✦ 𝟏𝟏. 𝐓𝐡𝐞 𝐮𝐠𝐥𝐲 𝐭𝐫𝐮𝐭𝐡.
El silencio se había vuelto incómodo.
Ambos jóvenes caminaban por las frías calles de Brawltopia, Fang con las manos metidas en los bolsillos y Edgar aún intentando sacar sorbos de esa soda vacía. Pretender que estaba bebiendo era su único escape de la inevitable conversación y ya se le había acabado. Derrotado, tiró el envase vacío a un bote de basura cercano.
El muchacho dio un largo suspiro. Tenía que hacer esto. Aunque para su sorpresa, Fang fue quién habló primero.
- Ya sé lo que me vas a decir. - Fang suspiró. - Quieres que le dé otra oportunidad a Colette.
- Ehhh, no... no exactamente. - Edgar se rascó la cabeza.
- ¿Entonces? ¿Quieres que no la odie?
Edgar miró al lado, evasivo, y después tomó un aliento profundo.
- Ódiala si quieres. - Edgar se encogió de hombros. - Sólo...
Fang ladeó la cabeza. Edgar solo asentía a lo que decía, ¿a dónde iba esta conversación? Vio como el contrario buscaba las palabras.
- Solo no la trates mal. Ignorala si así gustas, pero no le tires cosas, o la mires con asco, o la insultes.
- Eso es un poco extremo.
- Es lo qué todos hacen.
Fang bajó la mirada. No le gustaba la imagen mental de lo que Edgar le dijo.
- ¿Por qué?
- Por la misma razón qué tú y ella pelearon. A nadie le gusta que se obsesionen con ellos. Digo, por buena razón. Yo entiendo. Pero duele verla llorar cuando le hacen el feo o se da cuenta de que no la invitaron a alguna reunión.
- ¿Entonces por qué no deja de hacerlo?
- Lo ha intentado. - Edgar replicó. - Siempre vuelve a caer en ello.
- Tal vez necesita ayuda.
- Tal vez.
Edgar bajó la mirada, preguntándose si le falló a su amiga de alguna forma.
Fang se preguntó si pudo hacer algo.
...
¿Tal vez no era tarde?
- ¿Ella siempre fue así?
- ¿Obsesiva?
- Seh.
Edgar se rascó la cabeza.
- Yo... no recuerdo.
- Pensé que se conocían desde hace mucho tiempo.
- Pues sí. Somos amigos de la infancia y todo.
-... ¿Entonces cómo carajos no recuerdas?
Edgar se encogió de hombros.
- No sé.
- ¿Ni cómo se conocieron?
Edgar se detuvo en seco. Fang también lo hizo y se miraron fijamente.
- Estás preguntando muchas cosas.
- Responde entonces.
- Ya te dije que no sé, Fang. No me acuerdo, yo...
Fang alzó una ceja.
- Ey, emo, ¿estás bi-...
Edgar se apoyó en una pared, empezó a respirar con esfuerzo considerable.
- Maldita sea Fang - boqueó. - No recuerdo nada, donde mierda nací o-
- Edgar, espera- - Fang se acercó, le puso una mano en el hombro, pero fue empujado bruscamente por el contrario, que ahora estaba temblando.
- ¡¿QUIÉN MIERDA SON MIS PADRES?! ¿¡POR QUÉ NO RECUERDO MI VIDA!?
Edgar hizo su cabeza hacia atrás, y Fang apenas alcanzó a reaccionar un microsegundo antes de que este la estrellara en la pared. Lo jaló lejos de ella, sintió el sudor frío del chico mojarle los brazos, y como su pecho subía y bajaba constantemente en respiración ajetreada. Edgar hizo poco esfuerzo en liberarse y terminó dejándose caer, viendo a la nada con la mirada completamente perdida.
- Edgar, ¡Edgar respira! ¡C-Cálmate!
- ¡NO ME DIGAS QUE ME CALME! - Edgar se empezó a agitar repentinamente, y su bufanda comenzó a tirar golpes a la nada. Fang recibió algunos directo en la cara, y se esforzó por no soltar a Edgar. - ¿¡TÚ QUE SENTIRÍAS SI NO SUPIERAS NADA DE TU VIDA!? ¿SI QUIERA RECUERDAS ALGO, FANG?
El corazón se le hundió en el pecho.
Fang no recordaba quién era.
¿Siquiera se llamaba Fang?
Edgar empezó a golpearse la cabeza, su bufanda se envolvió en su brazos en un intento desesperado de detenerlo de hacerse daño. Fang no se dio cuenta. Lo soltó, se fue a la pared y se sentó.
Demasiados pensamientos. Se le heló la sangre. Se quedó ahí, en catatonia completa, mientras Edgar se abrazaba las piernas y su bufanda lo envolvía.
- Dios.. - fue lo único que atinó a decir.
¿Y si Colette no era así antes?
¿Y si él no era así antes?
¿Acaso su identidad era una mentira?
Edgar se incorporó como pudo y se sentó al lado de Fang, buscando un poco de consuelo con ese chico que sufría lo mismo qué el.
Se quedaron ahí sentados.
Los minutos se hicieron horas.
La luna brillaba en el cielo...
La luna se veía tan falsa.
- ¿Deberíamos decirle a los demás? - Edgar finalmente habló después de tantas horas. Sus ojos estaban rojos de tanto llorar. Ya no sabía ni quién era.
- No. No creo... no creo que eso sea buena idea.
- ¿Qué vamos a hacer? Edgar se abrazó a si mismo. - Quiero regresar con mi familia. Estaba harto de ese trabajo mal pagado de todas formas. Fang...
- ¿Mhm?
- ¿Crees que mi familia esté esperándome?
Fang miró al suelo. ¿Qué se supone debía decirle?
- Seguro que sí, emo.
Fang se levantó con la misma expresión vacía de hace horas y ayudó a Edgar a levantarse.
- Edgar, probablemente sea lo mejor que no le digamos nada a nadie.
Edgar se vio como que quería protestar, pero al final solo asintió.
- Vamos, te acompaño a tu casa.
- Quiero estar solo.. - Edgar murmuró.
Un mal presentimiento se le atoró en la garganta. Si dejaba a Edgar solo y algo le pasaba, no se lo iba a perdonar nunca.
- No. Déjame acompañarte a casa. Ya que lleguemos puedes estar solo todo lo qué quieras.
Edgar gruñó, pero la verdad es que no tenía las fuerzas para ponerse a discutir con él.
Ambos jóvenes caminaron en la noche con la cabeza baja. La noche estaba más fría de lo normal, y ninguno dijo una palabra.
Fang se giró repentinamente, en una posición de pelea. Eso hizo que Edgar se volteara alarmado con los puños de la bufanda alzados, pero no había nada.
Edgar miró a Fang confundido.
- Juraría que escuché pasos. - Fang explicó.
- No me asustes así, idiota... por favor...
Fang asintió, pero no podía prometerle nada. Todavía sentía que los miraban. La oscuridad de la noche ya no era tranquila, estaba acechandolos.
Escuchó a Edgar empezar a sollozar. No supo qué decir esta vez. Le puso un brazo en el hombro mientras caminaban a casa.
La misma calle de antes, misma banqueta donde hace tan poco venía tan feliz decidido a decirle sus sentimientos a Colette.
Colette...
¿Acaso ella también vivía una mentira?
¿Era esa la razón por la qué no podía cambiar?
Cumple tu papel, le había dicho esa figura oscura.
Tal vez ese era el papel de Colette.
Se le quedó viendo a la casa de la albina, hasta que tuvo que girar para acercarse más a la de Edgar. Podía solo dejarlo ahí, pero algo le decía que si lo perdía de vista, esta noche, no iba a perdonarselo jamás.
- Y pues... - Edgar titubeó con la voz aún ahogada. - Gracias.. creo.. deberías regresar a tu casa también, es muy tarde.
- Lo haré. - Fang miró tras su hombro. - Pero creo que voy a checar a Colette antes.
Edgar alzó una ceja pero después sonrió un poco. ¿La había perdonado tan rápido? Eh, él no lo iba a cuestionar, tenía cosas más importantes de qué preocuparse ahora, pero sabía que Colette no estaba pasándola muy bien y la compañía del dichoso asiático no le haría daño.
Edgar se despidió, y desapareció tras su puerta desgastada. Fang suspiró y se giró a la casa de Colette.
Edgar no mentía, hijo de puta murmuró a sus adentros, recordando el encuentro de hoy con ese extraño ente.
Se paró en el patio de la albina, pero entonces consideró que entrar a su casa a altas horas de la noche no era lo más moralmente correcto. ¿Qué tal si estaba dormida?
Suspiró, mirando la ventana. Todas las luces estaban apagadas. No podía hacer mucho por ahora.
Se volteó y se fue, a diferencia de antes no tenía la mirada baja, algo le decía que en cualquier momento lo iban a atacar, que tarde o temprano las sombras se abalanzarían sobre él y que realmente no estaba tan solo.
Se giró bruscamente, pero no había nada.
¿Paranoia?
Tal vez estar paranoico si era apropiado para la situación.
Ni checo la hora, ya bien sabía que no había punto en apresurarse a casa si eran pasadas las 12 de la noche. Lentamente las hileras de casas iban cambiando por tiendas y edificios altos.
Adoraba Super City, los altos carteles le hacían imaginarse a si mismo en ellos, quería ser una celebridad igual que Max, o Lola, o Colt, pero poco le importaba eso justo ahora.
Se detuvo en seco.
Ahí, bajo la luz de una farola, estaba el mismo ente de antes. Giró su cabeza a un grado que no era humanamente posible y le dedicó una sonrisa.
Fang se tensó, plantó los pies en el suelo, cerrando los puños. No sabía que era. No sabía de dónde salió. No sabía si siquiera podía ganarle en una pelea. Cuando intentó patearlo antes, no había pasado nada. Aún así, lo miró con rabia.
- ¿Tú te llevaste mis memorias?
No hubo respuesta.
- Por esto no querías que me "saliera de mi papel", ¿verdad?
Otra vez, no hubo respuesta.
Fang empezó a caminar hacia él, dando pisotones. Pero la luz empezó a parpadear, y repentinamente ya no estaba.
Se detuvo.
¿Estaba viendo cosas?
Vio a sus alrededores, nervioso, y siguió caminando.
Completamente solo, acompañado por nada mas que silencio y ansiedad.
Cada vez había menos edificios, y para cuando se dio cuenta, ya estaba en el viejo oeste.
Al menos gracias a la noche fría, el calor de la zona no era un problema justo ahora.
Fang siguió. Eventualmente sus ojos nerviosos se percataron de la taberna de Barley.
Entró sin decir una palabra, caminó hasta la barra y apenas se sentó, jaló su gorra a su cara y escondió la cabeza entre sus brazos. Escuchó a Barley decirle algo, pero no lo captó bien.
- No preguntes Barley, solo dame algo fuerte.
El robot tabernero buscó entre sus reservas mientras Fang pensaba.
Sí tenía una vida, que le fue arrebatada... ¿Quién habría sido él? Se preguntó lo mismo que Edgar antes. ¿Había alguien esperándolo?
¿Familia? ¿Amigos?
¿Y Colette? ¿Quién era ella, en realidad?
Agarró la botella que Barley le puso enfrente y bebió sin pensarlo dos veces.
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