✦ 𝟏𝟒.- 𝐓𝐡𝐞𝐲 𝐜𝐚𝐥𝐥 𝐢𝐭, "𝐚𝐰𝐚𝐤𝐞𝐧𝐢𝐧𝐠𝐬".
- Entonces... De lo que te quería hablar...
- ¿Podemos hacerlo después? Me muero de sueño...
- Colette, cariñito, palomita, dulzurita, cielito. Son las 6 de la mañana, nos dormimos a las 7 u 8 de la noche.
- Nooo... Deberías estar con una jaqueca o algo... - Se quejó, molesta en un estado somnoliento por su insistencia en hablar justo ahora, e intentando evadir la plática.
Fang se encogió de hombros, adormilado. La verdad es que no había tomado antes de esa forma, así que no sabía cómo eran las cosas, o al menos, no recordaba haber tomado. Comenzaba a dudar de sus recuerdos nuevamente, su cabeza ya no era un lugar seguro.
- ¡Bien! Tú ganas. 5 minutos más, palomita. - Se volvió a tirar en la cama, pues a decir verdad también estaba bastante cansado.
- Jiji, palomita - Colette murmuró risueña, acomodándose plácidamente de vuelta a la cama, contenta por su nuevo apodo. Fang estuvo a punto de decir algo más, pero apenas abrió la boca, la albina ya había caído de vuelta al sueño.
Suspiró, frustrado. Repentinamente, la pantalla de su celular se iluminó entre los suaves y apenas notables rayos del sol. El chico lo agarró, mirando sus notificaciones. Era un recordatorio de que tenía una partida programada hoy.
Gruñó con molestia y dejó su brazo caer, inerte, dejándolo colgando del borde de la cama, mientras sujetaba su celular con poca fuerza para que este no cayera al suelo, que quedó a meros centímetros de su mano.
No quería ir. Por primera vez en su vida, no quería ir a una partida.
¿Qué sentido había en eso? ¿Por qué lo hacía?
¿De qué le servían tantas copas, si no tenía familia con quién celebrarlas?
Se preguntó por qué nunca antes se había detenido a pensar en eso. Lo único que hacía era pelear, patear, patear y patear hasta que sus piernas no pudiesen más.
Se giró a ver a Colette, ella... Ella y todos en ese lugar participaban en la misma mierda. Siempre hablaban de técnicas a utilizar, gadgets por conseguir y los mejores mapas para cada uno de ellos. Nunca hablaban de sus vidas privadas, cómo les fue en su día, o qué habrían dicho sus familias cuando llegasen victoriosos a casa.
¿Les prepararían una cena especial? ¿Los felicitarían?
¿O eran igual que él? ¿Sin recordar siquiera quién era su madre?
Esto no era normal...
Volteó a ver la televisión apagada que había no muy lejos de la cama, luego volteó a ver su pequeña colección de películas.
Era sabido que Fang añoraba estar en la pantalla grande. ¿Tal vez esto era parecido?
Una película, una partida, ambas al final contienen un montón de títeres con un solo objetivo; entretener a personas a las que jamás conocerán.
La única diferencia era que un actor de una película estaba ahí por voluntad propia.
Fang cerró los ojos con fuerza, aferrándose a Colette. Le dolía la cabeza solo de pensar en eso. Ya no quería tener esos pensamientos horribles, no quería pensar que tenía una vida perdida y arrebatada lejos de él, a cambio de estar quién sabe dónde, siendo golpeado, aplastado, quemado, envenenado y miles de cosas más para el disfrute de algo o alguien que desconocía.
Colette se quejó un poco ante la brusquedad, Fang de inmediato soltó un poco la fuerza de su abrazo y acarició su pelo intentando compensarlo. Cayó en cuenta que su coleta se había desecho, y la cinta que la mantenía en lugar estaba suelta entre sus mechones blanquecinos.
Los pensamientos acechando su cabeza no lo dejaron apreciar ese momento como le habría gustado... Fang no pudo hacer más que ocultar su rostro en el hombro de la albina y rompió en llanto.
Un llanto aterrorizado, impotente y asustado, ¿qué hacer cuando sabes que algo anda mal, pero no sabes qué hacer al respecto? ¿Qué hacer cuando ya ni tu cabeza es un lugar seguro?
¿Qué hacer cuando ya no sabes que es real y qué no lo es?
Cuando eres acechado por un ente más allá de tu comprensión...
Miró al rincón más ensombrecido de su habitación, preparado mentalmente para ver ahí a la oscura figura que llevaba viendo los últimos días por el rabillo del ojo.
Esa cosa que le reprochó el "no salirse de su papel"...
Sin embargo, suspiró aliviado cuando su mirada no vió nada más que algo de ropa desordenada y una caja de pizza vacía que probablemente debería tirar a la basura.
Miró a Colette.
Oh mierda.
¿Acaso la había jalado al mismo hoyo que él?
Después de todo, ese demoníaco ente dijo unas palabras... Muy curiosas.
Ella tiene su lugar, y tú tienes el tuyo. Colette, la colectora de firmas, la fanática.
Cayó en cuenta de que si intentaba alterar el "papel" de Colette, podría ponerla en peligro. ¿Y qué le aseguraba que no había ya también visto a esa cosa?
Tal vez lo más seguro para ella era dejarla ser, mientras intentaba llegar al fondo de esto.
Si algo le sucedía a él, al menos Colette estaría bien.
No sabía ni por dónde empezar, pero al menos tenía a Edgar de su lado. Edgar fue con quién descubrió que no todo era lo que parecía en primer lugar.
Tenía grabado en su mente el terror en los ojos de ese triste joven cuando cayó en la cruda realidad, la realidad donde no recordaba a las personas que amaba. Fang se preguntaba si él hizo una expresión similar.
Algo andaba mal, y solo ellos dos lo sabían.
¿Estaban en peligro? Fang estaba casi seguro de que lo estaban. Le había pedido a Edgar que no dijera nada de lo que descubrieron, pero con la enorme crisis que captó presa al pelinegro ese día, comenzaba a dudar si sería capaz de cerrar la boca.
¿Colette sería la primera a la que le hablaría del tema, no? Ambos amigos eran muy cercanos después de todo.
Demasiado, en la opinión de Fang. No le importaba antes, al menos Colette tenía un amigo y eso alegraba al chico, Fang no tenía a nadie, o al menos en este lugar raro no lo hacía.
Quién sabe si alguna vez tuvo un amigo. Cada segundo la incógnita de qué memorias le habían arrebatado lo atormentaba, ese golpe de información lo había mantenido en un constante estado de alerta. Seguro era por eso que le comenzaban a fastidiar cosas que antes no le importaban, el estrés se estaba comiendo vivo a ese pobre chico.
Solo el tener a la albina entre sus brazos le había permitido dormir tranquilo, pero poco le había durado, ya que su propia cabeza estaba arremetiendo contra él otra vez.
Nada que hacer más que proteger a Colette y si era posible, a sí mismo también. Sus tendencias enfermizas se habían vuelto súbitamente irrelevantes. ¿Le daba miedo aquello? Sí, pero comprendía que tratar de cambiarla podía suponer un peligro para ella.
De verdad quería pensar que esa actitud fue algo que se le forzó, pero a la vez, odiaba la idea de que esto no era real, que le habían implantado algo que de otra forma nunca haría. Si ese era el caso, lo pudieron cambiar a él también, ¿No? ¡Y a todos! Le aterraba pensar que alguna parte de su actitud, o él mismo entero, era una simple fabricación, un papel que ni siquiera sabía que estaba interpretando.
Cálmate Fang, solo son teorías, se reprochó a sí mismo. Aún no sabes qué pasa con exactitud.
Un prolongado bostezo le indicó que Colette se había despertado, volteándola a ver, justo a tiempo para ver todos sus colmillos resplandeciendo en su boca. Después de bostezar, la chica se estiró y talló los ojos. Lo primero que hizo fue abrazar a Fang, pero no tardó más en recordar el tema de la plática que tenían pendiente, así soltandolo de inmediato.
- Buenos días, dormilona - Fang le acarició el pelo y se levantó, manteniendo una falsa sonrisa en su rostro que torpemente ocultaba su preocupación. Ya sentía el hambriento rugir en su estómago, se imaginaba que Colette no se debía sentir muy diferente a él.
Ella miró a un lado. ¿Acaso se le había olvidado? ¿No quería hablar con ella de... eso? No tenía ni las más mínimas ganas de entablar esa conversación, pero sabía que si quería algo con el chico, no era algo que pudiera ignorar como si nada.
- Buenos días. - Respondió con una extraña simpleza, a lo que Fang alzó una ceja confundido, girándose a verla.
- ¿Estás bien?
Colette solo lo vio un par de segundos, indecisa, mientras permanecía sentada en el borde de la cama sin muchos ánimos.
- ¿Estás seguro de que... No me odias?
Una fuerte punzada se sintió en lo profundo del ahora frágil corazón del joven, mientras sus ojos eran incapaces de alejarse de la triste mirada que acompaña esas palabras que arrastraban nerviosismo. Sintiéndose culpable, Fang se inclinó un poco para poder tomar las mejillas de Colette, acunando su rostro entre sus manos.
- Colette, yo nunca te odiaría.
- Pero... Estabas tan enojado...
- Sí, pero fue una reacción tonta de mi parte. ¿Enojarme por qué alguien me admira tanto? ¿En serio? ¿Qué clase de actor soy atacando a mis fans? - Dijo Fang con una pequeña sonrisa mentirosa -. Es más, Colette, si me puedes perdonar, amaría que lo siguieras haciendo.
Esa solo sería una... Mentirita blanca. Si sacarla de su "papel" significaba la más mínima posibilidad de ponerla en riesgo, entonces iba a hacer todo, todo lo que estuviese en sus manos para mantenerla como aquello a lo que ese ente le había llamado; la fanática.
Los ojos rojizos de Colette se iluminaron de golpe como pequeñas estrellas entre el silencio mañanero.
- ¡Sabía que lo entenderías! ¡Nadie más lo hace-... Solo tú me comprendes! ¡Te amo, Fang! ¡Te quiero conmigo PARA SIEMPRE!
Y así de fácil todo el dolor que llevaba tiempo en los ojos de la chica se había desvanecido en el aire, cual presionar un botón de reseteo y volverla al día en que la conoció.
El instantáneo cambio de humor de la albina le generó fuertes escalofríos bajo la espalda a Fang, haciendo su preocupación aumentar; eso no era natural.
Deseaba con todas sus fuerzas tener razón sobre de que tal vez esa actitud no era la de la Colette real, de cualquier otra forma esto era una lucha por una causa perdida.
La envolvió en un abrazo en busca de ocultar su temor, abrazo al que ella correspondió con tal fuerza que hizo al asiático quejarse de dolor al ser estrujado de esa forma tan brusca. De inmediato Colette lo soltó asustada, pero Fang solo rió y juntó su frente con la ajena.
- Nunca cambies, Colette - susurró, convencido de que la protegería.
Si él aún la quería así, ¿entonces qué importaba si a los demás no les gustaba?
Su más reciente objetivo estaba contento de recibir esa clase de atención y ella estaba más que feliz de dárselo. O al menos eso creía Colette, pues las dulces palabras la habían cegado, no permitiéndole notar los nervios que ensombrecen los ojos del asiático, o tal vez el leve temblor que estaban sufriendo sus manos.
Lo peor era que Fang ya ni estaba asustado de ella, estaba asustado de algo desconocido, algo fuera de su alcance. Desde su punto de vista, Colette era una víctima más, como él, ambos prisioneros de algo que se le escapaba entre las manos.
No existía peor sensación a saber que hay un enemigo, más que desconocer quién o qué era, qué quería o dónde estaba.
6 de la mañana, recordó. No podía quedarse tirado más horas en cama, un día largo lo esperaba y tampoco era como que pudiera encerrarse con la albina cuando ella también tenía cosas por hacer.
- ¿No tienes nada qué hacer hoy, palomita? ¿Ningún plan?
- Tengo una partida de Atrapagemas a las 4 de la tarde... ¡Ugh! ¡Odio ese modo!
- Lo odias por qué no eres buena en él - Fang rió burlón, y Colette le dio un ligero codazo en respuesta a esa brutal sinceridad.
- ¡Hey! ¡No me subestimes! ¡Yo te puedo ganar!
- ¡Oh! ¿Quieres pelear, señorita autógrafos? ¿¡Quieres pelear!? ¡Te daré pelea!
Con esas palabras se abalanzó sobre Colette, quién no tuvo tiempo de reaccionar y con un pequeño grito cayó en la cama bajo él. Se agitó entre risas, dando golpes juguetones con sus largas mangas a la cara del asiático. Fang respondió envolviéndola entre sus brazos y agitándola, mientras las piernas de ambos tiraban patadas en un intento de ganar ese juego de lucha estaban haciendo un desastre con las cobijas.
Adoraba a esta versión de Colette, a la Colette risueña que reía por todo y amaba jugar, no a la Colette obsesiva que parecía una persona distinta.
Una versión falsa...
Distraerse en ese pensamiento le costó un almohadazo en la cara.
Esa breve cegadera fue más que suficiente para que Colette lo abrazara con fuerza con tanto brazos como piernas, restringiendo su movimiento. Fang se agitó con fuerza y como pudo la empujó. El cuarto se había llenado con el sonido de las risas y los golpes secos que se daban con las almohadas.
Por un instante, los ojos del joven se volvieron a iluminar.
Entre revuelcos y movimientos bruscos, finalmente logró tirarla de espaldas, agarrándole las muñecas contra el cómodo colchón.
- Te tengo~ - rió, completamente seguro de que había ganado.
Colette jadeó, mirándolo desafiante, pero repentinamente sonrió con malicia. Fang supo que eso era una señal de que no se había rendido, pero no tuvo tiempo para reaccionar antes de que la albina hundiera sus enormes colmillos en su brazo.
- ¡AAAAAAAAAYYYYYYYYYYYYY!
Fang soltó un alarido y se irguió rápidamente, a la vez que, asustada, Colette lo soltó. Agitó su muñeca con fuerza como si eso pudiera quitarle el dolor.
- Tú ganas - murmuró entre dientes apretados, esforzándose porque las lágrimas que se habían formado en sus ojos no se derramaran por sus mejillas.
Abrió un ojo, lo primero que vio fue su guante destrozado, después la mirada culpable de Colette.
- Creo que ya fue suficiente pelea - Le sonrió, dándole unas palmaditas. Eso fue suficiente consuelo para calmar a la chica. - Hay que levantarnos, tenemos copas que ganar hoy.
No quería jugar, pero sentía que no asistir era una terrible idea, y no iba a hacerle caso omiso a su instinto.
- ¿Estás bien? - Colette preguntó, aún un poco culpable, mientras se levantaba de la cama con timidez.
- Eh, en unos minutos dejará de doler. - Fang se encogió de hombros. Vio la herida entre el cuero roto de sus guantes, la piel del área había quedado enrojecida y con enormes marcas de colmillos pero no había una gota de sangre, igual que con la mordida que le dio en esa pelea del otro día.
Qué raro, pero no pensó mucho en ello, ya acostumbrado a heridas peores. Nadie sangraba en Brawltopia, después de todo.
- ¿Vámonos a desayunar? Tenemos que estar listos.
Colette asintió, Fang simplemente se levantó y agarró su gorra que supuso había aventado por ahí sin cuidado antes de dormir, acomodándola como pudo sobre su pelo suelto, ya frente al espejo lo arreglaría. Colette lo imitó, y buscó su cinta para el pelo entre las cobijas deshechas. Se ató a prisas su característica coleta y siguió a Fang a la cocina.
Fang le hizo un gesto a Colette para que se sentara en el sillón, no había una mesa y como por lo general no tenía invitados, él estaba acostumbrado a comer ahí. Abrió el refrigerador, y suspiró con frustración cuando no vio mucho más que una soda, unas rebanadas de pizza y algo de arroz frío.
Pero no fuera el gabinete de palomitas para preparar... Porque ese si estaba lleno. Se maldijo a sí mismo, a él no le molestaba desayunar pizza sin siquiera calentar, pero no quería dejar a Colette empezar el día sin algo decente.
Pero hey, había arroz, había huevos y algunos condimentos, podía hacer algo con esto. Vagamente recordaba los pasos de una simple receta, la distante memoria le fue más que suficiente para saber qué hacer. O más o menos.
Quebró dos huevos y los batió en un plato, sintió el leve peso de la cabeza de Colette sobre su hombro, intentando ver qué hacía. Le dirigió una sonrisa, pero mantuvo sus ojos fijos en el sartén, que tuvo que limpiar primero por el tiempo que llevaba en desuso. No tenía nada, pero era mejor estar seguro. Esto era para Colette, después de todo.
- No sabía que cocinabas - Colette mencionó algo divertida, tratando de memorizar todo lo que Fang hacía.
- Casi no lo hago, siempre es más fácil meter una bolsa de palomitas o una rebanada de pizza al microondas - Fang contestó, añadiendo un generoso chorro de salsa de soya en el arroz que estaba friendo. Le echó encima los huevos batidos, que ya había condimentado, y luego de revolverlo un poco se quedó esperando a que terminara de cocinarse.
Abrió las puertas de la alacena, sacó dos platos hondos, sirvió el arroz frito y puso su plato en la pequeña mesa que estaba frente al sillón
- Ten cuidado, está-... - Pausó, porque Colette ya se había tragado un bocado bastante grande, sin siquiera esperar a los tenedores. - ... caliente.
- ¡Ow! ¡Ahhh! - Colette se quejó, abriendo la boca e intentando abanicarse, aunque su sonrisa de gusto no concordaba con sus quejidos.
- ¿¡Estás bien!?
- ¿Bien? ¿BIEN? ¡ESTOY MARAVILLOSA! ¡ESTO ES DELICIOSO! - Gritó, soplando sobre su comida antes de volver a llevarsela a la boca.
Fang suspiró, en una extraña mezcla de alivio y extrañeza.
Bueno, así era Colette, no era tan raro. Tal vez el día en general no sería tan malo, la tenía a ella.
Inconsciente de ello, Fang sonrió.
...
Zona restringida.
Cuánto odiaba zona restringida.
Al menos Edgar estaba aquí.
Era la única otra persona en Brawltopia en la que confiaba ahora mismo, Fang sentía que la horrenda revelación los había unido. No sabía si Edgar se sentía igual, pero eso poco le importaba al asiático. Le gustaba pensar que estaban juntos en esto, que si se arreglaban, podrían llegar al fondo de todo este desastre y salir ilesos.
Estaba en el equipo contrario, eso sí. Fang suspiró. Tal vez podría encontrar un momento para hablar con él, estaba ansioso por ver como Edgar estaba llevando todo esto.
En ese instante Fang estaba recargado en la pared de brazos cruzados, esperando en el lobby junto a sus compañeros que la partida iniciara. No podía ver a los miembros del otro equipo aún, sólo sabía de Edgar y eso fue porque Colette le había dicho. Se aseguró de llevar su segundo gadget, pero esperaba no tener que usarlo.
Un sonido de metal chocando entre sí captó su atención, y Fang giró la mirada, encontrándose con Sam quién estaba probando sus guantes antes de la partida. Tuvo que alzar la mirada para ver bien al hombre mayor, quién le dirigió una sonrisa confiada.
Fang la retornó, aunque sin muchas ganas, y después volteó a ver a su otra compañera, Bonnie. La niña ni siquiera le puso mucha atención, estaba bastante ocupada revisando su cañón, quién gracias a los murmullos de la pequeña que se escuchaban cada cierto tiempo, había aprendido se llamaba "Clyde".
Por última vez, revisó haber elegido la estelar y el gadget correctos. Todo en orden.
Fang cerró los ojos, la familiar sensación de su cuerpo deshaciéndose de una manera indolora le indicó que la partida había comenzado y estaba siendo transportado junto a sus compañeros a esta.
Miró al cielo.
Edgar, Byron y Max.
Podía hacer esto, si cargaba su super desde lejos podía acercarse, aplicar el gadget apenas llegara y volver a cargarlo con su estelar tan rápido que no tendrían cómo lidiar con él.
Esa misma tonada alegre de siempre marcó el inicio de la partida, se dirigió lo más rápido que pudo a la zona más cercana.
Ya podía ver la pequeña barra de ambos equipos comenzar a subir. Esperó impaciente a que Bonnie llegara a la zona, pues el lento paso de su cañón lo frustró un poco, no quería ser el que se quedara toda la partida en la zona.
Aún así, le dirigió una sonrisa a la niña, intentando animarla a llegar más rápido. Esta regresó el gesto con notablemente más ánimo que él, y no se tardó en comenzar a disparar a la zona contraria. Sus proyectiles no golpearon a ningún enemigo, pero sí hicieron que Edgar se retirara al borde de la zona, donde no podía ser golpeado.
Tenía sentido, Edgar no podía hacer mucho con su corto alcance por ahora, más que mantener control de la zona. Pero sabía que tarde o temprano, caería sobre ellos con una lluvia de puñetazos de tela y algodón que extrañamente dolían cual puño de carne y hueso.
- Bonnie, controla la zona un momento - Fang ordenó, arrodillándose para llegar a su nivel. Podía escuchar el siseo que marcaba cada inyección de Byron, las chispas que Max disparaba, y eso cada vez acercándose más. - Yo y Sam vamos a pelear contra ellos, intentaré guiar a uno a donde puedas dispararle. Con suerte ambos cargaremos nuestro super y podemos invadir la otra zona mientras Sam cuida de esta. ¿Está bien?
La niña refunfuñó, pero rápidamente aceptó el plan que Fang había ideado.
Fang asintió en aprobación, y se escabulló entre los arbustos. Pudo observar como Sam agarraba a golpes a Byron, mientras este maldecía y trataba de retroceder desesperadamente metiendo más inyecciones a su bastón para defenderse del brutal asalto. Max, desde lejos, disparaba a Sam, tratando de defender a su compañero pero cautelosa de no acercarse demasiado.
Pero de todas formas cometió un error, se acercó a los arbustos que bordeaban el mapa y fue recibida con una fuerte patada en la sien.
Max se quejó de dolor y tomó rápidamente su antebrazo para disparar, pero Fang la agarró del collar y la levantó, llevándosela casi arrastrada tras una pared justo al alcance de Bonnie.
- ¡Oye! - Max exclamó, desesperadamente tratando de librarse. - ¡No puedes hacer eso! ¡Solo deberías patear!
- ¿Quién dice? - Gruñó el pelimorado, luchando contra los intentos de Max de zafarse. Trató de mantenerla bien sujeta para que Bonnie pudiera dispararle. Y lo hizo, pero se veía bastante confundida con la manera en que Fang estaba luchando.
¿Desde cuando el palomitero podía agarrar a sus enemigos y mantenerlos fijos en un lugar? Así no se suponía que era su básico, ni super, o siquiera gadget.
Pero bueno, Bonnie no iba a desperdiciar la oportunidad.
Max se agitó, pateó y gritó, teniendo que soportar las balas de cañón que no paraban de impactar contra su espalda y los constantes rodillazos que recibía.
- ¡No es justo! ¡Suéltame, Fang! - Apretó los dientes, soltando todos los básicos que tenía contra el asiático.
Fang se vio obligado a soltarla, pero no iba a dejarse vencer tan fácil. Abatida, Max activó su super y corrió en dirección opuesta, de vuelta a la seguridad de la zona en la que Edgar se encontraba parado, frustrado ante su incapacidad de pensar en un plan para ayudar a sus compañeros.
Fang corrió tras ella, lanzando una patada al aire que envió su zapato volando. Le impactó a la ya de por sí malherida heroína en la espalda, y la chica se desvaneció en el aire, de vuelta a la zona de spawn.
Se giró a ver que tal le iba a Sam, solo para ver que Byron no solo había logrado alejarse de él, volviendo a pisar la zona con Edgar, si no que había logrado acertar dos básicos contra el ya malherido hombre.
Byron se inyectó uno de sus propios básicos para recuperarse de la batalla, mientras Edgar lo veía admirado y Sam se desvanecía tal como Max lo hizo, derrotado por el veneno.
- ¡Bah! Patético...
Fang gruñó, las cosas ya no estaban saliendo como él quería. Por meras dos cifras, el equipo rival iba adelantado. Debía hacer algo, pero no había logrado cargar su super como para lanzarse.
Eso sí, Byron seguía herido, la misteriosa medicina apenas hacía efecto dentro de sus venas.
Debía actuar rápido.
Comenzó a correr hacia el par, lo que ambos no tardaron en notar. Byron gruñó, apurándose a cargar más inyecciones dentro de su bastón, mientras Edgar se alistó en una posición de pelea, determinado a proteger a su compañero.
Fang apretó los dientes cuando sintió una aguja clavarse en su brazo, inmediatamente lo sintió frío, el ardor del veneno se apoderó de sus venas.
Cómo odiaba luchar contra Byron por eso.
Aventó patadas al aire, calculando justo donde iba a poner pie el hombre mayor para que su zapatilla no fallase en golpearle. Miró de reojo a Bonnie, esperando que se lanzara contra el dúo, pero la niña seguía apuntando sus balas a la zona, intentando cargar lo poco que quedaba para su super.
Demonios... Max no fue suficiente y ahora él estaba corriendo directamente a dos enemigos.
Pero la suerte le sonrió, un último básico suyo golpeó al albino. Lo escuchó maldecir antes de desvanecerse.
- ¡BYRON! - Escuchó a Edgar gritar, extendiendo el brazo en vano hacia donde el mayor había desaparecido.
Fang logró poner su pie en la zona enemiga. Tomó una bocanada de aire, apoyándose en sus propias rodillas, tomándose unos segundos para recuperar oxígeno.
Luego, se irguió y le sonrió a Edgar.
- Hey, emo. - suspiró con toda la confianza del mundo. - ¿Cómo te va?
- ¡Maldito imbécil!
Fang saltó a un lado para esquivar el puñetazo que impactó el suelo donde estuvo parado segundos atrás.
- ¡Whoa, whoa! ¡Sé que estamos en una partida, pero no veo cómo eso nos impide hablar!
Ok, Edgar definitivamente no tenía ganas de hablar, y no miró al asiático con nada más que rabia. Fang no tuvo mucha oportunidad contra él de todas formas, tuvo que paralizarlo unos segundos con su gadget y huir de la zona.
¿Por qué hizo eso? Normalmente, viéndose en una situación así se habría quedado en el círculo hasta morir, así ganaría más punt-...
¿Quedarte hasta que te maten solo por unas cuantas cifras en esa barra azul? Dios, ¿qué clase de mentalidad era aquella?
Fang notó la molestia en los ojos de Bonnie, quién ya estaba bastante harta de solo estar ahí dando vueltas y disparando a la distancia.
Se dejó caer en el suelo, ante su falta de aliento solo levantó el pulgar dándole a la pequeña la indicación de que podía ir a pelear, él mantendría el control. Unos segundos y ya faltaban para cargar esa barra por completo y no tener que preocuparse más por ese lugar.
O habría llegado, si esa inyección no se hubiera clavado en su pecho. Alcanzó a escuchar la risa de Byron antes de que todo se volviera negro, el golpe lo había derrotado de inmediato.
Pero esto no era Supervivencia o Noqueo. Ese estado inconsciente no le duró mucho.
Miró la batalla, incorpóreo y etéreo por un instante, observando a Byron dejar de reír cuando Sam se le abalanzó de los arbustos, y lo eliminó en cuestión de segundos. Edgar no tardó en deshacerse de él, maldiciendo frustrado a pesar de que estaban ganando.
Así es, como su equipo ya había dominado una zona pero él y Sam apenas habían logrado poner pie en la contraria un rato, se habían quedado atascados en un patético 78% mientras el porcentaje de sus rivales subía, más con Max corriendo en la zona que ya habían dominado mientras Bonnie trataba de derrotarla.
Momento. ¿No debería haber respawneado ya?
Gruñó, pues aunque ganar partidas ya no era la mayor prioridad del actor, es Fang de quién estamos hablando y a él no le gusta salir perdiendo. Alzó la mirada, llenándose de terror cuando reconoció a esa figura espectral al borde del mapa.
Le sonrió, agitando un alargado brazo a modo de saludo. Un escalofrío le bajó por la espalda, y sintió como una suave luz azul lo envolvió, transportándolo de vuelta al mapa.
Lo primero que vio, fue como Bonnie se dirigía a la zona enemiga, sin apoyo alguno, y con ese círculo amarillo rotando bajo ella.
Si se lanzaba hacia Edgar, Byron y Max juntos, no lograría nada. Y Edgar y Max comenzaron a correr hacia ella, listos para tomar el control de su zona.
- ¡BONNIE! ¡ESPERA!
La niña no lo escuchó, pero pareció ser para bien, con el repentino estruendo de su cañón, salió volando segundos antes de que el puño de Edgar se estampara en su cara. Casi de inmediato, vio el aviso en el cielo que indicaba que Bonnie había eliminado a Byron, y la barra azul nuevamente empezó a subir.
Pero Max y Edgar iban hacia ella, no podía dejarla sola, sabía que era una brawler hecha y derecha cuyos inocentes ojos escondían mucha habilidad-... Pero todavía era una niña.
Había hasta niños metidos en este juego enfermo.
Lanzó patadas frente a sí, que impactaron contra Edgar solo para ser ignoradas por completo pues el pelinegro estaba corriendo directo a la niña.
Pero lograron algo, esa barra amarilla se cargó nuevamente.
No gastó un solo segundo, estiró su pierna en una larga patada que lo envió disparado hacia Edgar, quien se detuvo en seco unos segundos sin darse cuenta de ello.
Edgar no había dudado en tratar de eliminarlo, a pesar de lo que pasaron juntos. ¡No iba a dejar que le hiciera lo mismo a Bonnie!
Escuchó el quejido de dolor de quién hace apenas minutos consideraba un amigo, pero no hizo nada para calmar el estrés y rabia embotellado en el asiático que estaba rogando salir. Lo agarró a patadas, eliminandolo en cuestión de segundos.
Se giró a ver a Bonnie, y sus ojos se llenaron de horror con lo que vio.
La pequeña yacía tendida en el suelo, desvaneciéndose, apareciendo, deshaciéndose y rehaciendose como una imagen digital, víctima de un error fatal.
Justo como un videojuego fallando.
Fang no se quedó de brazos cruzados, de inmediato se acercó y la tomó en sus brazos, sintiendo su ropa humedecerse.
Lentamente volteó su temblorosa mano, viendo la palma de su guante manchada de sangre que constantemente aparecía y desaparecía entre cuadros de colores. Su ropa, el suelo, Bonnie-... Manchas rojas en todos lados, que al igual que la inocente niña de la que salían, no paraban de desvanecerse y torcerse entre glitches.
Intentó agitarla gentilmente, intentó hablarle, pero Bonnie solo miraba al cielo, perdida, sus ojos rosados llenos de terror y agonía.
Fang alzó la mirada, vio el desastre de números rojos y verdes cambiantes sobre Bonnie, y después al contador de los equipos, que subía cada segundo con las dos figuras en el suelo de la zona.
87%, 88%, 89 y 90%... esto debía acabar pronto, ¿verdad? Un sentimiento de pesadez le cayó en el estómago. ¿Qué debía hacer? ¿Qué mierda estaba pasando, si quiera?
Se sentía desesperado, inútil, incapaz de hacer algo para ayudarla.
Miró a su alrededor, buscando algo que pudiera ayudar, solo para ver que el mapa entero parecía estar sufriendo lo mismo que Bonnie. El cielo alternaba entre colores, los dibujos en spray que habían sido dejados en el suelo se expandian y cambiaban de lugar, las paredes se quebraban y rearmaban; el mapa entero era un horrible desastre de glitches.
- Bonnie... shhh... - intentó consolarla. Miró a sus lados cuando escuchó golpes, justo a tiempo para ver a Sam darle un fuerte puñetazo a Max, agarrarla del casco y estrellándola en el suelo.
Eso no fue extraño. El cristal del casco quebrándose y clavándose en los ojos de la heroína si.
La pobre chica soltó un grito de dolor, cubriéndose la cara y tensandose en el suelo, rodando de un lado a otro en horrible agonía. Estuvo unos segundos así, hasta que finalmente desapareció como debía hacerlo un brawler derrotado.
Sam y Fang miraron la escena horrorizados, hasta que Fang se giró furioso hacia Sam.
- ¡Maldita sea Sam, estás viendo que el mapa está hecho mierda y tú solo quieres pelear! - Gruñó, todo lo que sucedía era demasiado para la de por sí frágil mente del asiático y no sabía cómo expresarlo más que con rabia, quería llorar, quería aventar todo y encerrarse por meses.
- Tu también peleaste. - Murmuró el hombre mayor, aún mirando el lugar donde había estado Max y la sangre en el suelo.
- ¡Para salvar a Bonnie, idiota!
Sam soltó un largo suspiro, Fang solo se fijó en la temblorosa pequeña, sin ver la débil mueca enferma que Sam había hecho. No se volteó a verlo, pero en el rabillo de su ojo notó como se había arrodillado frente a él.
- Y-Ya casi ganamos...
- ¡Eso no importa ahora, pedazo de animal! - Fang vociferó, temblando, con esos ojos morados bien fijos en la niña que ni siquiera reaccionaba.
- Saldremos de aquí apenas acabé... - Fang sintió la gran mano del hombre colocarse sobre su hombro, y de no ser por qué tenía a Bonnie entre brazos, se habría sacudido para apartarlo de una. - Pero-... No me siento muy bien...
Fang apretó los dientes, quería gritarle, quería exigirle que se largara o que sirviera de algo y fuera a pedir ayuda, pero solo pudo mirar perplejo como el hombre cayó al suelo con un hilo de sangre bajandole de la boca y se desvaneció en un montón de luces.
Exasperado y con el pánico tragandoselo, miró sobre su hombro, a la zona de respawn de sus enemigos, pero ninguno había vuelto a la batalla.
Solo pudo intentar sonreírle a Bonnie como si el mundo no se estuviera viniendo abajo.
- Está bien... Ya casi ganamos, te llevaré con Pam, ¿bien? - Fang le acarició el pelo a Bonnie en un intento de consolarla, ya su mano podía traspasar ese casco que aparecía y se deshacía, sentía casi como si estuviera protegiendo un holograma defectuoso. Bonnie no dijo nada, solo estiró su pequeño brazo, agarrando el gorro del asiático... Se había quedado tan débil, Fang apenas sintió el jalón en la prenda. - E-Estarás bien pequeña, no te preocupes.
El cielo se tornó rojo, Fang alzó la cabeza, vio las señales de alerta que indicaban que algo había salido mal en la partida, que los participantes presentes abandonaran de inmediato el área.
La voz femenina se repitió, pero Fang hizo caso omiso a esa orden tan inhumana.
No era como que pudiera hacer mucho, pero no iba a dejar a Bonnie sola, no así. La abrazó con fuerza... Lleno de rabia.
El contador se quedó atascado en 98%. La partida había sido desconectada... Estuvieron tan cerca de ganar y salir de ahí pero ahora no había nada que pudieran hacer.
Sintió un par de lágrimas bajarle por las mejillas, ya no podía con esto, no podía aguantar el llanto, la impotencia, quería mantener la calma para Bonnie pero simplemente no pudo.
- No puede estar pasando... No puede ser así... - sollozó, apretando a la niña contra sí como si eso pudiera protegerla del mundo cambiante de luces y colores alrededor. - Primero perdemos nuestros recuerdos... Ahora pasan cosas raras... Maldita sea, ¿q-qué hago? ¡Estúpido Edgar!
Cerró los ojos con fuerza, no pudo parar las lágrimas, su expresión se torció a aquella de desesperanza absoluta.
No pudo decirle nada a Bonnie. No tenía más palabras de consuelo. Solo pudo mirar... Mirar y sentir una horrible punzada estática en su pecho, que subió hasta su garganta y salió en la forma de un escupitajo de sangre y tos. Por primera vez, el sabor metálico invadió su boca.
Entre los glitches y colores, se desvaneció en una parálisis de horror, desconectado de la partida.
...
Lo primero que hizo cuando abrió los ojos, fue mirar a su alrededor, buscando desesperadamente a la niña.
- ¿Bonnie?
Fang se irguió, desorientado. Veía el pavimento del suelo, pero no a la niña. Aparte no estaban en el lobby donde debieron aparecer-... Estaban en el mismísimo centro de Brawltopia, a metros de la escultura cuidadosamente tallada en forma de estrella sonriente.
Sintió una enorme mano en su hombro, que trató de consolarlo dándole gentiles palmadas. Se volteó a ver a Sam, quien le sonrió sin decir mucho más en un intento de empatizar con él.
Fang no reparó en eso, corrió unos metros, buscando a la pequeña pelirosa sin éxito. Mierda, mierda, mierda. ¿Dónde estaba Bonnie? ¿Y por qué no habían aparecido en el lobby?
- ¡¡BONNIE!!
Ese grito llamó la atención de algunas personas, que se acercaron curiosos. Pudo reconocer a Griff, Pam y Colt entre la multitud, todos confundidos por la aterrada expresión del asiático, cubierto de sudor frío.
O tal vez no era eso, tal vez lo que les alarmó tanto era que habían aparecido como si nada en el aire.
- ¿Bonnie? ¿Qué tiene Bonnie? ¿Fang?
Se giró hacía la familiar voz, Janet se había acercado, su atención captada al instante al escuchar el nombre de su hermana en esos gritos tan desesperados.
Fang intentó explicarle, pero las palabras se le atoraron en la garganta. Simplemente no salió ninguna, solo llantos trabados y quejidos desorientados.
Aún así, fue suficiente respuesta para que la pelirosa entrara en alerta de inmediato.
- Pero-... ¡¿Qué pasó?! Quién ganó la partida- ¡¿Algo le sucedió?! ¡¿Dónde está mi hermana?!
Tantas preguntas, y Fang solo pudo responder desplomándose a sus rodillas y cubriéndose la cara. Su puño se estrelló contra el suelo en impotencia absoluta.
No alzó la mirada, solo sintió las manos de la acróbata agarrarle los hombros con fuerza y agitarlo.
- ¡¿DÓNDE ESTÁ?!
Un horrible grito silenció a la cantante, Max apareció entre alaridos, agarrándose la cara y corriendo sin rumbo fijo. Por eso mismo se estrelló contra una pared, y sólo Byron atrapándola la detuvo de caer al suelo por el fuerte golpe.
- ¡MIS OJOS! ¡AAAAAGGGGGHHHHH!
Byron la sujetó con fuerza, la chica lanzó patadas al aire pero eventualmente se redujo a simplemente sollozar, hiperventilada.
- Max, tus ojos están bien.
Lentamente y con manos temblorosas, la heroína se quitó las manos de la cara. Estaba intacta, incluso el cristal del casco no tenía ni un solo raspón. Se lo quitó rápidamente y lanzó al lado, jadeando. El dolor que había vivido era irreal, se sentía como si hubiese despertado de una horrenda pesadilla.
Tanta conmoción no tardó en atraer a más personas. Fang se sintió aplastado bajo las miradas. ¿Qué se suponía iba a decirles? ¿"La partida se hizo un desastre de colores y no sé dónde está Bonnie"?
Se talló los ojos, se levantó y huyó, apartando a la multitud en su carrera.
- ¡FANG! ¡ESPERA! - Bramó Janet, quién trató de seguirlo. - ¡ESTABAS AHÍ, DEBERÍAS SABER.... MIERDA!
Gritó algo más, pero su voz se volvió distante con cada paso que Fang daba. Logró esconderse en la entrada al metro de Brawltopia, por lo general no estaba muy concurrido y eso era justo lo que el azabache necesitaba en ese instante.
Solo un poco de paz. ¿Era mucho pedir? Tal parecía que sí.
Escuchó los pasos apresurados de Janet y sus maldiciones, quien había entrado a la estación a perseguirlo.
- ¡FAAAAAANG!
Corrió en la oscuridad, intentando ocultarse de la chica que seguramente pensaba que él le había hecho algo a su hermana. ¿No solo tenía que sufrir horrores, también lo iban a tomar por culpable de lo sucedido? En cualquier momento iba a explotar.
Desesperado bajó corriendo las escaleras, pudo ver la sombra de Janet pasar corriendo arriba.
Se sentó en el suelo contra la pared y abrazó sus rodillas, presionando su cara contra sus piernas para sollozar en silencio. No quedaba mucho del chico narcisista, egocéntrico e interesado en solo pelear y ganar que alguna vez fue, más que esta cáscara rota.
Siempre caminando la cuerda floja de la cordura, y no estaba seguro si ya había caído al abismo.
Y lo peor es que no había una sola cosa en su cerebro que le sirviera de consuelo. No podía pensar en una familia que lo esperara en casa, en un amigo que le preguntara si estaba bien, en un hogar al que regresar, en un motivo para seguir luchando por el escape.
Solo estaba Colette, y no estaba seguro si ella era real o una fabricación de este retorcido mundo digital. O si el mismo lo era.
Digital... Debía ser algo de naturaleza... Digital. Esas distorsiones en el entorno y visuales corrompidos eran algo que solo había visto en las brillantes pantallas de las numerosas máquinas de arcade que alineaban las paredes de su trabajo.
Trabajo al que no había consecuencia si faltaba para ir a una de estas "partidas" que Brawltopia entero parecía tratar como la cosa más importante.
¿Qué carajos?
Cada pensamiento lo hacía sentir más perdido, como si explorara un laberinto entero sin salida.
Añoraba despertarse de este mal sueño, a pesar de no conocer a ningún dios o religión, rezó a quién sea que lo escuchara para poder salir de esta prisión, sus manos entrelazadas, desesperadamente rogando en silencio por una salida, o al menos, una respuesta.
Y sí fue escuchado. Se sintió observado de repente, una sensación que ya se había vuelto familiar. Abrió sus ojos, y ya ni siquiera se sorprendió cuando se encontró cara a cara con el demoníaco ser que parecía haber hecho un juego enfermo de atormentarlo.
Excepto que esta vez, no estaba sonriendo. Apenas y era humanoide, pero sus ojos blancos se quedaron fijos en él de tal manera que Fang supo que esa cosa estaba rabiosa contra él. Su cuerpo oscuro era corrompido por barras de color, caracteres y estática, de una manera no muy diferente a lo que le sucedió a Bonnie.
Fang lo miró a la cara, con los ojos y mejillas enrojecidos de tanto llanto incontrolable.
- ¿Por qué? P-Por qué...
No recibió una respuesta, solo vio como este desaparecía entre las sombras del lugar, sombras que fueron disipadas segundos después por las luces de un tranvía que se aproximaba.
Pasó frente a él con tal velocidad que hizo su pelo revolotear ligeramente, mientras el solo lo miraba, quieto y frío cuál cadáver. No reaccionó al estruendoso ruido de la máquina.
Igual que este tren, la vida simplemente seguiría, imparable e indiferente ante su dolor. Si se quedaba sentado llorando, todo continuaría igual. Nada cambiaría.
No se lo podía permitir.
Él era Fang. Roto, indefenso, confundido y aterrado. Pero a fin de cuentas, Fang.
Si había algo de lo que aún estaba seguro, era que Fang no se rendía.
Se levantó, y limpió sus lágrimas. Por más que quería hacerlo, no iba a llorar y gritar y resignarse a estar en este lugar por siempre. Debía hacer algo. Ahora a descubrir cómo siquiera empezar...
El tren se detuvo unos metros delante de él, las puertas se abrieron con un chillido metálico. De él bajaron dos hombres de traje que el chico jamás había visto antes, ambos portando expresiones muy serias.
- Esto no es raro, después de todo - el hombre mayor respondió a una conversación con su contrario que Fang no pudo escuchar. - Pero no quita que debamos investigarlo.
- ¿"Esto"? - Cuestionó Fang, quien se había acercado sin reparo. - ¿Cómo que "esto"? ¿Osea que una niña inocente desaparezca es algo común aquí? - Gruñó.
Los hombres se giraron hacia él. El más bajo, que parecía algún subordinado del otro, se mostró irritado con la repentina aparición de Fang. Fang frunció el ceño hacia él.
Pero antes de que respondieran a su pregunta, si es que planeaban hacerlo, un brazo lo agarró con fuerza. Fue girado de golpe, cara a cara con Janet.
- Dime dónde está mi hermana... - Janet gruñó entre jadeos, cansada por su carrera por encontrar al pelimorado.
- Él no lo sabe - interrumpió el hombre mayor. - Es lo que vinimos a investigar.
Janet miró a Fang y lo soltó. Comprendía que él no tenía la culpa, pero estaba demasiado exasperada para formular una disculpa.
- ¿Entonces? ¿Dónde mierda está Bonnie? ¡DIGANME!
Fang se hizo a un lado para evitar a Stu, que había seguido a su hija hasta aquí y la sujetó con brazos temblorosos. Podría jurar que su ojo estaba de un azul más profundo.
No se iba a meter en esa conversación. No se iba a quedar ahí parado mientras Janet le gritaba a los hombres y Stu trataba de calmarla.
Comenzó a caminar sin un rumbo fijo, y pudo distinguir dos siluetas en las escaleras. Su curiosidad le ganó, pero se mantuvo oculto, por si era algo peligroso.
No tardó mucho en llegar con Edgar, quien se veía bastante molesto con... Colt.
- Te dije que las cosas estaban mal - Edgar gruñó, bajando las escaleras. - Debimos hacer algo.
Intentó ver las expresiones de ambos, pero todavía estaba muy lejos. Se acercó con suma cautela.
Podía escuchar los sollozos de Janet, aunque distantes.
- Hice lo que pude. Tú tampoco hiciste mucho que digamos...
Edgar no se tomó bien esa respuesta, un brazo de su bufanda se extendió y agarró al pelirrojo, levantándolo sin esfuerzo del cuello. Los ojos de Fang se abrieron un poco, nunca había visto a Edgar así.
Aunque a decir verdad, si se vio bastante rabioso allá en la batalla. ¿Qué mierda le pasaba a ese chico hoy?
Hubo un intercambio de palabras, pero Fang no lo escuchó bien. Pero no necesito hacerlo, se acercó sin más reparos al par.
- ¿Qué mierda sucede aquí?
Ambos se giraron a verlo, y Edgar soltó al sheriff sin siquiera mirarlo. Este cayó al suelo con un pequeño quejido y se reincorporó de inmediato.
- Fang... - Edgar murmuró con una obvia molestia.
- No sucede nada. - Colt respondió rápidamente, dándole algunas palmadas a sus pantalones para limpiarlos. - Una pequeña discusión, eso es todo.
Fang avanzó hacia ellos, apartó gentilmente a Colt, y se acercó a Edgar.
- ¿Qué mierda fue eso?
- ¿Qué mierda fue... qué cosa?
- Eso allá en la partida.
- Éramos enemigos, Fang, duh. - recalcó lo obvio, desviando la mirada lejos del otro, hostigado.
- Sí, pero actuaste como si de verdad me hubieras querido ver muerto.
- Tal vez sí. - Edgar gruñó, cruzándose de brazos y recargándose en la pared. Colt miraba de uno al otro, no sabía cómo meterse en la conversación o romper la tensión que comenzaba a burbujear entre los dos jóvenes.
- ¿Qué está pasando contigo?
- ¿A ti qué te importa?
Oh, Colt ya veía la dirección a la que iba esto.
- Me importa tu bienestar y ya, carajo, no te he notado bien desde lo del otro día.
- Felicidades, Capitán Obvio - Edgar se tensó, y los dedos de su bufanda se enroscaron en puños.
A decir verdad, Fang tampoco se la estaba pasando bien, pero donde el veía un lazo, Edgar solo parecía haber encontrado odio por él.
- Edgar... Cosas raras están pasando, no sé qué te hice, pero deberíamos unirnos para llegar al fondo de esto, ya viste lo que pasó con Bonnie hoy. No nos conviene pel-...
- ¡YA SÉ que están pasando cosas! ¡Deja de remarcarme lo obvio! ¡Ugh! ¡No quiero llegar al fondo de esto, carajo-... No contigo!
- Edgar... - Colt murmuró.
- ¡Tú cállate!
- Bien, dime. ¿Qué mierda traes contra mi?
- ¡TE ODIO Y YA, CARAJO! - Edgar se agarró la cabeza, para después girarse bruscamente y así no tener que ver a ese par de idiotas que le rompían las bolas cada que hablaban.
Fang lo miró desconcertado. Iba a decir algo, pero Edgar lo interrumpió con otro grito.
- ¡Te odio, te odio te odio te odio te ODIO! ¡Me quitaste a mi única amiga! ¡Ya ni siquiera me mira, ni siquiera me pregunta cómo estoy, por qué la tienes tonta! YOU FUCKING BASTARD!
- ¡Oh! ¡Ya veo! - Fang gruñó, ya toda consideración y cariño por el pelinegro se había ido por el retrete. - ¡Estás celoso!
- ¡Eres un pendejo! ¡Ya te dije que no me gusta! ¡Me gusta otro!
Fang ladeó la cabeza, otra vez su curiosidad se había apoderado de él.
- ¿Otr-...o? ¿Quién?
Edgar pausó unos segundos, desconcertado por la estúpida pregunta tan intrusiva que no tenía nada que ver con el tema.
- ¡A ti qué te importa!
Edgar lanzó el primer golpe. Fang retrocedió por la fuerza del impacto, pero no tardó en responder con una patada. Colt trató de separarlos, pero ambos lo empujaron con brutalidad.
Repentinamente, eran un tornado de furiosos puñetazos y una que otra patada o rodillazo.
No había técnica ahí, ni gadgets, ni básicos apuntados; pura rabia y frustración desparramandose en una violenta coreografía de golpes.
Fang logró agarrar una de las tiras de la bufanda, la cuál jaló con fuerza y usó para aventar a Edgar unos cuantos metros lejos. Se abalanzó sobre el joven antes de que pudiera levantarse, desatando una lluvia de puñetazos en su cara.
- ¡¿QUÉ LE HICISTE A BONNIE?! - Fang gritó.
- ¡YO NO LE HICE NADA!
- ¡RABIOSO DE MIERDA!
El resto del mundo se volvió una mancha borrosa, solo pudo concentrarse en desatar todo su estrés y rabia contra el contrario. Edgar no se contuvo, agarró la cabeza del asiático y la estrelló contra su propia frente, forzandolo atontado a retroceder.
Edgar le propinó un puñetazo en el estómago, haciéndolo doblarse de dolor. Trató de levantarse y salir corriendo, pero Fang lo agarró de la bufanda y tiró con fuerza.
- ¡NO ERES NADA SIN ESTE PUTO PEDAZO DE TELA!
- ¡SUELTA MI BUFANDA, LOCO!
Edgar cerró todos sus puños, tanto brazos como bufanda, y los apuntó a la nariz del actor.
El impacto lo envió casi volando. Edgar se apresuró hacia él, aún no había terminado, quería dejarle bien en claro cuánto lo odiaba por arrebatarle a la única persona que estuvo ahí para él-
Pero su próximo ataque nunca llegó, por qué se detuvo cuando vio a la figura de Colette correr hacia ellos desde la oscuridad y levantar a Fang del suelo. No alcanzó a reaccionar para cuando Colt lo sostuvo con fuerza, alejándolo del pelimorado.
- ¿¡QUÉ MIERDA ESTÁ PASANDO!? - demandó la albina. Checo rápidamente a Fang, asustada por el hilo de sangre que le había comenzado a bajar de la nariz. Ese golpe lo había dejado casi inconsciente, sus ojos entrecerrados apenas podían enfocarse en lo que sucedía. - ¡EDGAR! ¿¡Qué demonios hiciste!?
- ¿Yo? ¡¿Yo?! ¡Culpalo a él! ¡Entrometido de mierda! - Se quejó, intentando zafarse del agarre de Colt. Miró sobre su hombro al pelirrojo, enfurecido de que de todos los brawlers a los que pudo ir a pedirles ayuda, tuvo que traer a Colette.
- ¡¿Y por eso lo vas a golpear?!
- ¡Él también me golpeó!
- ¡En defensa personal!
- ¡¿Por qué lo justificas?! - Edgar gritó, girándose y tapándose los oídos, no quería pasar por esto, no...
Colette puso a Fang en el piso con cuidado y se dirigió hacia Edgar, mirándolo de pies a cabeza en busca de alguna herida. Edgar solo pudo mirarla, rojo de rabia, con las lágrimas amenazando salir.
- No me lo creo, Edgar... - Colette murmuró, y lo soltó. Retrocedió algunos pasos, quedando justo en medio de ambos jóvenes. Colt soltó a Edgar, quién solo cayó de rodillas ante la albina.
Lo miró, y luego cerró los ojos y volteó la cabeza. Caminó hacia Fang indignada.
Edgar, él ya sabía bien que Colette prefería mil veces la compañía de ese chino maldito que la suya... Pero verla directamente irse hacia él dolió como una puñalada al pecho.
La chica ayudó a Fang a levantarse, quién solo pudo murmurar algo, aún regresando a la realidad después de ese brutal golpe. Vio a Edgar con tristeza, y se alejó sosteniendo a Fang del brazo.
Edgar solo pudo verlos irse... Incapaz de contener más su impotencia y dolor, estrelló su puño en el piso, soltando un largo alarido. Sintió a Colt arrodillarse a su lado y tratar de consolarlo-... No tuvo la fuerza ni para empujarlo o pedirle que lo dejara solo.
En la oscuridad, ignorando los sollozos, una figura que ya bien conocemos veía fijamente a la pareja de jóvenes que salía de la estación de metro.
Ese cromático ya había causado demasiados problemas.
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¿Qué? ¿Creyeron qué sería una historia de besitos y ya? No señores, aquí hacemos lore.
Estoy sorprendida con la cantidad que escribí, así que espero que les guste tanto como a mi ^^
Aviso, este capítulo está LIGADO al primer capítulo de "Rooms, Anxiety and Stories Behind the Silence" de IchigoSssoul, y toman lugar al mismo tiempo, por lo qué les recomiendo ir a leerlo una vez acaben con esto. ¡Descubriran algunas cosas que no se muestran desde el punto de vista de Fang!
Eso es todo, gentesita <3
Ah, y tomen algunos dibujitos del cap <:
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