Capítulo 24

Al separarse del beso, el aire entre ellos se volvió más ligero, pero cargado de emociones que ambos apenas comprendían. Los labios de Jeon quedaron entreabiertos, todavía sintiendo la suavidad y el calor de los de Jimin. Sus ojos recorrieron el rostro del chico, observando cada detalle: sus mejillas sonrojadas, el brillo de sorpresa y alegría en su mirada.

Para Jeon, el beso no fue solo un gesto físico; fue la confirmación de lo que sentía por Jimin era muy profundo, lo amaba y en lo más hondo de su corazón, sabía que no podía dejarlo ir.

Con una sonrisa torpe, Jungkook levantó la mano y, sin decir una palabra, acarició el cabello de Jimin con una ternura todavía sentía una presión suave en su pecho, como si el aire estuviera impregnado de mariposas. Jeon observó a Jimin, su rostro iluminado por una mezcla de sorpresa y alegría.

Susurró, con un toque de timidez—Tenemos que salir de aquí, encontrar un lugar seguro antes de que la situación empeore—

A pesar de la urgencia de sus palabras, su tono fue suave, cargado de preocupación sincera.

 Jimin, con una sonrisa pura, irradiando inocencia, asintió despacio, sus mejillas ardían por el beso, pero también por las emociones nuevas que se habían despertado en él.

—No he visto ningún peligro en el bosque —comentó Jimin, con su voz suave— Los infectados no parecen interesados en estas áreas—

Sus palabras salieron con una calma serena, y en sus ojos se reflejaban su confianza en el comandante Jeon, sabía que a su lado, estaba protegido.

Jungkook, observándolo con devoción sintió cómo el peso de sus propios sentimientos crecía, sin poder evitarlo se inclinó nuevamente robándole un casto beso de esos labios rosados, uno que fue correspondido de inmediato.

Sinn importar lo que Jimin fuera, simbionte o no, Jeon estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para mantenerlo a salvó.

Sus bocas se separaron nuevamente y Jimin se lamió los labios, haciendo sonreír al comandante—Vamos— Susurró.

El vehículo volcado crujió al abrirse, y Jeon emergió, sintiendo la frescura del aire en su rostro, el bosque, que antes había sido lugar de sombras y vientos huracanados, ahora se iluminaba con el suave resplandor del amanecer.

Se volvió hacia Jimin, que seguía dentro del vehículo, con una expresión de determinación y un toque de miedo en sus ojos.

—Déjame ayudarte —dijo Jeon, extendiendo su mano hacia él.

Jimin miró la mano de Jeon, sintiendo un cosquilleo en su cuerpo, y no entendía porque Pero no podía dejar de sonreír, la cercanía tan íntima de los besos tenían un efecto hipnotizante sobre el.

Con un esfuerzo, tomó su mano y permitió que Jeon lo ayudara a salir.

Una vez fuera, Jeon revisó el interior del vehículo, asegurándose de que no quedara nada esencial, se movía con la agilidad de un soldado experimentado, tomando un bolso militar y asegurándose de llevar las provisiones y armas necesarias.

—No quiero que nos falte nada —murmuró mientras ajustaba las correas del bolso en su espalda.

Jimin asintió, viéndolo el comandante era tan fuerte y guapo, se sintió aliviado de tener a alguien tan capaz a su lado.

 La pendiente era resbaladiza por el barro acumulado, un vestigio de la tormenta que había arrasado la noche anterior.

—Toma mi mano —dijo Jeon, extendiéndola nuevamente.

Jimin se apresuró a tomarla, y juntos comenzaron a ascender, la tierra era fangosa y resbaladiza, y también habían algunos troncos y ramas caídas, pero unidos, se sintieron más fuertes.

Los ojos de Jeon estaban fijos en el camino, y también a cualquier novedad o peligro que pudiera aparecer de repente.

Mientras Jimin sentía una mezcla de nervios, pero la confianza en su comandante era plena, sus corazones latían al unísono, y el barro bajo sus pies se convertía en un mero obstáculo en su camino hacia la seguridad.

Finalmente, lograron llegar a la cima, donde el arroyo brillaba bajo la luz del sol, las aguas murmuraban suavemente, como un canto que aliviaba las tensiones acumuladas. Jimin sintió que la tranquilidad del lugar lo envolvía.

—Aquí —dijo, guiando a Jeon hacia el arroyo. Juntos, se lavaron las manos, limpiando el barro y la sangre seca que manchaba su piel, el agua fría era un bálsamo refrescante, un recordatorio de que habían sobrevivido a la tormenta.

Bajo un árbol frondoso, Jeon extendió una lona militar y la colocó en el suelo.

Jeon sentó cerca de Jimin, quien, aunque aún un poco nervioso, sonrió con gratitud.

La cercanía entre ellos era palpable, y Jimin comenzó a jugar con las manos de Jeon, entrelazando sus dedos, era un gesto simple, pero significativo, que reforzaba el lazo que se formaba entre ellos.

—Parece que estamos a salvo por ahora —dijo Jeon, mirándolo a los ojos. La calma del entorno parecía contrastar con el caos de la noche anterior.

Jungkook observó a Jimin, su mirada firme pero suavizada por la preocupación que sentía, quería respuestas, pero también entendía que Jimin no era una amenaza. Se quedó en silencio unos momentos, hasta que no pudo evitar preguntar con suavidad, casi en un susurro.

—Jimin… ¿Qué eres realmente? —dijo, acariciando sus manos, sus dedos se entrelazaban — No te estoy juzgando, solo quiero entender… —Su voz se volvió un poco más baja—Quiero ayudarte—

Jimin se detuvo, mirando hacia el cielo por un momento, como si buscara respuestas entre las nubes, su pecho subía y bajaba lentamente mientras organizaba sus pensamientos. Sus ojos reflejaban una mezcla de tristeza y confusión, pero también de sinceridad.

—No lo sé del todo… —comenzó, con un tono tembloroso— Solo sé que soy un simbionte que viene de las estrellas, he vivido toda mi vida en animales y las plantas como mis huéspedes… En realidad, no sé por qué soy diferente de los otros. —Jimin se llevó una mano al pecho, recordando su propia esencia. Trató de continuar, a pesar de que ni él mismo comprendía completamente su naturaleza—. En mi forma simbiótica soy como…  una motita de algodón, solo un poco más luminosa, me gusta dejarme llevar por el viento, moviéndome de un lugar a otro… Siempre he buscado nuevos hogares que conocer—

Jungkook escuchaba con atención, asintiendo para alentarlo a continuar. Jimin se sentía más seguro hablando, pero aún era difícil poner en palabras lo que él mismo no entendía del todo.

—Llegué a una ciudad en ruinas —continuó, bajando la mirada, recordando—. Y allí encontré una planta, era hermosa, pero ya estaba marchitándose. Pensé que… podría volverla mi hogar, cuidarla. Pero entonces… las cosas cambiaron —Hizo una pausa, mientras su mirada se oscurecía un poco al recordar lo que había sucedido— Un día, todo se volvió muy ruidoso afuera, escuché y vi criaturas… que nunca había visto antes, eran grotescas y violentas—

Jimin tomó aire, como si le costara revivir esos momentos.

—Y entonces vi a una criatura más, una que parecía estar herida, asustada. Quise ayudarla —Las palabras salieron con lentitud, su voz temblando mientras recordaba cómo había intentado salvar a Hoonie.

Jungkook sintió una punzada en el pecho al escuchar las últimas palabras de Jimin. La mirada inocente del chico, sus lágrimas silenciosas, y la confusión sobre su propia existencia lo hacían aún más vulnerable.

—Esa criatura era un humano, uno muy bueno, logró comunicarse conmigo y me dijo que su nombre era Park Jihoon, sus amigos le decían Ji, y su abuelo Hoonie, a mí también me gustaba mas Hoonie, porque se escucha lindo —La mención del nombre hizo que su corazón se apretara, Jimin continuó, su voz temblando — Intenté mantenerlo a salvo con las enredaderas de mi planta, pero fue inútil. Los monstruos rompieron las defensas y volvieron a atacar a Hoonie. Yo… no sabía qué hacer —susurró finalmente, sus palabras llenas de dolor.

La mirada de Jeon se suavizó aún más, había luchado contra simbiontes durante tanto tiempo, viéndolos infectar a humanos y convertirlos en devoradores de carne. Sin embargo, allí estaba Jimin, contándole su historia sobre cómo conoció a un humano, cómo en lugar de infectarlo intentó salvarlo. La idea de que un ser como Jimin, que no era humano, pudiera sentir tanto lo conmovió profundamente

— Había tantos infectados — Jimin Lloró, incapaz de contener las lágrimas—. Nunca quise que muriera, no quería perderlo—

Se detuvo, su respiración era irregular, pero Jungkook no lo interrumpió, comprendiendo que Jimin necesitaba tiempo para procesar lo que estaba diciendo. Finalmente, Jimin continuó, con la voz más baja, casi un susurro.

—Entonces… algo pasó dentro de mí. No lo podía controlar. —Sus ojos brillaron por las lagrimas —Una energía que no conocía empezó a salir de mi cuerpo—

Jungkook frunció el ceño, pero no con desconfianza, sino con una creciente preocupación. Se inclinó hacia adelante, acercándose más a Jimin, sosteniendo sus manos.

—¿Fuiste tú quien causó la explosión que destruyó a los simbiontes? —preguntó, su voz suave pero cargada de una necesidad de saber la verdad.

Jimin se quedó en silencio por un momento, sus ojos acuosos llenos de miedo, antes de asentir lentamente. No quería mentirle, no podía.

Con la voz apenas audible, dijo—No sé cómo pasó, Comandante, Pero mi cuerpo emanó esa luz, y los infectados dejaron de moverse. —Un sollozo escapó de sus labios mientras bajaba la mirada—. Hoonie me dijo que no lo volviera a hacer, que me quedara en su cuerpo mientras me reponía. Pero, pero él… —La voz de Jimin se quebró—. Hoonie dejó de moverse. Y yo… me fusioné con su cuerpo. Cuando desperté al día siguiente… él ya no estaba. Solo estaba yo—

La tristeza en su voz era palpable, y las lágrimas caían silenciosamente por su rostro. Jimin no entendía por qué había pasado así, por qué había perdido a Hoonie, y la culpa lo consumía.

Jeon lo abrazó con cuidado, lo rodeó con sus brazos, el silencio se instaló entre ellos, pesado con las revelaciones, Jeon no podía evitar sentirse conmovido aunque no era humano, Jimin poseía emociones, la tristeza de la pérdida, la alegría de haber conocido a alguien como Hoonie y, a veces, una leve molestia por la confusión que lo rodeaba.

Jimin era un ser único.

Cuando de apartaron un poco, recordó algo muy importante, Jeon sacó un pequeño frasco de su bolsillo, dentro del cual había un hilillo delgado y brillante, casi imperceptible a simple vista, lo sostuvo con cuidado entre sus dedos y lo levantó para que Jimin lo viera con claridad.

—¿Esto es tuyo? —preguntó Jungkook, su voz suave pero cargada de curiosidad.

Jimin lo miró con asombro. Sus ojos se abrieron mientras observaba aquel hilillo danzar dentro del frasco, reconociendo al instante lo que era, asintió lentamente, sin palabras, su sorpresa demasiado grande para expresarla.

Jeon, sin perder tiempo, giró la tapa del frasco con un clic suave. Al instante, el hilillo se liberó y voló en el aire, como si estuviera siendo atraído por algo más poderoso que el viento, Jimin extendió su mano por puro instinto, observando con los ojos muy abiertos cómo el hilillo se acercaba rápidamente a él, como si no pudiera resistir la atracción.

En cuestión de segundos, el hilillo brillante se fusionó con la piel de Jimin, integrándose perfectamente en su cuerpo como si nunca hubiera estado separado, el lugar donde entró en contacto brilló un momento antes de desaparecer por completo, dejando solo una suave sensación en su palma.

Jimin lo observó con fascinación y alivio, como si una parte de él que no sabía que había estado perdida finalmente hubiera regresado.

Levantó la mirada hacia el comandante, sorprendido de que él lo tuviera—¿Dónde… dónde conseguiste esto? —susurró.

—El doctor Kim fue quien lo encontró —explicó, refiriéndose al hilillo brillante—. Lo hallaron en la planta donde te escondías. Lo ha estado estudiando desde entonces, buscando respuestas sobre lo que eres y lo que puedes hacer.

Jimin frunció el ceño, su confusión y temor creciendo. Los latidos de su corazón se aceleraron mientras trataba de procesar lo que Jeon le decía.

—¿Por qué… por qué me estudiaron? —preguntó, su voz temblando. Luego, levantó la mirada hacia Jeon—. ¿Qué significa eso? —

Jungkook respiró hondo antes de continuar —Jimin, el doctor Kim cree que tú podrías ser la clave… —hizo una pausa, buscando las palabras adecuadas— La clave para que los humanos podamos luchar contra los simbiontes. Piensa que tú podrías ser nuestra única esperanza—

El rostro de Jimin palideció al escuchar eso, el miedo acechando en sus ojos, la idea de ser visto como una "clave" o una "esperanza" lo aterrorizaba, porque en su mente, eso solo significaba una cosa: volver a la ciudadela, ser estudiado y tal vez, algo peor no quería ser una herramienta.

Sin embargo, a medida que reflexionaba, algo comenzó a florecer en su interior. Si ayudaba a los humanos, estaría ayudando a Jeon, y a todos los soldados del escuadrón cerbero que siempre arriesgaban sus vidas, al sargento Kim TaeHyung, y también a sus amigos Hoseok y Jackson.

Si eliminaban a los simbiontes, eso significaría que ya no habría peligros que el comandante tuviera que enfrentar. La idea de un futuro juntos, sin miedo y en paz, quizá ya no habría muros rodeándolos y podrían ir a la playa y tener su casita todo esto lo llenó de valor.

—¿Quiere que vuelva a la ciudadela? —preguntó Jimin, sintiendo que su decisión se forjaba en su corazón.

Mientras se sentaban juntos bajo el árbol, la luz del sol filtrándose a través de las hojas, Jeon miró a Jimin con una determinación profunda en sus ojos—Te prometo, Jimin —dijo, su voz grave y sincera— que si regresamos, no permitiré que nada te pase. Haremos todo lo necesario para que estés a salvo. Solo tú y el doctor Kim, sin que nadie más se interponga—

Jimin lo miró, sintiendo un calor en su pecho ante la sinceridad de las palabras de Jeon. Aquel momento se sentía tan real, tan importante. Se dio cuenta de que el comandante no solo estaba hablando de su seguridad física, sino de su bienestar emocional también—Lo haré—

Jeon llevó la mano de Jimin a su pecho, donde el latido de su corazón resonaba con fuerza —A partir de ahora, este corazón te pertenece —le juró, su mirada llena de una intensidad que hizo que Jimin sintiera un cosquilleo en el estómago.

Jimin parpadeó, confundido y emocionado a la vez. Aunque no comprendía completamente el peso de la promesa, sí sentía que significaba algo muy especial.

Sin poder contener una sonrisa tímida, miró hacia abajo, sintiendo el calor de la mano de Jeon sobre su piel. —Y… mi corazón también le pertenece, comandante —respondió, con voz suave pero firme, mientras levantaba la vista y se encontraba con la mirada de Jeon.

Jeon sonrió, una mezcla de sorpresa y alegría iluminando su rostro. La pureza de la inocencia de Jimin era un oasis en un mundo tan lleno de dolor y pérdida, era un recordatorio de que, a pesar de todo lo que había sucedido, aún había espacio para la esperanza y el amor.

—Entonces, cuidaremos de nuestros corazones juntos —dijo Jeon, su voz impregnada de promesa. El ambiente tranquilo del bosque se sentía más cálido.

Mientras compartían esa mirada, una oleada de emociones llenó el espacio entre ellos: el miedo, la esperanza, el deseo de protegerse mutuamente. Jimin sintió que, a pesar de ser un simbionte en un mundo que los temía, estaba encontrando su lugar junto a Jeon, un lugar donde podría ser aceptado y amado.

Con una emoción inexplicable inundando su pecho, se lanzó hacia el frente dándole un beso al comandante en los labios, haciéndolo caer hacia atrás en la lona, quedando sobre el.

Jeon sonrió poniéndole una mano en la cintura y la otra acariciándole la mejilla, mientras Jimin bajaba su rostro robándole besitos.

En ese instante un crujido de ramas se escuchó hacia unos arbustos, Jeon por instinto se levantó protegiendo a Jimin y tomó su arma apuntando en esa dirección.

Hola mis amores aquí estamos de nuevo, nuestro comandante más enamorado que nunca de su motita.

Esperemos que todo lo que venga sea para bien ❤️‍🩹

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