña silueta que se asomaba desde los escombros, pero antes de poder definir de qué se trataba, el droide se quedó sin energía. Mientras trataba de hablar con la silueta a la distancia, sus ojos se apagaron lentamente y su cuerpo se desplomó hacia el frente mientras intentaba dar un último paso.
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