Cap. 11 - Bajo Cero

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Podcast disponible en YouTube:

https://youtu.be/F0WQ0qY0Y-0

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Habían pasado varias horas desde que Wag Too se había dormido y finalmente estaba despertando. Un poco mareado y confundido, miró alrededor y se percató que no se encontraba en el refugio de los trandoshanos. Con solo unos segundos, fue capaz de reconocer que estaba en una de los camarotes de la Kestrel Nova.

De un brinco, aterrizó con torpeza sobre la cubierta de metal mientras se restregaba los ojos, aunque se fue de inmediato al baño para asearse un poco y poder refrescar su rostro. Sólo cuando pudo salir del estado soñoliento en el que se encontraba, pudo percatarse que estaba todo sudado. El calor dentro de la nave era insoportable y eso lo estaba irritando un poco. Se vistió rápidamente y se dirigió al puente de mando.

Al llegar al puente, se quedó deslumbrado mirando hacia las ventanas, viendo el hipnótico patrón que dejaba la luz al ser atravesada a gran velocidad. Sin embargo, las franjas luminosas eran más lentas que lo que el lurmen recordaba. El puente era bastante grande, con capacidad suficiente para que seis tripulantes pudieran permanecer de pie sin estorbar a la tripulación de vuelo que contaba con cuatro miembros y un capitán. Sin embargo, los asientos frente a los paneles de control estaban vacíos, y el único asiento ocupado era el del capitán.

Ícaro yacía sentado sobre el enorme asiento. Su brazo derecho estaba conectado a una terminal mediante un largo cable mientras tecleaba sin parar en un panel de control con su mano derecha. Sin embargo, notó la llegada del lurmen de inmediato.

Ícaro: - Dormiste más de lo calculado. -

Wag Too: - ¿Cuánto tiempo estuve dormido? - Preguntó aún con voz de sueño.

Ícaro: - Dieciséis horas, treinta y cuatro minutos y cuarenta y dos segundos. -

Wag Too: - Vale... Vale... No había que ser tan preciso. - Decía mientras se sentaba en frente a uno de los paneles de la cabina. - ¿Por qué el sistema de refrigeración no funciona? - Dijo tras presionar varios botones sin resultado.

Ícaro: - No puedo responder a esa pregunta. El sistema de enfriamiento y refrigeración no responden desde la cabina de mando. -

Wag Too: - ¿No revisaste el problema? -

Ícaro: - Como puedes ver, estoy pilotando personalmente la nave. No puedo abandonar el puesto de mando, por lo que no he podido revisar. Además, con el sistema de refrigeración desactivado, desconozco el estado de la temperatura de los hiperpropulsores. Ahora viajamos a la velocidad mínima de hipervelocidad por precaución. Si no se activan los sistemas, tardaremos una semana en llegar a nuestro destino. -

Wag Too: - ¿¡Una semana!? - Exclamó en shock. - No, no, no, no, no. Revisaré el problema de inmediato. -

El lurmen abandonó la sala de mando y se apresuró a resolver el problema con la refrigeración, lo que permitió a Ícaro seguir analizando datos en la computadora. Pasaron al menos veinte minutos, cuando Wag Too regresó a la cabina de mando, con manchas de fluidos azules por todo el cuerpo.

Wag Too: - Listo. Una de las tuberías estaba obstruida. Debería funcionar con normalidad. Intenta reiniciar el sistema. - Dijo mientras se desplomaba sobre una de las sillas cubierto de sudor.

Ícaro asintió con la cabeza y se puso manos a la obra. Con un simple comando que envió por el cable que tenía conectado a su brazo, se pudo escuchar un sistema encenderse en la nave generando un muy leve ruido persistente, pero nada grave. El aire frío comenzó a salir de las esclusas, y Wag Too pudo disfrutar de la sensación refrescante.

Wag Too: - Ahhhh. Esto está mejor. -

Con el sistema de refrigeración restaurado, Ícaro pudo aumentar la velocidad de vuelo, reduciendo el tiempo de viaje en apenas dieciocho horas.

Wag Too: - Por cierto. ¿A dónde vamos? - Dijo tras refrescarse un poco.

Ícaro: - Nos dirigimos al planeta de Nelvaan. -

Wag Too: - ¿Nelvaan? ¿No es esa una roca congelada? ¿Qué haremos allí? Que yo recuerde, ni siquiera la guerra entre la Confederación y la República llegó a tan desolado planeta. -

Ícaro: - Eso no es del todo cierto. Años atrás hubo un pequeño conflicto entre ambas partes. La Techno Unión probaba una tecnología de control climático en el planeta, pero una fuerza de la República intervino y el experimento fue destruido. Sin embargo, los registros no tienen mucha información del incidente, ni de sus causas ni consecuencias. Después de eso, nadie más volvió al planeta. -

Wag Too: - Si eso es cierto. ¿Qué haremos ahí? -

Ícaro: - Según tengo registro Esta información sólo la conocían el general Grievous, el Capataz de la Wat Tambos y solo algunos científicos de la Techno Unión. Pero en el planeta se fabricó una instalación supersecreta para la investigación científica. Ni siquiera el Conde Dooku sabía de su existencia. -

Wag Too: - Mmm. Suena misterioso. - Dijo burlesco. - ¿Y cómo es que tu sabes de ese lugar? - Dijo con cierta picardía.

Ícaro: - Porque en ese lugar fue donde me fabricaron. -

El droide miró al lurmen, transformando su sonrisa burlona en asombro y desconcierto.

Wag Too: - Entonces Es como regresar a casa para ti. -

Ícaro no respondió a su comentario. Simplemente no entendía las palabras de Wag Too. Después de todo, el concepto de "casa" u "hogar" no era algo que los droides pudieran definir correctamente más allá de una estructura funcional. Aún así, el lurmen pensó que había molestado al droide sin saberlo. Un incómodo silencio se mantuvo por varios minutos en la cabina, hasta que el estómago del lurmen rugió con fuerza.

Wag Too: - Tranquilo amiguito. - Se daba palmaditas sobre su estómago.

Ícaro: - Las raciones están en la cocina. Antes de llegar a la bodega de carga. -

Wag Too: - Creo que tomaré un par. Bueno... Veo que no pudo hacer mucho por aquí, así que comenzaré a ensamblar a los droides Sin activarlos. - Puso mucho énfasis en el final.

El viaje fue bastante largo, aunque ninguno de los dos tuvo tiempo de aburrirse demasiado. Mientras destinaba las funciones mínimas para mantener el curso de la nave, Ícaro se dedica a analizar todos los datos que pudo recuperar de la computadora central de Mygeeto. Buscaba alguna pista o algún detalle que le revelase la situación de la galaxia justo antes que el planeta fuese aislado, pero lo único que pudo decodificar fueron archivos que revelaban un oscuro pasaje. Archivos de cientos de jedi siendo masacrados por los hombres que los seguían, confirmando lo que Wag Too le había comentado.

Por otro lado, Wag Too se dedicaba a tratar de ensamblar los droides que había podido recuperar en el refugio pirata. La mayoría podía ser clasificado como chatarra, pero el lurmen estaba convencido de poder arreglar a cada uno de ellos. Las piezas correspondían a cuatro droides modelo B1 y un droide modelos B2. Aunque también había un armazón de droideka, pero no tenían un núcleo que fuese compatible con el modelo, así que se convertiría un modelo a futuro o simplemente se pudiese vender como chatarra.

Con mucha paciencia e ingenio, el lurmen fue ensamblando cada droide con precisión y detalle. Si bien la galaxia consideraba a los droides de combate como inútiles, la verdad era que en su interior se escondía una precisa maquinaria que debía ser tratada con mucho cuidado. Usando múltiples herramientas como soldadores, calibradores, y muchas otras, las partes droides se fueron acoplando unas con otras. La inventiva de lurmen le hizo recurrir a piezas sueltas que pudo encontrar como pequeños conductos o cables que debía cambiar del original, pero en poco más de dos horas de trabajo, el lurmen había podido completar el ensamblaje de la primera unidad B1.

Wag Too estaba eufórico con su logro y no podía esperar para encenderlo y apreciar el fruto de su esfuerzo. Sin embargo, las palabras de Ícaro advirtiéndole sobre lo peligroso que sería hacerlo le daban vueltas en su cabeza, así que prefirió abstenerse y continuar ensamblando el resto de droides. Para cuando finalmente salieron del hiperespacio, el lurmen había ensamblado los cuatro droides B1 y estaba a la mitad de ensamblar al droide B2. Este último era más complejo, y sus piezas eran diferentes, lo que le supuso al lurmen todo un desafío, pero nada que no pudiese completar.

Ícaro: - Salimos del hiperespacio. En cinco minutos alcanzaremos la órbita de Nelvaan. - Habló por los altavoces de la nave.

Wag Too asomó la cabeza de abajo del droide B2 en el que estaba trabajando al escuchar la voz de su compañero. Rápidamente se puso de pie, dejó las herramientas de lado y se dirigió a la cabina.

Wag Too: - Así que ese Nelvaan. Cielos. Si que parece una bola de hielo. - Dijo al entrar en la cabina y ver el planeta por las ventanas.

Ícaro: - Si. Estamos a punto de entrar en órbita. Aterrizaremos en - El droide dejó de hablar cuando miró al lurmen.

Wag Too: - ¿Qué? - Preguntó confundido.

Ícaro: - Creo que deberías limpiarte la grasa y los fluidos antes de bajar de la nave. -

Wag Too: - Oh. ¿Qué ocurre? ¿No quieres que ensucie tu refinado laboratorio? - Dijo con tono burlesco.

Ícaro: - Eso es irrelevante. Pero al entrar en contacto con las bajas temperaturas del planeta, probablemente esos aceites y líquidos se congelarán sobre tu piel. Incluso puedes perder parte de tu pelaje si te descuidas. - La burla desapareció del rostro del lurmen, quién corrió a darse un baño lo más rápido que puso.

Si bien las condiciones del clima en Nelvaan no eran tan extremas cómo cuando los enfrentamientos entre la República y los separatistas, las temperaturas del planeta eran naturalmente bajas. A veces soplaban fuertes vientos, levantando finas cortinas de niebla y nieve que dificultaban divisar la superficie del planeta. Afortunadamente, Ícaro tenía control total de los sensores de la nave, y podía maniobrar sin problemas hasta aterrizar la nave en una explanada.

La Kestrel Nova descendió lentamente mientras sus turbinas removían toda la nieve sobre la superficie revelando la sólida roca. Finalmente, el tren de aterrizaje se afianzó estabilizando la nave, y tras varios minutos, la compuerta que se encontraba justo debajo de la cabina de la naves se comenzó a abrir lentamente, revelando a Ícaro y a Wag Too, quién portaba un grueso abrigo para cubrirse del frío.

Wag Too: - Uf. No me siento las manos y creo que mi cola no aguantará mucho. -

Ícaro: - ¿Primera vez que experimentas el frío? -

Wag Too: - Puedes apostarlo. Tanto Mygeeto como mi planeta natal eran bastante cálidos. Debo admitir que no es una sensación agradable. -

Ícaro: - Entonces no perdamos tiempo. -

El singular dúo salió de la nave cargando un largo y grueso cable que parecía estar conectado al interior de la Kestrel Nova. Se movían con mucha torpeza mientras sus pies se enterraban en la nieve, sobre todo el lurmen, a quién solo se le podía ver la parte superior de su torso.

Wag Too: - Se puede saber... ¿Para qué es esto? - Dijo algo fatigado.

Ícaro: - Si han pasado cinco años. Es posible que aquí haya sucedido lo mismo. -

Aunque el lurmen no sabía a lo que se refería, siguieron caminando hasta llegar a lo que parecía una pared de roca e hielo en una de las laderas de la montaña.

Wag Too: - ¿Qué se supone que es esto? ¿Tenemos que escalar? -

Ícaro: - No todo es lo que parece. -

Las palabras del droide dejaron al lurmen algo confundido, pero cuando Ícaro golpeó la pared la confusión se convirtió en asombro. A diferencia de lo que se podía esperar, el puño de Ícaro produjo una serie de sonidos metálicos sobre la pared. Algo que simplemente parecía imposible. El droide se agachó y arrancó un fragmento de roca, revelando un panel de control escondido sobre la ladera de la montaña.

Como era de esperarse, el panel de control no tenía energía, pero esta vez estaba preparado. El droide conectó el cable al panel y le ordenó al lurmen volver a la nave y encender los motores. Con suerte, la energía de la Kestrel Nova sería suficiente para activar el mecanismo de la entrada. Y así fue.

A los pocos segundos de encender la nave, el panel de control volvió a iluminarse. Ícaro no perdió un segundo e ingresó los códigos para acceder al laboratorio. Cuando el panel confirmó los códigos, un fuerte estruendo sacudió el suelo, haciendo que incluso algunos fragmentos de hielo cayesen peligrosamente sobre el droide, pero afortunadamente, este pudo esquivarlos.

La ladera de la montaña comenzó a abrirse, revelando un enorme portón metálico de cuatro metros de altura. Que daba acceso a un largo y oscuro pasillo que se extendía al interior de la montaña.

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