CAPÍTULO 31: EL PROTECTOR
BETTY
Apenas pude reaccionar cuando Adam se marchó de aquella forma dejándome confusa y desorientada en aquella habitación. Con el pretexto de irse a hacer la cena, se largó de mi lado como si mi mera presencia le provocase un dolor silencioso e inconfesable pero mi orgullo hizo que me quedara anclada al suelo de la habitación sin ir tras él. No iba a ir tras un hombre jamás en mi existencia, yo valía mucho más que eso. No iba a dejar que alguien que me había tratado mal y pisoteado en el pasado hiciera que a día de hoy me sintiera la mujer menos atractiva que pisaba la tierra.
No iba a sucumbir de nuevo, aquella decisión la tomé tras el vacío tan enorme que sentí al comprobar que Adam nunca se arriesgaría por mí. nunca renunciaría a lo que él era por mí ni tampoco confiaría en mí para contarme sus secretos.
Apenas sabía cosas de él y eso me apenaba. A veces pensaba que realmente estaba viviendo con un extraño, pero por mucho que intentaba hablar de temas más serios con él o saber algo más de La Morada, él se limitaba a quedarse en silencio.
Mi existencia cada día era más insoportable que el anterior. No podía saber la hora del día en el que estaba porque no había relojes, tampoco podía salir de casa desde el incidente que pasó en el mercado y mucho menos podía ir vestida como quería. Todo era blanco excepto las flores que me servían a modo de ensalada y las que podía ver a través de mi ventana.
Comenzaba a comprender las razones por las que Adam odiaba estar en este lugar; sabiendo cómo eran el resto de los ángeles, Adam no se parecía a uno. Él no adoraba el orden, la estabilidad o cumplía las normas por encima de cualquier cosa. Él luchaba por lo que creía y amaba la vida humana tanto que incluso actuaba como uno.
Que se lo digan a mi frigorífico que siempre estaba vacío por su culpa.
El hambre había desaparecido de mi estómago así que fui al cuarto de baño para asearme e irme a dormir. Si el señorito quería que nuestra relación fuera fría y distante, obtendría de eso dos tazas.
Me lavé la cara y me cambié de ropa; era el mismo vestido exactamente al que llevaba puesto. Iba descalza porque aquí no había cristales por el suelo ni nada con lo que lastimarme, quizás la única ventaja de este mundo.
Suspiré al mirar la cama y recordar lo que había pasado minutos atrás. Había sido pura magia, algo que me había marcado y que por desgracia no iba a poder sentir con otra persona. Esa era la sensación; que como él nadie me haría sentir lo que sentí cuando estaba en sus brazos.
Cuando me acosté, un leve ruido como de tintineo pude escucharlo fuera en el pasillo. Quizás era Adam que había terminado de hacer la cena y venía con ella, pero no deseaba verle. Estaba demasiado molesta y, conociéndome bien, de seguro le tiraría la bandeja entera encima. De nuevo aquel sonido se volvió a escuchar y no pude evitar salir de la cama de un salto. Al poner la oreja en la puerta, me di cuenta que el sonido provenía de la cocina y entonces recordé dónde guardaba Adam las copas. Era extraño porque él siempre me servía en simples vasos de madera al igual que los platos, ¿Ahora estaba de celebración o algo? ¿Celebraba que se había deshecho de mí?
No pude evitar salir echa una furia para decirle todo lo que pensaba. Tenía que dejar la ira salir de una buena vez porque sentía que explotaría en breve si no hacía algo al respecto.
Cuando llegué a la cocina, una figura aún más alta que Adam y con el cabello largo hasta media espalda, estaba rebuscando en el armario de las copas. Al mirar a su lado, me di cuenta que había una bandeja con un plato bien adornada, ¿Qué demonios estaba pasando?
Al darse la vuelta, aquel rostro conocido hizo que me llevara la mano al pecho. No podía ser que aquel hombre estuviera en mi casa y menos después de lo que había pasado aquella mañana. Antes de si quiera poder hablar, él hizo una pequeña reverencia con una leve sonrisa.
-Disculpa que haya venido sin avisar, pero me mandaron aquí para protegerte mientras que Adam y Daryl no están en La Morada. Por eso pensé que mejor te preparaba algo como detalle y carta de presentación-Dijo Nicolae. le gruñí manteniendo una distancia considerable sin apartar la vista de sus movimientos. No me fiaba de él y si tenía que luchar contra él lo haría hasta la última consecuencia.
-Quiero que te vayas de mi casa ahora mismo, no me fio de ti; ya me demostraste como eras y lo capullo que puedes ser. Quisiste meterme miedo, amenazarme a pesar de que tengo que estar aquí en contra de mi voluntad, porque créeme, preferiría estar en el sofá de mi casa comiendo helado de chocolate y viendo la tele antes que soportar a cuatro idiotas que se creen amos y señores del mundo.
Aquella contestación congeló a Nicolae, pero le hizo estallar en carcajadas hasta tal punto que tuvo que sujetarse el estómago para no caer al suelo. no me estaba gustando lo que estaba pasando, ¿Era cierto que Adam se había ido? ¿Y por qué Nicolae me trataba tan bien después de lo que pasó?
Cuando pareció relajarse, le dije completamente molesta:
-Quiero que te sientes ahí y me digas qué está pasando. Quiero saber dónde está Adam y quiero saber la razón de porqué me tratas ahora de esta forma tan cordial.
Él se sentó asintiendo ante mis preguntas. Se aclaró la garganta y comenzó a hablar:
-Digamos que hay un problema en la tierra que tienen que solucionar. Ha habido una proliferación de demonios en tu ciudad y creen que están buscando a tu hermano para llegar hasta ti. No sé si lo sabes, pero los demonios, a diferencia de los ángeles, pueden convertir a los humanos en demonios. Son como una especie de vampiros, pero vampiros de energía; consumen tu energía lentamente hasta casi agotarla. Y entonces, se seduce a la víctima para que haya una conexión física. Al hacer eso, el humano queda convertido en demonio.
- ¿Me estás diciendo que mi hermano corre peligro? ¿Y por qué tanta insistencia en alguien como yo?¡Soy una humana normal y corriente! Aun no comprendo la razón de mi padre de contactaros para protegerme, ¡Esto no tiene sentido alguno!¡Hay cientos de humanas que pueden convertir! Aquí hay algo que no me estáis contando-Le dije acusándolo con el dedo. Estaba desesperada por tantas y tantas trabas y secretos; ya era hora de saber la verdad. Por mucho que doliera, era algo que necesitaba escuchar.
Nicolae se sentó erguido en la mesa pidiéndome que me sentara a su lado. No quería, pero algo en su semblante serio me hizo obedecer; las bromas habían desaparecido por completo y eso solamente podía significar que el asunto era realmente grave. Cuando me senté, las manos de Nicolae tomaron las mías sin dejar un momento sus ojos grisáceos de mirar directamente a los míos. Estaba como petrificada.
-¿Quieres saber por qué te traté así y ahora te trato de forma cordial? La respuesta es sencilla, aunque quizás no te vaya a gustar lo que tengo que decirte. De seguro Adam deseaba contártelo, pero al no estar él aquí, el privilegio recae sobre mí y no puedo ocultar lo feliz que me hace eso. No es una persona que soporte así que me encanta ser yo el que alivie tus penas y te cuente todo aquello que deseas saber. Te traté así porque no sabía quién eras, porque pensaba que eras la mujer con la que Adam había mantenido relaciones hace unos meses y que, por alguna razón, los arcángeles la habían llamado para castigarla o interrogarla acerca de lo que había pasado. Pero entonces, cuando me llamaron para venir aquí a protegerte, me contaron quién eras y entonces me arrepentí mucho de lo que te dije.
-Por favor Nicolae, dime quien soy-Le supliqué con apenas voz en mi garganta. Algo terrible se notaba cerca, una verdad que, aunque era todavía desconocida, amenazaba con destruirme. Una de las manos de Nicolae me tocó la mejilla con ternura y me dijo con solemnidad:
-Eres Betsaida, una de las diosas de este mundo y que, si caes en las manos equivocadas, engendrarás una nueva especie que podrá acabar con el mundo que conocemos. Tu hermano es la llave que tienen los demonios para llegar hasta ti, por esa razón debemos de protegerle. Por esa razón, yo seré ahora tu protector.
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