Capítulo 4
—Jimin, ya te dijo su nombre, ¿Puedes bajar el arma?, necesito hacerle unas preguntas— Dijo el hombre vestido de blanco.
Jimin estaba bastante de acuerdo con que bajarán el arma, el había visto lo que le hizo al infectado, y tenía mucho miedo de que también le pasara a el, sus manos temblaban mientras su mirada iba de entre el hombre de negro al hombre de blanco.
—¿Dónde está tu brazalete de identidad? — Le preguntó el hombre vestido de negro.
El tono demandante de su voz hizo que Jimin diera un saltito.
Tragó y tratando de buscar entre los recuerdos de Hoonie, que era “un brazalete de identidad”, y sus ojos automáticamente fueron a su muñeca, allí faltaba algo, pero no tenía idea de que le había pasado.
—L-lo Perdí — Dijo mordiéndose el labio inferior, sus ojos poniéndose acuosos y brillantes.
La hostilidad de este hombre le ponía aún más angustiado que cuando estaba huyendo del infectado, porque al menos con ese monstruo sabía a que iba a pasar.
Pero este hombre lo miraba de una manera que no sabía cómo explicar, su rostro era una máscara ilegible, no había gestos, se veía calmado, pero a la vez increíblemente peligroso.
—Lo vas a hacer llorar Jeon, lo perdió, escuché que los que entregan en las ciudadelas son de baja calidad, míralo acaba de sobrevivir a una masacre, ¿Puedes dejarlo en paz? — Preguntó SeokJin.
—Soy el comandante Jeon Jungkook, y te ordeno que me informes el numero de tu ID— Dijo ignorando las palabras de Seokjin.
El doctor chasqueó la lengua y negó con la cabeza.
—Yo, eh… — Jimin abrí y cerró la boca sintiendo como su ritmo cardíaco aumentaba, su labio inferior tembló.
El comandante levantó una ceja.
—P.J.-1310199-5 — Murmuró Jimin, los números llegaron a su cabeza y solo los repitió como estaban en los recuerdos de Hoonie.
El que ahora conocía como, “Comandante Jeon Jungkook”, pulso algo en el brazalete plateado en su muñeca, y como una ventanita flotante emergió de el.
Jimin abrió la boca impresionado, ¿cómo hacían eso los humanos?, también quería uno, la luz que emitía la pequeña pantalla era azul, muy bonita.
El el comandante repitió los números que Jimin le dio y los datos emergieron, entre ellos una foto, pero la calidad no era tan buena, y parecía ser de algunos años atrás.
Para fortuna de Jimin, en las bases de datos, nunca se guardaban el nombre completo de las personas, solo iniciales y el número de ID.
El comandante apretó sus labios y bajó el arma.
—Sus ojos tienen un color muy extraño — Espetó.
—Si, sus ojos son bastante peculiares, es como un gris plateado y azulado, depende de la enfoque de la luz, pero hay precedentes biológicos que lo justifican, antes incluso encontrabas personas con ojos azules o verdes, en distintas tonalidades — Explicó SeokJin — te enviaré información —
Jeon lo miró no muy convencido.
—Ya lo comprobaras, ahora déjame hacer mis preguntas —Dijo Seokjin sentándose frente a Jimin.
—Tranquilo, el no te hará nada— Le aseguró —Mi nombre es Kim SeokJin, soy un científico, mi propósito es ayudar a la humanidad, y necesito que me respondas algunas preguntas, ¿Viste lo que ocurrió aquí? —
Jimin asintió sus ojos recorriendo cada esquina de ese lugar, frente a él, el doctor Kim, mantenía una mirada amable.
El comandante se recostó en la pared y observaba desde la esquina, con los brazos cruzados y una expresión de pura desconfianza.
El simple hecho de sentir su presencia endurecía el aire y hacía que la lengua de Jimin se sintiera pesada.
—Jimin —Lo llamo SeokJin, su voz era suave, casi tranquilizadora—, hemos estado tratando de entender cómo... cómo ocurrió lo de los simbiontes, son letales, pero de repente, algo los eliminó, tu fuiste el único sobreviviente en esta zona. ¿Puedes explicarnos qué sucedió exactamente? —
Jimin tragó saliva, sus pensamientos nublados por el miedo, sabía que él había sido la razón, pero no tenía ni idea de cómo había sucedido, fue solo una reacción espontanea para defender a Hoonie, nunca había pasado antes, ni siquiera sabia que el era un simbionte.
Ni mucho menos de que habían malos o buenos.
Su existencia solo se basaba en pasar de un huésped a otro, obtener y conocimientos de las diferentes formas de vida, pero como todos sus anteriores huéspedes eran animales o plantas, que solo actuaban por su naturaleza o por instinto, nunca había sido realmente consciente de lo que sucedía a su alrededor.
La pequeña explosión de luz que había eliminado a los simbiontes, era algo que no sabía explicar, además Hoonie le había suplicado que nunca volviera a hacerlo, ya que había perdido demasiada energía.
—Y-yo... —comenzó con un hilo de voz, sintiendo cómo el comandante lo observaba más de cerca, como si estuviera esperando cualquier error, cualquier signo que le diera una razón para actuar—. No sé... fue muy rápido. Todo era... caos.
El comandante, resopló con impaciencia.
—No queremos vaguedades, —Su voz era cortante, amenazante—. Cuéntanos algo útil.
Jimin apartó la mirada, sintiendo el peso del miedo y la presión.
—Tranquilo, Jimin —Dijo en tono reconfortante el doctor Kim—. Solo queremos entender lo que pasó, para que nos ayudes a esclarecer los hechos.
Jimin se aferró a ese pequeño atisbo de confianza, aunque sabía que el peligro estaba en cada palabra que pronunciara. Respiró hondo, evitando el contacto visual con el comandante.
—Había... habia una luz, todo empezó a iluminarse —dijo, titubeante— Luego se desvaneció, fue muy rápido, creo que me desmayé—
Sabía que no era una respuesta clara, pero esperaba que fuera suficiente para evitar más preguntas. El doctor Kim lo miró con compasión, sin embargo el comandante no se dejó convencer tan fácilmente.
—¿Luz? —intervino el comandante, su tono cargado de escepticismo—. ¿Y no viste de dónde venía? ¿No sentiste nada extraño en ti? Todos los demás murieron, pero tú estás aquí, intacto—
El silencio cayó sobre la sala como una losa de concreto. Jimin sintió el sudor frío recorrer su espalda.
¿Sintió algo extraño? Claro que sí, lo había sentido todo, su cuerpo explotando desde adentro, controlado por algo que no comprendía.
Pero no podía decirlo.
—No... no lo sé —murmuró, bajando la cabeza— No Puedo recordar nada—
El doctor Kim dejó escapar un suspiro largo, entendiendo que Jimin no iba a hablar más. Asintió levemente y tomó algunas notas.
—Está bien, Jimin —dijo con una amabilidad que parecía fuera de lugar en esa sala gélida—. Eso será todo por ahora.
El comandante frunció el ceño, pero no dijo nada más. Jimin apenas podía respirar de alivio. Sabía que no habían terminado con él, pero por ahora, había logrado escapar de la verdad.
Pero, ¿por cuánto tiempo más?
—Tendré que averiguarlo yo mismo, voy a salir — Informó SeokJin.
—Este no es tu maldito laboratorio en la capital —Dijo Jeon entre dientes.
—Vine aquí por muestras, y aún no tengo suficiente — Se quejó SeokJin— Es por el futuro de la humanidad, necesitamos encontrar como acabar con ellos, esos muros no van a ser eternos, cada vez matan más, son mas grandes y mas peligrosos, tu mejor que nadie lo sabe—
—Comandante Jeon, hay una horda acercándose en radar, podríamos activar los explosivos que pusimos, pero debemos irnos— Le comunicó Félix uno de los francotiradores.
—También nos contacto la ciudadela E, un vehículo militar logró llegar con media docena de hombres sobrevivientes de lo que pasó aquí — Le explicó Soobin.
—Todos regresen a los remolques, las cargas se activarán en 10— Murmuró Jeon.
—¿Oye no me escuchaste?— preguntó SeokJin.
—Viene una maldita horda, hay que desviarla o podría dirigirse la ciudadela E, la cual perdió la mitad de sus soldados en este maldito lugar, creo que eres lo suficientemente inteligente como para investigar con lo que conseguiste — Espetó Jeon.
—Doctor Kim, logré extraer un poco de la planta que quería— Informó Namjoon entregadole la muestra.
—Maravilloso, necesitaba esto —SeokJin sonrió —Jamás había visto una planta de esmeraldo crecer de esa manera, todo cuenta cada variante, cada anomalía podría llevarnos a descubrir la verdad —
—Ya tienes lo que quieres vámonos —
—Esta bien vamos, oye Jeon, podrías regalarme al vicecomandante Kim, es muy eficiente, tu tienes muchos más soldados en tu escuadrón —Cantó SeokJin guardando todo.
—Es mi segundo al mando, estás loco, consigue un asistente por tu cuenta — Murmuró Jeon sacando unas esposas—Tus manos — ordenó a Jimin.
—¿Es en serio? — Preguntó SeokJin.
—Si, ya te dije está bajo custodia del escuadrón cerbero, extiende tus manos — ordenó.
Jimin extendió sus manos y sus ojos se abrieron con sorpresa cuando estás fueron atadas por unas cosas de metal, hizo un puchero, estos no eran los brazaletes que quería.
Todo el escuadrón estaba listo para irse menos de 5 minutos, nadie dijo nada cuando el comandante saco esposado, al mismo chico que había cargado antes, y lo subió en su camión.
El viaje fue muy incómodo, Jimin estaba aterrado porque no sabía a dónde lo llevaría, además que podía sentir la pesada mirada del comandante a través del espejo retrovisor cada tanto.
Jimin sentía cómo el rugido del motor del vehículo militar resonaba en sus oídos y las esposas en sus muñecas le recordaban su situación: estaba siendo llevado como prisionero, a quien sabe dónde.
Llegaron a unos enormes muros casi al anochecer, y unas puertas se abrieron para darles paso.
Miraba por la ventanilla del vehículo con curiosidad, los humanos vivían juntos, compartiendo espacios, tenía los recuerdos de Hoonie, pero verlo con sus propios ojos era distinto.
Pronto pasaron a vías más solitarios e ingresaron a un complejo oscuro, parecía un monstruo negro durante la noche.
Podía escuchar al comandante Jeon dar ordenes a sus hombres, antes de que le abriera la puerta.
—Es un honor tenerlo aquí, comandante Jeon— Lo saludo un hombre de mediana edad.
La mirada fría de Jeon, hizo que la sonrisa del hombre se borrara.
—Quiero que en media hora, me entregué un informe de la razón por la que envío a 50 solados sin ninguna preparación, a una misión no autorizada, junto a su renuncia — Fue lo único que dijo.
El hombre ni siquiera parpadeó.
Jeon tomó a Jimin y lo ayudó a bajar, las esposas apretaban en sus muñecas mientras el comandante lo guiaba hacia el interior del complejo, cada paso era una mezcla de miedo y asombro
—Estaras en la celda de aislamiento, hasta mañana — Le informó.
Jimin solo asintió, lo llevaban hacia una celda de aislamiento, un lugar donde estaría solo otra vez. Ese pensamiento le heló.
¿Me descubrirán? ¿Qué harán cuando sepan lo que soy?
Por un largo pasillo, varios hombres le hicieron un saludo militar, completamente rectos, casi sin respirar.
—¿Dónde están lo que sobrevivieron? —Preguntó directamente.
—Sígame señor, los están examinando — Murmuró el soldado.
Jeon miró a Jimin y abrió una puerta — Ya regreso por ti —Murmuró.
La puerta era de vidrio, era una especie de oficina pequeña con un sofá, escritorio y libros.
La incertidumbre lo estaba carcomiendo por dentro, no le gustaba esa sensación, además desde hace un rato algo se movía en su estómago, también hacia sonidos raros, no sabía que le sucedía.
No pasaron muchos minutos cuando se escucharon varios disparos, eran 5 en total, el corazón de Jimin saltó, y se asomó a la puerta de vidrio.
Después de un rato varios hombres vestidos con trajes raros sacaron varias camillas con bolsas negras con figuras de humanas.
¿Qué estaba pasando?
Jimin se quedó mirando a los hombres alejarse por el pasillo, hasta que el comandante Jeon apareció del otro lado del cristal haciéndolo dar un saltito hacia atrás.
Jimin no entendía que había pasado, pero el comandante se veía aún más serio que antes.
—Vamos, — dijo abriendo la puerta y guiándolo hacia otro pasillo y luego el comandante empujó la puerta de una pequeña habitación con azulejos blancos y olor a desinfectante.
Le quitó las esposas y le entregó una toalla.
—Límpiate —ordenó con una voz fría, sin siquiera mirarlo, su mirada estaba fija en el pasillo que se extendía detrás de ellos, como si su atención ya estuviera en otra cosa— Tienes cinco minutos, luego te traerán ropa limpia—
Jimin observó en silencio mientras el comandante cerraba la puerta, los pasos militares resonaron en la distancia.
Había visto esto en los recuerdos de Hoonie, había un espejo frente a el, entonces al fin lo logro ver su rostro, era como el de Hoonie, pero habia algo diferente, el color de sus ojos como habia dicho el comandante, su cabello era mas dorado, su labios más rosas, aunque las diferencias eran sutiles ahí estaban, y cualquiera conociera a Hoonie antes podria notarlo.
Suspirando se alejó del espejo para quitarse la ropa, no olía muy bien debido a que tenia sangre, se acercó lentamente a la regadera, y estiró una mano temblorosa y giró la perilla, escuchando un sonido que le resultó extrañamente acogedor.
El agua empezó a caer en un suave torrente, cálido y vaporoso, llenando la habitación con un aire denso el calor lo tomó por sorpresa cuando lo tocó por primera vez y dio saltó hacia atrás desconcertado.
¿Qué era esa sensación?
¿Los humanos soportaban temperaturas tan altas con frecuencia?, y parecían disfrutarlo, así que sintió curiosidad y dio un paso adelante, dejó que el agua cayera sobre su piel.
Al principio fue abrumador, una especie de ataque suave que lo cubría por completo, pero luego, poco a poco, se dio cuenta de que el calor no era desagradable, al contrario, empezaba a calmar algo dentro de él, como si se disolviera una tensión que ni siquiera sabía que existía.
Jimin sintió cómo el agua recorría cada centímetro de su cuerpo, era diferente a todo lo que había experimentado antes, como una caricia constante que aliviaba el frío que siempre sentía, el agua caliente parecía suavizar sus músculos y despejar su mente, dejándolo extrañamente tranquilo.
Miró hacia arriba, permitiendo que las gotas se deslizaran por su rostro, mojando su cabello y cayendo en cascada por su espalda. Una sensación de bienestar lo invadió lentamente.
Algo tan sencillo, tan humano, pero tan placentero. El agua limpiaba no solo su cuerpo, sino que también parecía limpiar los restos de miedo que lo habían acompañado desde que ocupó aquel cuerpo de Hoonie.
Cerró los ojos por un momento, olvidando dónde estaba, olvidando quién era, y simplemente se dejó llevar por el calor del agua. Era un instante de paz en medio del caos.
Cuando abrió los ojos, una voz del otro lado de la puerta lo hizo regresar a la realidad.
—¿Terminaste? — Era el comandante, seco como siempre
—N-no…
—Solo tienes dos minutos más — Fue lo que contesto.
Jimin suspiró levemente, algo que ni siquiera había planeado hacer, y cerró la regadera, Se quedó quieto, escuchando las últimas gotas de agua caer, antes de salir y secarse con torpeza.
Afuera, sobre una pequeña silla, había ropa limpia.
No entendía porque los humanos tenían que usarla, era incómoda y raposa en su suave piel.
La tomó con manos temblorosas y la observó por unos segundos, está parecía ser diferente a la que llevaba Hoonie, sintiendo el suave tejido entre sus dedos, sonrió.
Al vestirse, notó cómo el calor del agua seguía presente en su piel, y por un breve instante, el miedo y la incertidumbre que lo acompañaban parecían desvanecerse.
—Voy a entrar —Escuchó que le dijo, en sus manos tenia una toalla más pequeña.
—Secate el cabello, y camina — Dijo abriendo la puerta, Jimin agradeció que no le pusiera la esposas de nuevo.
Lo guío hasta otra habitación que tenía barrotes y había solo una cama, con una almohada y una manta.
—Entra— Ordenó Jeon.
Jimin asintió, y quizá era el miedo de estar encerrado pero su estómago volvió a gruñir.
El comandante levantó una ceja y solo se alejó sin decir nada más.
Jimin se sentó en la cama y se apoyó a la pared, poniendo sus rodillas contra su pecho y las rodeó con sus brazos, su estómago ahora gruñía con mas fuerza.
No pasaron cinco minutos cuando el comandante regresó, traía una bandeja, solo entro a su celda y la puso frente a sus ojos, olía muy bien, su boca empezó a salivar.
—Come— Ordenó.
Jimin asintió, esta era su primera vez comiendo comida humana, habían verduras, también algo blanco, ¿Arroz?, y un… no recordaba el nombre, pero parecía un pedazo de un ave con salsas que olían increíble.
—Usa los cubiertos— Ordenó el comandante como su hubiera adivinado lo que estaba a punto de hacer.
Jimin asintió y empezó a usarlos, según los recuerdos que encontró, la primera cucharada fue un placer, sus ojos se agrandaron ante la variedad de sabores explotando en su paladar.
¿Los humanos comían esto todos los días?
Y luego de esa fue otra, y luego otra, y no podía parar, su estómago estaba feliz, tenía sus mejillas abultadas con comida y sentía que no pasaba por su garganta.
El comandante le dio un vaso con agua —Despacio — Dijo entre dientes.
Jimin recibió el vaso y medio le sonrió estaba, tan rico que por un momento se olvidó de su presencia.
El comandante lo miró de una manera que Jimin no tenía idea de que pasaba por su cabeza.
Tomó el agua y paso la comida, ¿Tal vez también quería comer?, algo le decía que los humanos dolían compartir.
Así que tomo el muslos de pollo, que aunque ya le había dado varios mordiscos, aún tenía carne —¿Quiere? —
El comandante lo miró con el ceño fruncido —No —Dijo secamente.
Jimin parpadeó y entonces terminó de comerlo el, estaba muy rico.
Después de comer y lavarse las manos, el comandante se llevo las cosas y regreso con una silla y se sentó frente a las rejas de su celda, Jimin no tenia idea de por qué este hombre estaba haciendo eso.
Solo regreso a su cama en silencio, era suave, y las sábanas eran calientes, hacía frío así que se metió de bajo de estás.
Recordándose que aunque el comandante, fue “amable” al dejarlo lavarse, y darle de comer, seguía siendo un sospechoso.
Estaba en una ciudad llena de humanos, no podía dejar que lo descubrieran, quizá la única forma de estar a salvó era fingir ser humano también, hasta que pudiera escapar, con ese pensamiento sus ojos se cerraron sin poder evitarlo.
Limpió y su estomago llenito, su cuerpo le pedía descansar, incluso si el comandante lo estaba mirando, con ojos fríos que le recordaban algo que había visto antes, después pensaría que…
Hola mis amores, estoy aquí de vuelta, nuestro pequeño Jimin está en la ciudad.
La historia irá un poco lenta teniendo en cuenta las circunstancias, de igual manera está escrita con mucho amor para ustedes
Nuestro precioso simbionte, debe descubrir que es ser humano.
Espero les guste.
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