Cap. 102 - Destrozados
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Audiolibro disponible en YuTube:
https://youtu.be/h_UfPg8XX8o
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Ícaro: - Enciendan los motores. - Exclamaba mientras se ponía de pie.
Zeb: - ¡OYE! ¡ESPERA! -
Foxley: - ¡ÍCARO! ¡NO! -
Ninguno de los presentes pudo hacer nada para detenerlo. El superdroides táctico cargó contra Darth Vader una vez más, ahora, sin el apoyo de los droides magnaguardias. Los sables de luz chocaron con fuerza, mientras los blaster volaban a peligrosos metros de ambos.
Zeb y los droides comando hacía lo posible por mantener a raya a los stormtrooper, quienes bajo el mando de Katalina poco a poco fueron ganando terreno. Ya solo quedaban tres droides comando, y no eran suficiente para aguantar la posición.
La ex-separatistas conocía muy bien a sus oponentes, pues ella misma los tuvo bajo su propio comando en el pasado. Conocía sus fortalezas y debilidades, y cazar a los droides comando era no le resultaba particularmente difícil. Aunque tratar con el guerrero Lasat a sus espaldas era todo un problema. Sin embargo, todo quedó en silencio cuando el grito colérico del lord Sith saturó toda la sala.
Las decenas de miradas vieron impactadas como el cuerpo del cyborg estallaba en chispas. Corrientes eléctricas corrían por su cuerpo, generadas violentamente por sus propias partes metálicas y soportes vitales. Darth Vader no fue capaz de mantenerse en pie, y sus rodillas cayeron sobre el suelo en un intento doloroso por mantenerse erguido.
Vader: - ¿¡QUÉ ME HAS HECHO!? -Gritó iracundo ante el dolor que recorría su cuerpo.
Ícaro: - No existe máquina que sea capaz de resistirse a mi. He hackeado los sistemas electrónicos de tu cuerpo y ahora responden a mi voluntad... TU... NO PUEDES VENCERME. -
El traje de Vader emitía preocupantes pitidos, provenientes del soporte vital que lo mantenía con vida. Una vez más, las cadenas metálicas que se incrustaban al cuerpo del Lord Sith eran su pero pesadilla.
Ícaro era la Inteligencia Artificial definitiva. Acceder a los componentes electrónicos de este ente de negro y piratearlos, resultó una tarea bastante sencilla. Demasiado... Como si tal simpleza hubiese sido fabricada a propósito. Ahora, el droide tenía el control de las articulaciones del sith, así como del soporte vital que lo mantenía con vida.
Vader estaba sufriendo, y sus gritos de agonía era todo lo que necesitaba escuchar. Gritos que aterraron tanto a orgánicos como droides presentes, ante el sufrimiento e ira que escapaban de su ser. Ícaro lo vió... Y quiso ponerle fin a su sufrimiento.
El sable celeste del droide se alzó por encima de la cabeza de Vader. Todos miraban, atónitos, incapaces de poder hacer algo ante tal escena. Ni siquiera la propia Katalina pudo reaccionar a tiempo, y para cuando trató de alzar su pistola hacia el superdroide táctico, este ya estaba descendiendo el sable de luz hacia su oponente... Esto ya había acabado... O eso Ícaro pensó.
Centímetros antes de que el mortal haz de luz tocara el metal de su casco, el lord Sith hizo estallar su cólera, y desde su propio cuerpo emanó una honda de Fuerza que arrasó con todo a su alrededor.
Tanto droides como orgánicos volaron en todas direcciones, a la par que cada objeto presente alrededor del lord Sith. Uno de los droides comando impactó tan fuerte un contenedor a su espalda, que la propia fuerza lo destruyó en pedazos. Los otros droides a duras penas lograron mantenerse en una pieza, aun cuando partes de sus cuerpos se vieron afectadas. Como el propio Delta, quien perdió uno de sus sensores ópticos tras el impacto.
Los stormtrooper que estaban más cerca tampoco tuvieron suerte. Los materiales dispersos por el lugar volaron en todas direcciones, y sus armaduras no fueron capaz de resistir los objetos punzantes, o la fuerza con que las cajas más grandes los aplastaron. La propia Katalina voló cuatro metros antes de impactar el muro de metal a sus espaldas, y no tardó mucho en que su propia sangre cayese sobre su frente y tapara su ojo derecho.
Ícaro tuvo la misma suerte. Al esta justo en el epicentro de la explosión de la Fuerza, su cuerpo de metal atravesó el aire hasta chocar con el metal a dis metros de distancia. Un golpe así no afectaría su cuerpo, más cuando este procuró reducir al mínimo los daños haciendose una bola en la travesía. Mas, ahora que era capaz de alzar la mirada, tanto él como aquellos que aún eran capaces de mantenerse consciente, vieron con terror lo que sus ojos le rebelaban.
Haciendo muestra de su uso excepcionar de la Fuerza, Darth Vader levitaba en el aire como un fantasma del pasado. Un fantasma negro como el abismo y tan poderoso como la Fuerza misma. Su capa ónice se agitaba con fuerza ante un inexistente viento, incapaz de mover sus propias articulaciones producto al hackeo que Ícaro hizo sobre su cuerpo robótico... Pero no lo necesitaba.
Ahora, el Lord Sith se alzaba sobre todo. Su aura carmesí latían a la par que el color rojo que el visor de su casco rebelaba frente a sus ojos. Su cuerpo, flotando a un metro sobre el suelo, inerte. Pareciendo un muerto en vida, y probablemente lo era. Todo, mientras su sable carmesí danzaba a su alrededor. Libre de ataduras.
Sin previo aviso, el sable de luz escarlata se lanzó sobre su victima, sin ninguna mano que controlase su precipitada arremetida. Ícaro a duras penas pudo esquivarlo, mientras hacía lo imposible antes de ponerse de pie. Mas, como si este gozara de voluntad propia, el sable de luz del sith no paraba de atacarlo una y otra vez. Dispuesto a acabar con su miserable existencia de una vez por toda.
No había duda alguna. Esa sombra fantasmal de negro estaba usando la fuerza de algún modo. Hasta este punto, el droide solo había presenciado a usuarios de la Fuerza practicando su uso, pero siempre había algún gesto de por medio. Una mano que se extendía o se retractaba... Sin embargo, este ente oscuro parecía poder usarla sin necesidad de tales banalidades... Solo con su rabia y fuerza de voluntad.
Ícaro sabía que esto no tendría fin. El sable carmesí era tan rápido como un blaster, y sus movimientos, aunque predecibles, eran muy difíciles de esquivar o bloquear ante la imposible velocidad. Tenía que acabar con el cuerpo, o esto nunca terminaría. Un mínimo error y eso sería todo.
El droide se acercó lentamente. Su atención estaba enfocada casi en su totalidad en el sable infernal que danzaba a su alrededor, aún con los objetos que el propio usuario de la fuerza lanzaba sobre él. El cuerpo de Ícaro sufría daños considerables, pero debía seguir adelante. Y entonces, llegó el momento.
El droide se encontraba a apenas un metros del cyborg. Sus miradas se intercambiaron. Una serena e inamovible, otra desafiante e iracunda. De algún modo, había logrado recortar la distancia hacia el lord sith, y ahora solo debía dar el golpe de gracia.
Las manos de Ícaro se alzaron. No volvería a perder una oportunidad como esta. Su sable de luz se mantuvo firme, a pesar de los objetos que volaban a gran velocidad, impulsados por la voluntad del sith y que afectaban su metálico cuerpo. Era ahora... o nunca.
El ardiente poder del sable de luz atravesó el metal con furia y sin titubear. Las chispas producto al corte salpicaron en todas direcciones, mientras aquellos que veían todo se quedaron paralizados ante la escena. Incrédulos de lo que le mostraban sus ojos. Mas, no fue el sable de Ícaro quien cortó a su oponente.
En un abrir y cerrar de ojos, el sable escarlata del sith surcó el vacío, y su mortal hoja cercenó las muñecas del droide antes de que este siquiera pudiese bajar su arma. Un error que no fue capaz de prever, ni evitar.
Ahora, frente a sus sensores óticos, Ícaro veía como sus propias manos y el sable caían desde encima de su cabeza, atravesando el espacio entre su impactado cuerpo y el aspecto oscuro fantasmagórico del ser maligno. Ícaro estaba... indefenso.
Sin previo aviso, el cuerpo metálico del droide perdió su agarre del suelo. Un brutal empuje de la Fuerza por parte del lord sith lo mandó a volar por más de veinte metros, estampándose con fuerza contra un contenedor de metal, en las cercanías del Fantasma... Ícaro había... Perdido.
Delta: - ¡DEFIENDAN AL GENERAL! -
Capaz de reaccionar antes que cualquier orgánico, Delta y el resto de droides comando se lanzaron contra el lord sith, cuya silueta levitante no dejaba de emanar esa aura escarlata y terrorífica. Los orgánicos presentes eran incapaces de moverse ante el miedo que ese ser emanaba, y solo los droides eran capaces de ignorar este efecto al carecer de miedo.
Sin embargo, Zeb fue capaz de reaccionar ante la voz del droide comando.
El lasat se lanzó a la carrera, y usando su gran fuerza cargó el cuerpo moribundo de Ícaro y lo llevó al interior del Fantasma. No sabía que estaba pasando, pero por algún motivo, Ícaro parecía moverse de forma errática... Como si tal golpe hubiese afectado su sistema de algún modo. Pero no tenían tiempo para pensar en ese preciso momento.
Foxley: - ¡DELTA! -
Delta: - ¡VÁLLANSE! ¡AHORA! -
Ninguno de los presentes contradeciría sus palabras. El clon se lanzó a la carrera al interior de la nave, y junto a Hera comenzó a presionar los botones para despegar. Sabían que Delta y esos dos droides no distraerían a esa monstruosidad de negro por mucho tiempo, así que debían apresurarse si querían tener la mínima oportunidad de huír. Sin embargo...
Katalina: - ¡ABRAN FUEGO! ¡NO DEJEN QUE ESCAPEN! -
Ante el grito de la mayor general, los pocos stormtrooper que aún eran capaces de mantenerse en pie comenzaron a disparar contra el fuselaje de la nave. Su gruesa capa de metal no supondría una amenaza para el Fantasma, pero no podían esperar por más tiempo.
Foxley tiró de la palanca para intentar alzar vuelo, pero la nave no fue capaz de despegar. La naríz se alzó violentamente, mientras se podía sentir el estruendo producido por el roce de metal con metal en la parte posterior.
Foxley: - ¡Mierda! ¡El elevador está atorado! ¡Esa carga pesa demasiado! -
Hera: - ¿¡Qué debo hacer!? -
Foxley: - ¡Tú quédate aquí! ¡Zeb, conmigo! -
Zeb: - ¡Voy! -
El lasat dejó el cuerpo de Ícaro a un lado con la mejor delicadeza que pudo, y corrió junto al clon hacia la parte posterior de la nave. La bodega de carga estaba abierta, y los blaster imperiales ingresaban peligrosamente al interior.
Foxley: - ¡No hay tiempo! ¡Debemos romper esos pernos! -
Zeb: - Yo me encargo. -
Tanto clon como lasat comenzaron a golpear el metal con todas sus fuerzas. Era mejor perder el elevador de carga que toda la nave, así que lo tirarían todo hacia la borda. El metal poco a poco iba sediendo, pero el tiempo estaba en su contra.
Hera: - ¿¡Como puedo ayudar!? -
La voz de la joven twi'lek se hizo presente en la bodega, y tanto lasat como clon miraron hacia atrás con preocupación.
Foxley: - ¡Hera! ¡Regresa adentro ahora mis...! -
Hera: - ¡NOOOOO! -
Del interior de la joven emanaba un desgarrador grito, mientras veía con tristeza como el clon se desplomaba sobre sus pies. Un disparo de blaster atravesó el vacío e impactó sobre su espalda. Un golpe... Mortal.
A pezar del peligro, la joven twi'lek se lanzó a la carrera, ignorando las decenas de blaster que picaban peligrosamente cerca de ella. Zeb gritaba que se escondiera sin dejar de disparar hacia los pernos del elevador de carga, pero ella simplemente no escuchaba.
Hera, agarró a Foxley de su armadura, quien aún le quedaba un ápice de vida, mientras se quejaba del dolor que sentía mientras la twi'lek lo arrastraba hacia detrás de un contenedor.
Here: - ¡FOXLEY! ¡FOXLEY! No no no no no... -
Foxley: - Pe... Pequeña mocosa... -
Dijo con la voz entrecortada por la toz que tal herida le provocaba, aunque su rostro, más que dolor o tristeza, hacía lo posible por mostrarle una última sonrisa a la joven twi'ler que cargaba su cabeza y lo miraba con ojos cristalino.
Hera: - Espera... No te esfuerces... Yo... Yo... -
Foxley: - Hera... -
La voz de la twi'lek fue interrumpida, cuando un último acto de voluntad le permitió al clon alzar la mano y apoyarly sobre el hombro de la joven.
Foxley: - Cuida... Cuida al Fantasma... Por mi. -
Y entonces... Su mano se precipitó contra el suelo metálico... Carente de vida.
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