Cap. 35 - No Máquina del Todo

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Podcast disponible en YouTube:

https://youtu.be/GJIKKIlxXww

Dos meses antes: 

Tova: - Wag Too. ¡Wag Too! - Gritaba la pequeña en las calles del Oasis. 

Wag Too: - He. ¿A qué se debe tanto alboroto? - Dijo al darse la vuelta. 

Al parecer era un día casual en las calles de Oasis. Habían pasado unos meses desde su llegada, pero ya todos conocían al superdroides comando y a su tripulación. El lurmen se paseaba por las calles del refugio mientras echaba un vistazo por los pequeños puestos de artesanía del callejón de los pequeños artesanos y joyeros. 

Tova: - Necesito encontrar a Ícaro. ¿Sabes dónde está? -

Wag Too: - La última vez que lo vi me dijo que tenía que salir a investigar algo. No se cuanto se demore. ¿Ocurre algo? -

Tova: - No. Sólo quería contarle de algo que hice con Stela y los otros niños. Nada interesante. -

Wag Too: - Mmm. Eso suena interesante. ¿Sabes? Puede que Ícaro no se encuentre, pero puedes contármelo a mi si deseas. -

Tova: - ¿En serio? -

Wag Too: - Claro. Y si quieres me acompañas. Estoy buscando algo... "especial." -

Tova: - ¿Es para la señorita Miraj? -

Wag Too: - Shhhh. - Dijo apenado.

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El superdroide solía salir ocasionalmente del Oasis y revisar personalmente muchas zonas del planeta. Solía ir a supervisar las minas o el avance de la reparación de la Munificent. A veces recorría los enormes campos de descontaminación de la atmósfera o le echaba un vistazo a los molinos de viento. Rara vez se le veía perdiendo el tiempo, pero ese día, era algo... inusual.

Ícaro iba en el asiento del copiloto de un speeder. Algo lo tenía distraído, algo que no podía saber que era, pero que por algún motivo, parecía saber a donde ir. Alfa, el droide comando, conducía es speeder a una dirección apartada, a un lugar que se salía de todos los caminos y mapas dela zona. 

A pesar de haber salido temprano en la mañana, el sol brillante del mediodía anunciaba la hora de mayor temperatura sobre la superficie, pero Alfa no sabía a donde se dirigía. Simplemente conducía por las inmensas llanuras de Gwori siguiendo las instrucciones de su comandante. Hasta llegar a un peculiar y pequeño bosque en las regiones apartadas del sur. 

Ícaro: - Espérame aquí. - Dijo mientras se bajaba del speeder. 

Alfa: - Comandante. ¿Está seguro? No sabemos que puede haber allí. - Dijo mientras miraba al bosque con desconfianza. 

Ícaro: - Afirmativo. Esto es algo que debo averiguare por mi cuenta. -

El droide abandonó la seguridad de las planicies y se adentró al pequeño bosque, que aunque no era muy tupido, perderse podría resultar ridículamente fácil. Cada paso que deba le producía una extraña sensación. Mientras más se adentraba hacia las profundices, más fuerte era esa extraña sensación. Era como si... los árboles quisieran decirle algo. 

Nelvaana, Mygeeto, Tatooine. Todos los planetas en los que había estado eran desierto de arena o de hielo, o habían sido arrasados por la guerra, convirtiéndolos en páramos desolados. Donde la poca vida que existía luchaba con todas sus fuerzas para sobrevivir. Pero este lugar... este lugar era diferente.

A pesar de saber de su existencia por los registros y las historias contadas por boca de los ancianos, Ícaro jamás había visto un arbol con sus propios ojos, mucho menos tantos agrupados en ese peculiar bosque. Se preguntaba si era casual que los bosque tuviesen esa reacción sobre él, o tal vez algo estaba haciendo interferencia en su procesador. De cualquier forma, no podía determinar que era, pues lo único que sentía era ese pequeño cosquilleo en su núcleo cada vez que posaba una mano sobre la corteza rasposa de los árboles. 

Tanto era su concentración en esa sensación, que poca cuenta se dio de todo lo que se había adentrado. Ya no podía ver el speeder, ni siquiera la huella de calor dejado por su motor, cuando: 

????: - Es hermoso. ¿No lo crees? -

Una extraña voz masculina le pega un buen susto. Mira hacia todos lados, hacia todas dirección. Izquierda, derecha, a sus espaldas, hacia arriba y hacia abajo. Pero no hay nadie. Que extraño. Seguro se trataba de un error, un fallo en sus sensores acústicos. Y aunque no le dio mucha importancia al asunto, seguía avanzando mirando hacia todos lados por si de pronto aparecía el propietario de tan extraña voz. 

Eventualmente llegó a un claro, sobre el cual se alzaba un gigantesco árbol de una especie que desconocía. Sus raíces eran titánicas, y las más pequeñas tenía un groso superior al de él mismo. Se separaba del resto de los árboles en un círculo perfecto, casi parecía que había sido la voluntad de alguien, pero no, se veía completamente natura. Pero lo más curioso, era que parecía que ese arbol lo llamaba. 

Ícaro se acercó lentamente, algo dudoso, pues se supone que los árboles "no te llamen," por decirlo de algún modo. Pero no lo escuchaba, pues sus sensores acústicos no captaban ninguna señal, sin embargo, su extraño núcleo parecía reaccionar con cada paso que daba. Cuando su cuerpo apenas se separaba unos treinta centímetros de la base del árbol, alzó la mirada solo para ver el sol taparse por sus frondosas ramas, y sin entender que estaba sucediendo, apoyó la palma de su mano metálica contra la corteza del árbol. 

????: - La vida es Fuerza. - Dijo esa misterios voz una vez más. 

Ícaro: - ¿¡Quién eres!? - Exclamó asustado, temeroso de lo que estaba ocurriendo. - ¿¡Dónde estás!? ¡Muéstrate! -

A pesar de sus palabras, nadie respondió a su llamado. Miró a todas direcciones, pero no podía ver nada. Ni siquiera su visión térmica podía detectar la menor forma de vida. Computó que Wag Too debía revisarlo de inmediato, pues seguro algo andaba mal con sus sensores. Pero ese pensamiento no duró demasiado. 

????: - ¿Ves todo lo que has logrado? - 

No había duda alguna. Esta vez si pudo sentirlo. No escucharlo, pero si sentirlo. Era cómo si las palabras procediesen desde su propio núcleo. ¿Qué rayos le estaba pasando? 

Ícaro: - ¿Qué quieres decir? ¿Qué he logrado? - Dijo tratando de obtener una respuesta. 

????: - ¿Acaso no lo vez? Mira a tu alrededor. - Ícaro miró a todos lados, pero no vio nada inusual. 

Ícaro: - Solo veo árboles. - Respondió confuso. 

????: - No, mi querido amigo. Lo que ves es... vida. -

Ícaro: - ¿Vida? - 

????: - Si. Vida. Fuerza. Nos rodea a todos. E incluso a ti. -

Ícaro: - Eso no tiene sentido. Soy un droide. ¿Cómo puede haber vida en mi? -

????: - No lo se. - Dijo algo gracioso la misteriosa voz, aun no así no parecía querer ofenderlo; más bien, parecía querer mostrarle algo. 

Ícaro: - No entiendo que quieres decir. ¿A qué quieres llegar con todo esto? -

????: - Si. Si lo sabes. Solo tienes que mirar. - 

Lo que ocurrió a continuación no tenía ninguna explicación posible. Ícaro pudo sentir algo extraño en su brazo. para ser más específico, dentro del compartimiento de su brazo. No sabía lo que ocurría, pero sabía que era responsable de eso. Sacó la espada de luz y la tomó en sus dos manos. No sabía por qué, peso su núcleo estaba reaccionando de una forma extraña ante el extraño "objeto" entre sus manos. Entonces, todo se volvió un sinsentido.

Las rocas del suelo comenzaron a levitar suavemente, como si una fuerte pero delicada briza de aire las estuviese sosteniendo en el aire. El único problema era que no había viento alguno. Entonces, su cuerpo se sintió más ligero. Parecía que iba a despegarse del suelo, pero su gran peso lo impidió afortunadamente. Fueron unos largos segundos que el droide no podía entender deo todo, pero miraba cada detalle con inusual asombro. Y tal como comenzó, concluyó el fenómeno paranormal sin dejar el menos rastro. 

Las piedras cayeron violentamente, cómo si esa invisible corriente de aire que las sostenía se hubiese esfumado de golpe. Aquella sensación de ligereza sobre su cuerpo desapareció de igual manera, y sintió como la gravedad del planeta volvía a sostenerlo con fuerza sobre la tierra.

 Ícaro estaba perplejo. Nunca antes había visto tal cosa, pero esa sensación se parecía mucho a lo que sintió junto a aquel extraño hombre en Tatooine. Fue entonces cuando todo fue claro para la mente robótica del droide. 

Ícaro: - Eres un Jedi. - 

Pasaron varios minutos, sin embargo, la extraña voz no se volvió a escuchar.

El droide miró con detenimientos el sable de luz que yacía en sus manos mientras se preguntaba que fue todo eso que había pasado. Carente de cualquier tipo de creencias sobrenaturales, no podía entender lo que había pasado, pero de una cosa estaba convencido, fuese lo que fuese, esa extraña voz no pertenecía a los vivos. 

Alfa: - Comandante. ¿Todo en orden? - Dijo de pronto por el comunicador. 

Ícaro: - Afirmativo. Ya voy de regreso. - Dijo tras salir de sus pensamientos. 

El droide miró una última vez alrededor. No se había dado cuenta, pero estaba comenzando a oscurecer. ¿Cuánto tiempo había pasado? ¿Seis horas? Imposible. No había estado tanto tiempo dentro del bosque. ¿Qué fue lo que ocurrió? Desafortunadamente, Ícaro no tenía respuestas para esas preguntas. 

Y por si su confusión no fuera suficiente, basta con solo caminar un par de metros para encontrar la salida del bosque, y Alfa con el speeder esperando pacientemente. ¿Cómo? Se preguntaba. Pero cuando se dio la vuelta, aquel frondoso arbol en el claro simplemente había desaparecido. Como si todo se tratase de una ilusión. Pero... ¿Podía un droide tener una? Las preguntas sin respuestas no hacía más que acumularse por cada segundo que pasaba. 

Alfa: - Comandante. ¿Ocurre algo? - Le preguntó una vez más al verlo mirando el bosque sin perder el enfoque. 

Ícaro: - No. No ocurre nada. Volvamos al Oasis. No falta mucho para que caiga la noche. -




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