Cap. 36 - Mente Nublada.

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Podcast disponible en YouTube:

https://youtu.be/1DktmEms0Q4

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Era casi medianoche cuando los droides regresaron al Oasis. A pesar de la purificación del planeta, aún seguían los protocolos de descontaminación en la entrada. Sólo por seguridad, pues no querían correr ningún riesgo hasta que la polución estuviese completamente erradicada. Al atravesar las puertas, vieron a un costado al droide Doom, esperando pacientemente junto a Tova, quién se había quedado dormida tras la larga espera a esas horas de la noche. 

Doom: - Comandante. -

Ícaro: - Unidad Doom. ¿Qué ocurre? -

Doom: - La comandante Tova comentó que tenía un mensaje importante que darle. Pero parece que se quedó dormida. - El comentario era gracioso, puesto que los ronquidos de la pequeña eran claramente audibles. -

Ícaro: - Parece que tendremos que esperar. Unidad Alfa. Ayude a la unidad Doom y llévenla a su habitación. -

Alfa y Doom: - Roger. Roger. -

Entonces, Ícaro se quedó completamente solo en los largos túneles que conducían al interior de Oasis. Las largas noches eran bastante silenciosas en el refugio, y el droide ya estaba acostumbrado a tal silencio sepulcral. Solía usar todo ese tiempo para trazar estrategias y computar planes de acción o estrategias de batalla, pero no esa noche. Esa noche tenía algo que le daba vueltas en sus circuitos. 

Mientras caminaba por los oscuros pasillos, iluminados apenas por pequeñas luces LED cada cierta distancia, intentaba procesar todo lo que había ocurrido allá en el pequeño bosque. Incapaz de creer en dioses, magia, poderes místicos, brujería, o en la misma Fuerza, el droide intentaba con todas sus energías intentar entender lo que había pasado. El simple hecho de escuchar... más bien... "sentir" una voz en su interior carecía de completa lógica, y si bien conocía acerca de los Jedi y sus habilidades para manipular a lo que ellos llamaban "Fuerza," en todos los registros se mencionaba que los Jedi debían estar presentes para ejecutar tales hazañas. Pero en ese pequeño rincón del bosque no había nadie, y podía estar seguro de eso. 

Sin darse cuenta se encontró a sí mismo en las calles del Oasis, vagando como un alma errante en el sepulcral silencio de la noche. La mayoría de los orgánicos dormían, y solo los droides se mantenían en funcionamiento cumpliendo sus labores rutinarias. 

La puesta en marcha de las dos fábricas droide le permitieron comenzar con una producción mínima de droides de combate. Aunque algo mediocre comparado con las impresionantes fábricas de Geonosis o Mygeeto. Pero al menos podían disponer de una dotación decente de droides de batalla B1 y B2. Algunas unidades comando y un par de droide tácticos. No eran mucho, pero podían fácilmente conformar un ejército funcional incluyendo una unidad de operaciones especiales. 

Pero no era suficiente. Si querían tener la menor posibilidad de derrotar al Imperio, debían extender su red de fábricas e intentar recuperar los planetas del borde exterior donde la hegemonía imperial no tenía tanta fuerza. Además, necesitaban encontrar colaboradores y otros dispuestos a unírseles a su causa. 

Pasados unos minutos de reflexión, se encontró a sí mismo en las puertas de la cabina de control de todos los droides de Gweri. Una modesta instalación subterránea de la cual se alzaba una antena hacia la superficie. Una instalación modesta, pero completamente funcional y preparada para cumplir su tarea como era debido. Se acercó y la puerta se abrió automáticamente, mostrando en el interior una modesta cabina de control con decenas de pantallas de diferentes lugares del Oasis e instalaciones en el planeta. Y allí se encontraban solo dos individuos, a pesar que había un total de ocho asientos vacíos. 

????: - Co... Comandante Ícaro. - Dijo una voz completamente sorprendido al notar su presencia. 

Era un hombre delgado, pero con un gran porte. De unos cuarenta años de edad, pero muy bien conservado en apariencia. Unos facciones faciales bien definidas se destacaban en su persona, acompañadas perfectamente con su uniforme militar azul. Le gustaba mostrar su emblema dorado bordado sobre su pecho, un mérito que había ganado cuando era capitán del gran ejército separatista. 

Ícaro: - Teniente Helgait. ¿No debería estar descansando cómo el resto? -

Helgait: - No se preocupe, comandante. Puedo seguir despierto por un tiempo. -

????: - Me temo que el teniente Helgait no comprende la importancia de un adecuado descanso para los orgánicos. - Dijo la segunda voz robótica. 

Ícaro: - Unidad TR-1. Pensé que era su labor cubrir el turno de la noche. -

TR-1: - Afirmativo. Pero el teniente Helgait no parece seguir el protocolo. -

Helgait: - Estaba completando los registros de esta quincena. Quería terminarlos todos antes de terminar mi turno. -

Ícaro: - Muy bien. ¿Puede darme un avance? -

Helgait: - De inmediato, comandante. - El hombre comenzó a revisar los archivos en un datapad. - Empezando por lo más prioritario, la reparación de la Munificente está a un 87% de ser completada. Las fábricas de droides se mantienen estables, se espera que para el fin de mes tengamos a disposición más de 50 mil unidades B1 y mil unidades B2. Las minas se mantienen estables, la producción de duracero es suficiente para cumplir con la demanda. -

Ícaro: - Excelente. ¿Y qué hay del estado de la atmósfera? -

Helgait: - Un momento. - Revisó en el datapad. - Listo. El estado de la atmósfera es estable. La contaminación del aire se mantiene por debajo del 10% y continúan procesándose. Se espera que en unos meces no queden residuos tóxicos. -

Ícaro: - Muy bien. Me retiro entonces. Sigan con su trabajo. -

Helgait: - Si señor. -

TR-1: - Roger. Roger. -

Ícaro se disponía a abandonar el pequeño cuarto de control, pero cuando las puertas se abrieron automáticamente, el droide se mantuvo estático, con las manos tras la espalda, cómo si estuviese computando algo. El hombre y el droide a sus espaldas se miraron entre ellos, tratando de entender que le pasaba, pero antes de poder preguntar, Ícaro se dio la vuelta y le dirigió la palabra a Helgait.

Ícaro: - Dígame, teniente. ¿Usted cree en la Fuerza? - Una pregunta que dejó al hombre muy extrañado.

Helgait: - No lo se, comandante. - Le dijo tras pensarlo por unos segundos. - He escuchado las historias sobre los Jedi. Pero me niego a creer acerca de sus "turcos de magia" que tanto suelen mencionar. -

Ícaro: - "Trucos de magia." - Se rio por un segundo. - Interesante forma de decirlo. - Luego se fue del lugar.

Helgait: - ¿Crees que le di una buena respuesta? - Le preguntó al droide táctico cuando se quedaron solos en el lugar.

TR-1: - Lamentablemente. No tengo la respuesta para esa pregunta. -

Tras abandonar el lugar. Ícaro decidió no darle más vueltas al asunto. Después de todo, no importase cuanto intentase computar al respecto, el simple concepto de Fuerza no es algo que su lógica pudiese desmembrar para su mejor entendimiento. Simplemente podía aceptar su existencia sin cuestionarse su origen o sus fundamentos. 

Esa noche. EL droide pasó todo el tiempo sentado en su "trono," tratando de generar más planes de batalla y estrategias a seguir, pero algo no lo dejaba. A pesar de todo, todo lo sucedido aún le daba vueltas en los circuitos. Tomó el sable de luz en la mano, pero no sintió esa sensación que le causaba cosquilleo como en el bosque. En sus manos, no era más que un simple objeto. 

Así que no pudo resistirlo más. Se paró de su asiento con prisa y se dispuso a ir a un lado en particular.

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El sol se asomaba por el horizonte, y la cúpula de vidrio que se instaló en el techo del Oasis comenzaba a recibir esa agradable luz matutina, cuando unos golpes metálicos despertaron a Boil. El clon se puso de pie con dificultades, se restregó los ojos para aclarar un poco la mente, y se dispuso a averiguar quien perturbó su sueño. 

Boil: - ¿Comandante? - Preguntó confundido, al abrir la puerta de su habitación y ver al droide esperando pacientemente.

Ícaro: - Boil. Necesito de su ayuda. -

Boil: - Si... En seguida... señor. - Dijo mientras se daba la vuelta y se ponía la armadura con dificultad mientras evitaba caerse al suelo dado que recién se había despertado. - ¿Qué ocurre? ¿Otra fuga en las calderas? ¿Un ataque pirata? ¿Acaso recibimos la señal de una nave imperial? - Preguntaba algo alterado. 

Ícaro: - Negativo. Necesito que vallas a la sala de entrenamiento cuando estés listo. -

Como un balde de agua fría, las palabras del droide cayeron sobre el clon desplomando toda su preocupación y entusiasmo. 

Boil: - Señor. Son apenas las... - Dijo mientras miraba con esfuerzo el reloj de su cuarto. - Las 6 en punto. - Dijo algo molesto. 

Ícaro: - Es la hora perfecta. Lo espero en la sala. - Dijo mientras se daba la vuelta y se retiraba, dejando al clon algo aturdido y refunfuñando.

Pero a pesar de su mal humor y su ganas de separar al droides en piezas, Boil se presentó puntualmente a la sala de entrenamiento, donde Ícaro esperaba pacientemente con los brazos cruzados a sus espaldas. 

Ícaro: - Justo a tiempo, soldado. -

Boil: - Si. - Bostezó. - Señor. Dígame. ¿Que tiene en mente? -

Sin darle una respuesta, el droide mostró dos electrovaras de una sola mano que tenía a sus espaldas y le arrojó una a Boil. El clon tuvo que reaccionar rápido a pesar de su pereza, pues la bara de metal le hubiese impactado en el rostro. 

Boil: - ¿Qué es esto? - Dijo confundido. 

Ícaro: - Son electrovaras. -

Boil: - Si. Si. Eso lo sé. Pero que piensa hacer con... - 

Boil apenas pudo terminar la pregunta cuando el droide se lanzó de frente contra él. Ícaro alzó el arma contundente por encima de su cabeza, y la bajó a una velocidad casi mortal. De no ser por los reflejos que Boil había desarrollado en el campo de batalla, de seguro se hubiese llevado un buen golpe al no poder bloquear el ataque del droide. 

Boil: - Se.. ñor. ¿Qué está... haciendo? - Dijo apenas con las fuerzas que le quedaban. 

Ícaro: - Estamos entrenando. -

Boil: - ¿Entrenando? - Dijo mientras alzaba la electrovara con todas sus fuerzas, haciendo retroceder al droide. - Por un momento pensé que quería desprender mi cabeza de mi cuello. -

Ícaro: - No seas ridículo. Si hubiese querido tal cosa, lo hubiese hecho hace mucho. - Dijo mientras volvía a atacar, esta ves con un ataque desde el costado que el clon pudo detener. 

Boil: - Qué gentil de su parte. - Dijo en broma mientras repelía otro de los ataques. - ¿Y para eso me despertó tan temprano? ¿No era mejor enfrentarse a los droides comando? Ellos tienen mejores habilidades de combate cuerpo a cuerpo que yo. -

Ícaro: - No sea ridículo. Yo programé a esos droides. Me se cada uno de sus movimientos. No tiene sentido entrenar contra ellos. - 

Las palabras concluyeron en el salón de entrenamiento y un brutal combate se desató. Ícaro usaba toda su fuerza mecánica para arremeter contra Boil, quien sabía que no podía detener los ataques, pero era más rápido, y podía evadirlos a duras penas. El choque de las electrovaras producían pequeñas descargas de electricidad, así como un característico sonido de chisporroteo. 

https://youtu.be/m1Af4YCKhNc

El clon intentaba darle un par de estocadas, pero el droide podía preverlos y moverse en consecuencia. Si bien no podía seguir la velocidad del clon, podía compensarlo con fuerza bruta y ataques potentes, haciendo que Boil se replanteara dos veces a qué punto atacar y cuando retroceder. Pero tras varias estocadas ambos llegaron a un punto muerto y decidieron tomarse un breve descanso.

Ícaro: - No luchas mal. -

Boil: - Todos los clones recibimos entrenamientos de combate con electrovaras, aunque no solemos usarlo en la batalla. - Dijo jadeando ocasionalmente. - Y dime. ¿Por qué el interés repentino? - Dijo mientras señalaba a las electrovaras. 

Ícaro: - ¿Puedes guardar un secreto? - 

El clon dudó por un momento, pero tras unos segundos asintió con la cabeza, curioso por el repentino misterio del droide. Pero antes de poder hacerse cualquier tipo de idea descabellada, Ícaro hurgó en el compartimiento de su antebrazo y sacó el sable de luz, dejando al clon completamente atónito al ver el arma por primera vez.   




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