CAPÍTULO 3:¿QUÉ CLASE DE DROGA ME HE TOMADO?
Betty en la foto(L)
BETTY
Eran las tres y algo de la madrugada cuando algo comenzó a arañar la puerta de mi cuarto. Con los ojos pegados y un dolor de cabeza del demonio, casi entro en cólera al no cesar dicho sonido insistente.
-¿Colin? ¡Atiende a Sugar, quiero dormir!
Me tapé con la almohada y ahogué un gruñido; cuando Colin entraba en fase REM, no había bomba o sonido lo suficientemente alto que lo hiciera despertar. Yo sabía bien que la batalla con él estaba perdida por lo que me levanté suspirando y abrí la puerta.
Un maullido demasiado adorable me hizo agachar la miríada. Me agaché y tomé a Sugar entre mis brazos dándole un beso en la cabeza. Le dije en voz baja y con tono dulce:
-No te preocupes pequeño, no estoy enfadada contigo sino con el idiota que está durmiendo en el sofá.
-Tranquila, te entiendo perfectamente; mi hermano es un incordio a la hora de despertarle.
Abrí los ojos como platos mirando fijamente a Sugar, ¿Acababa....acababa de hablar....?
Dejé al animal en el suelo y miré a todos lados buscando a mi hermano medio descojonado; estaba claro que era cosa de Colin. Pero al acercarme al sofá, él estaba más que durmiendo.
-Vale...vale Betty respira....respira.... ¡No te estás imaginando cosas!¡es solo tu imaginación!...es el cansancio....¡Eso es, el cansancio!
Fui a tomar un vaso de agua sentándome en la silla de la cocina. Respiré profundamente mientras que Sugar se paseaba delante de mí meneando la cola. Un leve maullido me hizo mirarlo fijamente; tenía hambre.
Preparé un pequeño biberón y lo tomé en brazos; el pobre animal seguía muy delgado porque no estaba muy bien alimentado. Mañana lo llevaría a hacerse unos chequeos para ver si tenía algún problema o estaba bien de salud. Cuando tomó todo el contenido, maulló satisfecho y lo dejé corretear por el salón. Vi hacia donde se dirigía; el balcón de casa. Comenzó a rascar el cristal de la puerta, como si quisiera salir.
Conforme me iba acercando a la puerta, Sugar parecía más nervioso y no paraba de maullar; parecía alarmado. Pero antes de llegar a su altura, un estornudo justo delante de mí sonó.
-¡¡¿Quién anda ahí?!!¡¡s....s...soy peligrosa ehh....!!
Corrí hasta la cocina y busqué el bate de beisbol que guardaba por la alacena. Estaba segura que había alguien más en la casa, hasta Sugar lo había notado...
Miraba a Colin durmiendo como si no se enterase de nada y más que nunca me daban ganas de golpearle hasta matarlo, ¿Cómo era posible que me dejara sola ante un desconocido que a saber lo que estaba dispuesto a hacernos?
Caminé lentamente hacia la puerta de cristal que daba al balcón quitándome los zapatos para ser más silenciosa. Miré a Sugar como seguí rascando el cristal desesperadamente y supe que algo había fuera.
Conté hasta tres y abrí de golpe la puerta de cristal. Cuando salí no pude ver nada ni nadie sospechoso por lo que pensé que quizás se trataba de algo que volaba en el cielo nocturno que a Sugar le había llamado la atención.
Pero un ruido detrás de mi hizo que sostuviera más fuerte el bate dispuesta a atacar. La sombra de un hombre podía verse reflejado en el suelo de la terraza, sabiendo exactamente a la altura que estaba. De un movimiento veloz, me giré como una peona y le arreé un buen golpe a aquel tío.
-¡¡Vete de mi casa, maldito cabrón!!
Cuando me fijé bien en aquel tipo, me di cuenta de varias cosas: primero, que estaba semi desnudo, segundo, que apenas pestañeó ante ese golpe y tercero...que le salían unas alas de la espalda.
Solté el bate y corrí hasta Colin. Comencé a gritarle y a moverlo enérgicamente pero no se movía en absoluto.
-Tranquila, no va a despertarse-Dijo aquel extraño.
Comencé a temblar de miedo sintiéndome realmente intimidada. La luz de la cocina me hizo verlo mejor y, a pesar de que parecía un dios caído del cielo, no podía parar de temblar de miedo.
-¡Eh!¿Qué le hiciste a mi hermano?
-Tranquila, solamente hice algún truquito para que tú y yo pudiéramos hablar. Tu querido gato ha sido el que te ha traído hasta mí.
-¿De qué coño estás hablando? ¡Lárgate de mi casa!-Le grité mientras que tenía el bate entre mis manos.
-Betty, eso no me hará daño, de hecho, pocas cosas me hacen daño.
-¡NO ME LO CREO! ¡NO TE ME ACERQUES!
Aquel extraño tomó un cuchillo del cajón y se lo introdujo en la mitad del pecho. Solté un grito ahogado pensando que ese tío debía de estar hasta arriba de alcohol o algo peor que no le hiciera pensar demasiado bien. Pero al sacarse el cuchillo, no había rastro de una herida o de sangre. Tras dejar el cuchillo sobre la mesa, comenzó a caminar hacia mí.
-¡No te me acerques puto loco!
Debía de estar soñando porque aquello no podía estar pasando de verdad. Pero Sugar, a pesar de que había un extraño en casa, se restregaba contra su pierna como si lo conociera desde siempre. Yo estaba alucinada y no sabía si darme un sartenazo para caer inconsciente o bien salir corriendo en busca de ayuda.
Decidí correr hasta la puerta pero, antes de llegar, él ya estaba delante y mi cara cayó de bruces contra su torso. Aquel extraño de cogió de las muñecas y me hizo mirarlo a los ojos.
Aquella mirada parecía hipnotizarme; un extraño sopor me hizo tranquilizarme y eso me alarmaba aun más. Aquel desconocido siguió hablando:
-Ahora que estás más relajada voy a explicarte qué hago aquí. Soy alguien que te protege desde siempre, básicamente desde que naciste pero ahora no tendrás solo mi protección sino de otro más. La razón es porque ha dejado de ser un ángel puro y debe de conseguir sus alas de nuevo para poder desempeñar su función de ángel. El problema de dejar de serlo es que te conviertes en mortal y eso es algo que no todos los ángeles queremos.
Aquellas palabras me hicieron reír y alucinar al mismo tiempo, ¿Aquel tío estaba hablando en serio?
-Sé que suena a locura pero las alas en mi espalda corroboran lo que soy. Si no lo crees, puedo moverlas.
Nada más decirlo, aquellas alas que tenía ligeramente plegadas, comenzaron a moverse y yo noté un leve mareo. Aquel hombre pareció preocuparse al ver como lentamente comenzaba a desvanecerme.
-Betty,Betty relájate...
Pero yoya estaba lejos escuchando aquella voz como se escuchaba cada vez más tenue.
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