Capítulo 12.

Capítulo 12.

Alaska se encontraba sentada en la cama leyendo y observaba a Jos trabajar en su computadora por sobre el libro, pero hubo un momento en que Jos se colocó de pie rápidamente y salió de la habitación, Alaska bajo su libro rápidamente y se coloco de pie de la cama para caminar hacia el escritorio, miro la computadora de Jos, pero viajo su mirada a los papeles sobre la mesa, empezó a buscar entre estos su libreta, se sobresalto cuando Jos entro a la habitación y la miro desde la puerta confundido.

—Je, lo siento, es que mi libreta está aquí y quería quitarla para poder ver algunas cosas que deje pendientes. —Dijo mientras se la mostraba.

La razón era que la había dejado abierta con la dirección que había anotado. Jos le indico que se acercara a la cama y ella se acercó rápidamente.

—Te dije que podías tener un teléfono y una computadora, pero he revisado los estados de cuentas y no has ocupado la tarjeta para nada, así que ordene esto para ti. —Dijo y le extendió unas bolsas.

Alaska las tomo confundidas y las abrió, se sorprendió claro, sobre la cama saco una computadora, una tableta y un teléfono, último modelo al parecer.

—Si presentan algún problema me dices para informar a la tienda. —Dijo y Alaska asintió.

Jos regreso al escritorio mientras Alaska abría las cosas, Jos desvío por un momento su vista de la computadora y miro a Alaska intentando descubrir cómo se encendían sus cosas.

—Se supone que tuviste uno de todo eso en tu vida. —Alaska miro a Jos y asintió un poco incomoda.

—Bueno, en Inglaterra normalmente ocupaba las de escritorio para mis estudios, así que realmente casi no se ocupar las de mano, los teléfonos si e igual esto, ya encontrare la manera de entenderle no creo que tenga tanta ciencia. —Dijo y Jos asintió rápidamente.

Ambos regresaron a sus trabajos, Jos se adsorbió del mundo y no noto que Alaska salía y entraba de la habitación con cosas. La madrugada llego y Jos pudo despegar su vista de la computadora, notando que a su alrededor había completa oscuridad a excepción de la lampara del escritorio que le alumbraba cierta parte del cuarto, miro sobre la cama y no encontró a Alaska durmiendo por lo que se coloco de pie y del lado contrario de la cama se encontró con ella dormida arriba de un puff con un libro colgando de sus manos.

—Alaska. —Susurro Jos, pero su esposa no reaccionaba.

Tomo a Alaska de las piernas y paso sus brazos por debajo de ella para después cargarla y llevarla a la cama. El pelinegro se acostó aun lado de ella, la abrazo y poco a poco logro quedarse dormido.

Cuando Alaska despertó se encontraba siendo apresada por Jos de la cintura, lo empujo como pudo del pecho, pero el pelinegro no pretendía soltarla para nada. En un movimiento brusco Alaska termino arriba de Jos y este olfateando el cuello de su esposa.

—Oye, tengo clases, vamos tienes que levantarte. —Dijo rápidamente en una pelea de intentar soltarse.

—Alas... —La oración no fue completada, la madre de Jos se encontraba en la puerta de habitación mirando a la pareja de esposos en una posición comprometedora ante los ojos de ella claro.

La madre de Jos cerró la puerta rápidamente y ambos esposos se miraron, Alaska sonrojada y Jos con una sonrisa divertida.

—No es divertido idiota. —Dijo y sin más se alejó de Jos.

Por separado tomaron un baño y después de estar listo bajaron al comedor en donde el desayuno se encontraba listo, Jos tomo asiento al centro de la mesa y Alaska a su derecha como siempre, por le lado de su madre a la izquierda.

—Lamento la interrupción. —Dijo la mujer mayor y ambos negaron, Alaska sonrojada ante ello.

—Señora ha llegado un paquete para usted. —Dijo la muchacha del servicio y Alaska la miro confundida.

Alaska tomo el paquete y lo abrió, dentro había algunas velas y una nota.

—Para relajarte, anónimo. —Dijo en voz alta y Jos le arrebato la nota rápidamente.

—No definitivamente no te las quedaras, tiren las velas por favor. —Ordeno a la muchacha mientras le entregaba la caja de velas.

La muchacha del servicio asintió mientras se retiraba, el desayuno paso a ser incomodo e inquietante para Jos, Alaska navegaba entre su mente buscando algún nombre con quien lindar ese paquete, pero de las personas que recuerde solo dos sabían dónde vive.

—Tengo que irme a la universidad, señora Canela por favor siéntase en libertad de hacer y deshacer lo que quiera en la casa, con su permiso. —Dijo y sin más salió de la casa con su bolso.

El chofer y los guardias la escoltaron hasta el carro y después hasta la universidad. Al llegar se encontró con África y juntas se encaminaron hasta su primera clase de la mañana.

—Hable con Alonso, me dijo que ya sabia la verdad. —Alaska la miro confundida y la chica asintió.

—Me dijo que Jos le había hablado de lo que sucedió y que bueno, lo hico entender la situación, soy libre. —Conto y Alaska la miro sorprendida.

—¿Qué? —África la miro con lagrimas en sus ojos y sonrió en grande, cosa que no hacia hace mucho tiempo.

—Me dejo en libertad, pero no me va a dar el divorcio, a su manera me ha amado en silencio. —Alaska sonrió enternecida y la abrazo ligeramente.

—¿Y tú? —Pregunto y la chica se sonrojo.

—No lo sé, aún estoy un poco confundida y necesito aclarar demasiadas cosas. —Dijo y Alaska asintió.

Ambas dejaron de hablar cuando el profesor entro, pero Alaska no podía poner atención, discretamente cambio de hoja en la libreta y miro la dirección aun ahí anotada.

—¿Tienes algo que hacer en la tarde? —Pregunto a África y esta negó.

—Dile a Alonso que regresaras un poco tarde a casa, iremos a comer aun restaurante algo especial. —África asintió confundida y no volvieron a cruzar palabra hasta el final de sus clases.

Juntas caminaron hasta la salida y en el estacionamiento se detuvieron.

—Mis guardias avisaron a Alonso y ha dicho que estaba bien, le dije que me iría contigo en tu carro, un guardia se ira con el chofer hasta donde estemos. —Dijo y Alaska asintió, ambas subieron al carro de Alaska y el chofer las llevo hasta el lugar donde Alaska indico.

Al llegar ambas se bajaron y África miro a Alaska confundida.

—Esperen aquí, preguntare si hay servicio. —Los hombres asintieron sin sospechar algo y África se quedó con los guardias.

Alaska entro y miro el interior de ese lugar, todo hermoso y completamente ordenado, se acercaron a la recepción y encontró a una chica detrás de este.

—Buenas tardes, sea bienvenida a nuestro hotel Fiesta Inn, tiene alguna cita o reservación. —Dijo la chica y Alaska negó.

—He marcado al hotel pidiendo informes, pero no he podido contactarme con nadie, quisiera pedir informes de las subastas y usted sabe perfectamente de que subastas hablo. —La mujer la miro y le regalo una sonrisa completa y hermosa.

—Claro que sí, por ser tratos completamente confidenciales requerimos que nos proporcione un correo, número o dirección para poder proporcionarle los folletos. —Alaska asintió y pidió una hoja en donde anotar, anoto su correo electrónico y se lo entrego a la mujer.

—Perfecto entonces comunicare esto a la persona que está interesada y después me pondré en contacto, muchas gracias. —Dijo y sin más salió del lugar.

Pudo sentir el aire entrar a sus pulmones.

—Me dijeron que no hay servicio a menos que sea por reservas ¿Algún otro lugar? —Pregunto a África y la chica asintió.

—Cerca del centro comercial que esta por las empresas Villalpando hay un restaurante es bueno. —Dijo y mientras subían al carro.

África dijo la dirección y el chofer se colocó en marcha, al llegar ambas bajaron he ingresaron, los guardias rodearon el interior del restaurante cuidando de ellas como siempre, ambas ordenaron y mientras esperaban su comida África miraba directamente a Alaska.

—Se que no fuimos ahí por que sea un hotel Alaska, no quiero pensar... mal. —Dijo en un murmullo y Alaska miro a África con sus ojos brillosos, las lagrimas amenazando a en inundar sus ojos.

—Sabía que recordarías ese lugar, créeme que lo recuerdo perfectamente y no pienso detenerme hasta encontrar la razón del por que África. —Susurro y miro el centro de mesa.

—Entonces déjame acompañarte hasta el final por favor. —Pidió y Alaska la miro sorprendida.

Por que el valor de la amistad es aquel que va más allá de solo cariño, compañía y sinceridad, aquel que solo Alaska conoce como sacrificio y amor.


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