Capítulo 21

El comandante Jeon caminaba a paso firme, su mente ya proyectándose en la ciudadela D, con la imagen de Jimin en sus pensamientos, el silencio del brazalete de comunicación lo angustiaba, pero los signos vitales normales de Jimin le daban una pequeña esperanza.

Con el equipo ya listo, estaba decidido a emprender la misión de rescate, iba a traer a Jimin de vuelta costara lo que costara, sin embargo, una voz lo detuvo antes de llegar a la salida.

—Comandante, espere un momento —Choi Soobin lo alcanzó de forma apresurada, pero con una expresión seria.

Jeon, con el ceño fruncido, lo miró de reojo, claramente impaciente, no podía darse el lujo de perder el tiempo —¿Qué sucede?— preguntó entre dientes.

El rostro de Soobin se tenso, y tomó aire antes de empezar a hablar  —Es sobre la declaración de Christopher Bang, ya tengo los detalles completos y hay algo que debería ver antes de irse—

Jeon suspiró, su atención claramente dividida entre el rescate y la información que Soobin intentaba darle, pero ir por Jimin era más importante—Revisaré eso después, ahora no es el momento—

Soobin insistió —Comandante, creo que debería verlo ahora —titubeó por un segundo, pero la seriedad en su voz era evidente—. La declaración de Bang… es diferente de lo que esperábamos. Él dijo que no conoce a nadie llamado Park Jimin—

Jeon se detuvo en seco, su expresión cambió de inmediato, Giró hacia Soobin lleno de confusión —¿Cómo que no lo conoce? —su voz era grave, y aunque intentó sonar calmado, el desconcierto era palpable.

—Bang afirmó que, durante la pelea, no estaba discutiendo con ningún Jimin— Murmuró Soobin.

Las palabras resonaron en la mente de Jeon, que por un momento quedó completamente paralizado, como si de lo que estaba a punto de enterarse era algo que no quisiera saber.

—Eso… eso no tiene sentido —murmuró, llevándose una mano a la frente mientras trataba de procesar la información—Según Bang, ¿Quién es la persona con la que discutió? —

—Un amigo de su infancia, nos proporcionó una foto…— Informó Soobin.

Jeon alzó una ceja, un poco más interesado, pero aún sin entender del todo —¿Una foto? —preguntó, con la voz cargada de incredulidad.

—Sí, una foto donde aparecen Bang, y otro chico que está abrazando a  “Jimin”, pero él asegura que el chico en la imagen se llama Park Jihoon—  Le informó.

—¿Park Jihoon? —repitió, con la voz tensa.

Soobin, con incomodidad sacó una foto y se la tendió, en esa imagen, tres personas sonreían a la cámara. Bang, Eunwoo… y quien a simple vista parecía Jimin

Al principio, Jeon lo miró con incredulidad. Era Jimin, tenía que serlo.

Pero algo se rompió en su percepción cuando sus ojos comenzaron a escanearlo, el cabello, aunque era rubio se veía más liso, no tenía ese brillo dorado que siempre había notado cuando la luz se reflejaba en los rizos de Jimin. Este era un rubio opaco, casi apagado. “Jimin siempre parecía irradiar luz,” pensó con desconcierto.

Su mirada bajó hacia el rostro del chico en la foto, sus ojos no eran esos grisáceos que dependiendo de la luz algunas veces se ven plateados y otras azules, estos eran color café, sin esa chispa de vida que tanto lo había deslumbrado, los ojos de Jimin brillaban, llenos de una curiosidad constante, como si siempre estuviera buscando algo más allá de lo que la realidad ofrecía. Pero los ojos de este joven, eran normales casi apagados.

Algo se le revolvía en el estómago mientras su mente trataba de juntar los pedazos.

El rostro del chico en la foto era más afilado, más fino, mientras que Jimin siempre había tenido esas mejillas redondeadas que hacían que quisiera protegerlo de todo mal en el mundo.

 Jimin irradiaba inocencia y causaba una sensación de paz y ternura con solo mirarlo, este chico, sin embargo, parecía más común, se veía bonito, pero sin esa pureza inconfundible que siempre había caracterizado a Jimin.

Sus ojos siguieron escaneando cada detalle, la piel… Jimin tenía una piel casi irreal, suave y perfecta, blanca como porcelana, como la de un bebé recién nacido. Pero este chico… No era él. No tenía esa luz. No era el mismo ser que había comenzado a ablandar su corazón endurecido.

—Park Jihoon — susurró para si mismo, y se sintió como si el aire en su alrededor se detuviera.

Todo su mundo, hasta ese segundo, había girado en torno a Park Jimin. El chico de sonrisa tímida, de ojos llenos de curiosidad y alma vibrante. El chico que, sin darse cuenta, había comenzado a ocupar un espacio en su vida y en su corazón que creía completamente cerrado.

 ¿Cómo era posible? Su mente se negaba a procesarlo.

—Bang está seguro de que a Park Jihoon lo mordieron fuera de la ciudadela E —continuó Soobin, su voz sonaba tan lejana ahora para Jeon—Asegura que la persona con la que peleó anoche está infectado—

Infectado.

La palabra resonó como un eco en su mente, mientras una sensación de pánico se asentaba en su pecho. Si este chico era Park Jihoon, entonces… ¿Quién era Jimin?

Su respiración se volvió pesada, y las imágenes de Jimin, su sonrisa, su risa, sus ojos brillantes y llenos de vida, todo comenzó a arremolinarse en su mente, ¿Se había dejado cegar  todo este tiempo?, había ignorado todas sus sospechas que desde el principio le gritaron que había algo anormal en Jimin.

¿Había sido Jimin, el chico por el que sus sentimientos empezaban a emerger, simplemente una ilusión? ¿Jimin era una criatura no humana, un simbionte?

Su instinto nunca había fallado, pero esta vez deseaba con cada fibra de su ser estar equivocado.

 Su corazón latía con fuerza, golpeando contra su pecho como si intentara escapar de la realidad que ahora lo envolvía. El mundo, tal como lo conocía, se desmoronaba. Todo lo que había sentido, lo que había pensado sobre Jimin, se tambaleaba en un abismo oscuro de incertidumbre.

—Soobin, no le informes a nadie más sobre esto —murmuró, casi como si estuviera en trance, su mente procesando la revelación lentamente—Me encargaré del caso personalmente—

Guardó la foto, su cuerpo en automático, y caminó por el pasillo como si estuviera nadando a través de un mar denso de pensamientos y emociones confusas.

Su instinto había estado en lo correcto, de inmediato las imágenes de la muestra que guardaba SeokJin llegaron a su cabeza, ahora entendía porque le recordaba tanto a Jimin, no era una coincidencia, mientras las palabras de Seokjin resonaban con más fuerza: Este simbionte no daña al huésped, todo lo contrario, está situación empezaba a cobrar sentido de una forma perturbadora.

El chico que había comenzado a derretir el hielo alrededor de su corazón estaba infectado. O peor aún, tal vez ni siquiera era humano desde el principio.

Llegó al laboratorio con pasos rápidos y desiguales. Seokjin lo recibió con una mezcla de sorpresa y alarma, viendo la intensidad en sus ojos.

—¡Jeon!, ¿Qué ocurre? — Preguntó  confundido al ver la expresión en su rostro.

—Necesito la muestra del simbionte que analizaste, ahora mismo—exigió Jeon sin rodeos, su voz baja pero cargada de una gravedad que lo decía todo.

Seokjin lo miró, desconcertado—¿Para qué la necesitas? —preguntó, claramente dudando—. Es la única muestra que tenemos. Es invaluable—

Jeon no podía explicar lo que sentía. Era como si una verdad imposible hubiera penetrado cada capa de su ser.

 Sabía quién era el huésped, y tenia que traerlo de vuelta, podría ser la única esperanza para la humanidad, y también no podía ignorar el hecho de que, aunque Jimin fuera algo más, aunque no fuera completamente humano, una parte de Jeon se negaba a dejarlo ir.

—Te aseguro que sé de dónde viene esa muestra —replicó Jeon, acercándose con una urgencia casi desesperada— Y si me la das, te prometo que regresaré con el huésped—

Seokjin lo observó, tratando de desentrañar el torbellino de emociones que veía en él—Jeon, ¿De que estás hablando? —

Jeon no podía contarle la verdad. No podía decirle que el huésped que el huésped podría ser Jimin, su Jimin.

El silencio se asentó como una niebla pesada en el laboratorio. Seokjin mantenía sus ojos fijos en Jeon, una mezcla de sospecha y preocupación bailando en su mirada.

Había pasado demasiado en los últimos meses. La humanidad estaba al borde del colapso, y esa muestra era, según los cálculos, la única esperanza para revertir la invasión de simbiontes.

—¿Quién es el huésped? —preguntó Seokjin finalmente, rompiendo el tenso silencio. Su voz estaba cargada de una gravedad que apenas podía ocultar—. ¿Es otra planta simbionte o... es algo más? —

Jeon tragó saliva, sintiendo el peso de cada palabra que estaba a punto de decir. No es una planta, no es solo un infectado, se repetía en su mente, pero no podía decirle toda la verdad. No todavía.

—Es... un humano —respondió con cautela, sus ojos buscando los de Seokjin, esperando que confiara en él sin necesidad de más detalles—. Pero no puedo decirte más—

La tensión en el rostro uno de Seokjin se intensificó. Sus labios se apretaron en una fina línea, y Jeon supo que estaba luchando contra el impulso de exigir más respuestas.

—¿Un humano? —repitió, incrédulo—. Jeon, esto no es un juego. Con todo lo que está pasando, esa muestra es lo único que tenemos que podría salvarnos de la destrucción total por los simbiontes. La única—

Jeon asintió lentamente, comprendiendo la desesperación de su amigo. Él también lo sabía. Sabía que el destino de la raza humana pendía de un hilo y que cualquier error podría significar el fin de todo.

—Lo sé, Seokjin —dijo, su voz más suave, más firme, tratando de calmar la ansiedad que sentía crecer entre ellos—. Confía en mí. Traeré a la criatura conmigo—

El rostro de Seokjin se tensó aún más mientras procesaba las palabras de Jeon. Era evidente que no estaba convencido. Había algo en la forma en que Jeon hablaba, en su urgencia, que no podía ignorar.

Pero también conocía a Jeon lo suficiente como para saber que si decía que iba a hacer algo, lo haría. Aunque el precio fuera demasiado alto, su deber por proteger a la humanidad lo eran todo para el comandante.

Finalmente, Seokjin soltó un largo suspiro, su resistencia colapsando —Está bien, te la daré —dijo con tono resignado, pero con una advertencia clara en su voz—. Pero solo si me llevas contigo. No voy a dejar que te vayas solo, no con algo tan importante—

Jeon negó con la cabeza, su expresión endurecida —Eso no es posible, Seokjin. Es demasiado peligroso—

—¡Peligroso! —replicó Seokjin, su paciencia claramente llegando al límite—. ¿Y qué crees que hemos estado haciendo estos últimos meses, si no arriesgar nuestras vidas cada maldito día? No me hagas esto, Jeon, sabes que puedo ayudarte—

Jeon respiró hondo, acercándose un paso más, manteniendo la mirada fija en los ojos de Seokjin —Tienes que confiar en mí —repitió, con una intensidad en la voz que hizo que Seokjin vacilara por un segundo— Voy a traer a la criatura, lo prometo. Pero esto es algo que debo hacer solo—

Seokjin apretó los dientes, mirándolo por un largo momento. Finalmente, con un suspiro más profundo y agotado, asintió, aunque la frustración no desapareció de su rostro.

—Está bien, pero si algo le pasa a esa muestra... —se inclinó hacia él, acercándose lo suficiente para que sus palabras fueran casi un susurro— No me importará que seas un comandante. Te patearé el trasero—

Jeon dejó escapar una risa breve, sin humor, asintiendo —Lo sé—

Con una última mirada de advertencia, Seokjin se giró y sacó la muestra de un compartimento seguro, entregándosela a Jeon.

El comandante la tomó, sintiendo el peso simbólico de lo que llevaba en sus manos. Este pequeño frasco podría ser la clave para la supervivencia de la humanidad... o el final de todo.

Sin decir nada más, Jeon salió del laboratorio, su mente aún en un torbellino. Los pasillos fríos y grises lo rodeaban mientras caminaba rápidamente hacia su objetivo. Pero, dentro de él, el caos era mucho mayor.

¿Qué haría cuando encontrara a Jimin? La pregunta lo consumía. Sabía que tenía que hacerlo, pero ¿qué pasaría después? ¿Podría enfrentarlo, sabiendo ahora lo que Jimin realmente era?

Su mente seguía reproduciendo imágenes de Jimin: sus sonrisas, su risa suave, la calidez que emanaba de él cada vez que estaban juntos. Y ahora, todo eso se sentía distante, como si fuera parte de una ilusión. No era humano. O tal vez nunca lo fue.

Pero tenía que encontrarlo. No importaba lo que fuera, lo que realmente era. Jeon necesitaba respuestas, y necesitaba a Jimin. O a la criatura que fuera.

Su corazón latía con fuerza mientras aceleraba el paso, subió a uno de los vehículos más seguros y dejó los muros atrás justo en la madrugada, a lo lejos, la ciudad apenas despertaba.

Y en su interior, la verdadera batalla estaba a punto de comenzar.

Hola mis amores, casi que no, pero aquí estoy, escribí este capítulo a toda máquina, realmente estoy un poco cansada, si hay algún error me dicen porfa.

Espero les guste.

Nos leemos pronto.

 

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