Capítulo 16

SeokJin tomó un pequeño frasco y lo acercó al microscopio, mientras hablaba —Lo que encontré no es cualquier cosa, Jeon— colocó con delicadeza la pequeña muestra biológica bajo el microscopio, ajustando con precisión los controles antes de dirigirse a Jeon —Tienes que ver esto—

Jeon se inclinó hacia el microscopio, enfocando la vista. Lo que vio le hizo fruncir el ceño. Parecía un diminuto filamento delgado, apenas visible a simple vista, con una textura suave y luminosa, era casi translúcido, lo observó durante unos segundos en completo silencio, sintiendo una extraña inquietud.

—Es una muestra biológica que encontré en la planta de Smeraldo, la misma que estuvo expuesta a modificaciones genéticas —explicó SeokJin— Y lo más interesante es lo que hace cuando entra en contacto con tejido infectado—

SeokJin puso una pequeña cantidad de sangre infectada con simbiontes sobre la muestra. Ambos observaron con atención cómo la sangre comenzó a descomponerse, desintegrándose en cuestión de segundos. La muestra biológica brillaba levemente mientras destruía las células infectadas, reduciéndolas a nada.

—Esto es exactamente lo que ocurrió en la explosión molecular que eliminó a los simbiontes  —continuó SeokJin, con una mezcla de asombro y curiosidad—. Esta pequeña cosa tiene el poder de destruir simbiontes a nivel molecular—

Jeon se quedó mirando la muestra por un momento más, pero no podía sacudirse una extraña sensación. Algo en ese brillo le resultaba familiar, aunque no sabía exactamente por qué.

Su mente empezó a divagar, y de repente, la imagen de Jimin apareció en sus pensamientos, había algo en la suavidad y la luminosidad del filamento que le recordaba a él, a esos momentos en los que, sin razón aparente, había visto un destello parecido en esos peculiares ojos de Jimin.

Quizás había sido solo un truco de la luz o su imaginación, pero esa sensación volvía a él con fuerza en ese instante.

—Es absurdo— pensó para si mismo, alejándose del microscopio, ¿Por qué pensaba en Jimin ahora? Jimin era… Jimin. Vulnerable, dulce, un tanto inocente. No había razón alguna para relacionarlo con esta muestra, solo el hecho de que fueron encontrados en el mismo lugar, pero la idea se había instalado en su mente sin su permiso.

—Esto… es increíble —dijo Jeon finalmente, con el ceño aún fruncido. Algo lo inquietaba, pero no estaba dispuesto a profundizar en ello, al menos no en ese momento—. Pero, ¿por qué ahora? ¿Por qué esta muestra ha aparecido de repente?

SeokJin cruzó los brazos y suspiró. —Eso es lo que me preocupa. Esta muestra no estaba presente antes, y parece ser parte de una mutación en los simbiontes que no habíamos visto hasta ahora,  esta mutación… es diferente. No es monstruosa como las otras. Es algo más. No lo mencioné al consejo porque ellos solo quieren respuestas rápidas y no entienden la importancia del proceso. Pero si estoy en lo correcto, este filamento es de un simbionte diferente, uno con la capacidad de fusionarse con su huésped sin dañarlo, todo lo contrario —

Jeon se quedó en silencio. Aunque no lo admitiera, no podía dejar de pensar en Jimin, y en ese brillo indescriptible que estaba seguro de haber notado alguna vez.

Su primera sospecha fue que Jimin estaba infectado, pero y si quizá el…, no puede ser, a Jimin se le habían practicado muchos análisis y todo estaba en orden, lo único inusual en el era su fragilidad e inocencia.

Sin embargo ese sentimiento de duda seguía allí persistente.

SeokJin lo miró, esperando una respuesta. —¿Qué piensas, Jeon?

—Pienso que tenemos que ser muy cautelosos con esto —respondió Jeon finalmente, sin revelar la tormenta de pensamientos que lo invadía—. Si los simbiontes están cambiando, nuestras defensas podrían no ser suficientes. Y esto… esto necesita más investigación, mucha más—

—Estoy trabajando en ello — Murmuró SeokJin.

—Haz lo que tengas que hacer, SeokJin —dijo con seriedad, mientras se apartaba del microscopio— El consejo no debe enterarse  hasta que tengas algo más concreto. No quiero que esto se convierta en otro juego político—

—Sabes que no les diré, solo les interesa el final del proceso, pero se olvidan de que este tipo de descubrimientos requieren mucho análisis, sin embargo tampoco tenemos mucho tiempo—respondió SeokJin con una leve sonrisa, pero en su mirada también había una sombra de preocupación—Estamos juntos en esto, Jeon—

Jeon asintió, pero mientras salía del laboratorio, la imagen de Jimin seguía rondando en su cabeza.

Jeon regresó a casa con la mente hecha un caos. Los descubrimientos de SeokJin le habían dejado una sensación extraña que no lograba quitarse. ¿Y si ese filamento que vio estuvieran conectados a algo más cercano? La idea le incomodaba profundamente. Mientras atravesaba la sala, notó que la casa estaba en silencio, solo el leve murmullo de la noche lo acompañaba.

Cuando llegó al comedor, lo primero que vio fue a Jimin, dormido sobre la mesa. Tenía un cuadernillo abierto frente a él y un lápiz a medio caer de su mano. Su rostro descansaba en una expresión tranquila, casi angelical, mientras su pecho subía y bajaba con suavidad. Jeon se detuvo por un momento, observándolo en silencio.

No podía negar que la belleza de Jimin era única. Había algo en su aura que siempre parecía brillar, un destello de inocencia y curiosidad que lo hacía diferente a cualquier persona que Jeon hubiera conocido.

Sus ojos, cada vez que los veía, estaban llenos de asombro, como si el mundo entero fuera nuevo para él. Y su sonrisa… esa sonrisa que iluminaba cualquier espacio con solo aparecer, era contagiosa. Era difícil no sentirse en paz con Jimin cerca, incluso en medio de toda la incertidumbre.

Jeon se acercó lentamente, con cuidado de no despertarlo. La idea de que Jimin pudiera estar infectado, de que un simbionte pudiera habitar en su cuerpo, era algo que no quería ni siquiera considerar. ¿Cómo podría alguien tan puro y despreocupado estar infectado? Sin embargo, las dudas persistían. La muestra biológica que había visto en el laboratorio lo perturbaba más de lo que quería admitir.

Con delicadeza, le quitó el cuaderno y el lápiz de las manos y lo cargó en brazos, como si fuera un peso ligero. Subió las escaleras despacio, intentando no hacer ruido, y lo llevó hasta la cama. Al colocarlo entre las sábanas, se dio cuenta de cuán vulnerable parecía.

— Si estuvieras infectado— Murmuró Jeon— Yo sería la última persona con la que deberías sentirse seguro —

Pero ahí estaba, este tonto e ingenuo chico, durmiendo plácidamente en su cama, sin ninguna preocupación.

Se alejó un poco, mirando su Brazalete para ver la hora. Pasaba de la medianoche. Suspiró, cansado, y se dispuso a dejar el cuaderno en la mesita de noche. Sin embargo, al colocarlo, las páginas se abrieron accidentalmente. Jeon no pudo evitar que sus ojos se desviaran hacia el contenido. Leyó unas cuantas líneas y, de inmediato, se dio cuenta de que eran los planes de Jimin para su nueva casa. Escribía sobre su jardín y el huerto que quería plantar en el patio. También mencionaba cómo deseaba encontrar un nuevo trabajo.

Jeon sonrió para sí mismo. ¿Un simbionte podría tener pensamientos tan cursis e inocentes?

La simpleza y el encanto de los sueños de Jimin lo hicieron cuestionarse aún más. Todo en el chico gritaba humanidad, desde sus deseos hasta sus pequeños gestos cotidianos.

Se dirigió al baño y se dio una ducha rápida. El agua caliente le ayudó a relajar los músculos tensos y a despejar la mente, aunque los pensamientos sobre el laboratorio y la muestra seguían girando en su cabeza.

Cuando terminó, se vistió rápidamente con ropa cómoda y volvió a la habitación. La luz de la luna se filtraba a través de la ventana, iluminando suavemente el rostro de Jimin. Su expresión era serena, lo que le brindó a Jeon un sentimiento de tranquilidad.

Con cuidado, se deslizó en la cama, asegurándose de no despertar a Jimin. La cama era amplia y acogedora, y al recostarse a su lado, sintió el calor que emanaba del cuerpo de Jimin.

Jeon se acomodó de lado, apoyando la cabeza en su mano mientras observaba a Jimin dormir. Su respiración era constante y suave, lo que le brindaba una extraña sensación de paz en medio del caos que rodeaba su vida.

De repente, Jimin se movió y, sin darse cuenta, se acercó a él, acurrucándose en su pecho.

Jeon sintió un ligero sobresalto, pero no quiso apartarlo. En cambio, lo rodeó con su brazo, sintiendo el suave peso del cuerpo de Jimin contra el suyo. Era una conexión inesperada, pero no podía negar que le proporcionaba una calidez que le resultaba reconfortante.

Un par de meses después...

La vida en la ciudadela A había comenzado a tomar forma para Jimin. Había pasado un tiempo desde su llegada y, poco a poco, se había adaptado a su nuevo entorno y a la vida con el comandante Jeon. La casa, una vez fría y desconocida, ahora estaba llena de calidez y pequeños toques personales que Jimin había ido añadiendo poco a poco.

Cada mañana, Jimin se despertaba y se levantaba de la cama, escuchando el agua correr en la ducha, el comandante era muy madrugador, el prefería quedarse acostado perezoso en la cama hasta que salía el sol.

En su mente, Jimin había creado una rutina que lo mantenía ocupado y feliz, después de vestirse, se dirigía a la cocina para preparar el desayuno, Había aprendido a hacer algunos platillos simples y disfrutaba experimentando con ingredientes que compraba en el mercado con Hoseok y Jackson.

Los aromas de la comida recién hecha pronto llenaban la casa, atrayendo al Jeon hasta la cocina, para compartir el desayuno antes de irse.

En la ciudadela, Jimin había empezado a trabajar con Jackson el chef a quien habían puesto en la cocina para el escuadrón Cerbero, y Hoseok quien lo ayudaba. Ambos eran una fuente constante de alegría y risas en su vida.

Jackson se convirtió en su mentor, enseñándole trucos y recetas para preparar deliciosos platillos.

En su tiempo libre Jimin se dedicaba a explorar la ciudadela, conociendo mejor a los soldados del escuadrón Cerbero, especialmente con el sargento Kim TaeHyung, quien siempre encontraba la manera de hacerle reír.

TaeHyung lo trataba con una calidez y su bromista personalidad lo hacía sentir feliz, también había comenzado a conocer mejor al vicecomandante, el hermano de TaeHyung, aunque era más silencioso y reservado en comparación con su hermano.

En sus paseos, Jimin a menudo se cruzaba con el doctor Kim, quien parecía siempre ocupado con sus investigaciones y a veces se veía algo frustrado, Sin embargo, había notado que el doctor no perdía la oportunidad de coquetear con Namjoon, lo que le resultaba divertido y entretenido. Estos pequeños momentos de conexión con los demás le hacían sentir parte de la comunidad.

Por las tardes, Jimin se sentaba con un cuaderno en la mano, organizando sus ideas, soñaba con un lugar lleno de color y vida, y cada detalle que anotaba le daba más motivación.

Jeon, por su parte, también contribuía a hacer de la casa un lugar especial. A menudo regresaba con pequeños cuadros, objetos de otras ciudadelas y semillas para el huerto que Jimin estaba creando.

Aunque aún no había logrado conseguir las semillas de manzana que tanto deseaba, nunca se daba por vencido. Jimin apreciaba estos gestos, sabiendo que detrás de cada regalo había un esfuerzo genuino por parte del comandante.

Cuando Jeon regresaba del centro de mando, Jimin siempre se esforzaba por recibirlo con una sonrisa, aunque había momentos en los que la tensión de su trabajo lo mantenía callado, Jimin tenía una forma de alegrar su día, conversaban sobre lo que habían hecho, compartían risas y, a veces, Jeon le contaba sobre los desafíos que enfrentaba en su cargo.

En las noches, Jimin se acomodaba en la cama junto a Jeon, acurrucándose a su lado. Estos momentos se habían vuelto sagrados para él. A veces, charlaban sobre sus sueños, y otras veces, simplemente disfrutaban del silencio, cuando el comandante estaba fuera solían hacer una video llamada antes de dormir, dónde Jimin le contaba sobre su día y le preguntaba cómo iban sus misiones, y Jungkook lo escuchaba con entusiasmo, para después desearse mutuamente las buenas noches.

Jimin no sabía que, bajo la superficie de su felicidad, también se gestaban preguntas sobre su verdadera naturaleza. Pero, por el momento, se sentía en casa y disfrutaba de cada instante que pasaba en la ciudadela A.

Y esa noche Jimin caminaba tranquilamente por la calle, sosteniendo con cuidado el pastel de zanahoria que había preparado para el comandante Jeon, había tardado mucho, pero estaba feliz con el resultado, el comandante regresaría hoy de la capital, después de cumplir una misión.

El aire fresco de la noche le traía un ligero alivio, pero a medida que avanzaba, sentía que alguien lo vigilaba, una extraña sensación de inquietud lo envolvía, y cada paso que daba resonaba en el suelo, su cuerpo se movió cada vez más lento.

De repente, de una esquina oscura, una figura emergió.

Hola mis amores aquí un poco más de esta historia, vamos avanzando, poco a poco.

Disfrutemos de los momentos lindos :)
 

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