Amaneció, un días más en aquel lugar, tenía unas ojeras no tan marcadas pero notables muestra de además de está mala noche que había tenido el poco descanso que tenía en todas esas semanas que llevaba ahí.

Solo esperaba paciente la llegada de su abusador, sabía y eso lo tenía seguro de que no podría lo abandonaría un día más, así quedó esperando toda la mañana, tarde... Hasta caer la noche.

De nuevo se sentía ingenuo por creer algo más de aquel hombre.

Ya no aguantaba, simplemente no. Al caer la noche se levantó y se acercó a la puerta agarrándose de los barrotes de está. Gritaba y todo el nombre de su abusador, al inicio era con irá pero poco a poco al ser ignorando por un largo tiempo se convertirá en sufrimiento hasta el punto que quería llorar.

– P-por favor... ¡Ya no puedo más! ¡Haré lo que tú quieras, en verdad! Prometo dirigirte la palabra, acerté caso. ¡Lo que quieras! — decía aquel soldado gritando y suplicando — Solo... Por favor... Necesito comer.

Pararon las súplicas cayendo de rodillas al igual que en llanto, mantenía la mirada baja pues sabía que toda súplica sería inútil ya apartir de aquel día que parecía que el comandante se molesto con el.

Sentía impotencia por no ser escuchado pero ya no tenía otra opción más, no había más que solo quedarse ahí y esperar. No sabía con exactitud que esperar pero era segura su muerte.

Alrededor de la 1 de la mañana se decidió en levantarse del piso llendo a su cama nuevamente acostarse, cayó milagrosamente dormido, algo que no conseguía en esos días pero apenas cerro los ojos lo logro.

Solo le quedaba dormir y esperar un día más, un día más en aquel asqueroso lugar.

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Ok, se que este capítulo junto con el otro son cortos pero les aseguro que los demás serán más largos ya que estos siendo sincera no hay mucho que decir o narrar al respecto.