Capítulo 6.

Jos Canela se encontraba en su oficina, el sol comenzaba a salir, miro su teléfono por doceava vez, daban las cinco de la mañana, tomo el wiski que permanecía en su mano derecha, miro el gran ventanal de su oficina y suspiro largamente.

No había podido dormir después de que Alaska se había quedado dormida, así que él único lugar en donde podía pensar claramente sin temer que ella despertara era en su oficina, los recuerdos de su niñez lo consumieron después de escuchar aquella historia. Sentía asco del coraje que lo consumía, rabia, importancia.

—¿Señor? —Pregunto el guardia del otro lado de la puerta y Jos le ordeno pasar.

—¿Qué sucede? —Pregunto Jos y desvió su mirada hacia el hombre.

—La señora despertó hace poco, no ha querido salir de su habitación, también pregunto por usted. —Dijo y Jos asintió para después ponerse de pie; y caminar con el guardia a la salida.

En el camino se encontró a sus secretarias, ambas saludaron y se detuvieron.

—Cancelen toda mi agenda de la mañana y pasen lo importante para la tarde, regresare en unas horas. Oh y por favor hablen a la compañía de seguridad, necesito que me manden a sus mejores hombres, los quiero ver en mi oficina a las tres de la tarde. —Ordeno y ambas mujeres solo asintieron confundidas.

Jos salió por completo de la empresa y subió a su carro, manejo hasta su casa, bajo rápidamente e ingreso dentro, subió a su recamara y entro a la recamara logrando sobresaltar a Alaska quien se encontraba sentaba cerca del gran ventanal de la habitación.

—Jos. —Susurro ella y el pelinegro se acerco a ella para después abrazarla fuertemente.

Alaska abrió sus ojos sorprendida y sin saber como reaccionar solo se quedo en su lugar, espero a que Jos se separara de ella y entonces la miro.

—Alaska quiero que hablemos, con las cartas sobre la mesa de todo esto, espero estes un poco mejor y más tranquila. —Dijo y ella asintió.

—Quiero saber la verdad de tu familia. —Pidió y Alaska lo miro.

—Mis padres son dueños de una fabrica de vinos, mi hermano hasta hace algunos años se que esta en el mandato de la fábrica y la empresa, hasta ahora lo único que se es que mis padres siguen buscándome. —Susurro y Jos asintió.

—¿Cómo sabes todo esto? —Pregunto y ella bajo su mirada a sus manos, se movió ligeramente y saco un teléfono de su suéter entregándoselo a Jos.

—No pienso mentirte, quería ver a mi hermano, quería saber por lo menos si todos se encontraban bien, hice algunas llamadas de este teléfono y lo otro lo sé por qué la esposa de Alonso me llegaba a decir algunas cosas cuando Alonso le daba permiso de ocupar una computadora. —Jos suspiro y tomo el teléfono, podía enojarse y gritarle, pero no, al verla ahí tan indefensa le recordaba a su madre.

Prendió el teléfono y miro el número no registrado y las llamadas recientes de tan solo pocas días atrás. Tomo su teléfono de su traje y tecleo el número en el suyo, presiono marcar y colocándolo en altavoz se lo extendió a Alaska.

La chica lo tomo y miro el número de su hermano, las lágrimas amenazaron con salir nuevamente.

—¿Bueno? —Pregunto el hombre del otro lado al contestar y Alaska sollozo.

—Thomas, soy yo... —Susurro y se pudo escuchar a su hermano tirar algo.

—¡Alaska! —Grito y Alaska sonrió entre lágrimas.

—Thomas, estoy bien, tranquilo... he tardado en comunicarme porque no había encontrado la oportunidad nuevamente. —Susurro y miro el icono en el teléfono de videollamada.

Lo presiono y a los segundos pudo notar movimiento, después vio la cara de su hermano, sollozo fuertemente, tanto tiempo sin verlo, ya no era más un adolescente, era un hombre, delineo sobre la pantalla el rostro de su hermano con delicadeza.

—Realmente eres tú... —Su hermano la miraba sorprendida y al igual que ella se encontraba llorando.

—¿Cómo has estado? —Pregunto Alaska intentando controlar su sollozo.

—Estoy bien ahora, estoy bien sabiendo que estas con vida ¿Alaska? —Pregunto y Jos se acerco a la pantalla así teniendo la vista del hermano de Alaska sobre él.

—¿Quién eres? ¡Responde! —Exigió y Jos miro a Alaska.

—Él es... José Miguel Canela, mi esposo. —Thomas miro a su hermana sorprendido, Alaska no dejaba de llorar al ver la cara de su hermano.

Y entonces la historia comenzó a ser contada, Alaska le conto a su hermano todo lo que había pasado, Jos la escucho atentamente y el coraje nuevamente nació en él ante la idea de lo mucho que había hecho sufrir a la chica.

Thomas el hermano de Alaska se encontraba en estado de shock después de terminar de contar todo, no sabia como sentirse o como reaccionar ante la idea de que su pequeña hermana había pasado por tanto y, aun así, seguía siendo ella misma, tan noble, amable... Thomas miro a Jos quien miraba a Alaska consternado y arrepentido.

—Gracias. —Dijo Thomas y Jos miro al hombre del otro lado de la pantalla.

Jos solo asintió, ese gracias había sido la apuñalada más grande que había recibido, aunque Alaska no conto el infierno que vivió con el pelinegro esos años y así quería dejarlo sin que nadie más que ellos dos supieran.

—¿Cómo debo de pagarte el hecho de haber salvado a mi hermana? Has cuidado de ella todo este tiempo y has respetado sus decisiones sin sobre pasar tus límites. —Jos suspiro largamente y miro a Alaska.

—Que la cuides por mí, que le regreses la vida a sus ojos. —Alaska miraba a Jos confundida.

—Puedes venir por ella, no la atare a mi más, pienso regresarle su libertad, me voy a divorciar. —Alaska lo miro sorprendida.

Y sin más que decir salió de la habitación dejando a los dos hermanos sumergidos en un completo silencio.

Jos marco a su abogado, no lo hacía por querer, era más sentirse obligado a hacerlo debido a que no quería ver a Alaska decepcionada con su vida, no la quería ver terminar como su madre, sin ser feliz y sin poder tener libertad.

Su miedo siempre fue perderla, pero prefería la felicidad de Alaska, quería verla feliz y regresarle la libertad que se le fue arrebatada.

Libertad que a Jos Canela le dolería.

Por qué sabia, que tendría que pasar mucho tiempo para que la volviera a ver.

Si el destino le daba una oportunidad, solo quería saber si ella se encontraba feliz.