34. life

Michael mira al grupito de chicas que están frente al hotel donde se está hospedando Cherry. Son un grupo de quince, están bastante calladas, se las ve cansadas. Son las tres de la mañana, por lo que todas están bastante adormiladas, pero rehusan a irse, a pesar de los tweets que ha colgado Cherry.

— Ashton, deberíamos irnos... – murmura Michael desanimado.

— Ni de broma. Te he dicho que vas a conocerla, y vas a hacerlo – añade su amigo, frunciendo el ceño –. Cherry está despierta, ¿no?

— Hace nada que ha publicado unos tweets, así que supongo que sí.

— Vale, podrías colarte.

— ¿Qué dices, loco? – exclama el teñido – No puedo hacer eso. Me echarán.

— Que no, Michael. Vamos a buscar alguna puerta o algo por atrás, a ver si puedes entrar.

— ¿Yo solo? ¿No vas a entrar conmigo?

— Tendré que quedarme fuera por si pasa algo.

— ¿Por si pasa algo? ¿Pasará algo?

— Podría ser... o no. Vamos a buscar algún sitio por el que entrar.

Ashton y Michael caminan, alejándose de la puerta principal, y empezando a rodear el hotel. Al llegar a la parte trasera del lugar, ven una escalera que parece dar a una piscina. La entrada a esta escalera, está protegida por una alta puerta de cristal, pero junto a ésta hay una largo y ancho muro ascendente, en forma de pendiente, por el que Michael podría escalar, según Ashton. Ya que empieza por el suelo y va subiendo en forma de rampa.

— Hala, por ahí... – señala Ashton – por ahí puedes subir.

— ¡Me voy a matar, Ashton!

— Que no, tonto. Solo deslízate poco a poco hacia arriba, y una vez pases la puerta, baja poco a poco. Apóyate en la barandilla y llegarás así en el suelo.

— No... no quiero partirme la cabeza.

— Es arriesgarse y conocer a Cherry. O no arriesgarse y no conocerla nunca.

— Vale, vale... pues venga, a ello vamos.

Michael suspira pesadamente y se acerca al largo muro. Se apoya en ella y empieza a deslizarse hacia arriba, con mucho cuidado, mirando hacia la izquierda para no caerse, sintiendo algo de vértigo. Al pasar la gruesa puerta, deja caer sus piernas, apoyándose a la barandilla para bajar y suspira aliviado al tocar el suelo con sus pies.

— ¿Estás bien? – pregunta Ashton, desde fuera.

— Sí, sí... todo bien – asiente –. Ahora espero que nadie me pille o algo... me matarían.

— Tú actúa normal.

— Eso intentaré...

Michael se despide de Ashton y sube las escaleras poco a poco, vigilando a su alrededor. Arriba se encuentra con una piscina que está cerrada y con la entrada al gimnasio, que parece vacío. Poco a poco, entra al gimnasio, asegurándose de que nadie le ve. Entonces, coge una toalla que hay sobre una pila y se la pone alrededor de los hombros, por si se encuentra con alguien, para simular que salía de ejercitarse.

Justo en la puerta, se cruza con un trabajador del hotel, y éste le echa un vistazo. Michael se pone nervioso, pero el trabajador se piensa que es uno de los del instituto noruego, así que le da las buenas noches y sigue caminando. El chico suspira aliviado y emprende su camino hasta el ascensor que hay al final de la planta. Una vez dentro del elevador se queda quieto y frunce el ceño. "Ahora... ¿a dónde coño voy?", se pregunta a sí mismo, dándose cuenta de la estupidez tan grande que ha cometido al colarse en el hotel. Sin embargo, las puertas se cierran solas y el ascensor empieza a descender. Michael ha bajado una sola planta cuando las puertas vuelven a abrirse y un grupito de chicas jóvenes, la mayor parte de ellas rubias, entran al ascensor, hablando y riendo. Parecen borrachas. Pero eso a Michael no le importa, porque la última de ese grupito en entrar es Cherry.

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