Cap. 12 - A Oscuras
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Podcast disponible en YouTube:
https://youtu.be/NZ_wQBlJpM8
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Una vez las puertas del laboratorio secreto se abrieron en su totalidad, Ícaro hizo una seña hacia la nave para que Wag Too la apagara. Los motores de la Kestrel Nova dejaron de retumbar en el páramo, y un absoluto silencio se adueñó de la zona. Sólo el viento haciendo eco en el interior del interminable y oscuro pasillo resonaba en un tono escalofriante.
El lurmen se apresuró para abandonar la nave y alcanzar a Ícaro, quién permanecía de pie, mirando al interior del oscuro pasillo, pero con su procesador analizando datos de su memoria. (Con la mente en otro lado)
Wag Too: - ¿Algún problema? - Dijo tras esperar un minuto y ver que el droide no reaccionaba.
Ícaro: - Revisaba mi banco de memorias, y encontré un plano improvisado de este lugar. Sin embargo, no es muy preciso y hay muchas áreas que no aparecen en el plano. -
Wag Too: - Entonces ¿Estamos a ciegas? -
Ícaro: - Si logramos volver a encender el generador no habrá problemas con las luces. -
Wag Too: - No. Me refería a... Olvídalo. - Dijo con tono dramático.
El par se adentró al interior del laboratorio auxiliándose de linternas para ver por dónde iban. Si bien el lugar era espacioso, lo suficientemente grande cómo para que una nave pequeña pudiera ingresar, había muchos equipos y trastos inservibles esparcidos por el lugar.
No tardaron en recorrer el enorme corredor principal, el cual también funcionaba como un almacén. Si bien todos los estantes estaban vacíos, tenían muescas que indicaban que la actividad en ese lugar era bastante grande. Finalmente, llegaron a una sala aún más alta, con suficiente espacio como para albergar a varios caminantes AT. Habían conductos que viajaban de un lugar a otro sobre las paredes, y justo al medio había una estructura metálica que parecía una especie de generador.
Wag Too: - Este debe ser. - Dijo mientras abría una tapa para acceder al interior.
El lurmen manipuló varios mecanismos pero nada ocurrió. Incluso utilizó varias herramientas que cargó de la nave, pero aún así la maquinaria parecía no volver a encender.
Wag Too: - Nada. Está frito. - Dijo mientras salía del interior de la estructura que contenía al generador.
Ícaro: - ¿Sabes el motivo? -
Wag Too: - Las celdas de energía están en buen estado. Y en sentido general la maquinaria no sufre de daño más allá del desgaste del tiempo y la falta de mantenimiento. Pero parece que el problema está en otro lado. Además Míralo Es demasiado pequeño para alimentar a todo este lugar. - El droide trató de analizar un poco más el mapa que tenía en sus archivos.
Ícaro: - Al parecer hay un segundo nivel inferior. Pero solo tengo la ubicación de los ascensores. -
Wag Too: - Debemos ir a investigar. -
Los ascensores no estaban muy lejos, pero había un problema. Al no tener energía, no tenían ninguna utilidad. Intentaron localizar escaleras por los alrededores, pero no encontraron ninguna. Algo extraño, pero ninguno le dió demasiada importancia. Y sin más medios para seguir su camino, Ícaro tuvo que usar el sable de luz para abrir un enorme agujero en las puertas del ascensor.
Las pesadas placas de metal de las puertas cayeron, mostrando el interior del ascensor, pero si querían descender, debían cortar también el suelo. Ícaro no tenía conocimiento de cómo blandir un sable de luz, pero sus facciones robóticas le permitieron hacer dos agujeros perfectos lo suficientemente grandes como para que ambos pudieran pasar sin necesidad de encogerse demasiado. Aunque le tomó al menos cinco minutos terminar la tarea.
Cuando el droide cortó la pieza de metal del suelo del ascensor, se escuchó un agudo chillido producido por el rose del metal, y finalmente, la placa se deslizó hasta comenzar a caer al vacío. El lurmen miró con curiosidad al interior del agujero, hasta que el poderoso estruendo provocado por la enorme pieza de metal al impactar contra el suelo lo hizo retroceder algo asustado.
Wag Too asomó la cabeza en el orificio una vez más, pero no vio nada alentador. El ascensor era magnético y las paredes de la caja del ascensor eran rectas y lisas, por lo que no había ningún conducto o cable por el cual pudiese descender.
Ícaro: - Esto será un problema. -
Wag Too: - Buscaré una soga o un cable en la nave. -
Ícaro: - ¿Piensas bajar tu solo? -
Wag Too: - ¿Tienes una mejor idea? - El droide no tuvo respuesta para esa pregunta, lo cuál le provocó al lurmen una sutil burla.
Wag Too regresó a la nave en breve. Fuera del refugio, el frío y el viento soplaban con fuerza, haciendo que el pequeño ser se agitaba con fuerza. Sin perder ni un segundo, se dirigió a la bodega de carga y allí tomó una larga soga que apenas pudo cargar con sus manos. Se la tuvo que enrollar alrededor de su cuerpo, para poder cargarla al interior del laboratorio. Cada paso que deba se maldecía a sí mismo por no pedirle a Ícaro que lo hiciera en vez de él.
Con su torpe andar logró salir de la nave y cerrar las compuertas, pero antes de llegar a la entrada del laboratorio algo captó su atención. Se dió la vuelta rápidamente, pero no había nada cerca. La fuerza brisa que creaba una densa capa de nieve que se desplazaba a gran velocidad no le permitía ver a una distancia superior a veinte metros, y un pitido constante saturaba sus oídos. Su nariz estaba entumecida, así que no podía oler nada. Sin embargo, tenía esa extraña sensación, como si algún depredador estuviese al acecho.
El lurmen se mantuvo estático por unos segundos. Tenía la mano lista para agarrar su rifle y disparar a cualquier silueta que apareciese frente a él. Estaba tenso, como pocas veces solía estarlo. Pero pasaron varios largos segundos y nada ocurría. "Deben ser mis nervios." Pensó para sí. Creyendo que el extremo clima estaba jugándole en su contra. Así que se acomodó la enorme soga sobre su cuerpo y regresó al interior del laboratorio auxiliado por su linterna. Lo que el lurmen ignoraba, era que un par de enormes ojos negros los estaban observando desde la distancia, muy alejados sobre los ricos nevados.
Tras mucho esfuerzo y contratiempos, Wag Too fue capaz de llegar a donde se encontraba Ícaro, quien estaba revisando el estado de los circuitos de las instalaciones. El lurmen estaba exhausto, y no dudó en dejar caer la soga mientras se desplomaba sobre el piso panza para arriba.
Ícaro: - ¿Seguro que aún quieres hacer esto? - Preguntó con dudas.
Wag Too: - Si. - Respondió apenas, alargando la i en señal de agotamiento.
A Wag Too le tomó al menos diez minutos para recuperarse mientras Ícaro seguía revisando el estado de las maquinarias. Había muchas puertas hacia otras salas, pero para acceder debía esperar a restablecer la fuente de poder. El droide cargó la pesada soga como si nada, haciendo que Wag Too pusiera una mueca involuntariamente. Sus manos metálicas hacían una poderosa pinza sobre las fibras de la soga, y dejó caer el otro extremo hacia el agujero del ascensor. Incluso se pudo escuchar el golpe producido por el extremo libre al golpear el suelo metálico.
El lurmen cargó con todo lo que creía necesario, pero para lograrlo, tuvo que dejar su rifle atrás, cargando con variadas herramientas y repuestos que consideraba necesarios. Pero antes de comenzar a descender, el droide lo detuvo sujetándolo de su brazo.
Ícaro: - Wag Too... - Dijo mientras ambos intercambiaban miradas. - Ten cuidado allá abajo. -
El lurmen no respondió nada, simplemente asintió con la cabeza en señal de confianza, pero el pequeño ser no podía esconder sus emociones de un droide especial como Ícaro. La verdad era, que Wag Too estaba muerto de miedo, aunque lograba disimularlo bastante bien.
Desde que entró en la cueva, se sentía extremadamente nervioso, y apuntaba con su linterna a cada rincón sólo para verificar que no hubiese nada escondido. Revisando el mismo sitio incluso dos o tres veces. El lurmen se sentía seguro bajo tierra, e Ícaro fue capaz de notarlo. De ahí su duda por dejarlo bajar solo, en un sitio aún más profundo y sin compañía. Pero al ver que fue la propia idea del lurmen y que sus ojos gozaban de determinación, no tuvo forma de decirle que lo reconsiderara.
Wag Too descendió por la soga con facilidad, incluso cargando los veinte kilos extras que pesaban sus herramientas. Ícaro sujetaba la soga con fuerza, aferrando sus dedos metálicos a las fibras del material, sin dejarla ceder ni siquiera un centímetro. El lurmen finalmente llegó al fondo del agujero, donde se encontraba con otra encrucijada.
Wag Too: - Ícaro, tenemos un problema. - Su voz hacía eco en el lugar.
Ícaro: - ¿Qué ocurre? -
Wag Too: - La puerta de este nivel también estaba cerrada. -
Ícaro: - Toma. -
El lurmen miró hacia arriba mientras alzaba la linterna, y vió una extraña vara metálica descendiendo desde lo alto. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, la atrapó con rapidez, solo par darse cuenta que se trataba del sable de luz del droide.
Ícaro: - Úsalo para perforar el metal. -
Pasaron varios segundos, pero el droide no podía escuchar el peculiar sonido que producía el sable de luz cuando atravesó las gruesas piezas de metal.
Wag Too: - ¿Cómo se enciende? - Preguntó apenado.
Ícaro: - ¿Vez el botón rojo? -
Wag Too: - Si. -
Ícaro: -Gíralo a la derecha y presiónalo. - En ese momento el droide se estaba replanteando si lanzarle el sable fue una buena idea.
Después de escuchar unos sonidos extraños productos a la mala manipulación del lurmen del sable, finalmente se pudo escuchar el característico sonido de un sable de luz encendiéndose, mientras una luz azul emanaba del fondo del agujero.
Wag Yoo: - ¡Wao! ¡Esto es increíble! - Exclamó emocionado.
Ícaro: - No es un juguete. - Intentó reprenderlo.
El lurmen apuntó la punta del sable hacia las puertas de metal y las intentó atravesar, pero no era tan fácil como él pensaba. El droide era claramente más fuerte que él, motivo por el cual pudo perforar el metal sin problemas, pero jamás pensaría que sería tan duro.
La primera arremetida del lurmen apenas perforó dos centímetros del duro metal, y tuvo que hacer un esfuerzo mucho mayor para lograr que la hoja atravesase las gruesas puertas metálicas. Sólo cuando su propia fuerza lo empujó hacia adelante, supo que había logrado llegar al otro extremo. Pero perforar es una cosa y cortar es otra. Wag Too tuvo que usar todas sus fuerzas para hacer que el metal cediera ante el sable de luz. La mayoría de las veces el metal cedía porque el calor era tanto que comenzaba a fundirse en vez de ser un corte limpio. Estaba de sobra suponer que el agujero que hizo el lurmen estaba completamente deforme, con múltiples marcas de metal fundido y pedazos que caían por partes separadas. Después de tal tarea, Wag Too estaba completamente agotado.
Cuando salió de la cama del ascensor, Wag Too se encontró en un largo pasillo que se extendía en ambas direcciones. Aún estando bajo tierra, las habilidades de cazador del lurmen le fueron de ayuda, logrando orientarse directamente a la sala de los generadores, que se encontraban justo debajo de la maquinaria que él mismo había revisado. Caminó por un tiempo hasta alcanzar una sección donde el pasillo se dividía en dos sentidos opuestos. Había carteles que indicaban por donde ir, pero el lurmen no conocía el idioma, así que tuvo que seguir sus instintos de cazador. Y finalmente, logró llegar a una sala que parecía ser la indicada. Y estaba en lo cierto. El único problema era otra puerta de metal cerrada.
Aunque cansado, el lurmen tuvo que volver a hacer otro agujero que le llevó al menos cinco minutos. Esta puerta era menos gruesa, y no tuvo tantos problemas como en la anterior. Aún así, fue una tarea difícil.
Ícaro permanecía arriba del ascensor, sujetando la soga con fuerza sin titubear en su agarre. A pesar de ser un droide, estaba sumamente preocupado por la situación del lurmen. Habían pasado más de veinte minutos desde que Wag Too había ingresado al nivel inferior y no tenía noticias de él. No tenían comunicadores, y lo único que podía hacer era confiar en su compañero. Y justo antes que comenzara a plantearse lanzarse al agujero para comprobar la seguridad del lurmen, las luces de las instalación se encendieron al mismo tiempo que la calefacción, la cuál era claramente visible mientras el aire caliente salía de los esclusas.
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