Capítulo final
El regreso de Jimin fue como un rayo de luz que iluminó cada rincón del escuadrón Cerbero, la noticia se extendió rápidamente, y todos reaccionaron con una mezcla de asombro, incredulidad y, sobre todo, una inmensa alegría.
Cada uno de sus amigos sentía una gratitud profunda por su sacrificio y lo que había hecho por el mundo, pero también una alegría sincera por Jeon había ya que pasado tantos meses en una oscuridad que parecía impenetrable, la tristeza y el peso que había cargado el excomandante eran conocidos por todos, y habían sido testigos de cómo Jimin había sido su único refugio, su paz en medio del caos.
Y Saber que Jimin había vuelto, que esa paz podría florecer de nuevo en la vida de Jeon, era algo que los llenaba de alivio y esperanza.
SeokJin, por su parte, observaba a Jimin con una mezcla de fascinación científica y profunda emoción.
Había pasado noches enteras elucubrando sobre cómo su regreso era posible, formulando teorías que iban desde la ciencia hasta lo metafísico. Una de sus hipótesis era que, en el momento de sacrificarse, Jimin había usado todas sus energías hasta el punto de salir de la atmósfera y quedarse sin oxígeno.
Quizás, en ese límite entre la vida y la muerte, su cuerpo había entrado en una especie de hibernación cósmica, esperando el momento en que sus células pudieran regenerarse lentamente en un estado de reposo.
Su regreso era un misterio, una mezcla de ciencia y milagro, y SeokJin no podía evitar sentir que estaba ante algo más grande de lo que podía entender.
Pero había algo que notó después de varios estudios. Los genes de Jimin, antes una mezcla entre humano y simbionte, ahora parecían estar fusionados mas a su lado humano, ya que tenía un cuerpo propio no tenía la necesidad de tener mas huéspedes.
Esto significaba que Jimin ahora podía envejecer como un humano, vivir sus días de manera plena y experimentar cada momento junto a Jungkook y su hijo, al parecer esta sería su última vida, después de una existencia infinita, y para Jimin, eso era perfecto.
Tener la posibilidad de envejecer junto al hombre que amaba, de ser un padre presente para su hijo, y de vivir cada instante con intensidad, le daba un sentido de paz y plenitud que nunca había sentido antes.
Hoseok, en cuanto vio a Jimin, soltó un grito de alegría y corrió hacia él, abrazándolo con fuerza.
Las lágrimas no tardaron en aparecer, y entre sollozos y risas, le reclamó por haberlo dejado solo, por el dolor de haberlo perdido, y luego simplemente lo abrazó más fuerte, agradeciéndole por haber vuelto, por darle esta segunda oportunidad para compartir juntos.
Jimin le sonrió, devolviéndole el abrazo, sintiendo en su corazón el calor de la amistad que tanto extrañaba
Jimin estaba de vuelta. No solo para el mundo, sino para los pocos que lo consideraban familia. Esta vez, todos sabían que había algo especial en su regreso, algo que le daba un peso más profundo a cada momento que vivieran juntos.
En silencio, cada uno de sus amigos hizo una promesa de aprovechar al máximo esta nueva oportunidad, de celebrar cada risa, cada momento de paz, y de no dar por sentado ni un segundo más. Porque ahora, tenían la certeza de que los milagros existían y estaban dispuestos a hacer lo que fuera necesario para cuidar de su pequeño milagro.
💫☁️
El bosque se llenaba de risas, Bromas, y el ruido de herramientas mientras los miembros del escuadrón Cerbero trabajaban hombro a hombro para ayudar a Jungkook y Jimin a construir su hogar. Cada uno de ellos parecía feliz de estar allí, cargando madera, asegurando vigas, y construyendo lo que sería la colorida casa que Jimin siempre había soñado.
Para ellos, después de tanto reconstruir la humanidad, construir una casa en medio del bosque para una familia especial se sentía como un tributo a su excomandante y un símbolo de todo lo que habían logrado juntos.
—Asegúrate de que las vigas estén firmes —exclamó Changbin, alzando la voz para que Hyunjin lo escuchara.
—Ya lo sé, torpe. El que siempre termina golpeándose eres tú —le respondió Hyunjin, burlándose mientras ambos ajustaban una estructura.
—Ustedes dejen de perder tiempo, y muévanse —Refutó Félix.
—Y si mejor te pones a ayudar— Murmuró Soobin.
—Soy el francotirador, mi trabajo es vigilar— Félix se encogió de hombros.
A unos metros de ellos Jimin los observaba, encantado de ver cómo, poco a poco, su hogar cobraba vida. El ir y venir de los soldados, incluso algunos nuevos reclutas que habían venido desde la ciudadela A, llenaba el ambiente de camaradería.
Entre ellos, una cara familiar lo hizo sonreír. Bang, quien alguna vez le había dicho que quería una segunda oportunidad, ahora era un soldado más.
Jimin se sentía orgulloso de la comunidad que habían formado y de cómo cada uno de ellos había encontrado una nueva razón para vivir.
En ese momento, Hoseok llegó junto con su esposo, el vicecomandante Taehyung, —¡A comer muchachos, hay que recargar energías! — anunció con una voz firme y alegre que el almuerzo estaba listo.
Todos dejaron sus herramientas y se reunieron para la pausa, contentos de descansar y compartir una comida.
Hoseok, con una gran sonrisa, se acercó a Jimin y comenzó a hacerle muecas al pequeño Yoongi, quien se encontraba en brazos de su padre y reía encantado con los gestos de su tío Hobi.
Jimin, divertido, le preguntó a su amigo — Hoseok, aún no me has dicho ¿Cómo terminaste casado con el vicecomandante Kim? ¿No decías que no te gustaban los hombres? —
Hoseok se sonrojó al instante y, sin saber muy bien qué responder, bajó la mirada mientras se rascaba la nuca—Bueno… una cosa llevó a la otra —murmuró, esquivando la mirada de Jimin.
Jimin frunció el ceño, sin comprender del todo.
Hoseok, resignado, soltó un suspiro—Cuando Taehyung todavía era sargento, me regaló su brazalete para poder ir a la capital, No sé cómo explicarlo, pero empezamos a pasar cada vez más tiempo juntos. Fue algo natural, y cuando menos lo esperaba….bueno, digamos que acabamos en la cama —dijo, con el rostro aún más rojo.
Los ojos de Jimin se abrieron de par en par, sorprendido y también un poco avergonzado—¡Increíble! —exclamó, riendo mientras Hoseok trataba de ocultar su nerviosismo.
—Y pensar que antes me quejaba de cómo todas las chicas querían ser la esposa de un militar… y ahora yo terminé siendo la “esposa” de uno— Murmuró Hoseok sonriendo.
Jimin, sin poder contener la risa, le dio una suave palmada en el brazo y lo corrigió—La palabra es “esposo”, Hoseok—
Ambos rieron, mientras alrededor los soldados disfrutaban del almuerzo.
El aire se llenaba con el sonido de risas y conversaciones mientras el escuadrón Cerbero descansaba del trabajo.
De repente, el suave rugido de un motor llamó la atención de todos, Al levantar la vista, los soldados vieron que el excomandante Jeon se acercaba. Aunque ya no llevaba uniforme ni cargo oficial, su mera presencia aún les inspiraba respeto, con una precisión casi ensayada, los miembros del escuadrón se pusieron de pie y lo saludaron con solemnidad.
Jungkook les devolvió el saludo con una breve inclinación de cabeza, pero en lugar de quedarse con ellos, sus ojos buscaron enseguida a su familia.
Al ver a Jimin, la dureza de su expresión se suavizó por completo, y una sonrisa sincera y cálida se dibujó en sus labios.
—¡Jungkook! —exclamó Jimin, su voz cargada de alegría y alivio, como si su sola presencia completara el día.
El pequeño Yoongi, sentado en el regazo de su Jimin, estiró sus bracitos hacia su padre, soltando una risa burbujeante.
Sin decir una palabra, Jungkook se acercó y, con ternura, le dio un beso suave a Jimin en los labios, como si fuera la primera vez. Luego tomó a Yoongi en sus brazos y lo levantó, haciéndolo reír aún más mientras el bebé intentaba alcanzar el rostro de su padre con sus manitas.
Jungkook lo sostuvo con una mirada llena de amor, y en ese momento todos los miembros del escuadrón pudieron ver una faceta de su excomandante que nunca habrían imaginado: la de un esposo y un padre feliz.
Algunos de los soldados intercambiaron sonrisas enternecidas, mientras otros trataban de disimular sus miradas, desviando la vista a sus platos.
Jungkook, al notarlo, levantó una ceja con una expresión que parecía decir “¿Qué miran?”, y los soldados, atrapados en su escrutinio, rápidamente bajaron la mirada, fingiendo una atención repentina y exagerada a sus alimentos. Jimin soltó una risita baja, disfrutando de la escena.
—¿Cómo te fue? —le preguntó en un susurro, acariciando el brazo de Jungkook.
—Todo está en orden —respondió Jungkook, mirándolo con una mezcla de orgullo y ternura— Nuestro matrimonio ya es oficial. Mi padre se encargó de algunas cosas, así que no hay nada de qué preocuparnos—
Jimin suspiró de alivio, y con un impulso de gratitud y amor, le dio un besito en la mejilla, que hizo que las orejas de Jungkook se tiñeran de rojo.
Los soldados miraron discretamente, sorprendidos por el rubor de su excomandante, que alguna vez habían visto en situaciones de peligro extremo y sin mostrar una pizca de temor. Pero en ese momento, la valentía de Jungkook parecía flaquear ante el cariño de su esposo.
En medio de la escena apareció Seokjin, con una sonrisa radiante y el brazo enganchado en el del comandante Kim, quien también parecía compartir la alegría del ambiente.
—¡Miren nada más! —bromeó Seokjin, con un tono burlón—. El temido excomandante de Cerbero se ha convertido en un esposo encantador y padre de familia. Qué cambio tan… adorable—
Jungkook soltó una risa breve y le lanzó una mirada de complicidad —Al menos yo no soy un chicle— replicó, arqueando una ceja con una sonrisa irónica— Que yo sepa, tú no puedes despegarte de tu novio ni un segundo—
Las risas contenidas y los murmullos sorprendidos llenaron el aire mientras los soldados intercambiaban miradas sorprendidas, ver al excomandante bromear de esa forma era casi increíble. Seokjin soltó una carcajada, llevándose una mano al pecho con fingida indignación.
—¡Por supuesto que soy un chicle! —respondió Seokjin, con un brillo orgulloso en sus ojos al mirar a Namjoon— Mi novio es el comandante más guapo y codiciado del ejército. Tengo que cuidarlo de cualquier… admiradora—
Namjoon, atrapado en el centro de atención, se sonrojó intensamente, tosiendo para disimular su turbación, mientras Seokjin lo miraba con una sonrisa satisfecha, le dio un beso en uno de sus adorables hoyuelos.
La risa contagiosa se extendió entre todos, llenando el lugar de una calidez especial.
Jungkook, con Yoongi todavía en brazos y Jimin a su lado, sintió cómo una paz profunda se asentaba en su corazón.
Era un momento sencillo, pero para él significaba todo. Entre risas, cariño y bromas, los lazos que los unían se sentían más fuertes que nunca, recordándoles que, después de todo lo vivido, en ese mundo lleno de muerte y dolor, gracias a Jimin había encontrado su propio hogar.
🌟
Después de tanto tiempo de espera, su casa estaba finalmente terminada.
Sus paredes estaban llenas de los colores que Jimin había elegido con tanto cuidado, cada rincón respiraba vida y personalidad, la amplia cocina estaba lista para ser el escenario de sus nuevas recetas, y el segundo piso con su balcón ofrecía vistas que Jimin adoraba.
Las paredes exhibían cuadros y fotos, recuerdos de ellos y de los amigos del escuadrón Cerbero que les habían ayudado a construir su hogar.
Había alfombras que añadían calidez, jarrones con flores frescas y una sólida cerca que rodeaba la casa, haciéndola sentir segura y acogedora. Con una sonrisa radiante y sus ojos brillantes de felicidad, Jimin colocó el último detalle: un tapete verde en la entrada con la palabra “Bienvenidos” grabada.
Jungkook se acercó, cargando al pequeño Yoongi en un brazo y rodeando con el otro la cintura de Jimin. Le dio un beso suave en la sien y, con un susurro lleno de promesas —Al fin, amor. Al fin podemos tener la vida que siempre soñamos—
Jimin, sin poder contener su felicidad, miró a Jungkook con ojos llenos de amor. Para él, este era el comienzo de algo más grande, una vida construida con esfuerzo y amor.
—Yoongi, ¿te gusta nuestra casa? —preguntó Jungkook, inclinando a su hijo hacia el nuevo hogar.
El bebé, ajeno al peso de las palabras, solo sonrió y se llevó un dedito a la boca, balbuceando alegremente. Jimin y Jungkook se rieron, encantados con la simple felicidad de su hijo.
De pronto, un vehículo militar se acercó a la entrada, Jungkook se dio cuenta de inmediato era su padre el comandante supremo, así que le dio el bebé a Jimin y suspiró.
Jungkook frunció el ceño ligeramente, y con una mano protectora puso a Jimin detrás de su espalda, haciéndole frente a su padre.
Gongyoo aunque su relación con su hijo seguía siendo complicada, había venido a darles noticias importantes.
—Jungkook —comenzó el comandante supremo, con su voz firme pero menos fría de lo usual— Todo se manejará de forma clasificada. Solo Cerbero, el equipo de SeokJin y yo, sabemos que Jimin está de regreso, tanto él como tú y tu hijo, estarán seguros, y algunos miembros del escuadrón siempre estarán cerca, en caso de que los necesiten. Aunque parece que los humanidad ha comenzado a aprender de sus errores… —hizo una pausa, como si estuviera evaluando su próxima frase—Siempre seguimos siendo humanos—
Jungkook asintió y agradeció, reconociendo el esfuerzo de su padre, aunque sin dejar de lado la distancia que aún los separaba —Gracias, padre—
El comandante supremo inclinó la cabeza en señal de aceptación, y luego añadió —Aunque ya no estás en el ejército, espero que sigas contribuyendo. Quizá, analizando informes o de alguna otra forma… La humanidad necesita mentes como la tuya—
—Lo pensaré —respondió Jungkook con cortesía, pero sin comprometerse.
En ese momento, Jimin se asomó por detrás de Jungkook y saludó al comandante con una sonrisa pura y luminosa, su mirada llena de inocencia.
El comandante se quedó un momento en silencio, sorprendido. Después de todo lo que había sucedido, no entendía cómo Jimin no le guardaba rencor, pero sus ojos se posaron entonces en el bebé que Jimin sostenía en sus brazos, y, al ver esos rasgos tan parecidos a los de Jungkook –y a los suyos propios–, algo en su corazón se estremeció.
—¿Cómo se llama? —preguntó, su voz más suave de lo usual.
—Yoongi, Jeon Yoongi —respondió Jungkook, con orgullo en cada sílaba.
Al escuchar su nombre, Yoongi miró al comandante y le dedicó una sonrisa inocente, balbuceando con sus manitas extendidas.
Jimin, con esa calidez que parecía envolverlo, miró al comandante y le ofreció al bebé— ¿Quiere cargarlo? —le preguntó, sonriendo— Es su abuelo, después de todo—
El comandante supremo abrió los ojos sorprendido, pero asintió y tomó al pequeño en sus brazos, Yoongi le sonrió y le tocó el rostro con sus manitas regordetas, como si reconociera a alguien importante. por primera vez en mucho tiempo, los ojos del comandante se humedecieron, y tuvo que apartar la mirada un momento para recomponerse.
Jimin, siempre atento, le sonrió amablemente y, tras una breve pausa, le preguntó— ¿Quiere quedarse a comer con nosotros? —
El comandante negó con la cabeza, devolviendo al bebé a los brazos de Jimin —No, gracias. Debo regresar… hay asuntos que atender —respondió, intentando recuperar su compostura—
Con una última mirada hacia su hijo y su familia, el comandante subió al auto y se quedó un momento observándolos desde el asiento.
Miraba a Jungkook junto a su esposo y su nieto, y aunque sabía que su relación siempre sería tensa, no podía evitar sentir una leve paz, le hacía feliz ver que su hijo estaba bien, aunque siempre quedaran palabras sin decir y secretos enterrados.
Sabía que Jungkook nunca se enteraría, que nunca entendería que si había tratado de salvar a su esposa, pero que fue ella misma quien, le dijo que la única opción para que la infección no se dispersara a las demás ciudadelas destruyera la F, y le había pedido que cuidara de sus hijos.
Quiza su forma de protegerlos, fue demasiado dura, Pero en el mundo que vivían, no tenían más opciones, les enseñó que los sentimientos solo podían traer sufrimiento y que su único propósito debía ser salvar a la humanidad.
Suspiró y, con un último vistazo, arrancó el vehículo, dejando atrás la casa que Jungkook y su familia.
Al verlo partir, Jungkook tomó la mano de Jimin y lo miró con una expresión serena— Esto es todo lo que necesito —murmuró, estrechando la mano de su esposo— Tú, Yoongi, y esta casa que construimos juntos—
Jimin lo miró, sintiendo su corazón pleno, y juntos cruzaron la entrada de su nueva casa, sabiendo que por fin podían dejar el pasado atrás y abrazar el futuro que tanto habían deseado.
Después de comer la nueva receta preparada, Jimin, con una sonrisa en los labios y el brillo de siempre en sus ojos, sacó un pequeño paquete de semillas — Solo falta una cosa, Jungkook… nuestro propio huerto—
Jungkook sonrió mientras Jimin le mostraba las semillas de todo lo que soñaba cultivar: zanahorias, berenjenas, tomates, por supuesto, las semillas de manzanas.
Con todos los implementos en mano, se arrodillaron juntos sobre la tierra fértil y comenzaron a sembrar, sus manos manchándose con el aroma de la tierra y el abono.
Entre risas y miradas llenas de amor, se robaban besos furtivos mientras vigilaban a Yoongi, que observaba a sus padres con curiosidad desde su lugar en el suelo, disfrutando del juego y de sus risas.
Estaban tan felices. Después de tanto dolor, de perder amigos y de enfrentar batallas interminables, después de casi perder la fe en la humanidad, allí estaban ellos, cumpliendo con su sueño de tener una vida tranquila, lejos del ruido de la guerra.
Jimin hundió las manos en la tierra, plantando semillas de zanahorias y tomates, riéndose cada vez que Jungkook le salpicaba con un poco de tierra.
Incluso el pequeño Yoongi terminó con sus mejillas un poco sucias, como si ya estuviera aprendiendo a jugar con sus padres. Cuando el sol empezó a descender en el horizonte, Jimin sacó finalmente las semillas de manzana, mirándolas con una mezcla de anhelo y emoción.
Era como si esas semillas representaran su sueño más profundo de paz y crecimiento.
—No puedo esperar a ver crecer este árbol y que un día nos dé sus frutos —dijo Jimin, con una sonrisa soñadora— Preparar tartas y papillas para Yoongi—
Jungkook lo miró y soltó una suave risa, sacudiendo la cabeza —Tendremos que esperar un buen tiempo —le dijo, acariciándole la mejilla— Tal vez dos o tres años antes de que den frutos—
Jimin hizo un puchero adorable, girándose hacia él— Tres años es mucho tiempo —protestó, con ese brillo travieso en sus ojos —Quiero manzanas pronto—
Jungkook no pudo evitar soltar una carcajada, tomando sus manos— Tenemos toda la vida por delante, Jimin. Tendremos muchas cosechas de manzanas, te lo prometo—
Jimin le sonrió y, sin previo aviso, le robó un beso. Pero luego se separó un poco y miró la tierra con una sonrisa traviesa— Tal vez pueda ayudar un poquito –murmuró, cerrando los ojos—
Jungkook lo miró intrigado mientras Jimin extendía sus manos hacia el suelo, sus dedos acariciando la tierra suavemente. De sus manos comenzó a emanar una leve luz, un rastro de la energía que aún residía en él.
En ese instante, una pequeña planta de manzano empezó a brotar, apenas una ramita con hojitas verdes, pero con la promesa de vida.
Jungkook sonrió, maravillado, y le dijo en tono juguetón— Eso es hacer trampa—
Jimin soltó una risa y le miró, agotado pero feliz— Es todo lo que puedo hacer —dijo con una sonrisa— No tengo mucha energía ya, así que… después de esto sí tendremos que esperar—
Jungkook lo abrazó, acercándolo a él, y lo miró con una ternura infinita —Te amo, mi Jimin—
Jimin suspiró, rodeando su cuello y mirándolo a los ojos con una calidez que irradiaba desde su interior.
—Yo también te amo, Jungkook. No tengo muchos recuerdos de mi pasado, pero sé que nunca me había sentido tan completo… Estoy feliz de ser humano, de haberte conocido, de enamorarme de ti y de haber creado a Yoongi juntos—
Jungkook le acarició el rostro, sus ojos brillando con el amor que sentía por él — Nuestro amor es un milagro… un milagro nacido del polvo de las estrellas –susurró— Ahora estamos juntos, y siempre lo estaremos—
Jimin sonrió, emocionado, y cerró los ojos mientras se acercaban el uno al otro. Sus labios se encontraron en un beso profundo, lleno de todas las emociones que habían compartido, de los sueños que habían construido juntos.
En ese momento, el viento les acarició la piel, como si la naturaleza misma celebrara con ellos su amor y su esperanza.
Yoongi, sentado en el suelo entre ellos, miraba la escena sin entender, pero con una sonrisa contagiosa en sus labios, balbuceando alegremente, sus manitas pequeñas intentaron alcanzar a sus padres, y ellos se separaron un poco, riendo y abrazándolo entre los dos.
Jungkook miró a Jimin y luego a su hijo, sintiendo que, finalmente, había encontrado su lugar en el mundo,había encontrado la paz y el amor que tanto había buscado.
Mientras el sol se ocultaba tras las montañas y el aire traía el aroma de la tierra recién sembrada, Jimin supo que su vida, su amor y su familia eran un sueño hecho realidad.
Y así, en esa casa construida en familia y amigos, y rodeados de la promesa de nuevas cosechas y de muchos años de felicidad, su historia de amor apenas comenzaba.
Hola mis amores aquí estoy yo de nuevo con el final de esta historia, de verdad que no creí que llegaríamos tan rápido a este punto y no tienen idea de lo agradecida que estoy con ustedes por seguirme a pesar de mis locuras y ocurrencias, se que está no es una temática convencional y tampoco a la que les tengo acostumbrados, Pero gracias, de verdad gracias por su apoyo.
Nuestro comandante y lindo esposito, por fin son felices con su mini motita Yoongi❤️
Se que tenían dudas y preguntas espero que las hayan resuelto en este capítulo, Jimin ya no es “inmortal” por así decirlo, porque como llegó a la conclusión SeokJin, el llevaba siglos vivo porque pasaba de un huésped a otro, Pero al fusionarse con el cuerpo de Hoonie, pues adquirió capacidades humanas y puede envejecer, llegar al final de su vida junto a Jungkook, claro ellos no se enferman, Pero si van a llegar a viejitos juntos, al igual Yoongi.
Nuevamente gracias, y si se lo preguntan, si hay posibilidades de capitulos extras, ya veremos qué traemos.
Cómo siempre esto fue escrito con mucha amor, su loquita Pottercita, los ama un montón.
Nos leemos, si tengo alguna nueva historia les avisaré.
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