Cap. 15 - Abominación
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Audiolibro disponible en YouTube:
https://youtu.be/rcZyO_6FFLU
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El simple reflejo de la luz sobre la brillante córnea verde fue suficiente para que un escalofríos recorriese el cuerpo de Wag Too y le pusiera todos los pelos de punta. Sabía lo suficiente de bestias como para reconocer el peligro. Pero esa cosa, le aterraba hasta la médula. Su mano agarró el rifle por mero instinto, pero no lo apuntó hacia la bestia por temor a hacerla enojar. Pero a pesar de la "lógica" reacción del lurmen, la niña nelvaana parecía muy feliz, incluso saludaba a la criatura con una gran sonrisa.
El brillante ojo verde, que estaba situado cerca del suelo, se elevó a tres metros de altura, y tras un pequeño giro de la cabeza de la criatura, reveló un segundo ojo igual de brillante que el anterior. Entonces, se sintió un pequeño temblor. Los brillantes ojos verdes se acercaban más y más. Cada paso de la criatura provocaba un pequeño temblor bajo sus pies. El lurmen cada vez estaba más aterrado, y la niña cada vez más feliz. Entonces, la luz iluminó el rostro del misterioso ser.
Su cráneo era enorme y tenía una gruesa capa de algún material natural que recubría todo su cuerpo. Sus ojos verdes miraban fijamente a los dos seres, mientras un leve gruñido provenía del interior de su enorme boca. El ser era intimidante y lo suficientemente grande cómo para devorarlos de un bocado. Pero antes que pudiese siquiera intentarlo, Wag Too disparó su potente rifle a quemarropa.
El potente blaster le pegó un culatazo, ya que ni siquiera se detuvo a sujetar bien su arma, aún así, el bláster simplemente se disipó en la piel de la criatura sin dejarle ningún daño.
Wag Too: - ¿¡Pero qué...!? - Exclamó en shock al ver que su arma era inútil.
Sin embargo, la bestia se enfureció. Su rugido estremeció cada rincón de las instalaciones, y tanto la niña como el lurmen tuvieron que taparse sus oídos para no quedar sordos por tan fuerte estruendo. La niña se paró de frente a Wag Too, gesticulando con sus manos y gritándole cientos de palabras que el lurmen no podía entender. Pero el Wag Too sólo tenía ojos para ver cómo la bestia se acercaba a ellos.
Sin pensarlo ni un segundo más, Wag Too se puso el rifle al hombro, cargó a la niña con sus dos manos y comenzó a correr hacia el elevador de carga. Al verlo, la criatura se enfureció aún más, y tras otro fuerte rugido, comenzó con la persecución.
Wag Too se pudo dar la vuelta para ver cómo la enorme bestia arremetía contra las paredes de metal y las destrozaba como si nada. Su voluminoso cuerpo era torpe en los estrechos corredores, pero aún así, se las arreglaba para avanzar destrozando todo a su paso. El lurmen corría con todas sus fuerzas, a pesar que la niña pataleaba y gritaba en sus brazos.
Wag Too dobló en una esquina, cuando vió a Ícaro asomarse por las puertas del laboratorio.
Ícaro: - ¿Qué está pasando? -
Wag Too: - ¡Ícaro!... ¡Corre! ¡CORRE! -
Al droide le pareció raro ver a lurmen cargando a la niña corriendo desesperadamente, pero cuando vió a la bestia que doblaba por el corredor lo pudo entender todo. El droide se apresuró a una consola que tenía cerca de su posición, y cuando el lurmen atravesó la sección a la carrera, Ícaro presionó unos botones y una puerta de metal se cerró entre ellos y la criatura. Entonces, la enorme puerta de metal se curvó cuando la criatura la golpeó.
Wag Too: - ¿Qué es esa cosa? - Dijo mientras se escuchaban los golpes que la criatura le asestaba a la puerta de metal.
Ícaro: - No hay tiempo para eso ahora. Debemos salir de aquí. -
El grupo siguió a la carrera hacia el ascensor. Por el camino, Ícaro activó varias puertas de metal, con la esperanza que la criatura no los alcanzara antes de escapar. Llegaron al ascensor en poco tiempo, subieron, y se dirigieron a la planta principal. Fue entonces cuando la niña se liberó del agarre de Wag Too y comenzó a hablar sin parar mientras el ascensor subía.
Wag Too: - Ah... lleva tiempo en ese estado. ¿Se puede saber que está diciendo? -
Ícaro: - No lo sé. Está hablando demasiado rápido. No logro entender lo que dice. -
El ascensor llegó a la planta principal y las puertas comenzaron a abrirse. Pero cuando apenas las puertas se separaron unos cinco centímetros, la luz de las instalaciones se apagaron y los mecanismos dejaron de funcionar.
Wag Too: - ¿Qué ocurrió? - Dijo mientras sacaba su linterna.
Ícaro: - Fue esa cosa. - Sacó el sable láser y comenzó a cortar las puertas de metal. - Debió de haber consumido la energía del lugar. -
Wag Too: - ¿Consumido? ¿Cómo que consumido? ¿Qué es esa cosa? -
Ícaro: - Una criatura de la cual no se sabe mucho. Sólo que es muy resistente y que se alimenta de energía. En mis registros la llaman: bestia zillo. -
EL droide hizo un agujero en las puertas del ascensor lo suficientemente grande cómo para poder pasar y guardó el sable de luz. Esta vez, fue Ícaro quien cargó a la niña en sus manos a pesar de los intentos de ella de evitarlo. Entonces, comenzaron a correr hacia la salida de las instalaciones.
Wag Too: - Espera... Zillo ¿El mitológico zillo? -
Ícaro: - Correcto. Sin embargo, este tenía algo extraño. No se parece mucho a las imágenes que tengo en mis registros. -
Wag Too: - ¿Qué quieres decir? -
Ícaro: - Este Zillo es... diferente -
El grupo siguió corriendo hasta llegar a la sala donde se encontraba el generador secundario, a la cual se conectaba el enorme corredor que llegaba a la salida de las instalaciones. Sin tomarse un descanso, se adentraron en el corredor, justo segundos antes que el suelo de la sala colapsara bajo sus pies. La bestia zillo surgió desde los pisos inferiores, destruyendo cada rincón del lugar mientras rugía con fuerza.
Ahora más grande y voluminoso, la bestia zillo parecía haberse inyectado una gran cantidad de esteroides de acción instantánea en su cuerpo, pero con trágicos efectos secundarios. Su rostro y su cuerpo parecía deformes, y la gruesa capa de piel resistente a los blaster se abultaba grotescamente alrededor de su figura. Sus enormes ojos verdes ahora eran casi imperceptibles.
La bestia vió al grupo que huía hacia la salida y se apresuró a alcanzarlos. Su voluminoso cuerpo arrasaba con todo a su paso, incluyendo las enormes columnas de metal que sostenía el lugar, provocando que enormes fragmentos de roca cayese peligrosamente desde las alturas. Ícaro y Wag Too tenía que evadir los pedruscos, mientras intentaban no tropezar con los escombros que yacían en el suelo. Pero:
Wag Too: - ¡No vamos a lograrlo! - Dijo al ver que todo se desmoronaba y la bestia estaba pisándole los talones.
Ícaro: - Sigue corriendo. Sin importar lo qué ocurra. -
El droide sabía más que nadie las posibilidades de escapar con vida de esa situación. En menos de un segundo pudo analizar todos los datos a su alrededor, y creó un plan para poder sobrevivir. O al menos, la mayor parte de ellos.
Ícaro: - Pase lo que pase, no dejes de correr. -
Wag Too: - ¿Qué? -
El lurmen no pudo siquiera preguntar lo que había planeado, cuando vió como el droide lanzaba a la niña hacia sus brazos. Su instinto fue sujetarla para que no se diera un golpe, pero cuando volvió a mirar el droide ya no estaba corriendo a su lado.
A pesar que Ícaro le dijo lo contrario, Wag Too miró hacia atrás y vió a Ícaro, de espaldas hacia él y encarando a la enorme criatura con el sable de luz azul encendido en su mano derecha. Su plan era sencillo. Sacrificarse por la supervivencia de ellos dos.
Wag Too: - ¡Ícaro! ¿¡Qué estás haciendo!? Debemos... -
Ícaro: - ¡Vete! - Gritó sin darse la vuelta. - Ha sido un honor. Mi amigo. -
Al lurmen no le dió tiempo a que las lágrimas brotasen de sus ojos, cuando la niña escapó de su agarre. Estaba tan conmocionado, que no reaccionó lo suficientemente rápido cómo para atraparla. La niña comenzó a correr, pasó a lado del droide sin que este pudiera preverlo, y se detuvo a pocos metros frente a Ícaro.
Ícaro: - ¿¡Qué estás haciendo!? ¡Huye! -
Sin embargo, la niña no se movió. Era demasiado tarde. La enorme bestia estaba a pocos metros y parecía no detenerse. La niña se mantenía en su lugar, con las manos extendidas hacia los lados. Tanto el droide como el lurmen corrieron para tratar de salvarla, sabiendo que ninguno escaparía con vida de esa situación. Pero antes que pudieran tan siquiera acercarse, la enorme criatura impactó contra el suelo con fuerza.
La tierra se estremeció, y un fuerte sonido producido por el impacto sacudió cada rincón del lugar. El enorme corredor se sacudió con fuerza, mientras escombros de todos los tamaños caían del techo. Un espesa cortina de humo se alzó, afectando la visibilidad de los presentes. Tanto el droide cómo el lurmen tuvieron que cubrirse el rostro para evitar que algún fragmento que roca de viajase a gran velocidad impactase en su rostro. Y tras varios segundos de conmoción, todo quedó en una absoluta calma.
El droide y el lurmen quedaron lo suficientemente cerca uno del otro cómo para poder ver sus rostros de preocupación. El polvo era espeso, lo suficiente cómo para que a Wag Too le costase respirar, e impedía la visibilidad a los pocos metros. Lo único que se podía escuchar eran pequeños fragmentos de roca que caían ocasionalmente, y un fuerte sonido periódico, seguramente la respiración de la bestia zillo.
Tanto el droide cómo el lurmen creían lo peor y realmente no querían mirar lo que pudo haber pasado con la niña. "¿Por qué hizo eso?" Ambos se preguntaban para sí mismos. Pero cuando la cortina de humo descendió, reveló un escenario de lo más impactante.
La enorme bestia permanecía inmóvil, y mantenía una respiración lenta y calmada. Ahora estando más cerca, pudieron ver con mayor detalle la piel de la criatura, y los bultos que atrofiaban su cuerpo, provocando un tipo de ampollas de coloración azul que parecían extremadamente dolorosas. Sus enormes ojos verdes estaban cerrados, aunque varias capaz de piel se abultaban peligrosamente sobre los párpados. No había que ser un experto para entender que la criatura estaba sufriendo por su condición. Y lo más sorprendente fue ver a la niña, aún con vida, abrazando amablemente con sus pequeñas manos el rostro desfigurado de la bestia zillo.
Wag Too: - Oye... ¿Qué significa... Taromi? - Preguntó tratando de entender lo que había sucedido.
Ícaro: - Familia. - Dijo con una triste voz.
El droide apagó el sable de luz y lo guardó en el compartimiento del brazo, aliviando un poco la tensión del lurmen que apenas podía aflojar su agarre de su rifle. Aún así, el droide parecía saber lo que ocurriría a continuación.
En una escena que duró poco más de treinta segundos, la bestia zillo se mantuvo tranquila mientras provocaba pequeños gemidos. La niña se aferraba con fuerza a las protuberancias sobre su rostro, mientras lágrimas brotaban de sus enormes ojos negros. La respiración de la bestia era cada vez más débil, y poco a poco, la luz en sus ojos se fue apagando. Y tras un agonizante período de espera, la bestia Zillo dió su último aliento.
Todos los presentes se dieron cuenta de inmediato de lo sucedido. La niña rompió en un llanto descorazonador mientras sus pies fallaban y se desplomaba frente al cadáver de la bestia. Ícaro permanecía atrás, dejando que la pequeña se desahogara. Para alguien como él sería lo más lógico, pero el lurmen no tenía ese corazón de metal.
Wag Too soltó su rifle y se acercó a la niña. De cierto modo, le recordaba a sus pequeños hermanos cuando aún estaban con vida. El lurmen se acercó y le puso la mano sobre el hombro para intentar consolarla, pero en vez de eso, la niña se dió la vuelta y pegó su frente al pecho del lurmen, agudizando aún más su llanto. Wag Too la entendía, pues él también sabía lo que era perder a su "Tamori".
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Tiempo después, se encontraba en el interior de la Kestrel Nova, y Wag Too ingresaba a la cabina de mando donde Ícaro yacía sentado sobre el asiento del capitán.
Ícaro: - ¿Todo bien? -
Wag Too: - Si. Se quedó dormida cuando dejó de llorar. -
El droide presionó unos botones, y un panel mostró la imagen de la niña durmiendo sobre la cama de la enfermería.
Wag Too: - Pobre. Ha perdido mucho en muy poco tiempo. ¿Qué fue lo que pasó allá atrás? -
El droide miró al lurmen por un momento, dudando si responderle o no a su pregunta, pero tras un largo suspiro, decidió hacerlo. Conectó su mano a la terminal del asiento del capitán, y una proyección de un skakoano apareció sobre el proyector de la cabina. Entonces, la proyección comenzó a hablar.
"(...) Registro 5: Los experimentos sobre la bestia Zillo han sido todo un éxito. El individuo genera piel con más frecuencia, lo que facilita la reducción de tiempo de cosecha. Este nuevo material es tan resistente como el original, y su producción en masa será de mucha ayuda para ganar la guerra contra la República.(...)
(...) Registro 9: La criatura está comenzando a sufrir algunos fallos en su biología. Su ADN no responde cómo estaba planeado, y la energía que consume altera las uniones de la cadena de ribonucleótidos, formando nuevas secciones de ADN inestables y dañinas para el individuo. Tendremos que administrar una dosis más agresiva para mantener al sujeto estable.(...)
(...) Registro 16: El experimento ha sido un fracaso. Las mutaciones sobre el sujeto son demasiado agresivas y la vida del individuo corre peligro tras la exposición a una fuente prolongada de energía. En este punto, es imposible garantizar la supervivencia del sujeto. (Suspiro) Lo pondremos a dormir para evitar problemas a largo plazo. Cosecharemos lo que quede y pasaremos al siguiente sujeto de prueba. Este es el 7mo fracaso. (...)"
La grabación finalizó, dejando a Wag Too realmente impactado, pero antes de poder hacer una pregunta, se escuchó una voz robótica.
- Advertencia. Desea eliminar de forma permanente los registros seleccionados. Esta acción no tendrá retorno. Los archivos borrados no podrán ser recuperados... Procesando... Solicitud aceptada... Archivos seleccionados eliminados. -
Ícaro: - Con suerte, esta sería la última copia de los archivos. Este tipo de experimentos no son necesarios para la Galaxia. - Dijo con voz de ultratumba.
Wag Too: - ¿Qui... Quién era ese? -
Ícaro: - Su nombre era Wat Tambor. Mi creador. -
El lurmen quedó en shock con las palabras del droide. No sabía con seguridad si era posible, pero pudo ver rastros de tristeza en el interior de Ícaro, pero antes que pudiera preguntar:
Ícaro: - Prepara los cañones. - Dijo con voz severa. - Arrasaremos la montaña y las instalaciones bajo esta. -
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