Capítulo 7.

Capítulo 7.

Alaska corto la llamada con su hermano más tarde después de hablar, se levantó de su lugar y camino fuera de la recamara, fue interceptada por el mayordomo quien le sonrió.

—¿Dónde esta mi esposo? —Pregunto y el hombre le sonrió.

—Tuvo que retirarse a la empresa señora ¿Necesita algo? —Pregunto y ella asintió.

—Necesito hablar con él, por favor pídele al chofer que me lleve a la empresa, bajare en un instante, iré a cambiarme. —Pidió y subió a la recamara rápidamente.

Se cambio rápidamente y bajo hacia la salida, el chofer la espero como ella ordeno y en cuanto estuvo arriba este puso en marcha el carro. El tiempo para Alaska fue eterno, al llegar a la empresa bajo corriendo sin esperar al chofer, corrió hasta el ascensor, subió a este mientras movía su pierna desesperada, al llegar al ultimo piso entro al pasillo llamando la atención de los empleados, pero poco le importo necesitaba hablar con Jos.

—¿Dónde está mi esposo? —Pregunto a las secretarias y ellas miraron la computadora rápidamente.

—Esta en una junta importante, está por terminar. —Informo la secretaria más amable y ella asintió.

Entro a la oficina de su esposo y espero, no paraba de dar vueltas como gato enjaulado, escucho la voz de su esposo acercarse, Jos entro a su oficina y se detuvo al notar a Alaska parada frente a su escritorio mientras lo miraba.

—Señor tiene una cita impor...

—Cancela, no me molesten por favor. —Ordeno y sin más le cerro a su secretaria la puerta en la cara.

—¿Qué haces aquí? No debiste de salir de casa sin seguridad. —Dijo mientras dejaba la carpeta sobre su escritorio y sin sentarse en su silla miro a Alaska.

—¿Ya hablaste con el abogado? —Pregunto nerviosa y Jos la miro confundido, pero negó.

—No lo hagas, por favor. —Definitivamente espero más pero no eso.

—¿Qué? Te dije que te daría el divorcio. —Alaska negó rápidamente y Jos pudo notar su miedo cosa que lo confundió aún más.

—No quiero divorciarme. —Murmuro y Jos la miro sorprendido, y así permanecieron dándose una mirada profunda en donde sus sentimientos dependían de un hilo.

—No quiero divorciarme, por que si me voy a Inglaterra podría regresar al mismo lugar, no se nada de aquellos hombres y si ellos vuelven... no podre escapar esta vez. —Jos gruño ante la idea de que alguien más estuviera con Alaska.

—Pero, si estas dispuesto a darme el divorcio lo entenderé, solo que seguiré aquí viviendo en Los Ángeles. —Dijo en un susurro audible y Jos negó rápidamente para así caminar a ella y abrazarla.

Alaska suspiro y correspondió el abrazo.

—No puedo dejarte ir, no puedo Alaska soy demasiado egoísta para dejarte ir. —Susurro y Alaska asintió.

Jos se alejo de Alaska y la miro directamente a los ojos.

—Thomas entendió después de una larga platica, dijo que vendría dentro de poco para verme, vendrá con mis padres. —Conto y en sus ojos se podía notar la emoción.

—Se que no he sido el mejor esposo, ni el mejor hijo, pero quiero que tengas tu libertad, como mi esposa tienes derechos a todo lo que tengo, tienes una tarjeta negra sin límite de crédito y en lo único que gastas es en comida Alaska, por favor toma lo que tengas que tomar, compra toda la ciudad si quieres, pero gasta mi dinero. —La chica sonrió y negó repetidas veces.

—Jos, vengo de una familia que ha tenido un buen estado económico, pero tampoco gastaba mucho realmente, solo lo necesario, no necesito muchas cosas, solo quiero el derecho a poder salir más, poder tener un teléfono o una computadora, aunque sea. —Pidió y el pelinegro asintió rápidamente.

—Por cierto, tú teléfono. —Dijo ella y se lo entrego.

Jos sujetaba la cintura de su esposa mientras la escuchaba atentamente ante las condiciones que pedía, la puerta de la oficina se abrió de golpe dejando ver a la secretaria de Jos y claramente su amante cosa que Alaska había olvidado, ambos la miraron.

Jos se molestó ante la interrupción y soltando a Alaska se acercó a la mujer rápidamente la tomo del brazo bruscamente y la encamino a la puerta.

—Jos, me lastimas. —Se quejo y Alaska detuvo a Jos y obligo a soltar a la mujer.

—Di lo que tengas que decir y luego vete. —Ordeno Alaska y ella la miro incrédula.

—Jos ¿Vas a dejar que me trate de esta manera? Yo soy a la persona que amas —Dijo a Jos y este soltó una ligera risa mientras negaba.

—Debes de respetarla, es mi esposa al final, es la dueña de todo esto. —Dijo Jos y Alaska sonrió abiertamente.

La mujer salió de la oficina molesta y Alaska miro a su esposo.

—¿La quieres no es así? —Pregunto y Jos la miro mientras negaba.

—Algo en mi no te cree Jos, tal vez no seamos buenos esposos, pero podemos ser buenos amigos y si estas enamorado no puedo evitar prohibirte conocer a alguien. —Jos la miro y le regalo una sonrisa.

—Solo una vez me he enamorado en la vida y no es de ella, eso te lo puedo asegurar. —Alaska sonrió abiertamente ante aquello y suspiro.

—Eso es bueno, el amor es bonito, no te quito más tu tiempo, tengo que regresar a casa. —Anuncio y Jos la detuvo del brazo.

—¿Tienes mucha prisa? —Pregunto rápidamente y Alaska negó confundida.

—No, pero debo de preparar la cena, no quiero que mi esposo se enoje. —Jos soltó una risa y Alaska le sonrió divertida.

—Bueno, no he tenido el mejor de los días y realmente esta empresa me esta abrumando ¿Quieres ir a casa conmigo? —Pregunto él y ella lo miro sorprendida, pero al final asintió.

Alaska espero a Jos alrededor de una hora más en lo que ordenaba los pendientes, miro alrededor de la oficina y se detuvo ante aquel ventanal, la ciudad se notaba hermosa desde aquel lugar, sonrió por primera vez sonrió abiertamente, dejando que aquella hermosa sonrisa brillara, porque por primera vez podía estar bien, podía sentirse bien y de acuerdo con todo ello podía intentar ser feliz y remediar todo lo malo que la había consumido en esos años.

Trabajo mental, uno demasiado fuerte.

—Alaska. —Se sobresalto ante el llamado y miro a Jos quien se encontraba de pie esperando por ella.

—Voy. —Dijo y se acercó rápidamente.

Ambos salieron de la oficina del pelinegro siendo escoltados por la seguridad de Jos, subieron al carro del pelinegro y detrás de ellos el chofer que había traído a Alaska, llegaron a casa con seguridad y bajaron.

Los empleados miraban con sorpresa el que ambos llegaran a casa, juntos, pues si bien todos ahí sabían que parecían perros y gatos, todos se habían preguntado cómo es que, de un día para otro la armonía había llegado a casa.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top