(XVIII) Cambios.

"Tras el alocado sueño o alucinación no sabría decir con exactitud me pude percatar que ya había amanecido. Así que me puse de pie de inmediato, me vestí con la túnica de siempre, y salí a tomar algo de aire fresco. La mañana era bastante agradable. El sol brillaba con fuerza a través de la densa vegetación. Lo único problemático: un entusiasta robot que se acercaba a mi con prisa.

Kilo: - Señor Rage. Por fin despierta. Creía que no lo lograría. -

Rage: - ¿De qué estás hablando, Kilo? Apenas dormí unas horas. - Kilo se me quedó mirando por unos segundos, cómo si intentara procesar algo de lo que yo no me había percatado.

Kilo: - Ah. Veo que no lo sabe. -

Rage: - ¿Que no se qué? -

Anciana: - Que estuviste durmiendo por más de dos días. - Dijo mientras se acercaba a mi.

Rage: - ¿Dos días? ¿Qué rayos fue lo que me diste? -

Anciana: - Solo algo que me ayuda a dormir. Jamás pensé que estuvieses tan cansado. -

No podía creer que hubiesen pasado dos días enteros como si nada. Pero al menos eso explicaría el motivo por el cuál tenía tanta hambre. Aún así, miré a todos lados al darme cuenta que faltaba algo, o más bien, alguien.

Anciana: - ¿Busca a la Kaminoana? -

Rage: - Si. ¿Dónde está? No me diga que la charca. - Dije algo temeroso.

Anciana: - Ella se fue ayer. -

Rage: - ¿¡Qué!? - Dije asombrado. - ¿¡Cómo!? ¿A dónde? -

Anciana: - Cálmate un poco... ¿quieres? - Me dijo con un carácter bien fuerte. - La República ganó la batalla y ahora Kiros es libre una vez más. Ella estaba ansiosa por irse, así que la llevé a un puesto de avanzada que los soldados montaron en la ciudad. Desde ahí podrá volver a Coruscant sin problemas. -

Las palabras de la anciana me daban tanta alegría cómo tristeza. No sabría cómo expresarlo, eran emociones encontradas. En cualquier caso, yo había cumplido con mi parte bueno... al menos lo mejor que pude. Así que de cierto modo me sentía bien por Hina.

Sin más motivos para quedarme, recogí mis cosas y me dispuse a continuar con mi viaje. Le ofrecí a la anciana algunos créditos por la ayuda, pero ella se negó rotundamente a aceptarlos. De hecho, se molestó tanto que creí haberla ofendido, pero entendí que simplemente era su forma de ser. Así que le agradecí por todo y me despedía para siempre.

Gracias a las instrucciones de la anciana, logré ver la ciudad principal a la distancia. Cuando nos acercamos realmente me preocupé, había muchos soldados clones haciendo guardia y patrullando las calles. Aún así, logré llegar a las oficinas de viaje y montarme en una nave de transporte civil que se dirigía a Corellia. Un importante planeta de la República con un enorme puerto espacial. Con suerte, podría conseguir una nave allí. El mayor problema, era pasar por inspección.

Las autoridades de Kiros eran bastantes ¿cómo lo digo?... indiferentes. Simplemente revisaban si no subía nada parecido a un blaster al transporte, y parece que confundieron el sable de luz que llevaba colgado a la cintura con alguna especie de contenedor de raciones, o con una batería de repuesto para Kilo. De cualquier forma, pudimos abordar a pesar de los tensos momentos.

El viaje fue algo aburrido. El transporte estaba bastante vacío y no se escuchaba más que el susurro de los pequeños grupos que estaban formados. Decidí apagar a Kilo, porque la verdad era que no se callaba, pero al menos el viaje fue tranquilo. Aunque cuando llegamos a Corellia tuve que estar más de una hora escuchando sus quejas.

Finalmente llegamos. La ciudad capital de Corellia, con sus enormes astilleros. Se podría decir que la ciudad era bastante próspera, e incluso fue muy tentador quedarme a vivir allí, quien sabe. Tal vez trabajar en los astilleros no era tan malo, pero para mi eso era algo imposible.

Ocultar mi rostro por mucho tiempo no iba a dar resultado, y aún seguía dándome vueltas en la cabeza lo que me había dicho Coleman. No sabía porqué, pero algo muy fuerte dentro de mí me decía que fuera, aunque mi cabeza me gritaba todo lo contrario.

Lo primero que hice fue ir a los astilleros a comprar una nave que me pudiese llevar a donde yo quisiera. Lo menos que quería era depender de algún piloto que me dejara abandonado, y tampoco quería depender de mercenarios o cazarecompensas.

Recuerdo que en los astilleros me atendió un curioso Utai, algo bajo, incluso para los de su especie, pero tenía un carácter bastante impresionante. Me mostró las naves a disposición, la mayoría de lujo o demasiado costosas para que yo las pudiese comprar. Pero sabía lo que se proponía, así que decidí seguirle el juego.

Utai: - Y esta es la más rápida que podrás encontrar por estos lares. Créeme. Con esta belleza serás imparable. - Terminó de alagar su última nave. Una especie de caza interestelar.

Rage: - Bueno. Ya me mostraste tus juguetes. Ahora muéstrame algo que realmente me pueda interesar. -

Utai: - Je. Veo que sabes cómo funciona. Muy bien. Acompáñame. -

El Utai me hizo abandonar el ostentoso salón donde estaban las naves... "bonitas" y me llevó a una especie de almacén. Algo más oscuro y con cientos de mecánicos trabajando por todas partes. El pequeño me comenzó a mostrar las diversas naves que estaban ensamblando, aunque ninguna me llamaba concretamente la atención, salvo una.

Rage: - Esa. - Dije apuntando con mi mano a una nave de diseño bastante peculiar.

Utai: - ¿Esa? - Me dijo algo extrañado.

Rage: - ¿Hay algún problema? -

Utai: - No... no. Si la quieres es toda tuya. 120 mil créditos y es toda tuya. -

Rage: - Te doy 100 mil... Y la quiero con el tanque lleno. -

Utai: - ¡Vendida! - No se lo pensó dos veces. Estaba más que claro que quería deshacerse de ella.

La nave estaba en buen estado, el cableado estaba en buenas condiciones, los propulsores estaban bien, tenía suficiente espacio adentro. Así que no podía entender el por qué me la vendió tan fácilmente.

????: - Veo que te gustó mi diseño. - Asomé la cabeza fuera de la nave y vi a una Kallidahin algo entusiasmada.

Rage: - ¿Y tu... quién eres? -

????: - ¿Yo? Yo soy... -

Utai: - ¡Té-a! ¿¡Qué haces molestando a mi cliente!? -

Té-a: - Eh, eh. Tranquilo amigo. No lo estoy molestando. -

Utai: - No soy tu amigo. Soy tu jefe. -

Té-a: - Si. Si. Si. Como sea. Solo le estaba agradeciendo al caballero por aprobar mi diseño. -

Rage: - ¿Tú la construiste? -

Té-a: - Sip. Desde los planos hasta cada tornillo y soldadura. Desde cero. -

Realmente me sorprendió el hecho que ella sola hubiese diseñado y fabricado la nave. Su diseño era muy bueno, y sus propiedades no estaban nada mal. Según su creadora, la nave era un prototipo: la VT-38 Decimator. Una que con los años se convertiría en la VT-49 Decimator, aunque las líneas de este modelo eran un poco más suaves.

Y así, una vez que rellenaron mi combustible, y el agobiante papeleo de propiedad, despegué de Corellia, libre para volar por la galaxia. La sensación al volante era asombrosa, no como la pesada chatarra que antes usaba.

Kilo: - ¿A dónde nos dirigimos, señor Rage? -

Rage: - A Moraband. Hay algo que debo hacer. -

Kilo: - Lo siento, señor. Moraband no está en los registros de vuelo de la base de datos. -

Rage: - Lo sé. -

Tras decir esto, activé los hiperpropulsores hacia un lugar que simplemente podía sentir. Los motores en línea comenzaron a "ronronear" y los propulsores se calentaron, y en pocos segundos. Dimos el salto a una velocidad que nunca antes había experimentado. Esa nave sin duda era excepcional."

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