(XXI) Fronteras.
"La idea de ir a Coruscant he de admitir que era un tanto precipitada, pero sentía que no había tiempo que perder. De hecho, si me detenía a pensarlo por unos segundos, probablemente era la peor decisión que he tomado en mi vida pero no tenía opción.
Lo que vi en esa tumba me daba vueltas en la cabeza una y otra vez. No podía explicarme qué fue lo que pasó. ¿Acaso fueron sueños, imaginaciones mías? ¿O acaso algo más estaba pasando? Para bien o para mal, no pensaba dejar las cosas a medias.
A pesar de no estar pensado con claridad, recuerdo que estaba sumamente enajenado después de dar el salto. Aún Kilo no se veía seguro de la idea.
Kilo: - Señor Rage. ¿Está seguro que esta es una buena idea? -
Rage: - No lo sé... Sólo sé que Hina está en problemas. -
Kilo: - ¿Cómo lo sabe? No hemos tenido ningún tipo de comunicación con ella desde que abandonamos Kiros. -
Rage: - Lo sé, Kilo. Es... algo difícil de explicar. Pero... puedo sentirlo Puedo sentir que ella está en problemas. -
Kilo: - Eso es ilógico e irracional. Sus argumentos carecen de sentido. -
Rage: - ¡Lo sé! - Grité algo alterado. - Lo sé. pero debo hacerlo. - Me calmé un poco.
Durante unos minutos, en la cabina reinó un silencio bastante incómodo. Kilo intentaba procesar las cosas usando datos, pero este tipo de cosas no creo que un droide lo pueda entender. Y cuando menos me lo esperaba, Kilo me hizo una pregunta que no vi venir.
Kilo: - Debo preguntar. ¿Por qué el interés repentino por la seguridad de la señorita Hina? -
Rage: - ¿De qué estás hablando? Estoy preocupado por ella nada más. -
Kilo: - ¿Seguro que es solo eso? ¿No tendrá algo que ver con algún proceso hormonal? -
Rage: - Kilo. Literalmente no tengo idea qué quieres decir. -
Kilo: - En mi base de datos dice que hay un momento en que las criaturas orgánicas se sienten atraídas unas por otras. Un proceso donde el cuerpo libera gran cantidad de hormonas. A lo que ustedes los orgánicos llaman: atracción sexual. -
Rage: - ¿De... de... de... de qué estás hablando? - Dije sorprendido y muy apenado. - No...no...no... no es nada de eso. ¿Cómo se te ocurren esas cosas? -
Kilo: - Tan solo estoy analizando el comportamiento masculi... -
Rage: - ¡Kilo! Ya... ya es... suficiente. -"
Alguien vuelve a interrumpir la grabación. Rage se da la vuelta por un momento y regresa a su posición algo apenado. Y comienzo a hablar tras limpiarse la garganta.
"Cómo decía. Tras la muy muy incómoda conversación, salimos del hiperespacio y nos encontramos a pocos click de Coruscant.
Kilo: - Señor. No podremos pasar la guardia fronteriza. ¿Qué vamos ha hacer? -
Rage: - Tranquilo, Kilo. Solo, confía en mí. -
Kilo: - He de decir que eso no me da mucha confianza. -
No pasaron ni dos segundos y dos naves de la guardia fronteriza de Coruscant se acercaron y volaron a nuestra par.
Oficial: - Nave 114-YT8. Su firma no está encendida. Necesitamos ver su identificación si quiere aterrizar en Coruscant. -
Rage: - En seguida oficial. Aquí se las mando. - Dije al presionar el botón para activar el comunicador de la nave.
Kilo: - Esto me parece una muy mala idea. -
Oficial: - Su firma no aparece en los registros de la República. ¿Puede explicar el por qué? -
Rage: - Es que acabo de comprar la nave en Corellia. Pensaba registrarme una vez aterrizara en Coruscant. -
Oficial: - Corellia es un planeta de nuestra jurisdicción. Debió registrar su nave en las oficinas de Corellia. -
Rage: - Lo sé, oficial. Y lamento mucho mi confusión. Prometo que no pasará de nuevo. - Después de eso hubo un pequeño e incómodo silencio.
Oficial: - ¿Cuáles son sus motivos de la visita a Coruscant? -
Rage: - Vengo a visitar a un viejo amigo. -
Kilo: - ¿En serio? ¿Eso fue lo mejor que se te ocurrió? -
Rage: - ¿Quieres callarte? -
Kilo: - Estamos fritos. -
Tras unos cuantos segundos sin obtener respuestas del oficial comencé a sentirme algo nervioso. Pensaba que podría pasar lo peor. Afortunadamente estábamos de suerte.
Oficial: - Muy bien. Su solicitud ha sido confirmada. Diríjase de inmediato a las oficinas de trámite para hacer la registración de su nave en el sistema. -
Rage: - Muchas gracias, Oficial. Disculpe las molestias. -
Oficial: - No es molestia. Con toda esta guerra es común que muchas naves lleguen al planeta sin registro. -
Rage: - Gracias, oficial. Que tenga un buen día. -
Las dos naves de la guardia fronteriza se dispersaron y nos dejaron avanzar hacia Coruscant. En ese entonces pude relajarme un poco, aunque el pobre Kilo se veía muy confundido.
Kilo: - Impresionante. La verdad no pensé que fuera posible. -
Rage: - ¿Vez? ¿Qué decían tus cálculos? -
Kilo: - Que nuestras probabilidades de éxito eran menores al 1%? Eh. Señor Rage. Allí está la oficina de registros. El oficial de frontera nos dijo que... - Kilo dejó de hablar al ver mi rostro de desaprobación, y tras unos segundos, entendió mis intenciones.
Si queríamos pasar desapercibidos, teníamos que alejarnos de la superficie. Las zonas altamente pobladas, las zonas comerciales o los astilleros eran lugares que debía evitar a toda costa. Navegué unos minutos por la superficie del planeta buscando un buen lugar para aterrizar, y fue entonces que lo encontré. Un enorme agujero en la estructura alrededor del planeta que descendía a los niveles inferiores. Esa era mi entrada.
Descendí lentamente, y he de admitir que no era lo que esperaba ver. Nunca había estado antes en Coruscant, pero cuando lo estudiamos en Tipoca, los registros decían que era una próspera ciudad, dónde todos vivían felices y esas sandeces. Pero la diferencia entre la superficie y los niveles inferiores era notoria. Los niveles inferiores eran oscuros y fríos, y lo peor de todo, era que los ciudadanos se veían bastante tristes y agotados. Otra de las muchas mentiras de la República.
Finalmente, después de haber descendido varios kilómetros, encontramos una plataforma de aterrizaje vacía. Así que decidí tomarla. Pero la bienvenida no fue muy cálida.
Bastó con aterrizar para que un muy malhumorado kubaz viniera hacia nosotros pegando gritos y ordenándonos que abandonáramos el lugar, que no era un puerto civil. Pero yo sabía cómo tratar con estas situaciones. El kubaz de quedó callado cuando se puse un par de créditos en la mano.
Rage: - Te daré la otra mitad si mi nave... no sufre ningún daño. ¿Estás de acuerdo? -
El kubaz aceptó gustoso. Y con un botón, la plataforma se retractó y quedó sellada bajo la inmensa estructura de metal. Muy bien. Ya había llegado a Coruscant, ya había encontrado un buen lugar para mi nave. Ahora sólo quedaba encontrar a Hina entre los millones y millones de habitantes que tenía el planeta."
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