¿Quién te crees? [Damianya]
N/A: Transcurre cerca del final de su primer año en el Edén.
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Damián Desmond se detuvo súbitamente en medio del pasillo, con una sola idea rondando su cabeza. Había olvidado su libro de historia en el salón de clases y el examen final era al día siguiente.
Lo necesitaba para repasar el resto del día aunque no le quedara tanta energía como quisiera. Los exámenes finales estaban siendo un obstáculo bastante imposible para ganar su Stella. La dificultad en cada una de las pruebas era evidente, obligándolo a estudiar cada minuto del día y parte de la noche, sacrificando sus horas del sueño. Era una medida que había tomado.
Los exámenes significaban una cosa en concreto: la posibilidad de conseguir una Stella, haciendo más cercano su camino para ser un estudiante imperial y de esta forma orgullecer a su padre, además de mantener el renombre del apellido Desmond.
Sus noches en vela debido a un evento deportivo que brindaba la oportunidad de conseguir le había hecho olvidar su libro en el aula, lejos del evento. Lo había llevado esa mañana antes del evento para aprovechar el tiempo que tuviera libre, cualquier minuto contaba. Era una competencia corta entre los salones del mismo grado para determinar al ganador de cada rama. Él ya había participado, por lo que ahora faltaba esperar y quería aprovechar ese tiempo.
Suspiró frustrado ante su descuido y regresó sobre sus pasos en silencio. Tal vez no debió asistir al salón desde temprano para estudiar y tener un poco de paz en el receso. Pero necesitaba sacar la nota más alta posible. Dobló en la esquina próxima, acercándose al salón cuando algo llamó su atención.
Mientras más se acercaba apreció aquella cabellera rosada y a su portadora en cuclillas en el suelo. Era muy baja, por lo que a primera vista podría parecer que estaba sentada en el suelo. Damián sonrió divertido ante esa escena, de seguro le había ido muy mal en su carrera y se lamentaba al respecto. Anya Forger no había mostrado una gran inteligencia en el tiempo que llevaban en el Edén. Y siempre se aprovechaba de eso.
―Hey, alguien podría confundirte con un renacuajo si estás ahí abajo. ―Pronunció divertido y en tono de burla, una vez que estuvo a su lado.
No obtuvo ni un tipo de respuesta del parte de la niña. Miraba hacía el suelo, ocultando cualquier ápice de su rostro con su cabello, por lo que no pudo ver si su comentario había dado en el blanco como quería. Había disminuido su velocidad para lanzar aquel comentario, sin embargo, se detuvo un par de pasos más adelante al ver que ella no se inmutó.
― ¿Acaso me escuchaste?
Damián se inclinó un poco hacía ella, hablando lo suficiente alto para ser escuchado con claridad pero sin ser notado por los salones de alrededor. Aquella niña siempre había significado problemas en su estadía en el Edén. Desde la particular forma en la cual se habían conocido. Siempre se esforzaba en sacarlo de sí mismo, alterando su interior y retándolo. Ahora mismo parecía dispuesta a enojarlo al ignorarlo con toda la intención. Frunció el ceño molesto ante esa actitud.
Se colocó en cuclillas incapaz de dejar que una plebeya como ella ignorara a Damián Desmond, pareciera que aún no comprendía la diferencia de estratos sociales. A esa altura fue cuando notó como la niña presionaba sus manos en sus orejas con fuerza. Sus dedos parecían temblar por la presión de su acción, además de mantener los ojos cerrados con fuerza. Cualquier actitud pedante se esfumó del hijo segundo de Donovan Desmond, generando una expresión de sorpresa e incredibilidad ante lo que pasaba ¿sus comentarios la habían lastimado de esa forma? No, ella ya estaba de esa forma antes de que él le dijera alguna cosa.
―Hey ¿estás bien? ―Un tono de preocupación se hizo presente.
No obtuvo respuesta, por lo que preso por ignorarlo cuando estaba siendo amable, la tomó de la muñeca más próxima, obligándola a ponerse de pie y logrando que le prestara la atención adecuada.
―Respóndeme ¿qué sucede?
Los grandes ojos esmeraldas lo contemplaron con pequeñas lágrimas y un gesto que dejaba en claro que pronto rompería a llorar. Aquella imagen tan vulnerable y tierna hizo brincar a su corazón con fuerza a la par que sentía el rostro caliente ¿Cómo podía verse tan linda cuando estaba a punto de llorar?
―El ruido, no puedo...
Damián levantó una ceja ante sus palabras ¿ruido? ¿Se refería al ruido del evento deportivo? Estaban relativamente cerca y aún podía escuchar las porras de esa zona, pero aquel ruido era ligeramente amortiguado por las paredes. Su pecho se sacudió con violencia al verla llevarse las manos a las orejas y sus ojos verdes por las lágrimas.
Preso de la necesidad de calmar la angustia de la niña y aún con su mano rodeando su muñeca, tiró de ella, para que caminara atrás de él con cierta brusquedad. La niña avanzaba con cierta lentitud detrás de él, tal vez al tener las piernas más cortas, por lo que aminoró el paso ligeramente para ir lo más rápido que ella podía moverse.
Caminaron con pasos firmes y rápidos por los pasillos, hasta que finalmente salieron del lado contrario del evento deportivo, atravesando el jardín, hasta la parte más alejada del edificio sin decir ni una sola palabra al respecto. Anya había permanecido lo bastante conmocionada para acertar a preguntar de qué se trataba todo esto. Luego de un par de minutos Damián a se detuvo debajo de un árbol, siendo cobijados por su sombra. Desde esa distancia no podía escucharse absolutamente nada, solo el dulce cantar de las aves que anidaban ahí y el roce de las hojas cuando el viento las hacía danzar entre ellas.
Los ojos verdes parpadearon un par de veces ante tan abrupto silencio, sintiendo el aire agitar su cabello ligeramente y resecar las lágrimas que habían intentado desbordarse de sus ojos abrumada por el ruido de las voces y de los propios pensamientos de la gente en el evento. Algo que no había previsto, el ruido del concurrido espacio de un evento deportivo. Jamás había estado en uno, por lo que tampoco pudo adivinar. Se había alejado del sitio conmocionada y mareada por tantas voces juntas, pero no había llegado lo suficiente lejos para callar esas voces cuando había colapsado, poniéndose en cuclillas, cubriendo sus orejas y pidiendo silencio.
Damián contempló a Anya tranquilizarse y dejar a un lado aquel gesto de suplicio que tenía momentos antes. Un alivió recorrió su interior, de ver el cambio en el rostro de la niña. En ese momento ella fijó su atención en él y dejó entrever una ligera sonrisa.
―Gracias segundo, sin ti posiblemente estaría perdida.
Su corazón se detuvo abruptamente, entreabriendo los labios ante esas palabras y sintiendo su piel arder con intensidad ¿qué era lo que había dicho? Fue en ese momento que fue consciente como su mano seguía sosteniendo la muñeca de la niña. Un nudo de mariposas se formó en su garganta, imposibilitando que dijera o pensara en otra cosa más que en el hecho de aquel contacto.
Abrumado por la situación soltó con dramatismo la unión entre sus manos y retrocedió un par de pasos. Intentó pensar en una respuesta agresiva que ofrecerle, pero no podía dejar de ver aquella sonrisa en su rostro, un ligero color en sus mejillas y esos ojos verdes por completo fijos en él, resplandeciendo con intensidad al decir esas palabras
¿Ella lo necesitaba? ¿Tenía tanto efecto en ella para determinar que estaría perdida sin él? Los latidos estridentes y descontrolados de su corazón no lo dejaban razonar con detenimiento, odiaba todo esto.
― ¿Quién te crees que eres...?―Soltó sin ningún sentido, sobrellevado por el huracán interior que lo atormentaba, incapaz de inhalar su boca con sus pensamientos.
Por lo que dio media vuelta, alejándose con pasos violentos del lugar y poniendo una gran distancia. ¿Quién se creía que era para decir algo como eso con gran facilidad? ¡Solo era una niña fea, un renacuajo y una tonta! Jamás volvería a ayudarla, ni siquiera sabía en primer lugar que era lo que le había pasado. Debía ignorarla y alejarse lo más que pudiera de ella. La odiaba, odiaba tanto como podía afectarlo tan sencillamente, moviendo todo su interior con una simple mirada. Odiaba como lo hacía sentir con mayor frecuencia y como en ocasiones, muy contadas se sentía vulnerable ante esos ojos resplandecientes verdes y esa tonta sonrisa que le dedicaba.
¿Acaso sabía la diferencia de estrato social que tenían? ¿Era consciente que era una plebeya en comparación? ¿Sabía la poca inteligencia que tenía? Damián Desmond lo tenía muy presente cada que la veía, si eso era cierto ¿Por qué parecía tener tanta influencia en su estado de ánimo y en sus desenfrenados latidos de su corazón que aún no se calmaban? Caminó más rápido, ofuscado con él mismo por no poder controlarse cuando se trataba de ella.
¿Quién se creía esa plebeya para alterarlo de esa forma con unas simples palabras?
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No pude contarme más para traer esta historia que ha estado rondando mi cabeza durante un par de semanas. Es sencilla pero un pequeño momento entre ellos no hace daño ~
Spy x Family me tiene muy mal, por lo que traigo esta colección de One-shot. Espero pronto traer el long-fic que estoy planeando Loid x Yor. Esperen muchas novedades de estas parejas ♡
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