El Príncipe de su Deseo Feroz

Capítulo 5: El Príncipe de su Deseo Feroz

Marinette llegó dos horas antes de lo acordado y fue directo a la recepción.

–Disculpe, vengo a ver a Jagged Stone.

–El señor Stone no recibe visitas de fanáticos –respondió el recepcionista secamente.

–No, soy Marinette Dupain. Jagged me citó a esta hora. Si quiere puede verificarlo.

El empleado del hotel, un tanto escéptico, revisó su agenda y tras confirmar la veracidad de lo que le decía la chica llamó a la habitación de Jagged.

–... Si... Enseguida –dijo al colgar el teléfono. Luego se dirigió a Marinette–. El Señor Stone la espera en la suite presidencial en el piso...

–Descuide, se donde encontrarlo.

Marinette subió por el ascensor, llegó a la suite y llamó a la puerta.

–¡ADELANTEE! –contestó el rockero haciendo sonar estrepitosamente su guitarra.

Y Marinette entró dejándose la puerta entreabierta.

–Hola señor Stone.

–Marinette, ¿cierto? –la saludó Jagged–. Que gusto verte otra vez. Saluda Fang.

En eso, Marinette casi salta del susto al ver que un enorme cocodrilo con collar de púas se acercó reptando hacia ella moviendo la cola.

–No te asustes –dijo Jagged agachándose para acariciarlo–, Fang es inofensivo. ¿Verdad que si mi pequeño reptil de dientes filosos?

Jagged empezó a rascarle la barriga al cocodrilo como si se tratase de un perro faldero, y Marinette recobrando la compostura procedió a hablar con el.

–Señor Stone, solo vine a confirmar que todo esté listo para lo de esta noche.

Jagged dejó de rascarle el vientre a Fang y se puso de pie para hablar seriamente con Marinette.

–Si, respecto a eso... –empezó a explicar avergonzado–. Acabo de hablar con mi representante y me dijo que no puedo dar una presentación sin cobrar la tarifa mínima.

–¿Qué?... Pero creí que...

–Lo se, lo se. Prometí que daría una presentación para ti y tus amigos, pero me dijeron que tengo que cumplir con mi contrato y yo... De verdad lo siento.

Marco, que justo en ese momento pasó por ahí, no pudo evitar oír la conversación detrás de la puerta entreabierta de la suite presidencial por lo que se acercó disimuladamente para seguir escuchando.

–¿De cuanto estamos hablando? –preguntó Marinette preocupada.

–Serían unos... –respondió Jagged aun más avergonzado–. Seiscientos cincuenta euros.

–¡¿Seiscientos cincuenta euros?! –repitió Marinette afligida. Se apoyó de espaldas contra la pared y se dejó caer al suelo–. El presupuesto de la clase no llega a esa cantidad... Oh, los muchachos se van a decepcionar.

–Si, y si se decepcionan seguro te matarán –dijo Jagged sentándose junto a ella y poniéndole una mano en el hombro para consolarla–. Perdóname por favor. Yo de veras quería hacerlo para agradecerte las gafas que me diseñaste y la portada de mi nuevo álbum, que por cierto te quedó fenomenal, pero los de la disquera son muy severos en este tipo de cosas.

A Marinette se le empezaron a enjuagar los ojos de lagrimas.

Pero en ese preciso instante, Marco entró súbitamente tomando a ambos por sorpresa. Al verlo, Fang meneo su cola alegremente.

–Dijo seiscientos cincuenta euros, ¿verdad? –preguntó calmadamente mientras buscaba en el bolsillo de su pantalón.

–Si –respondió el rockero un tanto confundido–. Seiscientos cincuenta en total.

Marco sacó un fajo de billetes, contó la cantidad exacta y se la dio a Jagged que al igual que Marinette no cabía en si de asombro.

–Supongo que esto cubre todo.

–Si... –contestó el tomando el dinero todavía confundido, pero a la vez alegre de que todo se hubiese solucionado–. Con esto los de la disquera no tendrán problema alguno.

A Marinette se le iluminó la mirada ante el gesto de Marco.

–¿Significa que podremos hacer todo como lo planeamos?

–Claro que si –respondió el rockero con una sonrisa–. Cuenta con ello. Estaré ahí a la hora acordada.

***

Después de despedirse de Jagged, Marco acompañó a Marinette de regreso al ascensor.

–Gracias por tu ayuda. Prometo que te lo pagaré. Buscaré un empleo de medio tiempo. Tal vez dos... Puede que tres.

–No tienes que pagarme nada. Ya te esfuerzas demasiado.

–Pero ese era mucho dinero. La verdad no me siento muy cómoda con...

–Te juro que no es nada. Recibo regalías constantemente.

–¿Regalías?

Y así, Marco le contó a Marinette sobre la vez que encabezó una rebelión en el  Reformatorio Santa Olga para Princesas Caprichosas y como su alter ego de la Princesa Turdina se volvió un icono tan popular entre las princesas de distintos reinos de otras dimensiones. Al punto de que varias compañías empezaron a enviarle cheques por seiscientos cincuenta dólares cada mes a cambio de usar su imagen para fabricar diferentes artículos publicitarios.

Se sintió un tanto abochornado por mencionar que ocasionalmente tenía que trasvestirse para interpretar a dicho alter ego, cosa que a Marinette le pareció algo gracioso y hasta adorable; pero lo que si la tomó por sorpresa fue enterarse de que el pagó la estadía de sus compañeros, su maestra y el conductor del autobús en ese hotel tan costoso.

–¿Significa que todo esto fue tu idea?

–Algo así... ¡Es cierto!, casi lo olvido.

Marco sacó un papelito y leyó el nombre que estaba escrito en el.

–Disculpa, ¿sabes donde puedo encontrar la oficina de... El alcalde Bourgeois?

–Claro –dijo Marinette tomándole de la mano–, déjame llevarte hasta allá.

***

–Aquí es –indicó ella cuando estuvieron frente a las puertas de la oficina del alcalde.

–Entonces... –se atrevió a preguntar Marco llevándose una mano detrás de la cabeza–. ¿Esa sorpresa de la que hablaban es un concierto?

–Si –respondió Marinette entusiasta–, es Jagged Stone, el mejor rockero de París... Pero no le vayas a decir a nadie por favor. No quiero que la sorpresa se arruine ahora que todo se pudo arreglar.

Y se inclinó juntando ambas manos en señal de suplica, sintiéndose a la vez apenada por pedirle más favores.

–No te preocupes, no dejaré que todo por lo que has trabajado se eche a perder así nomás; pero a cambio, ¿me puedes decir a que hora termina?

–Mmm... Como a la medianoche, ¿por qué?

Marco miró a ambos lados esperando que no hubiera moros en la costa y se acercó para hablarle confidencialmente a Marinette.

–Bueno..., es que...

–¿Si?

–Hay una chica y...

–Te gusta –completó la parisina de rasgos asiáticos más avispada de lo usual.

–Si –respondió el latino ruborizándose.

Marinette no perdió tiempo en empezar a interrogarlo tratando de verse neutral. ¿Acaso podría ser lo que ella estaba pensando?

–¿Cómo es ella? –preguntó primero.

–Diría que ella es súper cool y...

–¿Y es alguien muy especial para ti? –volvió a interrumpirlo, haciendo un enorme esfuerzo por contener la emoción y seguir con su fachada. Al parecer si era lo que estaba pensando. Es decir, desde su perspectiva ¿qué otra chica podía ser más cool que una princesa mágica de otra dimensión? Quizá una súper heroína, pero eso no venía al caso.

–Si –afirmó Marco encogiéndose de hombros–, de hecho fue por ella que organicé este viaje. Tengo planeado sorprenderla con una velada romántica esta misma noche para pedirle que sea mi novia, y quiero que todo sea perfecto.

–Esa chica... –prosiguió Marinette con su interrogatorio–, ¿es amiga tuya?

–Diría que somos más que amigos –contestó el muchacho (obviamente refiriéndose a Jackie)–. Ya hemos salido antes, y hasta nos besamos un par de veces... Oye, ¿estás bien?

El corazón de Marinette se aceleró. Más que amigos; como aquella pareja de mejores amigos que salían de aventuras juntos todo el tiempo. ¿Acaso su amistad podría ser tan estrecha que ya hasta se daban ciertos beneficios?

Claro que no los iba a juzgar mal. Esa misma noche ambos llevarían su relación al siguiente nivel, y lo mejor es que iba a ser Marco el que se le iba a declarar a Star... Cuan equivocada estaba la pobre e ingenua Marinette.

–Estoy bien, estoy bien –respondió recobrando la compostura, pero sin poder

desdibujar una tonta sonrisa de su rostro–. Yo..., me tengo que ir.

Marinette salió corriendo a toda prisa, pero se detuvo un instante a mitad del pasillo para hablar con Marco una ultima vez.

–Sabes, Star es muy afortunada de tenerte como amigo.

–Eh..., ¿gracias?

Por ultimo, exhaló un suspiro y regresó corriendo a plantarle un fugaz beso en la mejilla para agradecerle lo que había echo por ella.

–Gracias de nuevo –se despidió alejándose a toda prisa–. Suerte con tu confesión.

Marinette desapareció al doblar en la esquina del pasillo. Marco se quedó inmóvil unos pocos segundos sin decir nada con su mano posada en el cachete humedecido; y finalmente se animó a entrar en la oficina del alcalde.

Al oír la puerta cerrarse tras el, Marinette se regresó a hurtadillas y acercó su oído a las rendijas para escuchar.

–¿Si? –lo saludó el señor Bourgeois desde su escritorio–. ¿En qué puedo ayudarte?

–Buenas noches, soy Marco Díaz.

–Oh si, tu eres el chico que se comunicó conmigo por correo electrónico. Pasa, te estaba esperando.

–Gracias. Quería hablar respecto a lo de esta noche.

–Que bueno que lo mencionas. Te alegrará saber que todo está listo según tus especificaciones. Nuestra chef ha preparado una excelente selección del menú, y ya decoramos el restaurante y lo reservamos para la hora acordada. En cuanto a la música no tienes por que preocuparte, la orquesta está más que preparada para ambientar todo.

–Si, respecto a eso... –dijo Marco avergonzado–. Quería ver si podían aplazar todo para las cero treinta. Es que surgió algo que no tenía planeado y nos vamos a ausentar unas horas.

–Bueno..., ya lo teníamos todo organizado para la hora escogida... Pero ya que pagaste tanto dinero, bien puedo hacer unos ajustes.

–Gracias.

Marco sacó otros seiscientos cincuenta euros de su bolsillo y se los dio al alcalde Bourgeois.

–Tenga, por las molestias.

–¿Otro fajo? Ay por dios, no puedo aceptarlo.

–Insisto, quiero que todo esté cubierto para que esta sea una velada perfecta.

–Puedes contar con eso muchacho.

Marinette, que seguía escuchándolo todo detrás de la puerta, se sentía feliz por su amiga. Después de todo nunca necesitó ayuda de nadie para conquistar a Marco. Aun así, se alegraba de haber mantenido lejos a la del mechón azul. Más tarde llamaría a sus amigas para que siguiesen manteniéndola al margen e incluso se tomaría el tiempo necesario para hablar con ella personalmente y explicarle la situación.

Como protectora de París, también tenía la obligación de evitar a toda costa que el despecho de esa chica llamará a uno de los akumas de Hawk Moth a poseerla; aunque por la actitud tan apacible que ya le conocía supuso que esa no sería una tarea para nada difícil.   

Lo importante, era que esa sería la noche en que la princesa finalmente tendría el corazón de su príncipe soñado, y claro que Marinette pondría su granito de arena para que todo fuese perfecto tal y como Marco lo deseaba.

Pero antes, se escabulló de vuelta a la suite presidencial para hacerle una ultima petición a Jagged Stone.

***

Marinette bajó de nuevo a la recepción para preguntar por Star Butterfly y le pidió al recepcionista que la llamara. Momentos después, su amiga nueva mágica llegó al vestíbulo sobándose los ojos puesto que acababa de despertarse.

–¿Marinette? –bostezó Star somnolienta–. Creí que no vendrías hasta las nueve.

–Ven conmigo –replicó la otra tomándola de la mano para guiarla afuera del hotel–. Tenemos mucho que hacer y muy poco tiempo.

En su camino se encontraron con Chloé Bourgeois, quien aceleró el paso asustada al ver que Marinette venía acompañada de Star.

***

Minutos más tarde llegaron a la pastelería Tom & Sabine Boulangerie Patissere.

Marinette llevó a Star a su cuarto y una vez ahí empezó a buscar en su baúl.

Star miró a sus alrededores, notando que lo que más destacaba en esa habitación eran fotografías y posters con la cara del chico rubio de ojos verdes que esa misma tarde había estado platicando con Marco.

–¿El es tu novio? –se le ocurrió preguntar.

–¡¿Qué?! –respondió Marinette dando un brinco–. No... ¿Quién te dijo...?

–Es que como veo que tienes muchas fotos de el.

–El... El es Adrien, un chico de mi clase. Es modelo profesional. Su papá es el gran diseñador Gabriel Agreste... Es guapo, gentil y... ¡Espera!, te digo que no tenemos tiempo.

Marinette dejó de divagar al ver como Star la observaba enternecida y siguió buscando en su baúl queriendo también ocultar su rostro ruborizado. Finalmente, sacó un vestido rosado de una pieza y se lo dio a Star.

–¿Qué esperas que haga con esto? –preguntó la princesa mirando confundida a Marinette.

–Póntelo –respondió ella esbozando una gran sonrisa–. Necesito que te lo pruebes.

–... ¿Para qué?

–No hagas preguntas tontas. Debes estar preparada para esta noche. Deprisa, que apenas si alcanzo a improvisar.

Todavía confundida, Star obedeció y se puso el vestido para que Marinette se dedicara de lleno a tomarle medidas para ajustarlo a su talla. Después le indicó que se lo volviera quitar y se puso a trabajar en su maquina de coser.

Marinette pasó la siguiente hora y media trabajando en el vestido. Estaba tan concentrada en su labor, que no dijo nada en ningún momento. Star solo se limitó a observarla aun más confundida.

En cuanto terminó, Marinette le entregó de nuevo el vestido a Star y le ordenó que se lo pusiera. Después le agregó unas pocas lentejuelas brillantes, le dio unos cuantos accesorios más para hacer juego; y con peine, fijador y colonia en mano la ayudó a terminar de arreglarse.

–Cof, cof, cof... –tosió Star al no soportar el aroma tan fuerte de las lociones francesas–. ¿Qué es todo esto Marinette?

–Silencio Star –ordenó su amiga manteniéndose muy concentrada en su labor–, no me distraigas.

Cuando terminaron Star lucía radiante, pero Marinette aun no estaba del todo satisfecha con su trabajo.

–Todavía falta algo... ¿Pero qué?

Y Marinette volvió a buscar en su baúl y sacó una diadema con orejas de gato.

–A ver pruébatela.

Star se puso la diadema, y Marinette supo que su amiga estaba lista para su noche especial.

Ilustración por AlejinZ (Alejindio).

***

–¿Viste a Star en algún lado? –preguntó Marco al llegar a la habitación de Janna–. Ya llegaron por nosotros.

–No –respondió Janna sin levantar la vista de su celular–, creí que estaba contigo.

Marco salió de la habitación de Janna para seguir buscando a Star, cuando de pronto alguien lo haló de la capucha de su sudadera y lo arrastró hacia el interior de un armario de escobas.

–¡Te lo advierto quien quiera que seas! –gritó poniéndose a la defensiva–, ¡soy cinta roja en karate!

–Estás en problemas guapo –respondió una delicada voz femenina–. No has pagado tu derecho de piso.

–¿Jackie?

La luz del armario de escobas se encendió, y Marco se encontró frente a Jackie Lynn Thomas quien le clavaba una mirada coqueta.

–Oh Marco –dijo esta abrazándolo con fuerza sin previo aviso y recargándolo contra la pared–, me has hecho la chica más feliz del mundo. Pensar que hiciste todo esto solo por mi.

Flashback.

El concierto de Love Sentence terminó cancelándose a causa del cartel que había estallado de manera espontanea mientras que una multitud muy consternada se vio obligada a abandonar el coliseo como medida de seguridad.

Más tarde esa noche, Marco y Jackie caminaban por la acera tomados de la mano.

–¿Seguro que Star esta bien? –preguntó Jackie un poco preocupada.

–Si, eso fue lo que dijo ella antes de irse –respondió Marco.

–Bueno, por otro lado me alegra que nos dejara a solas.

–¿Eh?

Marco no alcanzó a decir nada, puesto que Jackie se le adelantó para robarle un cariñoso beso en los labios.

Después fueron a sentarse en una banca del parque y se quedaron callados por varios minutos hasta que fue Jackie quien rompió el silencio.

–¿Y... Qué harás este verano?

–No lo se. Creo que Star y yo necesitamos un descanso después de tantas aventuras.

–¿Tu viajas mucho verdad? Con esas tijeras mágicas que sirven para ir a donde tu quieras.

–Si, es verdad.

–Tienes suerte. Hay tantos sitios que me gustaría conocer.

–¿En serio?, y a donde te gustaría ir.

–Bueno no se... Me gustaría ir a las playas de Aruba, o tal vez a Italia o... París. Si, siempre quise conocer París.

Marco estuvo a punto de sacar sus tijeras dimensionales de su bolsillo y decirle a Jackie ≪vamos≫; pero entonces tuvo una mejor idea.

***

La ultima semana de clases, Jackie se llevó la sorpresa de su vida. Su salón había organizado una excursión a París Francia para celebrar el fin del año escolar, cortesía de Marco Díaz quien: no solo conforme con prestar sus tijeras dimensionales para facilitar el transporte, financió los gastos para que todos se pudiesen hospedar en el hotel de lujo Le Grand París por un fin de semana entero.

Aprovechando la ocasión, el director Skeeves y el director Damocles se pusieron en contacto para hablar de la posibilidad de iniciar un programa de intercambio entre ambas escuelas.

Lo que Jackie no sabía, era que Marco le estaba preparando una sorpresa aun mejor y solo Star estaba al tanto de ello.

La princesa esperaba que todo fuese a salir bien para su mejor amigo. Eso era lo único que importaba...

Fin del Flashback.

–Estoy feliz de haberte invitado a ese baile –continuó Jackie–. Lastima que no pudimos bailar. Seguro habría sido maravilloso.

Marco, cuyos músculos se tensaron al sentir los voluptuosos pechos de Jackie apoyándose contra su persona, pensó en compensar eso esa noche.

–Ja...Jackie... –consiguió hablar a pesar de sus nervios–. Te... tenemos que irnos.

–Espera, quiero estar así un rato más.

Jackie cerró sus ojos y apoyó su cabeza en el pecho de Marco gozando del momento.

En eso, la puerta del armario de escobas se abrió y Janna los pilló infraganti.

–¡Ah, por favor! –protestó asqueada.

Ambos se separaron un tanto avergonzados. Jackie mucho menos que Marco.

–Vengan, que nos esperan para irnos.

Janna tomó a Jackie del brazo y la guió al ascensor. Marco las alcanzó poco después en el vestíbulo, donde sus compañeros de Eco Arroyo los esperaban en compañía de los alumnos parisinos; pero Marinette y Star brillaban por su ausencia.

–¿Alguien ha visto a Star? –fue lo primero que preguntó Marco.

–Ella se adelantó junto a Marinette –respondió Rosita–. Ven que se nos hace tarde.

***

En esta ocasión Alya se aseguró de conseguir un autobús de dos pisos, de modo que los estudiantes pudieron viajar más cómodos. Marco se situó en uno de los asientos del segundo piso y Jackie se sentó junto a el, le tomó de la mano y le susurró al oído.

–Cuando regresemos, si quieres podemos continuar donde nos quedamos.

Jackie posó su cabeza en el hombro de Marco y cerró sus ojos. El latino le sonrió, pero se distrajo un segundo cuando le pareció ver que la luna estaba impregnada de un color rojo intenso.

Al levantar la cabeza, vio que esta estaba normal.

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