Capitulo 39
La voz del comandante supremo resonó en los altavoces, grave y decidida― Todos los escuadrones a sus posiciones. Alpha-1, carguen misiles y prioricen a los infectados grandes… Bravo-2, procedan con fuego rápido sobre los más pequeños, no dejen que se acerquen a los muros―
En respuesta, el rugido de los aviones y helicópteros rompiendo la formación para cubrir los puntos críticos de defensa llenó el aire.
Los pilotos ajustaban sus miras, sus manos firmes sobre los controles mientras el sonido de los disparos y explosiones comenzaba a llenar el horizonte.
Misil tras misil impactaba en los infectados de gran tamaño, quienes caían estrepitosamente fuera de los muros, sus cuerpos estremeciendo el suelo. Por un breve instante, parecía que el plan estaba funcionando; el número de infectados visibles disminuía y la ofensiva ganaba terreno.
Las luces de emergencia teñían todo de un rojo parpadeante que solo aumentaba la tensión entre los operadores.
Pero en el centro de mando, Hyunjin notó algo extraño en las lecturas. El radar mostraba menos y menos infectados en la superficie, mucho más rápido de lo esperado. Ajustó las cámaras, tratando de comprender el porqué, cuando, de repente, una horrible sospecha comenzó a cobrar forma en su mente. Los infectados no se estaban retirando… estaban cambiando de estrategia.
―¡Soobin algo anda mal! ― Murmuró― Habían por lo menos un par de cientos y ahora… las explosiones no han podido acabar con todos―
Soobin se pasó las manos por el cabello, Hyunjin tenía razón, algo no cuadraba.
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En las calles de la capital, los soldados patrullaban, organizando a los civiles que corrían aterrados. Nadie había imaginado que la capital alguna vez sería atacada, y el miedo hacía que la gente tropezara y se empujara en su desesperación.
Pero entonces, el sonido metálico de una tapa de alcantarilla al ser forzada desde dentro resonó, y un infectado emergió de las profundidades, dejando escapar un grito gutural que helaba la sangre. Tenía la piel desgarrada, colgando en jirones, y los ojos desorbitados y vacíos, claramente si no había nada de humanidad en su interior.
La gente se detuvo en seco al verlo salir, como si el tiempo se congelara por un segundo. Luego, el pánico estalló.
Como si despertaran de un mal sueño, los gritos de terror llenaron el aire, y la multitud empezó a correr en todas direcciones.
La gente se tropezaba entre sí, cayendo unos sobre otros mientras intentaban alejarse de la criatura que se erguía frente a ellos. Algunos, empujados por el pánico, eran pisoteados por aquellos que sólo buscaban salvarse, y los gritos de auxilio se mezclaban con el eco ensordecedor de las alarmas de emergencia.
De la alcantarilla empezaron a salir más infectados, uno tras otro, en un flujo imparable. Sus cuerpos deformes y temblorosos trepaban por las calles, llenando las avenidas de una plaga viviente que parecía no tener fin.
Los más pequeños y ágiles, se desplazaban con una rapidez aterradora, alcanzando a los que intentaban huir y lanzándose sobre ellos en un frenesí de dientes y garras.
Desde su puesto, Felix vio cómo el caos se desplegaba en las calles. Apuntó con su rifle a uno de los infectados y disparó, logrando derribarlo con precisión.
Sus gritos llenos de furia resonaron en el canal de comunicación — ¡Muévete! —le gritó a uno de los soldados de la capital que estaba paralizado en medio de la calle, observando a los infectados con una mezcla de miedo y desconcierto.
El joven soldado, incapaz de reaccionar, solo negó con la cabeza, temblando.
Félix rodó los ojos con frustración, mientras recargaba su arma y disparaba nuevamente— ¿Es que nunca te has enfrentado a un infectado?—
El soldado apenas balbuceó, admitiendo que nunca había salido de los muros.
—Claro… —murmuró Félix — Seguridad interna de la capital… nunca ponen un pie afuera—
—Yo que creí que estaríamos de vacaciones — Gruñó Changbin cargando su ametralladora.
—No puedes usarla, hay demasiados civiles en el área — Le dijo Félix.
—¡Mierda! — Espetó y tomó su brazalete —HyunJin y Soobin más le vale traer su trasero aquí, seguridad interna son unos inútiles —
Mientras tanto, en una esquina de la calle siguiente, Namjoon tomaba el mando de las tropas locales. Con una voz firme y segura, organizaba a los hombres que habían sido sorprendidos por la invasión.
Les daba instrucciones precisas para formar barricadas en las calles y dirigir a los ciudadanos hacia los refugios subterráneos. Aunque la situación parecía desbordarse, su liderazgo infundía un atisbo de esperanza en aquellos que lo escuchaban.
―Se infectan demasiado rápido— Exclamó entre dientes.
Taehyung, disparó una ráfaga a un par que corria con las manos extendidas hacia los civiles, —Maldición—Murmuro y llevo su mano al brazalete activó una videollamada con Hoseok, quien apareció en pantalla con una expresión de preocupación y miedo.
—Sargento Kim…— Murmuró con voz quebrada al verlo.
Taehyung le habló en un tono urgente pero calmado —Tranquilo, estarás bien, cierra todas las puertas y ventanas, Hoseok. Baja al sótano y quédate allí. No salgas hasta que yo vaya por tí, ¿entiendes? —
Hoseok asintió, nervioso, pero confiado en las palabras de Taehyung—Por favor, tenga cuidado, no muera sargento Kim—
TaeHyung le dedicó una sonrisa fugaz, a pesar de preocupación que reflejaban sus ojos— Estaré bien, iré por ti apenas termine aquí —
—Lo esperaré, no tarde—respondió, antes de cortar la llamada.
Taehyung suspiró y se concentró en la batalla que se intensificaba frente a él, tenía un motivo más para salir vivo e ileso de esto.
Félix Desde su posición elevada, comenzó a disparar con la precisión de un francotirador, cada disparo era un blanco perfecto. Los infectados caían uno a uno, pero por cada uno que caía, dos más parecían emerger de las alcantarillas, como una marea incontrolable.
Las explosiones resonaban en la distancia, y el humo comenzaba a cubrir la ciudad, difuminando los edificios en una neblina oscura y opresiva. Aunque los helicópteros y aviones sobrevolaban la capital, bombardeando con un arsenal de armas a los infectados en las afueras, la situación dentro de los muros era desesperante.
Los infectados habían invadido el centro mismo de la ciudad, y los ciudadanos, que nunca habían enfrentado algo así, luchaban por contener el pánico.
Un infectado de gran tamaño rompió una de las puertas metálicas de una tienda cercana y se lanzó contra un grupo de personas que intentaba refugiarse dentro.
Namjoon dio la orden a uno de sus hombres para cubrir la entrada, pero era evidente que cada segundo se volvían más vulnerables.
—¡No podemos permitir que esto llegue al centro de mando! —gritó Namjoon, mientras apuntaba a los infectados que avanzaban en oleadas imparables.
La escena era caótica y aterradora, una verdadera lucha entre la humanidad y las criaturas que una vez habían sido sus propias víctimas.
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La tensión en el aire era palpable mientras Seokjin y el comandante Jeon terminaban de empacar los documentos.
La decisión de Jungkook era firme, ahora que sabía toda la verdad sobre los simbiontes y el precio que habían pagado, no iba a permitir que su Jimin fuera la próxima víctima. Sin vacilar, se volvió hacia la puerta, listo para dirigirse al laboratorio y sacar a Jimin de ahí.
Decidido a seguir su corazón. Haría lo que fuera necesario para poner a Jimin a salvo, y si eso significaba revelarse contra su padre y el consejo, estaba dispuesto a arriesgarlo todo, la vida de Jimin dependía de ello.
En ese instante, un estruendo reverberó en el edificio, seguido de un ensordecedor zumbido de alarmas que resonaron por toda la ciudad capital. Jungkook alzó la vista, su rostro tensándose, tocó su brazalete para comunicarse.
—¡Soobin! ¿Qué está ocurriendo? —preguntó, al tiempo que se escuchaban ecos distantes de disparos y explosiones.
La voz de Soobin llegó entrecortada, mezclada con el sonido de fondo de comandos y caos—Comandante, los infectados… vienen de todas las direcciones. Decenas, no, cientos de ellos. Están atacando la capital con una fuerza que nunca hemos visto—
—¿Ya Desplegaron las tropas aéreas y pusieron en marcha los drones de combate?, necesitamos contenerlos antes de que lleguen a los muros—
Soobin asintió al otro lado de la línea, sus palabras tensas—Si comandante. Los equipos se están movilizando. —
Seokjin, que había estado observando con ansiedad, se volvió hacia Jeon, su expresión reflejando la urgencia de la situación— ¿Y Jimin? ¿Cómo vamos a sacarlo de allí? —
Jeon apretó los labios, su mirada oscura—. Iremos primero al laboratorio. Hay que encargarnos de este caos antes de que sea imposible. Solo cuando sea seguro sacaremos a Jimin—
Justo en ese instante una nueva comunicación llegó a su brazalete. Era Namjoon, su voz temblando por la desesperación.
—¡Comandante, han logrado entrar! Los infectados… se están filtrando dentro de la ciudadela a través de las alcantarillas. ¡Es un caos! Hay infectados en las calles, la gente está corriendo, gritando, y… no podemos controlarlo—
Jungkook sintió un escalofrío. Esto era peor de lo que había imaginado. Los infectados no solo rodeaban la capital, sino que también estaban dentro, atacando desde el corazón mismo de la ciudad.
—¡Namjoon! —respondió Jeon, con voz firme— Organiza una línea de defensa y diríjanse al laboratorio. Necesitamos mantener esa zona segura a toda costa—
Namjoon respondió rápidamente, sin ocultar el temor en su voz—A sus órdenes comandante, pero hay demasiados… probablemente tardaremos un rato en llegar—
—Me adelantaré los espero allí — Fue lo último que dijo Jeon antes de saltar hacia el vehículo, con SeokJin a su lado en el asiento copiloto.
Mientras avanzaban, el sonido de explosiones resonaba en la distancia, iluminando el cielo con destellos de fuego.
La ciudad, una vez vibrante y llena de vida, ahora era un campo de batalla, Jungkook sintió un escalofrío, todas estas personas nunca se imaginaron verse atrapados en medio de todo ese horror.
—¡Seokjin, no podemos permitir que los infectados lleguen al laboratorio! — gritó, aumentando la velocidad. Cada segundo contaba, y sabía que el tiempo era su enemigo.
Mientras se acercaban al laboratorio, el aire se volvía más denso y el olor a humo y destrucción llenaba sus pulmones. A su alrededor, los soldados luchaban con desesperación, tratando de contener la ola de infectados que amenazaba con devorar la ciudad.
—¡Jeon, a tu izquierda! — gritó el doctor Kim, señalando un grupo de criaturas deformes que se acercaban rápidamente.
Jungkook se giró, su instinto de supervivencia tomando el control, Con precisión militar, desenvainó su arma y comenzó a disparar, la adrenalina corriendo por sus venas mientras cada disparo daba en el blanco.
Los gritos de los soldados y los rugidos de los infectados se entrelazaban en una sinfonía de caos. Pero en medio de esa locura, Jungkook mantuvo la mirada fija en su objetivo: el laboratorio, el lugar donde Jimin estaba retenido.
—¡Sigue adelante, Jeon! No te detengas! — le gritó el doctor Kim, su voz llena de aliento y determinación.
Jungkook se sentía más cerca de Jimin, más decidido a luchar por el amor que compartían. Sabía que, aunque el mundo se estuviera desmoronando, su conexión con Jimin era más fuerte que cualquier amenaza que enfrentaran. La lucha apenas comenzaba, y estaba decidido a no dejar que nada lo detuviera.
Finalmente, llegaron a la entrada del laboratorio, que estaba sellada con refuerzos. Jungkook se volvió hacia el doctor Kim, su respiración entrecortada pero decidida. —Debemos abrir esa puerta. Jimin nos necesita—
El doctor Kim asintió, llevando su brazalete al lector este podía anular los sistemas de seguridad —Vamos a hacer esto rápido —
Justo entonces, un estruendo resonó detrás de ellos. Jungkook se giró y vio a un grupo de infectados acercándose a gran velocidad, Sin tiempo que perder, Jungkook se preparó para la batalla, un arma en cada mano disparando sin cesar.
—¡Seokjin, apúrate! —gritó, su voz resonando en medio del caos. La adrenalina lo impulsaba a luchar con todas sus fuerzas, porque no solo estaba defendiendo su vida, sino también la de Jimin.
Las puertas se abrieron cuando SeokJin ingreso los códigos y para su sorpresa, había soldados en el primer piso, armados y esperando, para ser precisos eran los guardias del comandante supremo.
—Comandante Jeon, no puede pasar— Le hizo saber uno de ellos.
Jungkook se detuvo, su expresión en shock—¿Qué dices?—
—El comandante supremo, ha ordenado que se le prohíba el paso— Le informó.
Una sensación de furia recorrió el cuerpo de Jungkook. Si su padre había ordenado eso, significaba que iba a usar a Jimin.
¿Cómo se le ocurría? Jimin ni siquiera ha despertado aún, está débil.
Seokjin abrió los ojos —No pueden, debemos detenerlos, el cuerpo de Jimin no resistirá una explosión—
Jungkook nunca antes había llevado un arma contra alguien que no estuviera infectado. Pero en ese momento, lo hizo. Apuntó directo al guardia—Quítate de mi camino—
El hombre tragó grueso, pero negó—Señor, no puedo. Sigo las órdenes del comandante supremo y él ordenó…
Jungkook lo miró con una mirada afilada, una que aterrorizaba a cualquiera, claramente estaba dispuesto a disparar sin importar las consecuencias—¿Crees que no te dispararé? Solo diré que estabas infectado—
—Y yo soy testigo. No se les olvide quién soy — Dijo SeokJin.
El soldado vaciló, dudando, mientras la tensión crecía en el aire. Jungkook sentía cómo el sudor le caía por la frente, pero no podía retroceder —No hay tiempo para más juegos. Jimin me necesita—
Con un rápido movimiento, Jungkook noqueó al soldado y corrió hacia el ascensor, Seokjin a su lado, con el corazón latiendo con fuerza en su pecho.
—¡Corre! —gritó Jungkook.
Mientras el ascensor ascendía, Jungkook sentía una mezcla abrumadora de emociones. La frustración se acumulaba en su pecho como un peso insoportable. No solo estaba luchando contra el tiempo; también se enfrentaba a un sistema que consideraba a Jimin como un simple experimento.
La ira hervía en sus venas, un fuego que amenazaba con consumirlo por dentro. ¿Cómo podían hacer esto? ¿Cómo podían jugar con la vida de alguien tan inocente y vulnerable?
La puerta del ascensor se abrió, revelando un pasillo lleno de soldados que se detuvieron, dudando ante la mirada de Jungkook. Su rostro reflejaba una determinación feroz, pero también un temor incontrolable por lo que podría estar sucediendo con Jimin.
—Este es mi maldito laboratorio —dijo Seokjin, su voz resonando con autoridad. La amenaza en sus palabras era palpable— Si se atreven a detenerme, los diseccionaré vivos—
Los soldados intercambiaron miradas nerviosas, sabiendo que enfrentarse al doctor Kim era un riesgo que no estaban dispuestos a asumir y mucho menos se opondrían al comandante Jeon.
Jungkook no se detuvo, sintiendo que cada segundo que pasaba era una eternidad. Necesitaba llegar a Jimin.
Al caminar hacia la sala, el aire se tornó más denso, cargado de una tensión que hacía que su piel se erizara. Al llegar a la ventana, el corazón de Jungkook se detuvo un instante al ver a Jimin.
Estaba rodeado de científicos y doctores, sus rostros inexpresivos y fríos, como si estuvieran tratando con un objeto y no con una persona. Un miedo intenso se apoderó de él al observar cómo alguien le inyectaba algo en el cuello.
La ira que había estado acumulando estalló en su interior, un volcán de emociones que no podía contener más. Levantó su arma, la adrenalina bombeando a través de su cuerpo.
—¡Quítenle las manos de encima!—ordenó, su voz firme y llena de autoridad.
Hola mis amores un poco tarde, Pero aquí estoy, besitos para todos.
Ahora si entramos a la recta final de esta historia ❤️
Espero les esté gustando.
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