(V) Rage
"Nunca me consideré muy alegre; por decirlo de algún modo. Tenía tanto miedo de lo que estaba escondiendo que prefería mantenerme alejado de los otros clones. Incluso de CT-1754, al que le apodaron Prig, y con mucha razón.
Era un clon con una necesidad imperiosa de... hablar. Podía estar contándote cosas por horas y nunca cansarse. Y como si fuese un castigo impuesto por la Fuerza, él cogió un gran apego hacia mi. Yo por otro lado, que apenas podía soportarlo por unos minutos, siempre estaba de mal humor. Y fue él quien me llamó Rage por primera vez. Nombre que me acompañaría por el resto de mis días.
Mientras estábamos en la nave, recuerdo que la mayoría de los clones usaban su tiempo libre para hacer ejercicio, o para jugar algo en las albergar, o dar un paseo por las plataformas inferiores. Yo, por otro lado, tenía una necesidad imperiosa de estar cerca del sable.
Recuerdo que aprovechaba cada momento que me quedaba solo para sacarlo del cajón donde lo tenía, y mirarlo a escondida mientras nadie me veía. Cuando sujetaba el sable de luz mi mente se quedaba en blanco y podía pasar minutos viéndolo sin aburrirme. Era un tipo de obsesión que no podía controlar.
Cuando sentía a alguien aproximarse trataba de esconderlos lo más rápido que podía. Hacía tanto ruido que parecía que estaba cerrando la puerta de mi casillero con furia. Lo cuál afirmó mi apodo con el resto de la tropa.
Y por si fuese poco, podía escuchar la misma voz decirme "Eso no te pertenece." una y otras vez dentro de mi cabeza. Muchas veces estaba solo, y me exaltaba mirando a todos lados para ver si había alguien haciéndome una broma. Pero nunca pude encontrar al culpable.
Perdí la cuenta de cuántos días terrestres pasaron desde que dejamos Geonosis atrás. Estar encerrado en esa inmensa lata de metal por tanto tiempo me hacía sentir enfermo. Y cada vez que escuchaba esa voz pensaba que estaba cayendo en la locura.
Finalmente llegó nuestro sargento diciéndonos que debíamos prepararnos. Íbamos a desembarcar en el planeta Christophsis el cuál estaba bajo el asedio de los separatistas. Recuerdo ponerme mi armadura lo más rápido que pude, pero cuando abrí mi casillero recordé el sable de luz. No podía dejarlo ahí. Nadie podía descubrirlo. Lo primero que se me ocurrió fue meterlo dentro de mi casco y encerrarme dentro de uno de los baños.
Los nervios me estaban matando. Miraba a todos lados, tratando de averiguar dónde podría guardar el sable sin que sea visible y sin que se activase por error. Después de unos minutos el sargento golpeó la puerta averiguando que me pasaba. Le mentí por reflejo diciéndole que tenía indigestión, y me dijo que me apurara de igual forma.
Finalmente pude tener una idea. Escondí el sable de luz en el compartimiento donde guardábamos las raciones de comidas. Un pequeño cilindro que teníamos colgando de la armadura sobre la región sacra. Afortunadamente era lo suficientemente grande como para que el sable cupiese sin ningún problema.
Con mi "problema" resuelto, pude volver con el resto. Algunos se burlaron de mí al ver las gotas de sudor que tenía sobre la cara, diciendo que tuve dificultades con el retrete. Pero si supieran la verdad esa sonrisa se les borraría de su rostro.
Finalmente, nos reunimos en los hangares principales y subimos a las lanzaderas una vez más. Aunque esta vez ya teníamos conocimiento a qué nos enfrentaríamos. Las compuertas se abrieron y pudimos ver el hermoso panorama de Christophsis y su peculiar color verde azulado. Y así, miles de transportes salieron en enjambre de los cruceros para desembarcar en el planeta."
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top