➺ O7

El rancho vecino estaba cruzando la zona llena de árboles —más que nada pinos y mezquites— y no tenía reja en los límites a diferencia de donde Beatriz pasaba algunos fines de semana. Consistía en una pequeña casa con un corral tres veces más grandes lleno de distintos animales.








Peter y Beatriz se detuvieron en el borde intentando buscar a simple vista a Mantis. Sería un verdadero problema entrar al corral por su estructura de laberinto que hace mucho tiempo visitó acompañando a su abuelo. Eso y que el hijo de los dueños era un verdadero fastidio. Fue la razón por la que respiró hondo antes de guiarle dentro del mismo.








Estaba casi vacío pero no quería decir que siempre lo estuvo pues de pequeña creía que era un zoológico por la variedad que albergaba. Hoy sólo había una vaca y el eco de lo que alguna vez fue.








—Allí está—dijo la chica señalando al fondo.








Mantis acariciaba al único animal, se le veía muy feliz incluso cuando ambos aparecieron frente a ella.








—No puedes desaparecer de esa manera—le regañó Peter—¿qué tal si alguien más te encuentra y te hace daño?








—Tiene razón, por aquí las cosas no son muy fáciles para chicas como tú y yo. Menos si tienen antenas—se recargó en el metal que retenía al animal en su corral.








—Lo siento. El gatito me guió aquí y mírenla, está sola. Triste.








—Quizá es porque la separaron de sus hermanas—acarició su hocico.








—A ti también te separaron de alguien—Beatriz frunció el ceño mirándola. Ella tenía una mano en su hombro—¿es por eso que te sientes igual?








—¡Mantis!—su compañero les separó al instante—discúlpala, es algo así como su súper poder. Sentir lo que los otros aunque muchas veces lo hace sin su consentimiento.








La mencionada bajó la mirada apenada.








—Está bien, Mantis. No pasa nada—le sonrió sin mostrar los dientes, no quería hacerla sentir mal pese al regaño de Peter—mejor volvamos.








Con los brazos cruzados caminó detrás del par de Guardianes, sin poder evitar pensar en lo que dijo Mantis.








—¿Beatriz?








Sus ojos se abrieron de par en par antes de darse vuelta para encontrarse con quien menos quería en ese momento: Juan, hijo del dueño y según su madre, futuro esposo. Miró por el rabillo del ojo a Peter y Mantis que alcanzaron a salir del lugar, ocultándose junto a la pared.








Qué onda Juan—le saludó tratando de sonreír.








—¿Qué haces aquí?—se detuvo enfrente suyo llevándose las manos a la cintura.








—¡Ah! Es que Thor volvió a salirse y pensé que andaba acá, ya ves que hace tiempo se metió siguiendo a tu gato.








Ay, ese Thor...creo que le gusta más estar aquí que allá. Algo que mejor debería pegársele a su mamá.








Peter —quien había activado el traductor de su casco— hizo un gesto de asco ante el intento de coqueteo.








—¿Sabes qué sí me pegó mi perro? El odiar al vecino. Con permiso—dijo sonriente antes de darse la vuelta.









Cómo te haces del rogar, chiquita—metió las manos en los bolsillos de sus jeans ajustados—mi suegra, digo, tu mamá anda aquí. Dice que desde hace rato no te ve y vino a buscarte.








Con un movimiento de ojos le hizo saber a Peter que se fueran. Él negó.








—Es un idiota—gesticuló, apenas llegando a provocar sonido.








Beatriz se encogió de hombros dándole la razón antes de volver a entrar a la vieja estructura por la fuerza.

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