Capítulo 29

Los calabozos militares eran fríos y oscuros, un lugar en el que el tiempo parecía detenerse.

El escuadrón Cerbero estaba dividido en diferentes celdas, cada uno lidiando con sus propios pensamientos, la incertidumbre por lo que les esperaba.

Jungkook tenía una celda para él solo, apartada de los demás, sus ojos fijos en el techo mientras intentaba procesar todo lo sucedido. Sabía que el juicio militar podría acabar con su carrera, y lo peor de todo, ponía en riesgo al escuadrón que había liderado con orgullo.

Namjoon, Taehyung, Soobin, Changbin, Félix y Hyunjin estaban en celdas contiguas inquietos, intercambiando miradas y comentarios en voz baja.

—¿Cuánto crees que nos tengan aquí? —murmuró Hyunjin, su voz cargada de tensión.

—No lo sé, pero dudo que sean solo unos días —respondió Namjoon, frunciendo el ceño—. El comandante supremo no vino hasta aquí para darnos una simple reprimenda—

—¿Qué crees que nos harán? —preguntó Changbin, apretando los puños.

Antes de que pudieran profundizar en sus miedos, los pasos rápidos de SeokJin resonaron en el pasillo.

El doctor entró con una expresión de furia y pánico poco habitual en su rostro, sus ojos fijos en la celda de Jungkook.

—¡Jeon! —gritó desde el otro lado de las rejas—. ¿Dónde está mi muestra? ¡Dímelo ahora mismo! —

Jungkook lo miró con una mezcla de incredulidad y agotamiento—Baja la voz, SeokJin —

—¿¡Bajar la voz!? —SeokJin se cruzó de brazos, su expresión se volvió aún más severa— Si perdiste esa muestra, ¡te juro que te voy a matar! —Amenazó, su voz temblando tanto por la preocupación como por el miedo— ¡Guardiá! —SeokJin se giró rápidamente hacia el guardia más cercano—¡Ábreme esta reja, voy a estrangularlo con mis propias manos! —

El guardia lo miró como si hubiera perdido la cabeza, mientras sus iba entre SeokJin y el comandante sin saber que hacer.

—Déjalo entrar —ordenó Jungkook con calma.

—Si, Señor— Contestó el guardia sin dudar, incluso bajo arresto el respeto por el comandante Jeon, seguía intacto.

SeokJin entró a la celda con una energía explosiva, sus ojos reflejaban una mezcla de preocupación y enojo. Se acercó rápidamente a Jeon, que estaba sentado en la pequeña banca de metal, y le preguntó en voz baja, casi a gritos.

—¿Dónde está mi muestra? —exigió, su voz temblando de nerviosismo—. Si la perdiste, ¡te juro que te voy a diseccionar vivo! —

Jeon levantó las manos en un gesto de calma, notando el nerviosismo en el rostro de su amigo —Cálmate, SeokJin —le dijo, tratando de mantener la compostura en medio de la tensión— No es el momento ni el lugar para tener esta conversación—

SeokJin frunció el ceño, claramente insatisfecho, pero aún así intentó contener su impulso de gritar. La preocupación lo consumía—¿Entonces la tienes? —preguntó, en un tono más bajo pero cargado de ansiedad.

Jeon hizo una pausa, comprendiendo que no podía revelarle que la muestra se había integrado en el cuerpo de Jimin, no era una opción ahora, Esa información era demasiado delicada y peligrosa en ese momento.

—Está en un lugar seguro —respondió finalmente, buscando transmitir confianza en su voz—. No te preocupes por eso, pero… no puedo hablar de ello ahora—

SeokJin suspiró, notando la seriedad en la mirada de Jeon.

SeokJin lo miró con desconfianza y luego susurró—¿Encontraste al huésped? —

Jeon, mirando a su alrededor para asegurarse de que nadie más los escuchaba, respondió—Cuando salga de aquí, hablaremos de eso. Ahora no es seguro. —

SeokJin soltó un largo suspiro, visiblemente más aliviado, pero aún tenso —El futuro de la humanidad y la lucha contra los simbiontes está en tus manos, Jeon —le recordó SeokJin, bajando aún más la voz—. Si algo le pasa a esa muestra, te voy a… —añadió, aunque ambos sabían que no lo decía en serio.

Jeon sonrió de lado — me vas matar, ya lo se — Murmuró casi divertido por el dramatismo habitual de SeokJin, pero el alivio fue breve. Las palabras del doctor le recordaban la gravedad de la situación.

—¿Por qué están aquí? —preguntó SeokJin en un tono más serio y preocupado, mirando a Jeon a los ojos.

—Hicimos una operación no autorizada —respondió Jeon, evitando dar más detalles.

SeokJin entendió la discreción. Asintió y cambió el tema, aunque la preocupación no desapareció de su rostro.

—Voy a averiguar qué está pasando, tu padre, está siendo un verdadero dolor de trasero para mí, quiere resultados, Pero el consejo no aporta nada a la investigación — Seokjin chasqueó la lengua.

Entonces añadió mordiéndose el labio inferior con nerviosismo—. Con la caída de la ciudadela D... puede que estemos viendo algo diferente en ellos—

Jeon lo miró con atención, su cuerpo tenso —¿Qué quieres decir? —

SeokJin suspiró y habló con seriedad —Hay indicios de que los infectados están desarrollando algo de inteligencia... o al menos una estrategia. Están atacando las partes más débiles de los muros en grupos organizados, y lo más extraño es que los más grandes, los monstruosos, parecen estar liderando estos ataques. No habíamos visto eso antes —explicó con preocupación palpable— La ciudadela E y la ciudadela D cayeron de la misma forma, y nosotros seguimos estancados, Jeon —

Jungkook apretó los puños, su mente girando con la información que acababa de recibir. Estaban en una situación crítica, con las ciudades cayendo y el enemigo volviéndose más peligroso. Y ahí estaban ellos, encerrados.

Pero lo que más le preocupaba ahora era su esposo.

Jimin podría ser la clave para salvar al mundo, pero también podría ser la clave para su destrucción. Jeon sabía que si su padre, se enteraba de la verdad sobre Jimin, que era un simbionte de tipo especial, con razonamiento, sentimientos, y sobre todo un poder sin igual, , no dudaría en convertirlo en un blanco perfecto para el consejo y ellos claramente querrían convertirlo en una herramienta o peor un arma militar.

El miedo lo consumía.

¿Sería lo suficientemente fuerte para proteger a Jimin?

Una sola orden de Gongyoo, y él estaba en una celda. Jungkook sentía cómo su futuro se desmoronaba lentamente, mientras se debatía entre la lealtad a su misión de poner el bienestar de la humanidad por encima de todo y el amor que sentía por Jimin.

El dilema lo abrumaba, pero sabía que tenía que tomar una decisión antes de que fuera demasiado tarde.

Mientras SeokJin seguía hablando, Jeon se sumió en sus pensamientos. La imagen de Jimin, con sus hermosos ojos llenos de ternura y un rostro que irradiaba inocencia, le atravesaba la mente. No podía permitir que Jimin sufriera. El dolor de su esposo era un peso que no podía soportar, y el amor que sentía por él le empujaba a encontrar una solución. Un suspiro pesado escapó de sus labios.

Tenía que encontrar la forma de salvar a la humanidad y, al mismo tiempo, proteger a Jimin.

Carraspeándose la garganta, Jeon volvió a la realidad y se dirigió a SeokJin —Ve a mi casa y dile a Jimin que estoy bien. Solo estaré un par de días aquí en las celdas con los chicos. Que no se preocupe; volveré pronto—

SeokJin levantó una ceja, una sonrisa traviesa asomando en su rostro —¿El rumor de que el estricto e implacable comandante Jeon tiene a una ternurita de chico como esposo es real? —preguntó, divertido.

Jeon lo miró con una mirada fría, y eso fue suficiente para que SeokJin estallara en risa.

—¡Lo sabía! Siempre pensé que había algo especial en Jimin. ¡No podía  creer cuando no lo eliminaste ese día cuando lo encontraste y creías que estaba infectado! —SeokJin se rió, pero de repente, su risa se apagó, y sus ojos se volvieron pensativos. Parpadeó varias veces antes de mirar a Jeon con seriedad—. Jeon... dijiste que el huésped era un humano, ¿verdad? —

Una idea cruzó por la mente de SeokJin, y si el huesped era Jimin… pero pronto sacudió la cabeza, como si el pensamiento fuera demasiado descabellado incluso para él.

Jeon sintió un nudo en el estómago ante la pregunta de SeokJin, pero este luego cambió su gesto.

—Voy a donde tu esposito y le contaré dónde estás —dijo finalmente, con un tono de burla.

Jeon asintió, tenia que proteger a Jimin a  toda costa, pero ahora se daba cuenta de que también debía proteger el secreto que había estado ocultando, SeokJin era demasiado inteligente. La lucha no sería fácil, y la sombra de su padre, siempre estaría presente, acechando.

SeokJin respiró hondo, dejando de lado su tono bromista. La seriedad regresó a su rostro, y sus ojos se posaron en Jeon con un peso que el ambiente parecía exigir.

—Escucha, Jeon —comenzó, su voz baja y firme—. Más te vale salir de esta cárcel pronto y devolverme mi muestra, así como al huésped, con la evolución que están teniendo los simbiontes, el fin de la humanidad podría estar más cerca que nunca—

Jeon sintió que las palabras de SeokJin lo atravesaban como un rayo. Sabía que tenía razón; la situación era crítica y el tiempo era esencial.

—Lo sé, SeokJin. No me lo repitas —respondió, apretando los puños mientras la ansiedad y la urgencia se mezclaban en su interior.

SeokJin asintió, con un aire de preocupación gravando su expresión. Sin más palabras, llamó al guardia más cercano.

—Abre la puerta —ordenó, y el guardia, con un gesto de respeto, obedeció.

Antes de salir, SeokJin miró a Jeon una vez más —Jeon cuídate, podríamos estar viviendo nuestros últimos días —dijo, antes de cruzar el umbral y dejarlo solo con sus pensamientos.

Jeon observó cómo SeokJin se alejaba, sintiendo la presión del tiempo y el peso de la responsabilidad sobre sus hombros.

Sabía que debía actuar rápido, no solo por la humanidad, sino también por Jimin. La incertidumbre y el miedo lo acompañaban, pero su determinación se avivaba con cada latido de su corazón.

No podía fallar.

                                💫

Jimin estaba sentado en el sofá, con las rodillas abrazadas contra el pecho, su mente un torbellino de incertidumbre. La sala estaba en silencio, y a medida que las horas pasaban, la preocupación por la ausencia de Jungkook se intensificaba. “¿Por qué no regresa?”, se preguntaba una y otra vez, sintiendo que el tiempo se estiraba como una cuerda tensa a punto de romperse.

La vulnerabilidad lo envolvía como una manta pesada; la mañana había comenzado de manera tan prometedora, despertando en los brazos de su esposo, sintiéndose fuerte y capaz de enfrentar cualquier adversidad. Pero ahora, ese sentimiento de seguridad se había desvanecido, dejando solo miedo y confusión. “¿Qué iba a pasar con ellos?”, se cuestionó, sintiéndose pequeño y desprotegido, las lágrimas amenazando con brotar de sus ojos.

Con un suspiro profundo, se levantó del sofá y se acercó a la ventana, asomándose al exterior. Las calles estaban desiertas, solo un par de guardias patrullando en la lejanía. La visión de la soledad lo abrumó, y se sintió aún más angustiado, como si el mundo entero estuviera en su contra. Regresó al sofá, tomando la misma posición que antes, sus brazos envolviendo sus rodillas, buscando consuelo en su propia fragilidad.

La desconfianza que había sentido hacia el comandante supremo lo invadió de nuevo. A pesar de que el hombre se parecía a Jungkook en apariencia, la esencia era completamente diferente, mientras Jungkook le daba una sensación de protección y amor, el comandante supremo lo hacía sentir diminuto, como si su pequeña y esponjosa forma simbiótica pudiera ser aplastada bajo su bota sin esfuerzo alguno.

 Jimin cerró los ojos, intentando ahogar sus temores, pero la imagen del comandante seguía acechando en su mente, como una sombra que no podía sacudirse.

Su corazón latía con fuerza en su pecho, y el aire se sentía pesado. Se preguntaba si Jungkook estaría bien, si estaría a salvo en ese lugar tan hostil —Por favor, regresa pronto—, murmuró, casi en un susurro, esperando que su deseo llegara hasta él.

En ese momento, unos golpes resonaron en la puerta, rompiendo el silencio abrumador de la casa. Jimin se levantó de un salto, con la esperanza de que fuera Jungkook, y corrió hacia la entrada.

Al abrir la puerta, sus ojos se encontraron con Hoseok, quien lo miraba con evidente preocupación.

—¿Has tenido noticias? —preguntó Hoseok, su tono ansioso reflejando la inquietud que Jimin sentía en su interior.

Jimin negó con la cabeza, las lágrimas que había estado reprimiendo comenzaron a desbordarse. Su voz se quebró mientras respondía.

—No... no sé nada de él —dijo, su corazón latiendo con fuerza en su pecho, sintiendo el peso de la incertidumbre.

Hoseok, comprendiendo la angustia de su amigo, entró en la casa y lo abrazó con fuerza, tratando de infundirle un poco de calma.

—No te preocupes, todo estará bien —dijo, su voz suave y tranquilizadora— El comandante Jeon es muy respetado y admirado. No creo que el castigo sea tan fuerte. El escuadrón Cerbero son quienes mantienen a las ciudadelas protegidas. Estarían locos si les hicieran algo—

Jimin, aunque aún preocupado, sintió que una pequeña parte de su ansiedad se disipaba con la presencia de Hoseok. Con su abrazo, se sentía un poco más seguro. Hoseok siempre había sido un faro de luz en los momentos oscuros, y su confianza le daba esperanza.

—Gracias, Hoseok —murmuró, secándose las lágrimas con la mano— Solo... no puedo dejar de pensar en lo que podría suceder—

—Lo sé, pero tienes que mantener la fe, el sargento Kim dice que el comandante Jeon siempre encuentra la manera de salir adelante, el es muy fuerte —respondió Hoseok, separándose un poco para mirar a Jimin a los ojos— Y tú también lo eres. No te dejes consumir por el miedo—

Jimin asintió lentamente, sintiendo cómo su corazón comenzaba a calmarse un poco. La preocupación seguía latente, pero con Hoseok a su lado, la carga se sentía un poco más ligera.

Después de un momento, los golpes en la puerta se escucharon de nuevo.

Jimin prácticamente corrió a abrir, pero nuevamente no era el comandante Jeon; era el doctor Kim, quien le dio una mirada llena de empatía.

Al cruzar la puerta, Seokjin se detuvo un instante, observando a Jimin con una mezcla de preocupación y ternura, la inocencia y la vulnerabilidad que emanaban de él eran casi palpables, y en ese instante, Seokjin sintió una oleada de emociones.

Jimin irradió una fragilidad que lo hacía parecer un niño perdido en un mundo hostil, su cabeza estaba gacha, y los ojos grandes y brillantes estaban nublados por las lágrimas que luchaban por contener.

Seokjin entendía por qué Jungkook estaba  enamorado de este chico; Jimin tenía un efecto poco común en las personas, el comandante tenía un instinto protector nato, y Jimin, su sola presencia parecía invitar a la protección, a la ternura, y a la desesperada necesidad de asegurarle que todo estaría bien.

—Jeon me envió a decirte que no podrá venir esta noche —anunció Seokjin, su voz suave pero firme— Debe permanecer en las celdas por protocolo, pero no te preocupes. Estará contigo pronto—

Jimin se mordió el labio inferior, Había estado en las celdas militares cuando llegó, y en ese momento, le había parecido un lugar solitario y cómodo. Pero ahora, esa misma celda lo entristecía; no quería que Jungkook estuviera allí. Su corazón se encogía al imaginar a su esposo solo y aislado.

—¿Puedo verlo? —preguntó Jimin, su voz temblando con la esperanza.

—Es mejor que esperes hasta que amanezca —respondió Seokjin, viendo cómo la tristeza se reflejaba en el rostro de Jimin.

La desilusión lo envolvió, y cuando Seokjin vio su expresión, se le ocurrió una idea.

—Sus brazaletes están conectados —dijo, intentando animarlo— Además, es el comandante Jeon. Incluso estando en la celda, los soldados le obedecen. Nadie dirá nada si haces una llamada en un rato—

Jimin iluminó un poco al escuchar esto, su rostro reflejaba una mezcla de emoción y esperanza.

Hoseok se aclaró la garganta, sintiéndose un poco nervioso—¿Y el resto del escuadrón? —preguntó, con preocupación — ¿Ha visto al sargento Kim? —

Seokjin lo miró con curiosidad.

—Sí, está en una celda —respondió— Namjoon su hermano está con él—

Seokjin levantó una ceja y miró a Hoseok —¿Es él tu novio, el sargento Kim? —

Hoseok se sonrojó un poco y negó con la cabeza —No, no... a mí no me gustan los hombres. Solo estoy preocupado porque el sargento ha sido bueno y me ha cuidado los últimos días—

Seokjin lo miró con una mezcla de incredulidad y diversión, pero luego sonrió con complicidad.

—Mañana podemos llevarles el desayuno juntos, también quiero ver mejor al guapo vicecomandante, Estoy seguro de que estarán fuera de esas celdas pronto—

Jimin, sintiendo un atisbo de optimismo, sonrió levemente al imaginar ese momento. Aunque la incertidumbre seguía pesando en su corazón, la idea de preparar algo rico para Jungkook le proporcionaba un pequeño respiro en medio de la tormenta.

Después de un rato, el doctor Kim se despidió, asegurando a Jimin que todo estaría bien y que Jungkook saldría pronto.

Jimin le sonrió agradecido, y una vez que Seokjin se fue, se volvió hacia Hoseok—¿Te gustaría quedarte en la otra habitación? Es más pequeña, pero cómoda —le ofreció, no quería estar sólo, no le gustaba esa sensación.

Hoseok asintió, y Jimin lo acompañó a la otra habitación antes de dirigirse a su propio refugio, la habitación que compartía con Jungkook. Cerró la puerta y se dejó caer sobre la cama, tomó una chaqueta del comandante y suspiró sintiendo el vacío a su alrededor.

Decidió que necesitaba escuchar la voz de su esposo, así que tomó llevó sus dedos al brazalete y marcó una video llamada.

Después de un momento que se sintió eterno, la pantalla se iluminó y la imagen de Jungkook apareció.

 Él parecía sorprendido, pero su rostro pronto se llenó de amor —Jimin —dijo, su voz cálida y envolvente.

—Te extraño mucho —confesó Jimin, sintiendo que sus ojos se nublaban con lágrimas mientras intentaba mantener una apariencia fuerte.

—Yo también te echo de menos —respondió Jungkook, su mirada llena de ternura— Pero no te preocupes, vamos a estar juntos—

—¿Cuándo? — Preguntó Jimin mordiéndose el labio inferior.

—Pronto — Aseguró — mientras tanto recuerda no hablar con nadie sobre la investigación, ni siquiera con el doctor Kim—

Jimin asintió, comprendiendo la gravedad de la situación.

—Mañana haré un desayuno para llevártelo—anunció Jimin, tratando de sonreír a pesar de la tristeza—. Te preparé vegetales y zanahorias también, sé que te gustan mucho—

La sonrisa de Jungkook se amplió, iluminando su rostro.

—Siempre tan atento, Jimin. Eres demasiado bueno para este mundo de caos y destrucción —dijo Jungkook, su voz llena de admiración.

Jimin se sonrojó, sintiéndose un poco más seguro—Solo quiero hacerte feliz. Esto no es fácil para ninguno de nosotros, pero quiero que sepas que estoy aquí para ti, aunque quisiera ser más útil —

Jungkook sintió que su corazón se llenaba de calidez al escuchar esas palabras. Su amor por Jimin crecía con cada segundo que pasaban juntos, incluso en la distancia.

—Tu sola existencia es un milagro —dijo Jungkook con sinceridad—. Ahora debes descansar—

—No puedo —protestó Jimin, haciendo un puchero—. Si tú no estás aquí…

—Está bien, hagamos esto: continuaremos en la video llamada hasta que te quedes dormido —sugirió Jungkook, sabiendo que esta conexión les haría bien a ambos.

La idea llenó a Jimin de emoción y esperanza, con una sonrisa, dejó la pantalla holográfica suspendida a su lado mientras se acurrucaba en la cama, abrazando una chaqueta de Jungkook que aún tenía su aroma.

—Buenas noches, amor —dijo, usando la misma palabra que le había dicho Jungkook en la mañana, sintiéndose un poco más seguro.

—Buenas noches, cariño—respondió Jungkook, su voz suave y reconfortante.

Mientras Jimin cerraba los ojos, sintiendo el abrazo cálido de la chaqueta, Jungkook también se sintió aliviado al ver a Jimin.

Saber que él estaba bien le dio fuerza, y prometió que, al día siguiente, saldría de esa celda, así tuviera enfrentarse a las órdenes de su padre.

Hola mis amores, me demoré hoy, no ha Sido un día tan bueno, murió la mascota de mi familia, había estado con nosotros una década, y realmente es difícil, se siente como perder a un ser querido, es de verdad muy duro.

Espera que tengan una bonita noche y disculpen si hay algún error.

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