Capítulo 17.
Capítulo 17.
¿Alguna vez habían escuchado hablar de las consecuencias de que un ángel y un demonio estén juntos? Es un pecado, uno que merece el exilio y la muerte de ambos.
Un ángel caído era un pecador, un traidor.
Jos no recordaba con claridad lo que sucedió en ese mes, su cuerpo había soportado demasiado al punto de caer en cama derrotado, el paradero de Alaska se desconocía, no se sabia de ella nada, algo en lo profundo de su corazón sentía la ausencia de ella en este mundo.
Sollozaba sobre la cama no queriéndose ver derrotado, quería tener esperanzas, pero no las había, sabía que jamás las encontraría, estaba en contra de la mafia; y para su suerte ella jamás dejaba rastro de lo que hacía.
—Jos... —Susurro su hermana desde la puerta y él giro su rostro un poco solo alcanzando a verla por el rabillo del ojo.
—Lárgate. —Demando y su hermana negó repetidas veces.
—No fue mi culpa, lo juro, yo no quería que esto sucediera, no. —Susurro mientras caía de rodillas al piso llorando.
—Hijo... —Susurro su madre entrando con cautela a la recamara.
Jos miro a su madre y se colocó de pie rápidamente, el pelinegro desvió su mirada detrás de su madre y ahí encontró al capitán que llevaba el caso de su esposa.
—Capitán. —Dijo Jos y el hombre movió ligeramente su cabeza ante el saludo.
—Señor Canela, he venido hasta aquí para darle noticias. —Jos se acerco al hombre ante lo dicho y lo miro directamente a los ojos.
—¿Qué es lo que pasa? —Pregunto Jos y tomo la mano de su madre.
—Nos han notificado que encontraron dos cargamentos de personas a la deriva del mar en un barco pesquero. —Jos se impaciento y le pidió continuar.
—Ahora mismo se encuentra un helicóptero transportando el cargamento, pero al parecer ninguna de las personas dentro se encuentra con vida. Su esposa está dentro, la han identificado. Puedo dar por cerrado el caso señor, hemos encontrado a su esposa. —Jos miro sorprendido al hombre y sus lagrimas amenazaron con salir de sus ojos.
—Jos, escúchame. —Jos miro a su madre quien tenía los ojos llorosos.
—Ahora no mamá, necesito verla, llévenme con ella. —Dijo desesperado y corrió hacia la puerta del cuarto, pero fue detenido por un oficial.
Lo sabía, claro que lo sabía, no necesitaba que le confirmaran aquella noticia; ella no estaba...
Sollozo dejándose caer al piso, sintiendo como su corazón se desgarraba.
Miedo.
Jos tenía mucho miedo.
Cuando su madre lo abrazo no pudo evitar abrazarse a ella, aferrarse con la única esperanza que tenia de seguir adelante, pero realmente no quería.
—¡Por favor no es verdad! —Grito tan fuerte que sintió su garganta desgarrarse.
NO.
No quería aceptarlo.
Lloro, tembló, grito hasta que su corazón le pidió clemencia.
El comandante noto el anillo de matrimonio de Jos en su dedo anular, aquel anillo que se había posado sobre su mano unos años atrás mientras le juraba a Alaska cuidarla, jamás le mintió en la boda, en sus votos, en sus promesas ante aquel altar, para ese entonces Jos ya se había enamorado de su ángel.
—¿Dónde? ¿Qué fue lo que paso? —Pregunto Jos histérico.
—Esas mismas preguntas nos hacemos señor. —Contesto el hombre al verlo en un estado tan críticamente mal.
Las alas de aquel ángel dejaron de funcionar.
Y así fue como Alaska Campbell se convirtió en un ángel caído. Un ángel sin protección.
Pero un demonio la abrazaría con sus alas, blanco y negro, una mezcla perfectamente hecha.
Un demonio y un ángel.
El bien y el mal.
Se transformaron en uno mismo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top