Capítulo 8.
Capítulo 8.
El que ambos hayan comido en el comedor en compañía de ellos mismos fue la bomba total para todos los empleados.
—¿Algo más que gusten señores? —Pregunto la cocinera y ambos negaron mientras se ponían de pie del comedor.
—Alaska necesito que vengas conmigo a mi despacho. —Ordeno Jos y ella asintió.
Alaska siguió a Jos hasta su despacho en la casa y ambos entraron, la chica tomo asiento en un sillón y miro a Jos.
—Necesitamos hablar de otra cosa importante, una de ellas es que seguirás tu ultimo año de Universidad como normalmente ibas, pero esta vez solo te pido que permanezcan los guardias contigo. —Dijo y Alaska asintió aun un poco inconforme.
—Si, pero con la condición de que si pido comprar algo o necesite de algo ellos me dejen hacerlo, me estresa cuando no me dejan comprar comida. —Dijo y Jos asintió.
—Segunda es que mantendremos nuestro matrimonio en silencio como estaba, es público, pero privado para nosotros. —Alaska asintió y miro a la ventaba de la casa.
—Puedes tener una vida amorosa aun si estas casado conmigo, no te prohibiré estar con alguien. —Jos miro a su esposa quien miraba al jardín de enfrente por la ventaba.
—No quiero a nadie, pienso respetar este matrimonio, aunque la gente sepa que estamos juntos, si alguien sabe que estoy con alguien más se hará un escandalo y lo que menos quiero es que te sientas abrumada por todo esto. —Alaska asintió sin mirarlo y suspiro.
—¿Algo más? —Pregunto ella y miro a Jos quien negaba.
—Por ahora no ¿Alguna otra condición? —Pregunto él a ella y Alaska negó.
—Perfecto entonces estamos de acuerdo con esto. —Dijo Jos y ella asintió firme ante ello, ambos extendieron sus manos y sellaron ese trato ahí mismo.
Un pacto de silencio, uno que les cobraría el IVA de sus actos.
Alaska salió del despacho y subió a la recamara, entro a esta y tomo un libro, suspiro largamente mientras se dejaba caer sobre un Puf de la habitación. La puerta de la habitación fue abierta rápidamente y Alaska miro a la señora del aseo acercarse.
—Señora su esposo la espera abajo. —Dijo y Alaska se confundió ante ello y dejando su lectura de lado bajo nuevamente soltando un suspiro.
Entro a la sala y se encontró con un escudo humano de guardias, se asusto un poco al ver la mirada de todos aquellos hombres sobre ella.
—Alaska ven por favor. —Dijo Jos y ella se acercó a él rápidamente.
—Mira te presento a la seguridad, son nuevos y están advertidos que no deben de acatar ordenes más que mías o tuyas. —La chica asintió dudosa e inconsciente busco la mano de Jos como seguridad.
—Ella es mi esposa, Alaska, su prioridad es cuidarla, procurar escoltarla a donde quiera que vaya, si me entero del mínimo error o su intención de tocarla si no es por su seguridad declárense muertos. —Alaska miro a los hombres y estos asintieron rápidamente.
—Son diez hombres, él es Bryan, mi guardia de seguridad ya les explicara con más claridad como trabajaran aquí. —Dijo y sin más jalo a Alaska con él hacia la recamara.
Ambos subieron y entraron en la habitación, Jos soltó la mano de Alaska e ingreso al baño, Alaska había tomado un baño antes de comer así que solo se sentó a proseguir su lectura, Jos termino su ducha unos minutos más tarde, miro a Alaska leer y sin interrumpirla se acostó en la cama, su mano aun dolía y su cuerpo había estado tenso desde que había pasado lo de Alaska, poco a poco se quedo dormido en la cama.
Alaska detuvo su lectura y miro a su esposo sobre la cama envuelto en una bata de baño, suspiro largamente y se coloco de pie, se acercó a Jos y comenzó a quitarle la bata húmeda, podría tomar un resfriado y después saldría peor. Noto que Jos abajo solo tenía un bóxer así que solo tapo a Jos con una manta y salió de la recamara.
Se sobresalto al ver afuera de la habitación a dos guardias, toco su pecho y los miro rápidamente para así seguir su camino por el pasillo del segundo piso.
Entro al cuarto de lavado y aventó la bata de Jos en el cesto, regreso a la recamara con los hombres detrás de ella escoltándola, entro a la recamara y coloco seguro.
—Me estresan. —Susurro y sin más que decir tomo su libro e ingreso a la cama.
Alrededor de unas horas más tarde Jos abrió sus ojos, giro su rostro aun lado de la cama y encontró a Alaska leyendo, se enderezo en la cama logrando llamar la atención de la castaña.
—¿No dormiste? —Pregunto Jos y ella asintió dejando su libro en su mesita de noche.
—Si, solo que me desperté luego ¿Vas a cenar? —Pregunto rápidamente y Jos asintió mientras tocaba su estómago.
Noto que solo se encontraba en bóxer así que no pregunto nada se coloco de pie. Alaska siguió su paso y se bajo la camisa que tenia puesta, bien si no es de conocer que Alaska siempre se colocaba las camisas de Jos para estar en casa y a este no le molestaba mientras las lavara, ahora que Jos prestaba atención sintió su estomago hundirse al darse cuenta de que realmente le quedaban bien y que siempre se paseaba así por la casa sin problemas.
—¿Siempre ocupas mis camisas? —Pregunto mientras se ponía un pantalón de pijama y ella asintió.
—Siempre ¿Te molesta? —Pregunto ella y Jos negó rápidamente.
—Preguntaba, ya que bueno ¿No te incomoda? —Pregunto nuevamente y Alaska se miro en el espejo regalándose una sonrisa triste.
—Nadie podría fijarse en ello, así que no, tus hombres no me pueden mirar de más, o estarán muertos. —Respondió y con aquello Jos Canela fue más que feliz.
Ambos salieron de la habitación y bajaron al comedor, el reloj marcaba las ocho de la noche, las cocineras se retiraban a esa hora a descansar por lo que esta vez le tocaba a Alaska calentar la cena, la pareja entro a la cocina y mientras Jos se sentaba sobre la mesa de la cocina Alaska sacaba del microondas la cena.
Jos miraba como Alaska se movía fácilmente por la cocina, nuevamente aquella culpa le nació al saber que había mantenido a Alaska encerrada con una rutina tan aburrida, dejo de lado esos pensamientos y tomo una fresa del frutero a su lado.
—La cena de hoy es Lasaña, espaguetis y verduras. —Dijo mientras le extendía a Jos los platos sobre la mesa.
Jos tomo el de lasaña y miro alrededor buscando un tenedor, Alaska sonrió y abrió un cajón cerca para así extenderle el cubierto, Jos tomo parte de su cena y extendió el primer bocado a Alaska quien confundida lo tomo.
—Es bueno, me gusta. —Dijo y saco su plato del microondas.
Empezaron a comer con calma, Alaska le ofreció un vino a Jos quien acepto gustoso, se acostó de lado en la mesa de la cocina mientras observaba como Alaska abría la botella, su vista viajo por el hombro de la castaña, su tirante de su ropa interior se notaba, la camisa le quedaba a mitad de los muslos y podía notar el perfecto trasero redondeado de su esposa, suspiro maravillado ante el monumento de mujer que tenía.
La puerta de la cocina se abrió de golpe sobresaltando a Alaska quien giro rápidamente para ver de quien se trataba y encontró al guardia de Jos.
—¿Qué es lo que pasa? —Pregunto él confundido y Bryan se acercó a Jos rápidamente.
Le susurro algo al oído y Jos se colocó de pie rápidamente ante ello, miro a Alaska y se acercó a ella.
—Alaska quédate aquí, no salgas por lo que más quieras. —Ante aquello lo único que quedaba era alarmarse.
—¿Qué pasa? —Pregunto preocupada y Jos suspiro.
—Al parecer mi secretaria averiguo donde vivo. —Alaska se tenso completamente y miro a la ventaba pequeña de la cocina.
—Nadie sabe dónde vivimos Jos ¿Cómo es que...? —Su pregunta se quedo al aire al ver a Jos salía rápidamente al escuchar los gritos de la mujer.
Alaska observo como algunos de los guardias entraban a la cocina y se paraban alrededor para protegerla, pero realmente no le preocupaba lo que pudiera hacer ella, más que nada era como es que habían averiguado donde vivían.
Aquella casa se encontraba rodeada de bosque, en un lugar apartado de la ciudad, de la empresa, se suponía que era seguro, pero ahora ya no lo era.
Y eso temió Alaska, porque los recuerdos de hace unos días llegaron a su mente y no pudo evitar llorar ahí en medio de la cocina, tan vulnerable, con tanto miedo, tan accesible.
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