Capítulo 15
El viaje sería hacía la ciudadela A y estaba cargado de emociones encontradas para Jimin, había una ligera expectativa, Jimin no se sentía nervioso en el sentido tradicional, sino más bien vulnerable, consciente de que cada paso lo llevaba más cerca de un lugar donde tendría que adaptarse de nuevo.
Lo curioso era que, a pesar de esta vulnerabilidad, Jimin se sentía extrañamente seguro, estaba rodeado por el escuadrón Cerbero, los soldados más letales y entrenados para detectar y eliminar simbiontes, y sin embargo, no podía evitar sentir una especie de protección en su presencia.
Sabía lo irónico que resultaba sentirse así. Si el comandante o alguno de ellos descubriera lo que en verdad era, todo cambiaría en un instante. Pero en ese momento, Jimin decidió confiar en su capacidad para ocultar su verdadera naturaleza, como lo había hecho hasta ahora.
De repente, un estruendo sacudió todo, la explosión fue tan fuerte que el suelo bajo ellos tembló, haciendo que el subterráneo casi pareciera salirse de los rieles. El cuerpo de Jimin reaccionó antes de que pudiera siquiera pensarlo: un temblor recorrió sus manos mientras intentaba estabilizarse, pero fue más que el miedo lo que lo hizo buscar refugio.
Su mano se posó instintivamente sobre el muslo de Jeon, buscando algo de seguridad en medio del caos.
Jeon no reaccionó de inmediato. Por un momento, Jimin temió haber cometido un error, pero entonces sintió el peso de una mano firme sobre la suya, el comandante no apartó su mirada del camino, pero la presión de su mano sobre la de Jimin fue suficiente para calmar el temblor en su interior. Era un gesto protector, cálido y fuerte al mismo tiempo, Jimin sintió que su corazón, que latía aceleradamente por la explosión, ahora se calmaba un poco.
Jeon, sin inmutarse, bajó la mirada hacia la mano de Jimin antes de colocar la suya sobre ella, fue un gesto rápido, pero cargado de un peso protector y lo suficientemente reconfortante como para que Jimin sintiera cómo sus músculos, tensos por la explosión, comenzaban a relajarse.
El comandante no dijo nada, simplemente continuó vigilando el entorno como si el temblor no lo afectara en absoluto.
Jimin lo observó de reojo, sintiendo esa constante mezcla de admiración y curiosidad hacia Jeon. La calma imperturbable del comandante le proporcionaba una seguridad silenciosa, y aunque Jeon no era de muchas palabras, ese simple gesto había sido suficiente para transmitirle que todo estaba bajo control, era en esos momentos cuando Jimin se sentía más conectado con él, aunque la naturaleza de esa conexión seguía siendo un misterio que no lograba descifrar del todo.
El vehículo se detuvo suavemente al llegar a la ciudadela A, y al bajar, Jimin observó la magnitud de las instalaciones. Era imponente, mucho más grande que la anterior ciudadela, con estructuras que parecían surgir como gigantes grises del suelo devastado.
Los soldados y civiles iban de un lado a otro, pero Jimin apenas notaba el bullicio. Estaba demasiado concentrado en la sensación de expectativa por lo que venía después.
Jeon lo guío entre la multitud con paso firme, Al entrar al complejo militar, Jimin quedó impresionado por la casa que les habían asignado erra grande, de paredes grises, severas, casi imponentes.
Para cualquiera más, aquella casa sería solo un edificio funcional, pero para Jimin, era un lienzo en blanco. Su mente ya comenzaba a imaginar las cosas que podría hacer para transformarla en un hogar. Plantar flores en el jardín, pintar las paredes y, por supuesto, empezar su huerto con el árbol de manzana que tanto deseaba.
—Es enorme— comentó Jimin, sin ocultar la emoción con una voz llena de entusiasmo —Pero... necesita algo de vida—
Jeon asintió con su típico gesto reservado —Tendrás el espacio que necesites— le dijo, su voz firme pero sin dureza —Puedes hacer lo que quieras con el jardín—
Jimin no pudo evitar sonreír al escuchar esas palabras, era como si todas las tensiones que había acumulado en el viaje se disolvieran de golpe —¿De verdad? — preguntó, con una mirada brillante —¿Me ayudarás a buscar las semillas de manzana? —
—Lo prometí, ¿no? — Jeon lo miró con esa mezcla de seriedad y algo más suave, algo que Jimin aún no lograba interpretar. Aunque las palabras del comandante eran simples, para Jimin significaban más de lo que Jeon tal vez imaginaba.
Había una promesa no solo en lo que decía, sino en la forma en que lo decía, una especie de confianza silenciosa que hacía que Jimin se sintiera más cerca de él.
Los ojos de Jimin se llenaron de emoción, y aunque sus preocupaciones seguían presentes, ese pequeño momento de promesa le dio algo en lo que concentrarse —Gracias, comandante Jeon, usted es fuerte, muy bueno y admirable, me gusta mucho — dijo con una sonrisa genuina en los labios, dejó que sus pensamientos fluyeran sin filtro, sin ser consciente del peso que podían tener.
Jeon se quedó inmóvil durante un segundo demasiado largo, sus ojos, que momentos antes estaban enfocados en el entorno con la concentración habitual, se movieron lentamente hacia Jimin, el comandante era un hombre entrenado para no mostrar sus emociones, para mantener un control férreo sobre cada aspecto de su comportamiento, pero en ese instante, algo en su mirada cambió.
Por un momento, una chispa de sorpresa cruzó su rostro, aunque rápidamente fue sustituida por una expresión neutral.
No era común que alguien hablara así de él, mucho menos un civil, y menos aún alguien como Jimin, cuya fragilidad y dulzura parecían contrastar con la realidad hostil del mundo en el que vivían, Sin embargo, lo que más lo descolocó fue el tono en el que Jimin lo dijo. No había malicia, no había dobles intenciones, solo una sinceridad pura y transparente.
Jeon parpadeó, su mandíbula ligeramente tensa, mientras su mente procesaba esas palabras. ¿Qué es lo que Jimin realmente quería decir con "me gusta mucho"? ¿Entendía lo que esas palabras podían significar? El comandante no podía estar seguro, pero una parte de él, una parte muy enterrada, se sintió extrañamente vulnerable.
No estaba acostumbrado a recibir halagos, y menos de ese tipo, pero lo que realmente lo inquietaba era la forma en que esas palabras se habían quedado grabadas en su interior.
El silencio entre ambos se volvió palpable, cargado de una tensión que Jimin, en su inocencia, no parecía notar.
—¿"Te gusta" mucho? —repitió Jeon finalmente, su voz grave, manteniendo un control férreo sobre sus emociones. Sus palabras salieron más lentas, como si tratara de descifrar la verdadera intención detrás del comentario de Jimin.
Ajeno a la tormenta interna que había provocado en Jeon, simplemente asintió con entusiasmo. Sus ojos brillaban con una honestidad desarmante —Sí, me gusta cómo me cuida y cómo siempre cumple con lo que promete —dijo, con una sonrisa suave—Me gusta estar cerca de usted—
Jeon sintió que su pecho se comprimía por una fracción de segundo.
El aura que envolvía a Jimin era tan pura que rozaba lo doloroso, para alguien como Jeon, acostumbrado a la dureza de la guerra, a la frialdad de las decisiones sin retorno, este tipo de vulnerabilidad era algo con lo que no sabía cómo lidiar.
Pero más allá de su desconcierto, una pequeña parte de él, una parte que rara vez escuchaba, se sintió conmovida. Por un momento, casi pudo imaginar cómo sería bajar la guardia, aunque solo fuera un poco, y permitir que esa franqueza lo tocara.
Pero no. Jeon no podía permitirse ese lujo, no en el mundo en el que vivían. No en su posición.
—Eres… un poco ingenuo, Jimin —respondió Jeon, con una voz que intentaba sonar neutral, aunque su mirada seguía fija en el rostro del joven, tratando de leer cada pequeña expresión. —No deberías decir cosas como esa tan a la ligera, a veces… —hizo una pausa, midiendo sus palabras— a veces la gente puede entenderlas de otra manera—
Jimin, sin embargo, solo inclinó la cabeza ligeramente, confundido. —¿Otra manera? —preguntó, su voz tan inocente como sus palabras anteriores— ¿Dije algo malo, comandante? —
Jeon soltó un leve suspiro, notando cómo una pequeña sonrisa se dibujaba en el rostro de Jimin, casi como si no entendiera lo que acababa de provocar. El comandante apartó la mirada, fijando su vista en algún punto lejano, tratando de recuperar su habitual compostura.
—No, no has dicho nada malo —respondió finalmente, sin poder evitar que su tono se suavizara un poco. Era imposible mantenerse completamente frío frente a alguien como él— Solo ten cuidado con lo que dices, No todos te entenderán como yo—
Jimin sonrió, aliviado de no haber dicho algo que pudiera molestar al comandante. Su corazón latía con fuerza, pero era de felicidad, de un tipo de conexión que, aunque no entendía del todo, sentía que estaba presente entre ambos.
Jeon lo observó de reojo mientras ingresaban a la casa, había algo profundamente inquietante en la forma en que Jimin lo hacía sentir.
Era una mezcla entre una protección instintiva y una tensión que no terminaba de comprender. Sin embargo, sabía que no podía dejar que esa sensación se expandiera más de lo necesario. No podía permitirse ese lujo.
Pero, mientras caminaban en silencio, una cosa se hizo clara: Jimin le importaba este ingenuo y tierno chico, que apenas conocía, le importaba más de lo que estaba dispuesto a admitir, incluso ante sí mismo.
Cuando Jimin y el comandante Jeon cruzaron el umbral de su nueva casa, los ojos de Jimin se iluminaron de inmediato. Apenas contenía su emoción mientras comenzaba a recorrer el espacio. La sala, espaciosa y luminosa, capturó su atención primero, y corrió hacia el centro de la habitación con una sonrisa amplia en su rostro.
—¡Mire, comandante! —exclamó, girando sobre sus talones mientras extendía los brazos, como si quisiera abarcar todo el lugar con un solo gesto— Es tan amplia… ¡y tiene escaleras! —
Jeon lo seguía en silencio, manteniendo su porte serio mientras Jimin inspeccionaba cada rincón, pero una leve relajación en su expresión denotaba que el entusiasmo de Jimin le resultaba reconfortante.
Jimin no se detuvo. Se acercó a la cocina, inspeccionando los armarios y el fregadero con el mismo brillo en los ojos.
—¡Tenemos tanto espacio para cocinar! —anunció, casi como si la cocina fuera un nuevo y emocionante descubrimiento— Podría hacer galletas, cuando aprenda cocinaré para usted y con las manzanas de nuestro árbol hare una tarta—dijo, volviendo a mirarlo con una inocente expectativa.
Jeon simplemente asintió, cruzando los brazos mientras lo observaba de cerca. No necesitaba palabras para expresar lo que estaba pensando; la forma en que miraba a Jimin bastaba. Había una ligera suavidad en su ojos, una que él mismo quizás no notaba.
Después, Jimin subió las escaleras rápidamente, sorprendiéndose con cada paso.
—¡Comandante, esta casa tiene dos pisos! —gritó desde arriba, y Jeon subió tras él, sus pasos pesados resonando en el suelo de madera.
Cuando llegaron a la habitación principal, Jimin se quedó en el umbral por un momento, admirando el espacio. Los ojos se le llenaron de asombro. Era aún más grande de lo que había imaginado, y la cama… ¡la cama era enorme!
—¡Esta es nuestra habitación! —dijo con una voz suave pero llena de emoción—. ¡Mire qué grande es la cama! Incluso más grande que la que teníamos. Y… el clóset, comandante Jeon, tiene tanto espacio para sus uniformes y para mi ropa también—
Jimin abrió el armario y comenzó a revisar el interior con entusiasmo. Sus manos se movían rápidamente, tocando los estantes, imaginando dónde colocaría sus cosas.
A pesar de que había una habitación más pequeña, Jimin no pensó en que podían dormir separados.
—Quiero dormir del lado de la pared —anunció sin pensarlo dos veces, girándose para mirarlo con esos ojos grandes y brillantes, llenos de confianza y una inocencia que no parecía de este mundo.
Jeon lo miraba en silencio, como si no supiera exactamente cómo reaccionar ante la energía desenfrenada de Jimin, había una leve sombra de sonrisa escondida en las comisuras de sus labios, pero no dijo nada al respecto.
Jimin luego se asomó por la ventana, mirando el patio trasero con ojos llenos de emoción.
—¡Comandante, el patio es enorme! —dijo, casi saltando de la emoción— ¡Podré sembrar el huerto aquí! también flores. Este lugar es perfecto—
Jeon se acercó detrás de él, quedándose a unos pasos de distancia mientras Jimin contemplaba el jardín.
—¿Te gusta el lugar? —preguntó Jeon con su tono firme y usual.
Jimin se giró hacia él, sus ojos brillando con una mezcla de gratitud y alegría —Me encanta, comandante, es más de lo que podría haber soñado. ¡Gracias! —dijo, y luego añadió nuevamente— Es tan amable, usted me gusta mucho—
Jeon se quedó quieto por un momento, no había duda de que Jimin no comprendía del todo lo que sus palabras podrían significar. Sin embargo, Jeon no lo corrigió, simplemente asintió, aunque sus ojos brillaban con algo indefinido.
—Descansa un poco, Jimin, te traerán de comer, no me esperes, llegaré tarde —dijo con calma— Mañana empezaremos a organizar todo—
Jimin asintió —Vaya con cuidado comandante —
💫
Jeon se sentó en la sala de mando, frente a la gran pantalla donde el consejo de la capital aparecía en una videollamada. La imagen proyectaba a varios consejeros sentados en sus elegantes sillas, al centro de ellos, su padre, el comandante supremo Jeon GongYoo. La distancia física entre ellos era significativa, pero la emocional se sentía aún mayor.
—Comandante Jeon, proceda con su informe —dijo GongYoo, sin dejar espacio para formalidades.
Jeon asintió y tomó aire antes de empezar.
—Durante la evacuación, perdimos aproximadamente el 85% de la población civil. El ataque de los infectados fue mucho más rápido y coordinado de lo que anticipamos. Sin embargo, logramos asegurar las rutas de escape y salvar a los civiles restantes—
Los consejeros intercambiaron miradas, algunos susurraron entre sí.
Los murmullos entre los presentes se apagaron cuando el comandante supremo levantó una mano, con la misma autoridad impasible que siempre mostraba.
—Más de lo que esperábamos salvar —dijo Jeon GongYoo, con una neutralidad que bordeaba la indiferencia—Buen trabajo, Comandante—
Jeon lo miró sin decir nada, su mandíbula tensa, ignorando la “felicitación” como si no hubiera sido dicha.
No tenía intención de responder, y su silencio se alargó mientras todos en la sala sentían la tensión crecer. Sus ojos, normalmente serenos, no revelaban nada, pero el peso de la relación fracturada entre padre e hijo era palpable.
El silencio fue interrumpido por la llegada de SeokJin, el científico a cargo del equipo de investigación. Jeon lo miró de inmediato, sabiendo que había preguntas que necesitaban respuestas urgentes.
—¿Tienes alguna explicación sobre cómo los infectados lograron cruzar los muros? —preguntó Jeon, su tono más cortante de lo habitual.
—Estamos viendo una evolución en los simbiontes. Al parecer, su biología ha desarrollado inmunidad al karhozanium viejo que cubre nuestros muros. El revestimiento actual, al no ser fresco, no fue suficiente para detenerlos. Los muros están perdiendo efectividad—
Hubo un silencio tenso en la sala, solo interrumpido por la voz firme de GongYoo.
—Esto es preocupante, pero necesitamos más detalles. Doctor Kim, ¿cuál es el alcance de esta inmunidad?—
SeokJin respiró profundo antes de continuar —No es que todos los simbiontes sean completamente inmunes aún, pero los que han sido expuestos a karhozanium envejecido muestran una mayor resistencia. Es probable que este problema empeore si no renovamos los muros con karhozanium más reciente—
La preocupación se hizo evidente en el rostro de Jeon, el mineral estaba escaseando demasiado como para revestir los muros nuevamente, y eso significaba que las defensas de las ciudadelas más pequeñas, que no podían permitirse un constante suministro de karhozanium fresco, estaban en peligro.
—Eso pone en grave riesgo a las ciudadelas más pequeñas —intervino Jeon con seriedad—. Si los simbiontes pueden atravesar el karhozanium envejecido, las ciudades con menos recursos no podrán resistir los ataques. Están prácticamente indefensas si no actuamos rápidamente para reforzar sus defensas—
Una de las consejeras, con una expresión severa, preguntó —¿Está sugiriendo que evacuemos las ciudadelas más pequeñas? No tenemos suficientes recursos para mover a toda esa población—
Jeon mantuvo su calma, pero su voz era firme —No estoy sugiriendo una evacuación masiva todavía pero sí recomiendo que refuercen las defensas y que empiecen a considerar alternativas, porque no tenemos el lujo de esperar a que la situación empeore. Si los simbiontes siguen evolucionando a este ritmo, el tiempo que nos queda para actuar se está acortando—
GongYoo observó a su hijo por un largo momento, con su característico rostro imperturbable —Estamos de acuerdo en que debemos prepararnos, pero lo haremos de manera calculada. No podemos alarmar a la población ni a los líderes locales hasta que tengamos un plan concreto. Doctor Kim, su equipo debe priorizar la investigación sobre esta evolución y asegurarse de que cualquier avance sea reportado de inmediato—
Jeon asintió, pero la preocupación seguía latente en su mente, sabía que el riesgo para las pequeñas ciudadelas era mayor de lo que el consejo parecía admitir, y si no tomaban acción pronto, podría ser demasiado tarde para muchas de ellas.
—¡Jeon! —lo llamó SeokJin con un tono informal, como si se encontraran en una reunión entre amigos y no en un centro de mando militar—. Necesito mostrarte algo.
Jeon lo miró con interés, sabiendo que SeokJin siempre traía novedades. —¿Qué pasa?
—He estado trabajando con las muestras de la planta de Smeraldo evolucionada que recogí y hay algo que creo que necesitas ver —dijo SeokJin, acercándose a él con un brillo en los ojos— Encontré una muestra biológica entre las hojas, raíces y flores, y es maravilloso e interesante —
—¿Interesante cómo? —preguntó Jeon, sintiendo que su curiosidad se despertaba.
SeokJin sonrió, un gesto que siempre lograba aliviar un poco la tensión del comandante. —No tengo idea de qué es, pero parece ser evidencia de una criatura extraordinaria, esta fue la que hizo posible la evolución de la planta, claramente no es algo de este mundo, tiene un efecto sobre las muestras de los simbiontes infectados, puedo apostar mi titulo que esto fue lo que ocasionó la explosión —
—¿Ya le enviaste el informe al consejo? — Preguntó Jeon.
—Si lo hice, dicen que trabaje con algo más concreto, no quieren poner las esperanzas de la humanidad en una muestra de una planta, ya sabes, no les interesa la investigación; solo quieren resultados rápidos—
Jeon frunció el ceño, sintiéndose un poco irritado por la falta de visión del consejo —Tienes razón—
—Te lo mostraré —dijo SeokJin, su entusiasmo era contagioso. Mientras se dirigían al laboratorio, la familiaridad entre ellos hizo que la atmósfera se sintiera más ligera, a pesar de la gravedad de la situación.
—¿Crees que sea un tipo de simbionte no conocido?, ¿Alguna teoría sobre cómo podría haber llegado hasta allí? —preguntó Jeon, manteniendo un tono serio, aunque la curiosidad lo llenaba.
—La verdad es que no tengo ni idea, pero creo que esta muestra podría ser clave para entender cómo los simbiontes están evolucionando —respondió SeokJin —No podemos permitir que el consejo ignore esto, Necesitamos recursos para investigar a fondo—
Bueno mis amores, este es el capítulo de hoy, tenemos una nueva casita.
y conocimos al padre de Jungkook y la investigación de Seokjin avanza.
Ya descubrió que una creatura la que hizo evolucionar a la planta, velitas para que no descubran a nuestra motita.
Bonita noche.
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