Capítulo 43

Jungkook salió del laboratorio, dejando atrás la protección de las paredes donde había pasado los últimos días absorto en su dolor.

La esfera, con ese pequeño fragmento de Jimin dentro, ahora estaba en manos de Seokjin, pero su ausencia pesaba sobre él como una sombra persistente. A medida que avanzaba, sentía el frío del mundo real, un mundo marcado por la devastación y la pérdida.

Al caminar por las calles, vio el panorama desolador que la reciente batalla había dejado atrás. Los edificios, antes llenos de vida y actividad, yacían en ruinas; algunos tenían enormes grietas y otros apenas se mantenían en pie, cubiertos de hollín y escombros, grupos de personas, soldados y civiles, se movían entre los restos, muchos con trajes biológicos.

Jungkook observó cómo se dedicaban a levantar cuerpos de infectados petrificados, aquellos que una vez habían sido humanos. Él apretó los dientes; la visión era dolorosa, y en su pecho ardía una mezcla de tristeza y furia contenida.

A lo lejos, una fila de personas aguardaba para recibir raciones de comida que los militares distribuían. Los rostros de los civiles reflejaban una mezcla de miedo y agotamiento, y sus ojos buscaban, casi con desesperación, algo en qué creer.

 Jungkook notó que varios de ellos lo observaban cuando pasaba; sus miradas eran de respeto y, a la vez, de compasión. Ellos sabían lo que había perdido, y aunque no podía soportar pensar en ello, sabía que su dolor era visible para todos.

Cada saludo militar que recibía de los soldados a su paso se sentía como un recordatorio, como un tributo al sacrificio de Jimin. Al principio, se limitó a devolver el saludo de forma mecánica, pero poco a poco fue sintiendo que sus pasos se fortalecían. Había asumido esa marcha con un propósito, y aunque su corazón seguía roto, no podía permitirse desfallecer ahora.

Al llegar al centro de mando, Jungkook se detuvo un momento y respiró hondo antes de entrar. Allí, encontró a varios miembros de su escuadrón ya reunidos, y cuando sus ojos se encontraron con los de Namjoon, el vicecomandante, su mirada era seria pero llena de solidaridad.

TaeHyung también estaba presente, y ambos lo saludaron con respeto, un respeto que Jungkook devolvió, aunque sus pensamientos permanecían nublados.

— Namjoon, —pidió, haciendo un esfuerzo por concentrarse en la situación. —Dame el informe completo—

Namjoon asintió, organizando sus pensamientos antes de comenzar a hablar —Comandante, en la Ciudadela A las pérdidas fueron menores que en la capital. El Capitán Lee y Jungwoo están trabajando para mantener el orden allí y ayudar a la gente a recuperarse —informó, manteniendo el tono profesional a pesar de la tensión que llenaba el ambiente. —En la Ciudadela C, la situación es… irónica. A pesar de ser una de las zonas más olvidadas y pobres, quedó casi intacta. Parece que los infectados concentraron su ataque en la capital, causando grandes daños—

Jungkook asintió con un movimiento sutil, mientras Namjoon continuaba.

—El verdadero problema ahora es el miedo que permanece. Muchos dudan de que la amenaza haya terminado. Algunos están considerando explorar por su cuenta fuera de los muros. La situación en la capital es especialmente difícil; el edificio del consejo fue uno de los primeros en ser atacados, y perdimos a muchos de sus miembros. Estamos sin una estructura de mando civil clara, y es urgente encontrar un nuevo equilibrio para restaurar la calma—

Jungkook escuchabócada palabra con atención y se tomó un momento antes de preguntar con voz baja— ¿Y el comandante supremo? —

—Debe estar en la reunión con los altos mandos —respondió Namjoon— Están buscando soluciones para dar una respuesta a la gente—

Jungkook asintió nuevamente, absorbiendo la información.

Justo en ese momento, Hoseok, prácticamente había sido el mejor amigo de Jimin, entró en la sala con un pequeño paquete en sus manos, pero se detuvo al mirarlo —¿Cómo está comandante Jeon? — sus ojos se llenaron de lágrimas contenidas.

Jungkook sintió un nudo en la garganta al oír aquella pregunta. No había una respuesta simple, pero tras respirar profundamente, — Todo está… mejorando, poco a poco, ¿Y tú?—

—También, mejor, yo… he estado trabajando en el refugio de los niños que quedaron huérfanos, en el comedor — Respondió.

Jungkook asintió y sus ojos se detuvieron en el paquete de comida que Hoseok le entregaba a TaeHyung, y una oleada de nostalgia lo invadió. Recordando cómo Jimin solía cocinar para el. La ausencia de su esposo era casi palpable en el aire, y cada pequeño detalle se sentía como un cruel recordatorio de lo que había perdido.

Aun así, se obligó a enderezarse, mostrando una postura decidida. Sabía que debía continuar, tanto por Jimin como por aquellos que aún lo miraban con esperanza.

—Me retiro —Anunció, volviendo a su tono profesional. —Asistiré a la reunión que organiza el comandante supremo—

Con una última mirada a sus compañeros, se dirigió hacia la sala de reuniones, sabiendo que ahora tenía que liderar, aunque su corazón aún sangrara por dentro.

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El comandante Jeon entró a la sala de reuniones, y la conversación se detuvo de inmediato. Los altos mandos militares que ya estaban sentados se pusieron de pie en cuanto lo vieron, y todos le ofrecieron un saludo militar respetuoso. Su presencia imponía respeto y transmitía una calma solemne, una fachada inquebrantable que ocultaba el dolor y la determinación que llevaba dentro.

— Bienvenido, comandante Jeon —dijo el comandante supremo, asintiendo con un leve gesto.

Jungkook devolvió el saludo con una inclinación serena, manteniendo su expresión impasible mientras tomaba asiento.

El comandante supremo anunció el inicio de la reunión, y pronto comenzaron a discutir la situación, repasando los informes que ya Namjoon le había adelantado.

Expusieron con seriedad los daños que había sufrido la capital y detalló las pérdidas humanas y materiales. Varios de los altos mandos empezaron a dar sus opiniones sobre cómo reconstruir y proteger la ciudad.

Algunos sugirieron que la capital debía ser reconstruida primero, pues era el centro de poder y recursos. Otros, sin embargo, creían que los recursos debían distribuirse equitativamente entre las distintas ciudadelas para evitar resentimientos.

 La discusión se tornó tensa cuando un par de generales se contradecían entre sí, cada uno defendiendo el valor de sus propios territorios.

Jungkook observaba en silencio. Carraspeó ligeramente y, tras un suspiro profundo, se decidió a hablar.

— La comunidad está en pánico —comenzó, con voz firme— Hemos logrado detener la amenaza, pero la gente no está segura de que los infectados hayan sido realmente exterminados. Hay quienes quieren salir a explorar, desesperados por reconstruir sus vidas, mientras otros están demasiado asustados para dejar la seguridad de las ciudadelas. No podemos ignorar estas diferencias—

Todos los presentes lo miraron con atención. Jungkook continuó:

— Creo que es momento de escuchar a todas las personas. Es cierto que la capital es importante, pero no podemos relegar a las otras ciudadelas. La gente merece ser escuchada, y restaurar el consejo es un primer paso, aunque esta vez debemos incluir a representantes de cada ciudadela, no solo de la capital—

Algunos de los mandos asintieron, mientras otros permanecían en silencio, reflexionando sobre su propuesta. Jungkook prosiguió, su voz calmada pero llena de determinación:

— Propongo que las comunidades de cada ciudadela elijan a sus propios representantes. De esa manera, el nuevo consejo representará las preocupaciones y esperanzas de todas las clases y territorios. Si mostramos que trabajamos para todos, la gente sentirá que sus voces son importantes y estarán más dispuestos a cooperar. Es nuestra responsabilidad asegurarles que estamos aquí por el bien de todos—

El comandante supremo lo miró con aprobación. Jungkook aprovechó para concluir — Los soldados serán los encargados de explorar fuera de los muros, asegurándonos de que la amenaza de los infectados realmente ha terminado. Poco a poco, podremos expandir el territorio de las ciudadelas y dar a nuestra gente la certeza de que el peligro ha pasado. Reconstruir nuestra sociedad no será fácil, pero si trabajamos juntos, podremos lograrlo—

Un murmullo de aprobación recorrió la sala. La propuesta de Jungkook daba una dirección clara y equilibrada a la reconstrucción, y los altos mandos asintieron, conscientes de que su comandante había dado voz a lo que muchos sentían.

El comandante supremo asintió, sus ojos fríos y calculadores recorriendo a cada uno de los presentes en la sala.

— Estoy de acuerdo —dijo, su tono firme— Este es el último remanente de la humanidad, y debemos trabajar para la prosperidad de todos. Enviaremos un comunicado a cada ciudadela para que elijan a sus representantes en el consejo. Desde la capital, organizaremos los recursos restantes y los distribuiremos para mantener la estabilidad en todas las ciudadelas. Además, una vez que cada ciudadela haya sido completamente limpiada de los cuerpos de los infectados y se haya verificado su seguridad, podremos avanzar en otros aspectos de reconstrucción—

Jungkook levantó una ceja, sorprendido por la actitud de su padre, el comandante supremo. Este, con su misma expresión impenetrable de siempre, parecía estar aceptando su propuesta sin cuestionamientos.

 La indiferencia habitual de su padre no había cambiado, pero por primera vez, Jungkook percibió un leve matiz de pragmatismo en su voz, como si él también comprendiera la importancia de un enfoque más inclusivo.

El comandante supremo continuó— El escuadrón Cerbero se encargará de liderar el equipo de exploración fuera de las ciudadelas para asegurar la expansión del territorio. Mientras tanto, el equipo de seguridad interna estará a cargo de mantener el orden y prevenir cualquier disturbio entre la población. Comandante Jeon —añadió, dirigiéndose a Jungkook con una mirada fija—, ¿estás de acuerdo con estas medidas? —

Jungkook asintió con una leve inclinación, reconociendo la responsabilidad que recaía sobre sus hombros. La aprobación de su padre significaba que, al menos por ahora, sus planes tenían respaldo.

Tras un análisis final de los detalles, la decisión fue tomada y la sesión se dio por concluida.

Jungkook se quedó observando a los demás altos mandos retirarse, cada uno sumido en sus propios pensamientos, mientras él reflexionaba sobre el peso de lo que venía. La esperanza de un mundo mejor empezaba a ser clara, y el sacrificio de Jimin no podía ser en vano.

Con una mezcla de determinación y tristeza en el corazón, Jungkook salió de la sala con la resolución de construir algo digno, algo que honrara la memoria de Jimin y diera a todos una razón para seguir adelante.

                                💫

Las semanas se convirtieron en meses y estos habían pasado como una brisa en una tormenta, y el esfuerzo de todos comenzaba a dar frutos.

La vida en las ciudadelas se estabilizaba, cada ciudadano con una tarea, una misión que daba sentido a su existencia. Las murallas de la ciudad recuperaban su forma, y los rostros de las personas, antes pálidos y asustados, ahora mostraban determinación y esperanza.

Jungkook observaba a su escuadrón Cerbero, sus hombres de confianza, quienes habían crecido tanto en carácter como en fortaleza. Verlos avanzar le llenaba de orgullo.

 Taehyung y Hoseok parecían inseparables, y Namjoon se dejaba caer cada vez más en los encantos de Seokjin. Cada uno, de alguna forma, había seguido adelante.

Seokjin también dedicaba tiempo a escribir sus libros, trabajando en una serie que documentaba los errores y las sombras de la humanidad, con la esperanza de evitar que se repitieran. Escribía sobre la importancia de no olvidar las lecciones del pasado, un recordatorio constante de lo frágil y preciosa que era la paz.

Y así, el primer aniversario de la desaparición de Jimin llegó.

Jungkook había mantenido su mente ocupada, pero ese día, la herida en su corazón se sentía tan fresca como el primero. Por la noche, subió a la azotea del edificio científico, el mismo lugar donde había visto a  Jimin por última vez.  Se sentó bajo las estrellas, que brillaban con un resplandor distante y solitario, y sostuvo la pequeña, su calidez y su luz suave parecían acompañarlo, como si Jimin aún estuviera a su lado.

Las estrellas parecían susurrarle, y sus ojos se llenaron de lágrimas. La idea de que Jimin podría estar vivo, en algún lugar, seguía latiendo en lo profundo de su corazón. Deseaba más que nada poder traerlo de vuelta.

En ese instante, Seokjin subió a la azotea y se acercó a él en silencio, dejando una taza de chocolate caliente en sus manos y apoyando una mano en su hombro.

—Él está orgulloso de ti, de todo lo que has logrado —le dijo Seokjin suavemente.

Jungkook miró al cielo y murmuró, más para sí mismo—Aún no cumplo con su última voluntad—

La imagen de aquel árbol que Jimin había querido plantar juntos apareció en su mente. La idea de sembrarlo solo era insoportable. Sabía que, cuando llegara el momento, si lo hacía sin él, se enfrentaría a un dolor inmenso, era aceptar que Jimin no volvería nunca más.

Pero también sabía que Jimin no habría querido que su ausencia lo detuviera. Así que, con el corazón pesado y la pequeña esfera cálida en sus manos, Jungkook prometió en silencio que haría realidad ese deseo.

En ese instante la esfera en la mano de Jungkook comenzó a brillar de una manera tan intensa que su visión se desenfocó momentáneamente. La sorpresa lo dejó en silencio.

Seokjin, con una mezcla de desconcierto y temor, murmuró—¿Qué está pasando? —

La esfera flotó hacia arriba, suspendiéndose en el aire, irradiando una luz tan poderosa que la azotea entera se llenó de un resplandor cálido. Entonces, en un segundo, la esfera se rompió, fragmentándose en un brillo etéreo. De ella emergió algo inesperado: una pequeña y brillante motita de algodón

La criatura revoloteó alrededor de Jungkook, como si lo reconociera, antes de posarse en el suelo.

Jungkook, con los ojos muy abiertos y el corazón latiendo con fuerza, apenas podía contener la pregunta que latía en su mente. ¿Era Jimin? ¿Estaba de vuelta? Su respiración se detuvo, y la esperanza y el asombro llenaron su ser. Pero entonces, justo al tocar el suelo, la motita comenzó a brillar de nuevo, transformándose ante los ojos de ambos.

Cuando la luz se desvaneció, dejaron de ver la motita y, en su lugar, se encontraron con un pequeño bebé, un ser humano. La sorpresa y la incredulidad los paralizó.

Jungkook y Seokjin quedaron perplejos, con los ojos muy abiertos, incapaces de creer lo que estaban viendo.

Jungkook contuvo el aliento. Las emociones explotaron dentro de él: incredulidad, esperanza, amor y un profundo asombro.

Las manos de Jungkook temblaban mientras se quitaba la chaqueta y se agachaba con cautela para recoger al bebé. Un miedo profundo lo atravesaba: el miedo de no saber cómo sostener algo tan frágil y precioso. Sin embargo, su instinto lo guió, y con la suavidad de alguien que sabe lo que tiene entre sus manos, lo tomó en brazos, totalmente atónito.

La piel del bebé era suave y pálida, su cabello negro brillante, y sus labios rosados. Pero fueron sus ojos los que cautivaron a Jungkook: tenían ese brillo, ese color único y lleno de bondad, de curiosidad… de Jimin.

—Se parece a ti —susurró Seokjin, todavía en estado de asombro—. El bebé se parece a ti—

Jungkook miró al bebé, y en ese momento lo vio con claridad. Era verdad. El pequeño parecía una versión diminuta de él, pero sus ojos… esos ojos estaban llenos de la esencia de Jimin. Y cuando sus miradas se encontraron, el bebé le regaló una sonrisa, una sonrisa que Jungkook reconocía en lo más profundo de su alma.

Las lágrimas llenaron sus ojos mientras sonreía de vuelta, sosteniendo al bebé con ternura infinita, había sido una conversación trivial llena de la inocencia de Jimin donde había expresado su deseo que juntos tuvieran un hijo, uno que se pareciera a Jungkook.

Con un susurro cargado de emoción, le dijo —Era lo que querías, ¿verdad? Lo lograste, mi amor. Se parece a mí… y a ti, Jimin—


Hola mis amores se que me desaparecí un par de días, andaba de parranda jajaja ok no.

Espero que les haya gustado este capítulo, Jimin hizo que lo que deseaba y ahora le dejo a Jungkook una mini motita ❤️



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