CAPÍTULO 27: VISITA NOCTURNA


ADAM

La rabia que pude sentir cuando me di cuenta que Betty estaba suelta por la ciudad y que de paso se había encontrado con el descarado de Nicolae, hizo que todas las alarmas y el instinto de macho alfa se disparase en mí. El poder que se desplegaba bajo las células de mi piel hacía que me ardiera cada parcela de mi cuerpo y más al ver como ese tipo que se creía el amo y señor del universo, tenía a Betty tomada por la muñeca analizándola con demasiada atención para mi gusto. Los demás que los rodeaban no movían un solo dedo por ella, lo más probable era porque estaban demasiado impresionados por ver a una mujer quizás por primera vez.

En alguna ocasión, alguna diosa había venido de visita, pero siempre escoltada en las sombras para evitar ser vista por el resto a excepción de los arcángeles. Por esa razón, la mayoría de los ángeles no habían visto a ninguna mujer, sobretodo, ninguna mujer humana.

Me apresuré a llevarme a Betty del lugar, lo mejor era no llamar la atención en presencia de Nicolae porque encabezaba las listas de ser el próximo arcángel elegido entre el grupo de mandamases que gobernaba nuestro mundo, razón de más para llevarse lo mejor posible con él.

Por el momento mi prioridad era mantener a Betty a salvo con un ojo puesto al frente por si acaso algún demonio fuera capaz de colarse en nuestro mundo en busca de ella. Por otro lado, esperaba que Daryl estuviera protegiendo a Colin porque yo no podía moverme del lado de Betty y menos para volver a la tierra. Cualquiera aprovecharía mi ausencia y ahora más que muchos de nosotros sabían que había una mujer en nuestro mundo.

No sabía cómo iban a lidiar los de los altos cargos con la gran revuelta que había causado la presencia de Betty; era algo demasiado atractivo a ojos de cualquiera y más para nosotros que se nos prohibía cualquier contacto físico de índole sexual.

Las hormonas de todos ellos podían sentirse flotando en el ambiente recargado de feromonas. Tomé la decisión de atrancar las puertas y ventanas por si acaso a alguien se le ocurría la feliz idea de entrar a mi casa a hacerle algo a Betty.

Tras la cena ella se había marchado demasiado deprisa y el rostro un tanto triste me hacía pensar que algo circulaba por aquella inquieta mente. cada vez más me costaba el no tirarme en sus brazos y saborear su cuerpo que de seguro era tan dulce y suave como aparentaba. Era tan doloroso tenerla tan cerca pero el saber que ella me deseaba tanto como yo la deseaba era un auténtico calvario. Debía de saber las razones por las que los ángeles no podíamos entregarnos al amor, debía de haber algún secreto que nadie nos había contado o simplemente una razón de peso que solamente aquellos que estaban en el poder, sabían.

Decidí hablar con Daryl en cuanto tuviera la ocasión; si había alguna forma de quedarme con Betty, de seguro la averiguaría así me costara la eternidad entera. Ella al ser la encarnación de una diosa, al morir ella tendría su forma verdadera, por lo que viviría por siempre en esa misma forma hasta que, si llegara el momento y ella quisiera, volver a la vida como una mortal.

Es así como su padre lo hizo y como se convirtió en un mortal porque tenía la necesidad de formar una familia. Era extraño el pensarlo, pero no podía verme con un bebé en brazos, aunque quizás si eso ocurriera alguna vez, sería infinitamente feliz.

Por el momento tenía que saber lo que le había pasado a Betty, no podía dejarla así. Me puse de pie tras pensar mucho y me puse frente a la puerta de lo que ahora era su dormitorio. Toqué suavemente la puerta esperando pacientemente su respuesta, pero como supuse, ella no abrió.

-Betty, sé que estás despierta, ábreme por favor, quiero hablar contigo.

De nuevo el silencio me volvió a contestar, pero yo no iba a rendirme; era tan cabezota como esa pelirroja.

-Betty no me obligues a echar la puerta abajo por favor; ábreme ya.

Unos pasos débiles se hicieron cada vez más cercanos hasta que por fin el rostro de ella se vió a través de la rendija de la puerta. Parecía muy seria y no me miraba a los ojos.

- ¿Qué quieres? -Dijo en apenas un gruñido. Tenía la necesidad de hacerla rabiar, aunque fuera un poco para así saber su grado de molestia.

Me apoyé en el marco de la puerta de forma seductora y le pregunté con una pequeña sonrisa:

- ¿Qué pasa nena? ¿Te quedaste muda por mi presencia?

Los ojos de ella se deslizaron hasta los míos pudiendo ver sus ojeras enrojecidas; ella había estado llorando y no me había dado cuenta. Fue entonces cuando perdí la sonrisa y la preocupación me golpearon de lleno. Pero lo que menos me esperé fue el tremendo golpe que ella me dio en la cara antes de cerrar de nuevo la puerta con llave.

- ¡Betty ábreme! ¿Qué te ocurre?

- ¡Lárgate imbécil, no quiero verte en lo que queda de noche!¡Ojalá pudiera volver a casa y no verte nunca más!

No comprendía la violencia de aquellas palabras, pero no iba a quedarme ahí parado. Decidí eliminar la única barrera que nos separaba, derribando la puerta usando mi fuerza. Betty, que estaba en la cama, me miró completamente asustada cuando la puerta cayó al suelo con un ruido ensordecedor.

- ¡Lárgate he dicho, no quiero verte! -Me gritó mientras saltaba fuera de la cama y huía de mí. no comprendía ese cambio de actitud, pero lo primero era atraparla y obligarla a hablarme. Mientras corría por toda la habitación, ella me lanzaba casi todo lo que tenía a mano y por los pelos logré esquivar todo aquello que me lanzaba. Pero mientras ella intentaba salir corriendo hacia el comedor, yo la cogí en el aire con facilidad. Ella siguió gruñendo como una fiera salvaje y no pude evitar soltar una risa al verla con el pelo enmarañado y las garras fuera. Mi cómica expresión no le hizo demasiada gracia:

- ¡Oh vaya, espero que te lo estés pasando bien a mi costa!

-Si te soy sincero, desde que te conozco siempre me lo paso bien.

Aquella confesión hizo que ella parase de intentar agredirme mirándome fijamente con gran seriedad.Aquella mirada tan tierna y asustada hizo que mi corazón se calentara varios grados olvidándome de la razón por la que había ido a buscarla. Todo a mi alrededor se desvanecía lentamente, desde los colores hasta la sensación del suelo bajo mis pies; nada era importante en ese momento. Mis manos fueron hacia su cintura como por instinto y ella se dejó llevar a pesar de la agresividad con la que me había tratado momentos atrás.

Ella me atraía con una fuerza completamente desmedida, tan poderosa que era irremediable que me quedase pegado a ella. Y aunque me alejara de ella y pusiera tierra de por medio, de seguro terminaríamos juntos como lo estábamos ahora. Sabía que estaba perdido, pero hasta en ese momento silencioso en el que ambos nos mirábamos las almas, no supe hasta donde estaba metido en el hoyo.

Mis manos se deslizaron lentamente desde su cintura pasando por la curva de su costado hasta su rostro. Los ojos de ella estaban cerrados y disfrutaban de mi contacto, lo sabía por sus pequeños temblores y su respiración pesada. Estaba perdido, pero no podía ir más en contra de lo que sentía, al menos ya que no podía tocarla, le daría placer sin necesidad de llegar a acostarnos juntos. Al menos merecía un poco de amor, algo que por desgracia no había tenido demasiado en su vida.

Merecía la pena condenarme a una tortura como esa con tal de verla feliz, al menos podría acariciar su suave piel o besar sus labios. Y aunque nunca me quedaría satisfecho, al menos haría un bien para ella.

Sin decirle nada, me apoderé de sus labios con furia, fundiéndome en cada parcela de su piel. Sentí una leve protesta, pero no iba a escuchar ni una sola réplica más. Ella estaría bajo el poder de mis manos en tan solo unos minutos.

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