Capítulo 28

La tensión en el aire se hacía palpable mientras el escuadrón Cerbero mantenía sus posturas rígidas, todos sabiendo que la llegada del Comandante Supremo no era una señal de buenos augurios, y como rescatar a Jimin no había sido una operación autorizada,  la presencia de Gongyoo solo confirmaba que el castigo podría ser severo, sin importar el vínculo de sangre que los unía.

En su mente, Jungkook repasaba el riesgo que había asumido al salvar a Jimin, pero cada vez que lo miraba, recordaba por qué lo había hecho, Jimin podría ser la única esperanza para la humanidad y también era el amor de su vida.

Sabía que su padre no tendría ninguna consideración por ese acto. La relación entre ellos siempre había sido estricta, como la de un superior y un subordinado, la benevolencia y el amor no eran conceptos que el Comandante Supremo contemplara en el campo de batalla.

—Jungwon, lleva a Jimin a casa,  Ahora —Ordenó sin titubeos.

Sin embargo, antes de que Jungwon pudiera reaccionar, el sonido de las pesadas botas del Comandante Supremo resonó en el pavimento, y la atmósfera cambió de inmediato,el silencio se tornó sepulcral cuando las imponentes figuras de Gongyoo y sus escoltas irrumpieron en la escena.

Todos los soldados hicieron un saludo militar perfecto, bajando las cabezas inmediatamente después, sin atreverse a cruzar miradas con la autoridad máxima.

Jimin, algo nervioso y confundido, levantó la vista hacia el hombre que acababa de llegar. Y, para su sorpresa, el parecido entre Jungkook y este hombre era sorprendente. Su expresión se tornó en asombro; los rasgos faciales, la forma de caminar, incluso la seriedad en los ojos eran casi idénticos. No podía evitar mirarlos de manera alternada, preguntándose cuál era la relación entre ellos.

—Se parecen… —murmuró, más para sí mismo que para los demás, pero Jungkook alcanzó a escucharlo.

Jeon Gongyoo se detuvo frente a ellos, su mirada fría y calculadora barría el entorno, hasta detenerse en Jimin.

—No es necesario que el civil se vaya —dijo Gongyoo, su voz grave y autoritaria llenando el aire. Hubo un leve deje de sarcasmo cuando continuó— Si todo un pelotón de Cerbero fue enviado a rescatarlo, debe ser alguien muy importante—

Jungkook apretó los dientes con molestia, luchando por mantener la calma frente a su padre. Sabía que esos comentarios estaban diseñados para provocarlo, pero no podía permitirse perder el control, no frente a su equipo ni frente a Jimin.

Jimin sintió cómo su estómago se revolvía de nervios bajo esa mirada escrutadora.

—¿Quién eres tú? —preguntó Gongyoo, su voz profunda y severa, como si no tuviera tiempo para rodeos.

Jimin tragó saliva, notando que todos los ojos se posaban en él, incluidos los de Jungkook, quien lo miraba de reojo, tenso.

Con un ligero temblor en su voz, Jimin respondió —Mi nombre es Park Jimin... de la ciudadela E... —titubeó, buscando las palabras adecuadas antes de recitar su identificación con precisión— Mi ID es P.J.-1310199-5—

Gongyoo lo observaba con una intensidad que hizo que Jimin sintiera que su respuesta no era suficiente, como si esperara algo más, algo que le explicara por qué este "civil" era tan importante como para requerir la intervención del escuadrón Cerbero. El comandante supremo levantó una ceja, esperando más detalles.

Con los nervios desbordándolo y sintiendo el peso de las expectativas, Jimin se aclaró la garganta, lanzando una mirada breve pero significativa a Jungkook, antes de añadir apresuradamente—Y... soy el esposo de Jungkook—

El aire pareció volverse más denso. Un murmullo apenas contenido recorrió a algunos de los soldados cercanos, mientras que la expresión de Gongyoo no cambió, pero su mirada se endureció apenas perceptiblemente.

—¿Esposo del comandante Jeon, dices? —Preguntó con lentitud, como si procesara la información, el sarcasmo en su tono era sutil, pero hiriente.

Su mirada se deslizó hacia Jungkook, quien mantuvo su postura firme, aunque la tensión era palpable en sus ojos.

—Voy a enviar el papeleo a la capital para hacer nuestro matrimonio oficial —informó Jungkook, su voz firme, pero con una chispa de desafío oculta bajo la superficie, mirando directamente a los ojos de su padre.

El comandante supremo, Gongyoo, apretó los labios, sus ojos apenas mostrando un destello de algo que se asemejaba al disgusto o la desaprobación.

El silencio que siguió fue casi ensordecedor, como si todos esperaran la respuesta del hombre que controlaba el destino de todos los presentes.

Después de un largo momento, Gongyoo habló, su voz baja pero cargada de autoridad —Muy bien —dijo con una frialdad palpable— Pero ahora no hay tiempo para esos asuntos personales. Tú y tus hombres, síganme—

Sin esperar una respuesta, el comandante supremo se giró, comenzando a caminar con pasos fuertes y seguros.

Los soldados, todavía tensos, intercambiaron miradas antes de enderezarse y prepararse para seguirlo.

—Haz lo que te dije— Ordenó el comandante a Jungwoon.

Jungkook lanzó una mirada rápida a Jimin, intentando transmitirle algo de calma, aunque sabía que la situación era delicada y no tuvo más opción que seguir las órdenes.

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Al llegar al centro del mando, el ambiente estaba cargado de tensión. El comandante supremo, Gongyoo, observaba a cada miembro del escuadrón con una mirada impenetrable antes de dar la orden.

—Entreguen sus armas.

Los miembros del escuadrón Cerbero se movieron con una rigidez inusual, como si sus cuerpos se resistieran a entregar las herramientas que eran parte esencial de su ser. Cada movimiento parecía una renuncia a algo más profundo que sus armas: a la confianza y al orgullo que sentían como equipo.

Namjoon, el vicecomandante, fue el primero en entregar su arma, con el rostro sereno, pero sus ojos revelaban la frustración, aunque había intentado mantenerse neutral.

Taehyung, siempre con una sonrisa relajada en otras circunstancias, apenas podía disimular la preocupación que le surcaba el rostro mientras entregaba su rifle, su mano temblando ligeramente.

Changbin, con una mirada de acero, intentaba mantener su temple, aunque se podía ver el resentimiento hacia el comandante supremo, las armas eras su especialidad, y entregarlas lo hacía sentir incompleto.

Félix y Hyunjin intercambiaron una breve mirada antes de desarmarse, como si intentaran encontrar apoyo mutuo, pero ambos se veían abatidos. Sabían que el castigo sería severo.

Soobin, más callado de lo habitual, sintió un nudo en su estómago, al entregar su equipo.

Sin embargo ninguno de ellos se arrepentía de su decisión, y su lealtad hacia su comandante era ferrea.

En el centro de todo, Jungkook se mantenía firme, pero por dentro, el peso del mundo descansaba sobre sus hombros. La llegada de su padre, el comandante supremo Gongyoo, no solo significaba una reprimenda militar. Había algo más profundo entre ellos, un resentimiento que iba más allá de la jerarquía.

Jungkook sentía el latido acelerado en sus sienes, pero su expresión era de acero, como si quisiera demostrar que, a pesar de todo, no se doblegaría ante la figura imponente de su padre.

Cada paso que Gongyoo daba hacia ellos resonaba con un eco sombrío en la sala, mientras su mirada recorría a los miembros del escuadrón, pero cuando sus ojos se encontraron con los de Jungkook, la tensión entre ambos se volvió casi tangible, como si fuera un campo de batalla invisible entre padre e hijo.

Gongyoo empezó su reprimenda, su voz era fría y calculada—Desobedecer una orden directa, sin importar los motivos, es una violación grave del código militar. Este tipo de comportamiento pone en riesgo no solo la misión, sino la seguridad de toda la ciudadela. Podrían enfrentar una degradación inmediata de su rango… o incluso ser dados de baja—

Las palabras cayeron como plomo en el aire, pero antes de que Gongyoo pudiera continuar, Jungkook dio un paso al frente, interrumpiendo con una voz firme pero llena de enojo contenido.

—Con el debido respeto, comandante supremo —dijo Jungkook, apretando los dientes—, creo que es mejor si hablamos de esto en privado.

Gongyoo lo miró fijamente, el silencio se prolongó por unos segundos, mientras la tensión entre ellos era palpable. Finalmente, asintió lentamente, aunque la frialdad en sus ojos no disminuyó.

—De acuerdo, Comandante Jeon —respondió, su voz cortante— Pero no creas que esto cambiará el resultado—

Cuando entraron en la oficina de Jeon, el aire se volvía más denso con cada paso que daban. El comandante supremo Gongyoo no esperó a ser invitado; tomó asiento detrás del escritorio de su hijo como si ese lugar le perteneciera, con una autoridad que parecía intocable. El silencio reinaba, solo interrumpido por el crujido leve del cuero de la silla cuando el comandante supremo se acomodó.

—Habla —ordenó Gongyoo, cruzando las manos con calma, pero sus ojos destilaban una frialdad cortante.

Jungkook se mantuvo erguido, la tensión palpable en cada músculo de su cuerpo, pero decidió no esquivar el tema. Su mirada no se apartó de la de su padre.

—Mis hombres no tienen la culpa de nada —empezó, con una voz firme y controlada— Solo seguían órdenes mías. Si alguien debe ser castigado, soy yo. Después de todo, la operación fue para rescatar a mi esposo—

Las últimas palabras de Jungkook parecían resonar en la sala, como si hubieran activado algo más en su padre. Los ojos del comandante supremo, ya fríos, se volvieron como hielo. Era como si la mención del matrimonio de Jungkook le provocara un desprecio silencioso.

—¿Tu esposo? —replicó Gongyoo con desprecio—Creí que habías mejorado, que el tiempo te habría enseñado algo. Pero veo que no, Jamás se pone la vida de un solo hombre por encima de cientos de miles, sin importar quién sea. Un comandante debería entender eso—

El desprecio en su tono era claro, un ataque directo al corazón de Jungkook. Pero Jungkook no retrocedió. Apretó los puños, con el calor de la ira quemándole por dentro. Y entonces, decidió que ya no guardaría lo que había mantenido en su interior durante años.

—¿Cómo tú lo hiciste con mi madre? —espetó Jungkook, su voz baja pero cargada de emociones reprimidas.

El silencio que siguió fue pesado, pero Jungkook no se detuvo —Dejaste morir a tu esposa en la ciudadela F —continuó, su voz temblando ligeramente por la rabia contenida—. ¿De verdad esperabas que abandonara a mi esposo? Tal como tú abandonaste a mi madre cuando decidiste destruir la ciudadela en lugar de salvarla—

Los ojos de Gongyoo se entrecerraron, pero no interrumpió. Durante un breve momento, algo cruzó por su rostro, tal vez una chispa de emoción reprimida que rápidamente ocultó bajo su habitual semblante de hierro.

Jungkook y su padre se miraban a los ojos, dos voluntades enfrentadas, uno sosteniendo el dolor del pasado y el otro ocultando cualquier vestigio de humanidad tras su autoridad implacable.

—Mi decisión fue la mejor opción —respondió, su voz grave y calculada, como si cada palabra estuviera ensayada—La ciudadela F ya había sido completamente infestada por los infectados. No había otra forma de salvarla. No podía poner en riesgo las tropas, ni la estabilidad de la humanidad por una sola persona, sin importar quién fuera—

Jungkook apretó los puños, conteniendo las emociones que luchaban por desbordarse, pero Gongyoo continuó, implacable—Si no entiendes eso, entonces tu rango como comandante te queda demasiado grande. Un verdadero líder sabe tomar decisiones difíciles, sacrificios necesarios por el bien mayor—

Cada palabra era una sentencia, un juicio sobre la capacidad de Jungkook como comandante y, peor aún, como hijo. El silencio que siguió fue aún más insoportable. Jungkook sentía la presión en su pecho, como si el peso de las expectativas de su padre lo estuviera aplastando. ¿Cómo podía hacerle entender que no se trataba solo de una decisión militar? Había sido su madre, su familia. Pero para Gongyoo, las emociones personales no tenían cabida en el campo de batalla.

El comandante supremo se inclinó hacia adelante, entrecerrando los ojos mientras continuaba presionando a Jungkook.

—¿Acaso no fue lo mismo que hiciste tú cuando eras el vicecomandante de Cerbero?— Le recordó su padre.

El rostro de Jungkook se contrajo, ante esas palabras.

—¿No le dispararte en la frente  a tu propio hermano, Jeon JaeHyung? El primer comandante del escuadrón Cerbero. Lo mataste porque se infectó, no hay excepciones, un infectado es un infectado, y nuestro deber es exterminarlos, por eso tomaste su lugar —

Jungkook sintió un nudo en la garganta, pero mantuvo la mirada firme.

—JaeHyung estaba infectado, no había otra opción, el también lo sabía —su voz se quebró ligeramente—, mi madre aún estaba viva, sus signos vitales eran normales. No se estudiaron todas las posibilidades de evacuación—

El comandante supremo dejó escapar una risa corta y desprovista de humor, pero había algo oscuro en sus ojos que resultaba inquietante, algo que Jungkook no podía descifrar.

—¿Es eso lo que piensas? —dijo Gongyoo, sacudiendo la cabeza lentamente, como si las palabras de su hijo no tuvieran peso alguno— Ya no importa. Lo que le pasó a tu madre y a tu hermano no fue una elección que estuviera en nuestras manos. No había nada que pudiéramos hacer para salvarlos—

Gongyoo se inclinó más hacia él, su voz volviéndose más baja, casi peligrosa —Y en el fondo, lo sabes, Jungkook— Era primera vez en años que su padre pronunciaba su nombre.

—Sabes que tengo razón. Somos iguales, tú y yo. En el campo de batalla y en la vida — Aseguró— Algún día ocuparás mi lugar, y es mejor que dejes a un lado ese sentimentalismo ahora, porque si no lo haces, la vida misma se encargará de enseñártelo... de la peor manera—

Jungkook apretó los puños con fuerza, sus emociones fluctuando entre la rabia y la impotencia. La indiferencia con la que su padre hablaba de la muerte de su madre y su hermano le hervía la sangre, pero las palabras que usaba eran más que un ataque personal: eran una verdad que él no quería aceptar.

El comandante supremo salió de la oficina, caminando con paso firme y decidido. Al llegar frente al escuadrón Cerbero, sus ojos fríos pasaron de uno a otro, sin mostrar ninguna emoción.

—Por haber desobedecido una orden directa, estarán bajo arresto militar —declaró, su voz resonando en el aire gélido que parecía envolver el lugar—. Serán retenidos por unos días. Después de eso, podrán continuar en sus puestos, pero…

Gongyoo hizo una pausa, dejando que sus palabras penetraran en los corazones de los soldados. El silencio que siguió fue tan espeso que casi se podía sentir.

—Se iniciará una investigación formal —continuó, sin apartar la mirada de ellos—, con la finalidad de un juicio militar que determinará el nivel de castigo que recibirán, tanto ustedes como el comandante Jeon. Serán juzgados por igual.

No añadió más, pero el tono en su voz era lo suficientemente claro: no habría clemencia. Después de decir esto, el comandante supremo se dio la vuelta y salió, dejando tras de sí un frío silencio que parecía paralizar el aire.

Tras la salida del comandante supremo y su declaración, los guardias no tardaron en acercarse también al comandante Jeon. Aunque su rango era superior, la orden del comandante supremo no dejaba lugar a excepciones, y Jeon lo sabía bien. A pesar de su semblante serio, una tensión sutil se reflejaba en su mirada.

—Comandante Jeon —dijo uno de los guardias, inclinando ligeramente la cabeza—. También está bajo arresto, por orden del comandante supremo.

Jungkook no mostró sorpresa. Había esperado este desenlace desde el momento en que supo que su padre estaba en la ciudadela. Asintió lentamente, aceptando su destino sin oponer resistencia y se dirigió hacia donde lo llevarían, junto al resto de su equipo.

El silencio del escuadrón Cerbero se volvió aún más pesado al ver a su líder, el hombre al que habían seguido en la misión, compartir el mismo castigo.

Los pasos de Jungkook, aunque tranquilos, parecían arrastrar con ellos el peso de las decisiones tomadas. A su alrededor, sus hombres sentían una mezcla de respeto y tristeza por él.

 Namjoon, intercambió una mirada silenciosa con TaeHyung, reconociendo la gravedad de la situación.

El juicio militar podría cambiar sus destinos para siempre.

Hola mis amores aquí un poco de tensión, conocemos un poco del pasado de nuestro comandante y el conflicto con su padre.

Bueno quería comentarles unas cosas, como ya les había mencionado, mis vacaciones terminaron y estoy de vuelta en el trabajo, el cual es todo el dia todos los días, solo descanso el domingo, y para actualizar escribo a la hora del almuerzo y cuando voy en el transporte y cuando llegó a casa, por eso las actualizaciones serán por la noche y la hora depende de cuando esté listo el capítulo.

Si un día no logro terminar un capítulo, o no puedo actualizar les avisaré con un anuncio en mi tablero para que no se queden esperando.

Les agradezco de antemano su comprensión, les amo mucho.

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