CAPÍTULO 6: ¡CUCHO, CUCHO, NO TE ESCUCHO!


BETTY

Lo prometido era ley para Colin, por lo que cuando entró a casa y vió una buena cena en la mesa me miró con aprobación. Yo me sentí ofendida, ¿Por quién me tomaba? ¿Acaso se pensaba que era una hermana horrible que no se alegraba de sus logros?

En cuanto se sentó a la mesa, le metió mano a la enorme pizza que había hecho casera desde la masa. Le di un manotazo y le dije con tono de madre cabreada:

- ¡Primero te pones el pijama, segundo te lavas las manos y tercero me das un beso para agradecerme las molestias en mi día libre!

Colin se me acercó con su sonrisa de imbécil profundo y me preguntó:

- ¿Lo prefieres en la mejilla o de tornillo, querida hermanita del alma?

Le puse una terrible cara de asco y él aprovechó para lamerme la mejilla como si fuera una vaca hambrienta. Él se marchó corriendo con Sugar tras de él, pero yo no pude evitar soltar unos cuantos tacos:

- ¡Maldición Colin!¿Cuándo coño vas a madurar, cuando te salgan arrugas en el culo? -Le grité sin importar los vecinos ni la hora. Él se asomó por la puerta del baño y me dijo con tono forzado:

-Lo haré cuando mi querida hermanita siente la cabeza, ¡Ups, que eso no va a pasar!

- ¡Eso es un golpe bajo y lo sabes! -Le grité armada con un cucharón, lo que provocó que mi hermano se riera de mí y cerrase de nuevo la puerta, ¿Será gilipollas?

Juré vengarme mientras él continuaba riéndose de mí, pero la gran ventaja de vivir juntos es que lo tenía a tiro a cualquier hora del día.

¿Quién sabía la broma que le gastaría?, tenía muchísima imaginación.

Tras unos buenos diez minutos, Colin salió para cenar mientras que yo recalentaba algunos de los platos. Estaba deseando que me contara un poco más acerca del trabajo y del día que había pasado. Tras sentarnos el uno en frente del otro, comencé a preguntarle:

-Bueno, cuéntame acerca de tu nuevo empleo-Le dije con una sonrisa mientras me servía una ración de pizza en mi plato de gatitos.

Él parecía entre feliz e incómodo y eso era bastante misterioso porque debería de estar dando saltos desde que entró por la puerta.

Le dejé hablar para que comenzase a explicarme:

-Digamos que soy uno de los informáticos encargados de la seguridad en la empresa, así que soy una pieza importante. Lo malo es que son todos hombres en mi planta de momento, así que tendré que ligar en los pisos de más abajo.

No pude evitarlo y le lancé una patata frita a la cabeza, ¿De verdad que estaba pensando en mujeres en vez de la oportunidad que se le estaba ofreciendo?

- ¡Tú y tus hormonas! -Le dije molesta mientras resoplaba, pero él puso su cara de "ya claro, como que tú no eres igual o peor que yo"

Entonces recordé al señor Peterson que no había ido a la consulta y me entró un pequeño bajón en los ánimos. Quería saber más de él y, si podía, ayudarle a superar aquello que le impedía sentirse bien.

Muchas personas que trataba dejaban la terapia porque no se les daba bien hablar de su pasado o porque les dolía demasiado. Muchos de los hombres que lo dejaban era porque no podían evitar llorar y eso era un ataque a su hombría.

Pero siempre me ha parecido bueno que un hombre llore porque así libera la rabia y la frustración haciendo que sea una persona más equilibrada. A diferencia de lo que muchos pensaban, para mí un verdadero hombre sabe llorar y lo hace con orgullo.

Mientras que estaba perdida en mis pensamientos, un trozo de jamón york voló por encima de mi cabeza hasta caer al suelo, cosa que Sugar aprovechó de inmediato. Miré de forma asesina a Colin y le dije enfadada:

- ¡Va a engordar por tu culpa!

- ¡Oh vamos, no seas así! ¿Cómo te sentaría a ti que te dijeran "oye no comas que engordas"?¡Pobre Sugar, tu dueña es una arpía sin corazón! -Dijo Colin llevándose la mano al pecho de forma exagerada. Entorné los ojos y le contesté:

-Desde luego, a ti te dan el Goya al mejor "actor revelación" ...

-Más bien al hombre más sexy o que más corazones hace volcar.

Resoplé ante su tontería y casi me atraganto con uno de los raviolis que tenía en la boca, desde luego Colin nunca cambiaría...

A simple vista, Colin parecía contento, pero algo me decía que no iba bien del todo. Esa conexión que teníamos me hacía ver cualquier detalle de su carácter y sabía siempre, sin necesidad de mirarlo, si se encontraba bien o no.

Solté el tenedor y crucé las manos con los codos apoyados en la mesa. Mi mirada comenzó a ser más intensa y acusadora para ponerlo nervioso y que soltara la lengua. Pero el muy idiota estaba tecleando insistentemente en el móvil con demasiada seriedad, ¿Ocurría algo?

- ¿Colin?, dime qué es lo que pasa; detecto algo que me dice que algo no anda bien...

Él apartó la vista de su teléfono e intentó huir ante mi mirada insistente pero no lo consiguió. Se aclaró la garganta y me dijo:

-Tranquila, es mi jefe. Me dice que debo de ir temprano mañana para enseñarme dónde voy a trabajar t cuales son mis funciones.

-Dime que es lo que pasa, Colin-Le dije con la paciencia al límite, pero él parecía no querer hablar del tema.

- ¿Un poquito de pasta? Apenas has comido y no quiero que...

Di un golpe a la mesa con furia y le pregunté de forma menos amable:

- ¡Si no quieres que actúe como una madre psicópata en vez de como una hermana que se preocupa por ti, haz el favor de decirme qué está pasando!

Mi carácter era bien conocido por no ser precisamente suave a pesar de mi apariencia delicada pero no podía dejar algo al aire sabiendo que había un problema. Colin se levantó de la mesa con cara preocupada y me dijo con tono bajo:

-Digamos que el trabajo tiene una pega que más que para mí, es para ti.

Lo miré intrigada, ¿Por qué me iba a afectar de esa forma?

Al estar varios minutos en silencio sopesando sus palabras, Colin suspiró y me dijo seriamente:

-Mi jefe es Gabriel y sí, es el Gabriel con el que estuviste casada.

Maldita la mala suerte que tengo...

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