Capítulo 7
El cuerpo de Taemin se desplomó en el suelo, el estruendo del disparo aún haciendo eco en sus oídos.
Jimin apenas podía respirar.
La sangre de Taemin se expandía lentamente por el suelo, como una mancha imborrable.
El comandante bajó el arma sin titubear, sus ojos fríos y su postura firme, sin ningún remordimiento, ni dudas, un infectado es un enemigo, y la compasión no tiene cabida cuando el destino de la humanidad está en juego.
Para él, esto era una decisión más, una de tantas, pero para Jimin, el mundo acababa de detenerse.
Sus manos temblaban, pero no podía moverlas, sus pensamientos eran un caos de imágenes y sonidos entremezclados: la sonrisa de Taemin, las conversaciones que habían compartido ese dia, y ahora... su muerte, tan rápida y definitiva. ¿Por qué? ¿Cómo había llegado a esto?
—Estaba infectado —dijo Jeon con la misma frialdad con la que había disparado—No había otra opción —
Jimin sintió que la garganta se le cerraba. Su mirada iba de Taemin al comandante, intentando encontrar un sentido a todo.
"Infectado." Esa palabra resonaba en su mente como una sentencia de muerte, y lo hacía sentir aún más vulnerable, expuesto. ¿Y si ellos sabían? ¿Y si se daban cuenta de lo que realmente era él?
Tragó saliva, queriendo decir algo, cualquier cosa, pero las palabras no llegaban. Su propio miedo le cortaba la voz. Si el comandante había matado a Taemin sin dudar, ¿qué haría cuando descubriera quién era Jimin en realidad? Su pecho se apretaba con ese pensamiento.
Jimin podía ser el siguiente.
—Vete a casa, —dijo el comandante, su tono duro, aunque ahora había un atisbo de compasión en su voz.
"Casa..." La palabra retumbaba en su mente, pero no le daba consuelo. La única casa que conocía era la que estaba en los recuerdos de Hoonie, la que compartía con Bang y Eunwoo.
No podía ir allí, no sin saber lo que encontraría.
Pero más que eso, tenía miedo de que el comandante notara algo raro en su comportamiento, que percibiera que algo en él no era normal. Si lo hacía, terminaría igual que Taemin.
El pánico lo consumía por dentro, pero no podía mostrarlo, no podía permitir que sospecharan.
—Sargento Kim —el comandante interrumpió sus pensamientos—. Llévalo a casa—
El sargento asintió, acercándose a Jimin con pasos firmes pero medidos, casi con cautela.
—Vamos —le dijo, su tono era bajo, pero no impaciente.
Jimin no dijo nada. Apenas pudo asentir mientras sus pies se movían, aunque su mente seguía enredada en el miedo. El peso de la muerte de Taemin lo aplastaba, tenia un nudo en el estómago y le garganta apretada y sus ojos ardían.
A cada paso que daba, sentía la mirada del comandante y del sargento sobre él. Un sudor frío le recorrió la espalda. Tenía que controlarse, tenía que parecer lo más humano posible, aunque por dentro estuviera cayéndose en pedazos.
Caminó al lado del sargento en silencio, su corazón latiendo con fuerza, tratando de no pensar en lo que podría pasar si descubrieran la verdad. De alguna manera, tenía que sobrevivir.
El toque de queda ya había comenzado cuando el sargento Kim dejó a Jimin rente a la casa de Bang.
Las luces dentro estaban encendidas, lo que significaba que alguien estaba en casa, pero Jimin vaciló. Su ritmo cardíaco estaba fuera de control. Sabía que no era realmente Hoonie, y si los amigos de Hoonie lo miraban de cerca, lo descubrirían.
Pero no tenía elección. Con un suspiro profundo y tembloroso, tocó la puerta.
Unos segundos después, la puerta se abrió bruscamente y Bang apareció en el umbral.
Al principio, el rostro de Bang se congeló en una mezcla de sorpresa y desconcierto, sus ojos se agrandaron, y la incredulidad se apoderó de él, era como si el mundo hubiera dejado de girar por un instante.
—Ji, ¿Ji?... —Balbuceó Bang, incapaz de procesar lo que veía frente a él —¿Sobreviviste?, el infectado estaba sobre ti, yo lo ví, ¿Cómo es posible? —
Jimin permaneció en silencio, incapaz de encontrar las palabras correctas. Sabía que en ese momento, su mera presencia era una mentira.
Sabía que él no era Hoonie, y que no debía estar ahí. Pero antes de que pudiera decir algo, el rostro de Bang cambió drásticamente.
La sorpresa se desvaneció y fue reemplazada por una ira que se encendió como una chispa en sus ojos. Su incredulidad se transformó en rabia pura, como si ver a "Hoonie" con vida fuera un insulto personal
Una herida que acababa de abrirse de nuevo.
—¿Cómo te atreves...? —Bang apretó los dientes, sus puños cerrándose a los costados— ¿Cómo te atreves a aparecer aquí? —
Jimin dio un paso atrás instintivamente, el tono cortante de la voz de Bang golpeándolo como un puñetazo en el pecho, quiso decir algo, explicar, pero antes de que pudiera abrir la boca, Bang continuó, su voz subiendo de volumen con cada palabra.
—¡Tú no deberías estar aquí! —gritó, su furia creciendo— ¡La única razón por la que te soportaba era porque a Eunwoo le importabas! Pero ahora... ¡Eunwoo está muerto! —Bang hizo una pausa, su voz quebrándose por un segundo antes de volverse más cortante— ¡Y debiste ser tú! ¡Tú deberías haber muerto en su lugar, no él! —
Las palabras eran como golpes. Cada una de ellas hacía que Jimin sintiera que el suelo bajo sus pies se desvanecía. No sabía qué decir, no sabía cómo responder a ese torrente de rabia y dolor. No era Hoonie. No tenía derecho a defenderse, pero aún así, escuchar esas palabras lo hizo estremecer.
—Eunwoo... —Bang pronunció el nombre de su amigo como si fuera un veneno, su rostro se torció en una mezcla de dolor y odio— Era la única razón por la que siquiera te miraba. ¡Era el único que te quería aquí! Y ahora... —Señaló con furia hacia Jimin, sus ojos ardiendo— Ahora que él ya no está, no quiero volver a verte—
Bang ingresó a la casa y saco una bolsa de basura —¡Recogí tus cosas, Ji! Iba a tirarlas a la basura, pero ya que estás aquí... hazlo tú mismo—
Las palabras resonaron como un eco cruel en la mente de Jimin, Bang estaba tan cegado por el enojo y el dolor que no veía las pequeñas diferencias, los detalles que delataban que el "Hoonie" frente a él no era la misma persona.
Para Bang, lo único que importaba era que había perdido a Eunwoo. Y en su corazón roto, la presencia de "Hoonie" solo añadía sal a la herida.
Bang dio un paso hacia atrás, su mirada llena de desprecio antes de dar media vuelta y cerrar la puerta con un golpe fuerte.
Jimin se quedó allí, congelado en el porche, mirando la puerta cerrada frente a él, su mente girando con los gritos de Bang resonando en su cabeza, el frío de la noche lo envolvió, pero era nada comparado con el vacío que sentía en su interior.
Se dejó caer en el porche, con la mirada perdida, había perdido a su amigo Taemin esa misma noche, y ahora, incluso en el cuerpo de Hoonie, no tenía un lugar a dónde ir.
Las palabras de Bang seguían resonando: "Tú deberías haber muerto".
Se abrazó a sí mismo, sintiendo la frialdad de la noche y la soledad apoderarse de él, mientras las luces de la casa detrás de él se apagaban. No había más refugio. No había más hogar, se sentía muy solo, aunque siempre lo había estado, viviendo de sus huéspedes animales o plantas, simplemente nunca estuvo consciente de ellos.
Las lágrimas mojaron sus mejillas, los humanos eran demasiado complejos, sus emociones y sentimientos, sus temores, todo era tan complicado de entender y dolía.
Quería irse, quería poder salir de este lugar, llevarse el cuerpo de Hoonie y tener una vida tranquila, ¿Acaso era eso posible?
El frío de la noche parecía intensificarse mientras Jimin permanecía sentado en el porche, perdido en sus pensamientos, las calles vacías se extendían como un manto oscuro, y el silencio se interrumpía solo por el ruido ocasional de vehículos militares en la distancia.
De repente, unas pisadas firmes y decididas resonaron en el aire.
Entre las sombras de la noche apareció el comandante Jeon, su imponente figura resaltada por la luz de los faroles, su insignia plateada brillaba intensamente, captando la atención de Jimin, quien levantó la vista con lentitud.
El rostro de Jeon estaba parcialmente oculto bajo las sombras, pero la intensidad de su mirada lo decía todo.
—¿Qué haces aquí fuera?, el toque de queda a iniciado hace mucho —preguntó Jeon con voz firme, deteniéndose frente a Jimin.
Había una mezcla de sospecha y autoridad en sus palabras, como si ya conociera la respuesta, pero necesitara confirmarla.
Jimin apartó la mirada, sintiéndose aún más pequeño ante la presencia del comandante, El nudo en su garganta se apretó, pero, tras un breve momento de silencio, respondió con voz apagada.
—Ya no es mi casa… —murmuró, mirando de nuevo la puerta cerrada—. No tengo a dónde ir—
El comandante lo observó por unos instantes en silencio, como evaluándolo.
Había algo que seguía molestándolo acerca de “Jimin” que aún no lograba encajar del todo las piezas de su historia, sobre como sobrevivió.
Sin embargo, tras haber sido testigo del ataque de los infectados y de la forma en que Jimin perdió a su amigo Taemin ante sus ojos, algo dentro de Jeon pareció suavizarse, nunca había pasado antes.
Jeon respiró profundamente y se inclinó un poco hacia él, manteniendo el tono severo, pero algo más comprensivo.
—Ven conmigo —dijo finalmente, haciéndole un gesto con la cabeza para que se levantara.
Jimin lo miró con cierta sorpresa, pero no se atrevió a preguntar nada, se puso de pie, algo inseguro, y siguió al comandante sin oponer resistencia.
Caminaban en silencio por las calles desiertas del complejo militar, los faroles proyectaban largas sombras, y el eco de sus pasos era lo único que rompía la quietud de la noche.
Después de unos minutos, llegaron a una vivienda modesta pero segura dentro del área militar.
Jeon abrió la puerta y entró, esperando a que Jimin lo siguiera, el lugar estaba ordenado y práctico, con apenas lo necesario para vivir, nada de lujo, pero lo suficientemente acogedor en comparación con el frío exterior.
—Puedes quedarte aquí temporalmente —le dijo Jeon, girándose hacia Jimin y señalando un pequeño sofá— No es mucho, pero al menos no estarás afuera—
La calidez del lugar contrastaba con el frío exterior, pero para Jimin, esa sensación no aliviaba el vacío en su pecho, se quedó de pie en medio de la sala, mirando el suelo, un poco perdido en sus pensamientos que divagaran hacia la conversación que tuvo esa misma mañana con Taemin y Hoseok.
Habían hablado con tanta emoción sobre los cerditos guerreros que querían criar juntos, esa idea, aunque fantasiosa, les había traído un momento divertido y lleno esperanza en medio de la oscuridad de su realidad, pero ahora, Taemin no estaba, el jefe Rob tampoco y los cerditos…
—Comandante… —comenzó a decir Jimin en un tono apenas audible, sin atreverse a levantar la mirada— ¿Qué va a pasar ahora? ¿Qué va a pasar con los cerditos? Taemin y yo, hablábamos de criarlos esta mañana—
El comandante lo observó con el ceño fruncido, todavía intentando entender el caos emocional que envolvía al chico. Había algo extraño en su comportamiento, pero no podía negar que había pasado por mucho en un solo día. Suspiró, intentando responder con la mayor franqueza posible.
—Los cerditos… — Murmuró Jeon, con un tono serio— Debido a que son omnívoros han comido restos de infectados, y aunque no se infectan de forma agresiva, lo más probable es que sean foco de infección, y no podemos arriesgarnos a que se conviertan en un problema más—
Las palabras cayeron sobre Jimin como un balde de agua fría, algo dentro de él se rompió al escuchar aquello, el dolor lo invadió de una manera tan intensa que apenas pudo controlarlo.
Antes de darse cuenta, las lágrimas comenzaron a correr nuevamente por sus mejillas, al principio, silenciosas, pero pronto su respiración se volvió irregular, y el llanto fue inevitable, no podia dejar de llorar ni porque lo intentará.
El comandante Jeon lo miró, sorprendido e incómodo, nunca había consolado a nadie en su vida, su trabajo no se lo exigía, y las emociones eran algo que él solía mantener a raya, una muestra de debilidad que no se permitía.
Pero ver al chico desmoronarse delante de él, tan vulnerable, le hizo sentir algo que no podía ignorar, sin pensarlo mucho, Jeon dio un paso hacia Jimin y, con una torpeza inusual en él, lo envolvió en un abrazo firme.
Sus brazos, acostumbrados a manejar armas y entrenar soldados, rodearon a Jimin en un gesto protector.
Jimin se hundió en el abrazo, incapaz de controlar el llanto, Sentía una tristeza que no sabía cómo explicar ni comprender del todo, pero en ese momento, no importaba, el comandante, fuerte e imponente, lo sostenía como si con ese gesto pudiera protegerlo del dolor que sentía.
Jeon no dijo nada, simplemente lo sostuvo, con la mirada perdida en algún punto de la habitación, mientras el chico lloraba en su pecho.
A pesar de la rigidez de sus movimientos, había algo reconfortante en el abrazo del comandante, era una seguridad silenciosa, una fuerza que Jimin no había sentido nunca antes.
Y, aunque fuera solo por unos minutos, le permitió descargar un poco de todo lo que había estado acumulando dentro de sí.
Finalmente, el llanto de Jimin comenzó a calmarse, y sus sollozos se convirtieron en respiraciones más profundas y controladas.
Jeon, aún sin soltarlo del todo, aflojó ligeramente el abrazo.
—Descansa —murmuró el comandante, con una voz más suave de lo que esperaba— Mañana hablaremos de todo esto. Por ahora, necesitas recuperar fuerzas—
Jimin asintió, aún sintiendo el calor del abrazo de Jeon, aunque el dolor seguía presente, algo en ese gesto le dio una pequeña chispa de esperanza, una sensación de que no estaba completamente solo.
Mis amores aquí está el capítulo de hoy, espero les guste mucho, mucho.
Besitos para todos 😘
Nos leemos.
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