✦ 𝟎𝟓. 𝐓𝐡𝐞𝐲'𝐫𝐞 𝐭𝐚𝐥𝐤𝐢𝐧𝐠 𝐚𝐛𝐨𝐮𝐭 𝐮𝐬.
Yo siempre estaré ahí.
Era más que una promesa, Fang.
Para la suerte de Colette, su aliento cálido no fue suficiente para despertar al chico al rozar su piel, aunque sí hizo una pequeña mueca de molestia.
Dormía plácidamente, completamente ajeno al hecho de que los ojos de Colette lo veían muy fijamente a tan solo centímetros de su cara.
Era la pura verdad. Estuve, estoy y estaré siempre ahí.
Sus dedos rozaron la piel del chico con sumo cuidado, casi temblando, y sus labios se posaron con una gentileza invasiva sobre la frente de Fang.
El chico se estremeció ante su toque, y Colette sabía que estaba entrando en territorio peligroso. No era nada tonta; si Fang despertaba, su amistad acabaría ahí y ahora.
Incluso sabiéndolo, no podía alejarse de él. La hizo sentir querida, un sentimiento un tanto ausente en su vida.
Ahora nada podría arrancarla de él.
La albina tomó un asiento al lado de la cama, abriendo esa libreta tan característica de ella, para comenzar a bocetear al azabache.
Pronto, un boceto se convirtió en un dibujo completo, y con él, dejó su mente volar. En cuestión de minutos las páginas se habían llenado de ilustraciones del chico en diferentes gestos y posiciones, algunas...comprometedoras, en pocas palabras.
Tarareó, dejándose llevar en un sueño despierto de una vida a su lado.
---
Se tapó la cara con la almohada, intentando bloquear sus ojos cansados de la luz del sol que irrumpía en el cuarto. Después de un gruñido, se forzó a levantarse y talló sus ojos.
Se levantó de la cama, apenas procesando lo que tenía que hacer, y se dirigió al baño.
Buscó su crema favorita, pero no estaba por ningún lado. Eh. ¿Tal vez la dejó en otro lado? Se encogió de hombros y procedió con su rutina como si nada. Colette aún no estaba ahí, no estaba seguro de qué hora era, pero pensó en la sonrisa y saludo alegre que la albina le dirigía cada que pasaba al departamento y sonrió.
Habían pasado ya días, y el azabache ahora esperaba con ansias el momento en que la chica tocara su puerta. Siempre se le ocurrían formas para alegrarlo o entretenerlo, y ahora que lo pensaba, él también debería hacer algo por ella.
Colette era tan... única.
Un poco más despierto se regresó a su cuarto para cambiarse, inconsciente de la sonrisa babosa plasmada en su cara.
Aunque nunca estuvo particularmente triste, siempre hubo cierta monotonía en su día a día, una que la albina estaba borrando poco a poco a cada visita. Pensó en que diferentes regalos podría darle para agradecerle.
¿Una libreta? No, aún no acababa con la que ya tenía. ¿Un celular? ¡Aún no tenía las gemas para eso!
Reflexionó un poco, y pronto cayó en cuenta. Colette era una artista, a pesar de que por alguna razón ella no quería mostrarle sus obras, sabía bien que disfrutaba de escribir e ilustrar. Seguramente apreciaría algunos nuevos materiales, ¿no?
Con esa idea en mente, se colocó su característico gorro, tomó su celular y salió de casa.
Vio la hora y noto que realmente era temprano- no es que Colette se hubiera tardado, él era quien despertó mucho antes de su hora de llegada. Eso le daba tiempo para comprar lo que necesitara, así que partió camino a una de las numerosas tiendas en la ciudad.
Al llegar a su destino y entrar, miró a la figura de azul que parecía estar agarrando algunas decoraciones y buscando algo en los estantes. La reconoció como Piper, y no pudo evitar preguntarse cuál era su necesidad de ir vestida tan fina y arreglada hasta a una simple papelería. No pasó mucho tiempo preguntándoselo, pues la rubia se volteó y le dirigió una dulce sonrisa.
- Buenos días, Fang - empezó la chica, regresando su atención al papel de colores que estaba metiendo en una canasta. - Despierto en la madrugada, ¿cariño? ¿Tuviste problemas para dormir?
Apenas la conocía y Piper actuaba como si fuera su amiga de toda la vida. Bueno, no era de extrañarse, era así de amigable con todos. No le daba buena espina, mantenía esa sonrisa dulce incluso cuando te estaba dando un disparo de lleno en el pecho. Sin embargo, no evitó la conversación, tal vez la estaba juzgando mal y la rubia si era de fiar.
- Hasta yo me sorprendí. - río, checando las estanterías y al fin dando con algunos lápices de colores que le parecieron buenos. - Nunca fui una persona muy mañanera.
- ¿Y cómo va tu pie?
- ¿Qué tiene mi pie?
- Bueno, según dicen por ahí te habías lastimado. ¿Por eso ya no ibas a más partidas, cierto?
Fang parpadeó y miró su pie.
Ya no dolía. Toda la mañana usándolo sin recordar por qué había estado en casa en primer lugar.
Se sintió tan estúpido y aliviado a la vez. Agitó el pie como para asegurarse de que realmente ya no doliera y luego volteo a ver a Piper, quien lo miraba curiosa.
- ¿Supongo que ya se curó?
- Así parece - titubeó nervioso, apenado por no haberlo notado todo el día.
Siguió agarrando diferentes materiales mientras se formaba un silencio incómodo entre los dos. Planeó irse rápidamente, pero Piper habló de nuevo.
- Dicen por ahí que últimamente te la pasas con Colette.
El tono de la rubia se tornó más serio, lo cual hizo que el azabache se detuviera en seco.
- ¿Tiene algo de malo?
- Oh no no, ¡no hay ningún problema! Solo quería hacerte saber qué-
- Déjate de palabras bonitas y ya dime a que quieres llegar.
Piper suspiró, dejando caer esa faceta de amabilidad.
Se limitó a mirarlo con preocupación.
- Cariño, Colette es una acosadora.
Colette era algo rara, Fang ya lo sabía. Pero nunca le había hecho nada a nadie. ¿Por qué insultarla así?
- Mentirosa, ¡¿por qué dices esas cosas de ella?! ¡No tiene nada de malo que se emocione tan rápido!
- ¡No es eso! ¡El problema es qué-!
Fang se volteó bruscamente para darle la espalda a Piper. No quería oír más mierda contra Colette, no tenía idea de donde Piper se sacó esas ideas.
- Si la conocieras, no dirías esas cosas de ella.
Y con ello, se fue gruñendo de la tienda, pagando sus cosas rápido y saliendo como un rayo.
Piper suspiró mientras lo veía irse a prisas.
- Cariño, créeme que la conozco.
...
Envolviendo el listón como un moño, Fang quedó satisfecho con su trabajo, empujando el regalo a un lado - más no con sus pensamientos, y suspiró.
No entendía por qué Piper había dicho eso, pero lo conecto en su mente con el hecho de que casi no había visto a Colette hablar con nadie. Incluso él, que era nuevo ahí, ya había tenido algunas pláticas con brawlers que encontraba. ¿Pero Colette?
Parecía querer a todos, pero nadie la quería a ella. Más que Edgar, claro.
Se sentía enojado y triste. No podía decir que conocía a Colette de toda la vida, pero en este tiempo que se habían estado viendo, no hizo más que ser amable con él. No encontraba respuesta a por qué los demás tenían esa percepción de ella.
¿Eran sus colmillos?
No, tenía una sonrisa muy linda como para intimidar a alguien.
Si tan solo se dieran el tiempo de hablar con ella un rato verían que no era tan mala como creían.
Y como invocada por sus pensamientos sobre ella, tres toques en la puerta le hicieron saber al chico que Colette estaba ahí. Tan pronto como lo escuchó, corrió a abrirle la puerta. Colette tenía la llave, ya que los primeros días no podía pararse a abrirle, pero siempre tocaba primero para no asustarle.
Era tan considerada, no veía como podía caerle mal a alguien.
- ¡Oh! ¡¡Estás curado!! - exclamó la chica. - ¿Ya no te duele? ¿Nadita de nada?
- ¡Como nuevo! - afirmó, levantando la pierna y fingiendo unas patadas hacia la nada para comprobarlo.
Colette se veía realmente feliz por él, pero su sonrisa se desvaneció pronto.
- ¿Pasó algo?
- Pues... supongo que ya no me necesitas aquí.
- ¿Qué? ¡No! Ósea, no de que no voy a ya no necesitarte, no de que ya n-
Colette dio una risita al verlo trabarse en sus palabras, lo cual le dio alivio al chico.
- ...tú me entiendes. Ya sé que venías porque Pam te lo encargo, pero realmente me gusta tu compañía.
Eso pareció exaltar a la albina, pues volvió a su usual estado de emoción y lo jalo a un abrazo fuerte. Se tensó por un momento, sorprendido, pero pronto se dejó envolver por Colette.
- ¡A mí también me gusta estar aquí!
- ¿Entonces supongo que nos seguiremos viendo?
No le vio la cara a Colette, pero por el sonido agudo que hizo supo que eso la hizo muy feliz.
- Sí, sí, ¡SI!
Colette lo soltó, volteándose para dar algunos saltitos de felicidad, lo cual le pareció muy tierno a Fang a decir verdad.
Recordó lo que dijo Piper y sacudió la cabeza. Ojalá no hubiera ido a esa papeler-
¡La papelería! ¡Había estado ahí en primer lugar para hacerle un regalo a Colette!
- Colette - llamó, consiguiendo la atención de la chica. - Adivina lo que te traje.
Tomó el regalo, que hasta ese entonces había estado en una silla fuera de la vista de ambos, y lo colocó encima de la mesa.
- ¡¿Para mí?! - casi grito Colette, a lo que Fang asintió con una sonrisa.
- ¡Déjame adivinar! ¡¿Es un peluche?! - gritó mientras clavaba las uñas en la envoltura, intentando romperla.
- Uhh... nope
- ¿Una cámara?
- No...
- ¡Ya sé! ¡Una libreta!
Comenzaba a arrepentirse de no haberle conseguido una libreta nueva o de agarrar algunos de los peluches que estaban en muestra.
- Nop...
Realmente esperaba que le gustará su regalo. Ya no estaba tan seguro...
Pero sus preocupaciones se fueron cuando vio el brillo en los ojos de Colette, quien ya había destrozado la caja y hasta tenía un pedazo de envoltura entre dientes, el cual escupió para gritar.
- ¡FANG! ¡¡¡ME ENCANTA!!!
Aliviado, se dejó caer en la silla, mientras que Colette admiraba los lápices de colores y rayaba un poco en su libreta para probarlos.
Le parecía tan tierna con su actitud infantil, pero jaló su gorro a su cara para cubrir el sonrojo que se había hecho presente.
- Vas a irte pronto, ¿no? Cuando vuelvas, ¡voy a mostrarte todos los dibujitos que haré con estos!
Fang frunció el ceño.
- ¿Irme? ¿A dónde y por qué?
- Bueno, hoy esta programada una partida de Balón Brawl y se supone que tú estarás en el equipo azul... no escuchaste en los altavoces?
El azabache río.
- Creo que prefiero pasarme el día contigo.
---
Quitenme el bloqueo de escritora! ;_;
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top