Capítulo 8
Jeon miró la hora en la pantalla, eran las 2:55 AM, el permanecía solo en el centro de comando, las luces tenues del panel de control iluminaban su rostro, proyectando sombras duras en sus facciones.
Las pantallas mostraban el panorama del complejo agricola, ya tranquilo tras el caos que los infectados habían traído hace apenas unas horas, la situación estaba bajo control, por ahora. El constante zumbido de los sistemas y el leve parpadeo de los monitores eran los únicos sonidos en la vasta sala vacía.
Pero Jeon no podía relajarse. No era la primera vez que enfrentaba el peligro, ni sería la última, lo que le quitaba el sueño esa noche no eran los infectados o los riesgos del exterior. Era él.
Park Jimin.
El chico que había dejado en su casa, era alguien a quien apenas conocía desde hace un par de días, cuando lo rescató de ese infectado, el chico para el a pesar de que intentó investigar lo mejor que pudo, seguía siendo un misterio, pero algo en su fragilidad y dolor lo había tocado de una manera que Jeon no lograba comprender.
Jeon había visto a muchos hombres y mujeres quebrarse por el peso de la constante de batalla de la humanidad por mantenerse de pie, por la pérdida, por la desesperanza, pero con Jimin había sido diferente.
Con un suspiro recordó la manera en que el chico se había derrumbado frente a él, cómo sus lágrimas habían empapado su camiseta cuando lo abrazó sin pensarlo dos veces, vulnerable, perdido.
Jeon que estaba acostumbrado a la rigidez de sus decisiones y la distancia emocional, se había encontrado a sí mismo sin poder contenerse, sosteniéndolo entre sus brazos, como si su única misión en ese momento fuera consolarlo.
No entendía por qué, no era usual en él, y más preocupante aún, no era seguro.
Las alarmas internas no dejaban de sonar en su cabeza, su mente le decía desde el primer momento en que Jimin apareció corriendo intentando huir de ese infectado, que algo no estaba bien con el.
Las sospechas de una posible infección rondaban sus pensamientos, había algo en sus ojos, algo que no cuadraba, ese color inusual, aunque tal vez era miedo, tal vez algo más.
Pero, ¿por qué no podía alejarse? ¿Por qué esa sospecha no lo frenaba, sino que lo atraía aún más hacia él?
"Debes mantener la cabeza fría, Jeon", se dijo a si mismo en silencio, apretando los puños sobre la mesa de mando. Pero su mente no obedecía. Volvía una y otra vez a la misma imagen: Jimin, llorando en sus brazos, completamente solo, completamente roto.
Algo estaba mal, y Jeon lo sabía. Nada de esto era habitual en él, nunca había sido el tipo de hombre que se dejaba arrastrar por las emociones, mucho menos por alguien que apenas conocía, alguien que podía ser un peligro.
Sin embargo, ahí estaba, despierto a las tres de la madrugada, incapaz de despejar su mente del chico en su casa.
Quizás mañana sería diferente. Quizás Jimin solo necesitaba tiempo para recuperarse de todo shock que vivió en tan poco tiempo. O quizás... Jeon no quería ni pensar en la otra posibilidad.
El comandante se movio un poco en su silla, estirando sus músculos cansados, sintiendo el peso de la noche en sus hombros.
Afuera, la situación parecía controlada, pero dentro de él, todo estaba fuera de control, eso lo asustaba más que cualquier infección.
De repente, la puerta se abrió y Changbin, el especialista en municiones, entró apresuradamente, su expresión reflejaba una mezcla de cansancio y preocupación.
—Señor, tenemos que hablar, es grave—
El comandante Jeon levantó la mirada de las pantallas y se giró hacia su subordinado, notando la seriedad en su voz.
— ¿Qué ocurre, Changbin? —
Changbin tragó saliva —Las municiones de Karhozanium, señor... Se están agotando, la ofensiva de anoche en el complejo agrícola nos hizo gastar mucho más de lo previsto, Las reservas apenas están al limite—
Jeon frunció le ceño, eso sí que eran pésimas y preocupantes noticias— ¿Lo que tenemos como para cuánto tiempo alcanza ? —
—Me temo que un mes como máximo, señor. Además, las reservas de la ciudad Capital también están casi agotadas, el mineral es cada vez más escaso, ellos esperan que nosotros lo solucionemos— Explicó Changbin.
Jeon dejó salir un suspiro, una preocupación más añadida a su gran lista, necesitaba encontrar una solución, básicamente el futuro de la raza humana dependía de ese mineral.
La humanidad casi se extinguió ante los ataques de los simbiontes, antes de dar con el karhozanium, un raro mineral que apareció en los agujeros donde cayeron los meteoritos muchos años después, y la única debilidad que tenían los simbiontes que los eliminaba completamente.
Sin embargo habían pasado un par de cientos de años después de eso, y las minas y yacimientos se estaban agotando.
Su generación podría ser la última, si no encontraban una solución a largo plazo, pero Jeon no se daba por vencido, la humanidad aún podría resistir, solo necesitaba buscar la forma de hacerlo.
—¿Qué opciones tenemos? — Preguntó suspirando.
Changbin tomo inhaló —Solo una, señor. Debemos terminar la misión de los soldados caídos, recolectar el mineral del yacimiento que descubrieron y enviarlo a la capital para ser procesado antes de que nos volvamos más vulnerables—
La opción era lógica y la mejor, pero si el escuadrón Cerbero dejaba la ciudadela E, esta quedaría desprotegida, con las bajas que ya tenían y las pocas municiones.
Pero no había otra opción, esperaba que esos muros pudieran resistir mucho más, y que los infectados no volvieran a entrar.
—Bien, al amanecer organizaremos nuestra estrategia, para salir hacia el yacimiento, ve a descansar— Murmuró.
—Si señor — El hombre hizo un saludo militar y salió dejándolo solo nuevamente.
Jeon se quedó nuevamente solo, tratando de pensar en la mejor forma de actuar, sin tener que perder tantas vidas en el proceso, el precio de salir de las ciudades, solía ser muy caro para los militares.
Y también debía tratar otro tema, cierto científico con el que no había hablado en todo el día, debía estar en su laboratorio, debía convencerlo de regresar a la capital, SeokJin era una de las mentes mas brillantes de la actualidad, no podía permanecer en un lugar con una seguridad inestable como la ciudadela E.
El problema, era que el hombre estaba reacio a dejar esta zona, debido a sus investigaciones, sobre la explosión molecular que descubrió, y aunque Jeon sabia lo importante que era, no quería que SeokJin estuviera en peligro.
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El sonido del equipo científico zumbaba suavemente en el laboratorio, entre las luces frías, SeokJin miraba la pantalla de su ordenador con asombro mientras pasaba datos a alta velocidad.
Frente a él, sobre la mesa, las muestras de la planta, estaban esparcidas, enredaderas y hojas vibrantes que nunca deberían haber existido en una especie como esa. Justo en ese momento, la puerta del laboratorio se deslizó silenciosamente.
El comandante Jeon entró, su figura recta y firme enfundado en su uniforme negro, contrastando con la atmósfera académica del lugar.
—¡Jeon! Justo a tiempo, no te imaginas lo que he descubierto—
Jeon miró los restos de la planta con indiferencia —¿Es sobre esa planta? Pensé que solo estabas aquí para analizarla, No tengo tiempo para botánica, necesito hablar contigo —
SeokJin emocionado, ignoró por completo el comentario —Esto no es botánica normal, mi querido comandante Jeon, mira esto —hizo un gesto hacia las pantallas mientras las imágenes genéticas de la planta giran en el aire virtualmente.— Esta planta… no debería existir. O al menos, no en esta forma—
Jeon cruzó los brazos, claramente no impresionado —¿Qué quieres decir con que no debería existir? —
Seokjin tocó la pantalla y ampliando los datos genéticos —La especie de la que proviene es conocida por sus características simples, flores, sin enredaderas, algo extremadamente básico, pero esto —señaló la planta— tiene enredaderas, raíces que parecen evolucionadas para buscar nutrientes de una manera que no había visto antes. ¡Es como si hubiese sido reestructurada! —
Jeon frunció el ceño—¿Reestructurada? ¿Cómo? —
El entusiasmo del científico era creciente, así que siguió hablando —Es como si algo externo hubiera alterado su composición genética, Jeon, estas enredaderas no son resultado de una simple mutación. ¡Esto fue un cambio controlado! Mira el ADN. Hay secuencias aquí que no deberían estar presentes, como si alguien o algo hubiera modificado el código genético para que desarrollara estas nuevas características, moleculares y celulares — terminó de explicar maravillado.
Jeon se inclinó ligeramente hacia adelante, interesado a pesar de su escepticismo —¿Estás diciendo que esto fue provocado por… manipulación genética? ¿Alguien está jugando a ser Dios con las plantas? —
SeokJin movió la cabeza lentamente —Esa es la cuestión, esto no fue hecho por humanos, Jeon, al menos no con las tecnologías que tenemos ahora. He tratado de replicar los cambios en el laboratorio, y no puedo. Ninguna radiación, ningún químico conocido podría haber causado esta transformación tan rápida y precisa. —Hizo una pausa dramática, mirando la planta como si fuera un tesoro extraterrestre.— Es como si… la planta hubiera sido afectada por una inteligencia externa, algo que tuviera el poder de alterar su biología desde adentro—
Jeon entrecerró sus ojos y bajó voz con precaución —¿Estás insinuando que es cosa de los simbiontes? —
Seokjin titubeó un segundo, sin querer sonar completamente irracional —No puedo asegurarlo… pero hay algo que no entiendo. Nunca hemos visto una planta hacer esto, ni aquí, ni en el ecosistema anterior antes de todo el desastre, si los simbiontes pueden hacer esto… podrían no ser solo parásitos que causan monstrualizacion en los humanos infectados, podrían estar evolucionando y ser más avanzados de lo que creemos, o tal vez estamos ante algo completamente nuevo. Lo que es seguro es que esta planta no ha sido alterada por algo que entendamos—
El comandante Jeon observó la planta por unos segundos más, su mente trabajando rápido. Algo sobre la manera en que Seokjin había descrito la situación lo ponía inquieto.
Tal vez era simplemente una planta que evolucionó… o tal vez era la señal de que los simbiontes tenían habilidades que aún no conocían.
Jeon suspiró —Mantén esto en secreto, altamente clasificado no queremos que cunda el pánico, quiero más análisis, regresa a la capital para que tengas trabajes mejor—
—¿Y dejar el área más cercana a la explosión?, estás loco no me voy a ir, en su lugar diria que debo ir nuevamente al sitio donde encontramos la planta, deben haber más pistas allí, algo que pasamos por alto — Murmuró Jin más para si mismo que para Jeon.
—Ya te dije que no, las imágenes satelitales muestran que ese lugar está plagado de infectados, no es seguro ademas debo salir de la ciudad— hizo saber Jeon— Si no quieres irte está bien, pero ponte en contacto con la capital y que te envíen todo lo que necesites a través de los trenes subterráneos, si descubres algo nuevo, me lo dices inmediatamente—
SeokJin asintió emocionado —Sí, comandante — soltó divertido haciendo un saludo militar —Estoy seguro de que estamos al borde de un descubrimiento revolucionario, este puede ser solo la punta del iceberg, estoy seguro de que esto esta relacionado con la explosión que pudo destruir a los simbiontes a nivel celular, y no sé cómo, pero lo descubriré—
El comandante Jeon asintió brevemente antes de girarse para salir del laboratorio, dejando a Seokjin con sus teorías y a la planta que podría esconder más de lo que nadie, ni siquiera él, podría imaginar.
Ahora debía encontrar una forma de organizar a su escuadrón, para que tanto ellos en su misión para recolectar el mineral, como SeokJin y todos los habitantes de la ciudadela E estuvieran seguros.
Y dejar a alguien que vigilara a Jimin, eso también era importante.
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Jimin se estiró de forma perezosa y dio vueltas en la enorme y cómoda cama en la que dormía.
Anoche después de un baño calientito, pudo al fin relajarse un poco y descansar como le indicó el comandante antes de irse, le agradecía al hombre haberle dado un lugar donde pasar la noche.
Y entendiendo un poco la ironía humana, se dio cuenta que se sintió “seguro” en los brazos de de la persona con la que corría más peligro.
Y ahora estaba durmiendo en la casa del comandante Jeon, durmiendo en su cama y sintiéndose un poco más relajado
Los recuerdos de la noche anterior eran terribles, pero ahora suponía que a esto estaban acostumbrados los humanos, y asimilaba un poco más la fragilidad de la vida, y también lo ponía triste.
Sacó su cabeza debajo de las cobijas estirándose, su cabello dorado un tanto desordenado, sus ojos algo hinchados por el llanto de la noche anterior, sus mejillas rojas y sus bonitos labios con un leve puchero.
Inocente de que había estado siendo observado los últimos minutos.
Jeon avanzó, rompiendo el silencio del cuarto, su voz, baja pero firme, resonó con una calma calculada.
—Puedes quedarte aquí todo el tiempo que necesites —dijo, inclinándose ligeramente hacia Jimin que aún lo miraba algo aturdido por el reciente despertar.
Jimin solo asintió suavemente, agradecido, aunque un destello de sorpresa cruzó por sus ojos.
Jeon extendió una mano hacia él. —Dame tu mano —añadió.
Jimin, aunque algo inseguro, obedeció, estaba demasiado aturdido como para pensar.
Jeon sacó de su bolsillo un brazalete plateado, adornado con el emblema de un lobo de tres cabezas. Sin previo aviso, lo deslizó con cuidado sobre la muñeca de Jimin.
Los ojos de Jimin se abrieron, incrédulo, observó el brazalete con asombro, había escuchado de sus amigos que solo las esposas de los militares tenían permitido llevar uno de esos.
Se veía muy diferente al de los recuerdos de Hoonie, que era negro como plástico y muy simple, el peso del metal, aunque ligero, le hacía sentir una responsabilidad que no estaba seguro de entender.
—¿Por qué me das esto? —preguntó, con una mezcla de curiosidad y temor.
simplemente le restó importancia con un leve movimiento de hombro.
—Necesitas uno de esos para permanecer en el complejo militar, además ya no puedes ir a trabajar a la zona agrícola, necesitas un nuevo trabajo, uno dónde te paguen con dinero — contesto simplemente restándole importancia con un leve encogimiento de hombros.
—Pero, dicen que esto… —murmuró, levantando la muñeca para que el brazalete quedara a la vista— es muy importante. —Sus ojos buscaron los de Jeon— Lo usan las esposas de los soldados, ¿no? Deberías guardarlo para ella—
Jeon, que hasta ese momento había mantenido una postura relajada, cruzó los brazos y desvió la mirada por un instante.
—No es para tanto —dijo con una sonrisa apenas perceptible, tratando de restarle importancia a la situación— Es solo un brazalete de emergencia. A los soldados nos dan dos por si se daña uno, me lo devolveras cuando te entreguen el tuyo —Aunque su tono era despreocupado.
Pero Jimin no estaba del todo convencido.
El brazalete, con el emblema del lobo de tres cabezas del escuadrón Cerbero del comandante, se sentía demasiado personal. No era cualquier dispositivo. Sabía lo que representaba.
Jeon finalmente lo miró directamente, su expresión seria pero no severa.
—Mira, ya te dije que necesitas esto si vas a quedarte aquí, el complejo militar tiene sus reglas y no quiero que te metas en problemas. —Bajó un poco la voz— No es más que eso—
Sin embargo, las palabras que omitía pesaban en el aire, el símbolo de protección no era algo que Jeon ofreciera a cualquiera, y aunque intentara quitarle importancia, ambos sabían que el significado del brazalete iba más allá de la simple necesidad de "emergencia".
—Hoy me iré a una misión fuera de la ciudad, el sargento Kim TaeHyung quedará a cargo de tu seguridad, obedécelo el te ayudará en lo que necesites — Terminó el comandante y se dio la vuelta para salir de la habitación.
Jimin se quedó aún sentado en la cama, mirando el objeto en su muñeca y la espalda del comandante al salir.
Mis amores buenos días, feliz domingo, terminé este capítulo cuando me desperté está madrugada, pero me quedé dormida antes de publicarlo.
Espero les guste, ¿Qué piensan de todo esto?
Díganme quiero saberlo todo.
Le amo ❤️
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