Capítulo 12
En las ultimas semanas Jimin había ganado popularidad entre los soldados, ya que después de trabajar en el comedor comunal, siempre salía con pequeños bocadillos que sobraban de la cocina del chef Jackson, y los entre ellos con una sonrisa, los soldados lo esperaban ansiosos al final del día, agradecidos por los dulces y panes que traía.
A medida que recordaba todos esos pequeños logros, sintió que, por primera vez estaba viviendo de la forma más humana posible, a pesar de su verdadera naturaleza, Jimin se había adaptado y había encontrado una rutina que lo hacía sentir parte de algo más grande.
Sin embargo, hoy se encontraba en el patio de la casa del comandante, haciendo un puchero mientras miraba la tarea que tenía por delante, arreglar la casa era mucho más difícil de lo que había imaginado. A pesar de contar con la ayuda entusiasta de algunos soldados voluntarios, el patio seguía cubierto con una montaña de abono, lo que hacía que cada intento de sembrar algo se sintiera como un desafío monumental.
La casa, que debería ser un refugio para el comandante y también para él, estaba a medio pintar; las paredes tenían parches de colores que no parecían coincidir, en la sala, sus compras del mercado que había hecho junto a Hoseok estaban esparcidas por doquier: tapetes de colores vibrantes que esperaban ser colocados, cuadros que reflejaban la calidez de su hogar soñado, y bonitos jarrones que aún no encontraban su lugar.
También había una pequeña mesita, elegantemente tallada, que era un regalo de Hoseok y que quería poner en el centro de la sala, y como un toque personal para el comandante, había conseguido un sillón más cómodo para su oficina.
Pero con menos de una semana antes de que el comandante regresara, el nerviosismo comenzaba a apoderarse de él, se preguntaba si podría terminar todo a tiempo y si lograría crear un ambiente que se sintiera acogedor y especial.
Un suspiro escapó de sus labios mientras se acomodaba una hebra de cabello detrás de la oreja, decidido a seguir adelante, aunque la ansiedad lo acechaba, miró a su alrededor, pensando en cómo cada pequeño cambio que hacía era un paso más hacia el sueño que anhelaba construir.
De repente, un estruendo desgarrador rompió la tranquilidad de la noche, un disparo resonó en el aire, seguido por el eco de más tiros que resonaban a las afueras del complejo militar.
La alarma sonó, implacable, y el sonido reverberó en las paredes, haciendo que Jimin se sobresaltara.
La calma se desvaneció instantáneamente, Jimin sintió cómo el pánico se apoderaba de su pecho, Miró a su alrededor, aturdido, mientras los soldados comenzaban a correr de un lado a otro por las calles, podía escuchar las pisadas fuertes de sus botas.
Una voz gritó desde la distancia, resonando con terror: —¡Hay infectados monstruosos intentando escalar el muro este! —
El cielo se oscureció con los helicópteros que giraban sobre sus cabezas, sus hélices rompiendo la noche.
Jimin sintió que su corazón latía con fuerza, un tambor de miedo que lo empujaba a actuar. Sin pensar, giró sobre sus talones y corrió hacia la casa, su refugio temporal. Cerró la puerta tras él, jadeando.
Se apoyó contra la puerta, intentando recuperar el aliento mientras el caos rugía afuera, en su pánico, sus dedos temblorosos tocaron su brazalete y sin darse cuenta activó accidentalmente una videollamada con su contacto de emergencia, el comandante Jeon.
La imagen del comandante apareció, su rostro serio y enfocado, su ceño fruncido y algo lleno de sorpresa por la llamada, pero apenas vio la expresión aterrorizada de Jimin, su ceño se frunció en preocupación.
— ¿Qué pasa, Jimin? — preguntó con voz grave y autoritaria.
Jimin apenas pudo hablar, su voz temblando mientras explicaba —¡Comandante! Escucho disparos, hay… hay caos afuera, dicen que los infectados están intentando escalar el muro! —
La expresión del comandante se endureció— Mantén la calma, Voy a enviar a alguien para que te proteja, estoy de camino de regreso— respondió con voz firme, pero una preocupación palpable brillaba en sus ojos.
Jimin sintió un escalofrío recorrer su espalda— ¿Qué… qué debería hacer mientras tanto? — Su voz apenas era un susurro, sus ojos brillaban con lágrimas a punto de salir, mientras su mente se llenaba de imágenes aterradoras de los recuerdos de Hoonie cuando fue atacado.
—Quédate en casa donde estás, asegúrate de que todas las puertas estén cerradas, no te asomes a las ventanas, Prometo que estaré allí lo más rápido posible—, ordenó el comandante, su tono inquebrantable.
La llamada se cortó, y Jimin se quedó allí, sintiendo el peso del miedo y la incertidumbre.
La alarma seguía sonando, y el sonido de los disparos resonaba más cerca, Se dirigió hacia una ventana, su instinto natural de curiosidad luchando contra el temor que lo envolvía, pero recordó las palabras del comandante y se alejó, tratando de encontrar un lugar donde sentirse más seguro.
Mientras buscaba refugio, se sintió atrapado entre la creciente amenaza y el calor de las interacciones que había compartido con los soldados, ellos estaban allá afuera luchando por proteger a los civiles de los infectados, esperaba que ninguno de ellos saliera herido.
Con el corazón latiendo con fuerza, se sentó en el suelo con las rodillas en contra su pecho, tratando de calmarse, esperando que el comandante llegara pronto.
Pero su mente comenzó a divagar, recordando a Hoseok y a Jackson, quienes se encontraban en el comedor comunal, también estaban en peligro en el caos que se desataba afuera.
El recuerdo de Taemin lo golpeó como un mazo. La pérdida de su amigo aún lo atormentaba, el miedo a perder a otros seres queridos lo invadió, ¿Y si los soldados no alcanzaban a salvar a todos?, ¿Y si Hoseok y Jackson quedaban atrapados?
—No puedo dejar que esto vuelva a suceder — pensó con determinación, Jimin se obligó a centrarse, no quería que el escuadrón Cerbero corriera el riesgo de buscarlo, pero tampoco podía permanecer encerrado mientras sus amigos estaban en peligro.
Sin pensarlo más, se levantó del suelo, sintiendo el pulso de su corazón en sus sienes, salió corriendo de la casa, ignorando el eco de la alarma y los gritos de los soldados a su alrededor, la ansiedad lo guiaba mientras avanzaba hacia el comedor comunal.
El aire estaba cargado de tensión, y el sonido de los helicópteros retumbaba en sus oídos, Jimin se alejó del complejo, con cada paso sintiéndose más decidido —Debo asegurarme de que estén bien— se repetía.
Tal vez estaba siendo muy egoísta, pero no quería perder a sus amigos, ya sabia que los soldados si lo buscarían a él.
La escena afuera era caótica, los soldados corrían de un lado a otro, trasladando grupos de personas, se escuchaban los gruñido guturales en el aire poniéndole los vellos de puntas.
Hasta que por fin llegó al comedor y entró a la cocina vio a Hoseok y Jackson, quienes estaban organizando apresuradamente los suministros, el alivio inundó su corazón, pero rápidamente se convirtió en preocupación al ver la tensión en sus rostros.
—¡Hoseok! ¡Jackson!— gritó Jimin, acercándose a ellos con rapidez. Ambos se giraron, sus ojos reflejando sorpresa y luego alivio al verlo.
—¿Qué haces aquí, Jimin? ¡Es peligroso! — exclamó Hoseok, frunciendo el ceño mientras ayudaba a Jackson a mover cajas.
—Estaba en la casa, pero no podía quedarme sin saber si ustedes estaban bien— respondió Jimin, sintiendo que la adrenalina fluía por sus venas.
Jackson se acercó, con preocupación en sus ojos —Nosotros también pensamos en ti, pero creíamos que estabas seguro en el complejo militar—
Una ráfaga de disparos los hizo cubrirse los oidos y el silencio se instaló se instaló en la cocina Jimin, Hoseok y Jackson intercambiaron miradas llenas de temor.
Todos sentían la presión en el aire, un miedo palpable que hacía que el corazón de Jimin latiera con fuerza, si los disparos se escuchaban tan cerca era porque los infectados habían entrado, sin saber qué hacer, decidieron quedarse donde estaban, esperando que la situación se calmara.
—¿Escuchaste eso? — susurró Jackson, sus ojos ampliándose de miedo. Una serie de disparos resonaron nuevamente fuera, seguidos de un inquietante gruñido que hizo que los tres se congelaran. Jimin sintió un escalofrío recorrerle la espalda.
—Qué fue eso? — preguntó Hoseok, su voz apenas un susurro, la tensión en el aire era tan densa que parecía que podían cortarla con un cuchillo.
—Solo debemos quedarnos aquí y hacer silencio — Murmuró Jimin, tratando de sonar más valiente de lo que se sentía —El comandante vendrá a ayudarnos—
Ambos asintieron, aunque la incertidumbre reflejada en sus rostros decía lo contrario, Sabían que confiar en el comandante era lo único que podían hacer en ese momento, aunque la duda seguía acechando en el fondo de sus mentes.
El ruido afuera se intensificó; más disparos, más gritos, y el inconfundible sonido de los infectados intentando superar las barricadas.
Jimin se encogió, abrazándose a sí mismo, tratando de bloquear los sonidos aterradores que parecían invadir el comedor.
—Tranquilo, tenemos que mantenernos juntos— dijo Hoseok, mirando a sus amigos con determinación —Si algo sucede, no debemos separarnos, nos quedamos aquí, callados y juntos—
—Sí… sí, juntos —Repitió Jimin, tratando de encontrar consuelo en sus palabras.
La idea de perder a Hoseok y Jackson lo aterraba, y no podía permitir que eso sucediera.
Mientras el caos continuaba afuera, la oscuridad del comedor se sentía cada vez más opresiva. Con cada disparo, Jimin sentía que su corazón se hundía más y más. Se preguntaba si el comandante estaría a salvo, si podría hacer algo para rescatarles.
—¿Tu estas aquí, el escuadrón cerbero vendrá a ayudarnos, verdad? — preguntó Jackson en un susurro, su voz temblando.
La inquietud en su tono hizo que Jimin sintiera un nudo en el estómago —Sí —dijo aunque las dudas empezaban a carcomer su confianza —El comandante Jeon prometió que llegaría —
En ese momento, un nuevo gruñido resonó fuera, más cerca que antes. Los tres se miraron, y el miedo se reflejaba en sus ojos.
La respiración de Jimin se volvió irregular, pero sabían que no podían moverse; tenían que permanecer en silencio y esperar a que el comandante cumpliera su promesa de enviarlos ayuda.
Todo lo que podían hacer era permanecer en la oscuridad, aferrándose a la esperanza y tratando de ignorar el horror que se desarrollaba más allá de las paredes del comedor, pero esperar era una tortura.
En ese instante la puerta de la cocina de un golpe seco, haciéndolos asustar, Jimin se llevó las manos a la boca para no gritar.
— ¡Jimin! — Su voz era urgente, desesperada.
Jimin salió de su escondite entre las cajas encontrándose con la figura del comandante Jeon, su rostro se veía claramente molesto, allí estaba él imponente y decidido, con su uniforme cubierto de polvo y manchas de batalla, el ceño fruncido y sus ojos afilados como cuchillas, escaneando rápidamente la habitación, su pecho subía y bajaba con fuerza, claramente agitado como si hubiera estado corriendo, en su mano derecha, sostenía con firmeza una pistola, lista para disparar, sus labios se tensaron en una línea dura al ver a Jimin, pero hubo una pisca de alivió en sus ojos.
Jimin casi cae al tropezar con una silla rota, pero antes de caer, Jeon lo sostuvo con firmeza, su mano cerrándose alrededor de su cintura con una fuerza tranquilizadora.
—¿Por qué diablos me desobedeciste? —gruñó, su voz cargada de frustración y tensión—. Te dije que te quedaras en la casa, que no salieras. ¡Te expusiste al peligro! —
Jimin lo miró con los ojos brillando de determinación, a pesar del miedo que lo embargaba —No podía perderlos a ellos también—replicó, su voz temblorosa pero decidida—. Hoseok y Jackson, son mis amigos, y usted me prometió que vendría —
El comandante Jeon frunció el ceño, sintiendo un nudo de frustración en el pecho, la temeridad de Jimin lo desesperaba, pero al mismo tiempo algo dentro de él se suavizó al ver la firmeza en esos ojos, a pesar del miedo que lo envolvía, no podía ignorar lo que esas palabras significaban: Jimin confiaba ciegamente en él, en la promesa que le había hecho, aunque apenas lo conociera.
Jimin había salido a buscar a sus amigos, confiando en que Jeon haría lo imposible por salvarlos.
Jeon suspiró, sintiendo el peso de la situación caer sobre sus hombros, sin decir nada más, extendió su mano y tomó la de Jimin, esta vez con una firmeza que hablaba tanto de su responsabilidad como de la promesa silenciosa de mantenerlo a salvo. A pesar de la dureza de su mirada, su agarre transmitía una extraña seguridad.
—Vamos —dijo con voz baja, casi resignada, mientras lo guiaba hacia la salida.
Hoseok y Jackson los seguían de cerca, mientras que dos soldados disparaban sin descanso a los infectados que se abalanzaban sobre ellos, los disparos retumbaban, resonando en los oídos de Jimin, quien apenas podía pensar más allá de la mano de Jeon que seguía sosteniendo firmemente la suya.
A cada paso, los infectados caían a su alrededor, pero el miedo aún envolvía a Jimin como una sombra oscura, el trayecto hasta el complejo militar fue una carrera contra el tiempo y el horror que los acechaba.
Cuando finalmente llegaron, los grandes portones metálicos del complejo se cerraron con un crujido ensordecedor, dejando atrás los gritos y el caos exterior.
Jeon seguía sin soltar la mano de Jimin, su agarre fuerte, casi protector. Los soldados alrededor intercambiaron miradas entre sí, susurrando entre ellos sobre lo que todos asumían: el comandante había salvado a su chico.
Un soldado se acercó rápidamente —Señor, la situación afuera está fuera de control. No tenemos forma de detenerlos, y tenemos demasiadas bajas para seguir combatiendo —
Jeon frunció el ceño, su rostro endureciéndose ante la gravedad de la situación, debía tomar una decisión y el era único que podía hacerlo.
Jimin podía sentir la tensión del comandante a través del apretón en su mano, pero no dijo nada.
—Que todo el personal militar regrese, y traigan a todos los sobrevivientes no infectados que puedan encontrar— ordenó Jeon con voz firme— Reagrúpense aquí y sellen todas las entradas, no quiero a nadie más afuera—
Los soldados asintieron y se dispersaron para cumplir sus órdenes, dejando a Jeon y Jimin bajo el techo del complejo que ahora se había convertido en su último refugio.
Jimin lo miró de reojo, aún con el miedo palpitando en su pecho, mientras sentía el calor de la mano de Jeon como su única ancla en medio del caos.
Jeon miró a Jimin con determinación. —Tienes que volver a casa— dijo con voz firme.
Jimin preocupado, frunció el ceño— ¿Y mis amigos? ¿Dónde se quedarán? —
El comandante, sin perder la calma, le respondió: —Ellos estarán bien. Les daremos un lugar seguro donde pasar la noche—
Jeon llamó a uno de los soldados que se encontraba cerca —Acompáñalo hasta a casa —ordenó con tono autoritario, mientras le dedicaba a Jimin una mirada tranquilizadora.
Jimin se mordió el labio inferior.
Jeon se giró hacia Jimin y habló en voz baja, casi suplicante —Por favor, esta vez obedece. No salgas hasta que yo regrese—
Jimin lo miró con los ojos llenos de temor, No quería soltar su mano, como si hacerlo significara estar desprotegido —Yo…— murmuró, su voz cargada de miedo.
Jeon lo sostuvo con firmeza pero suavidad, apretando su mano una última vez— Todo estará bien —le aseguró, aunque sabía que sus palabras podían no ser suficientes.
Jimin lo miró con los ojos llenos de temor, sintiendo que soltar su mano era lo más difícil que podría hacer en ese momento. —Cuídese... — susurró, casi con un hilo de voz, sin querer dejarlo ir.
Jeon lo miró por un instante, y para sorpresa de Jimin, le regaló una pequeña sonrisa, suave pero reconfortante. —Lo haré— respondió con tranquilidad.
Finalmente, el comandante soltó la mano de Jimin y se alejó, Jimin siguió al soldado que lo guiaba dándole una última mirada la espalda del comandante.
Hola mis amores, aquí estoy, digamos que estoy de vacaciones y voy un rato a la playa, este capítulo lo escribí de camino ya que son muuuchas horas, espero les guste.
Realmente no estoy segura si mañana, pueda traer capítulo, pero aquí sigo en camino escribiendo para entretenerme.
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