Prólogo.
—La misión Family consiste en que hagas que un niño, es decir, tu hijo, entre en la Academia Yuei. Para que desde ahí se infiltre en la familia política Monoma.
Shoto Todoroki estaba sentado en el tren con un auricular solo escuchando la voz de su jefe que, desgraciadamente, era también su padre. Debió pensarlo dos veces antes de ingresar al negocio familiar pero bien, tenía un buen salario, vacaciones y los días libres que quisiera. Aparte, extrañamente era bueno en su trabajo y no tenía que ver a Enji directamente la mayoría de las ocasiones, solo contestar sus llamadas y responder afirmativamente a las misiones. Iba a tomar un sorbo de su café en lo que seguía escuchando sus indicaciones.
—Ah, también necesitarás una esposa.
El café del guapo hombre de cabello mitad rojo y mitad blanco salió de su boca en dirección a un pobre chico de secundaria, el cuál bajo la vista hasta sus pantalones manchados y le miro con una mezcla de odio y vergüenza que el bicolor sabía que tenía bien merecida. Sin pensarlo mucho, se paró de su asiento, saco su billetera y en lo que el chico soltaba protestas, le coloco un buen fajo de billetes. Entonces, el joven se calló la boca —bueno, la tenía abierta pero había dejado de hablar— mientras que él tuvo la oportunidad de bajarse. No era su parada pero no le importaba.
Enji se había quedado en silencio. Como si hubiera escuchado el alboroto. O como si supiera que tenía que escuchar lo que él quería decir en ese momento.
— ¿De dónde esperas que saque a una esposa y un niño, viejo? Ya lo primero era difícil, lo segundo me es imposible —se quejo, tapando el auricular con su mano derecha para que no se perdiera nada con el ruido de la calle y mirando hacia los lados para encontrar la salida de esa estación, quería un poco de aire fresco —Me dijiste que no sería tan complicado.
—No lo es. Solo adopta a algún mocoso y busca una mujer. Sencillo. Aparte, te hacen falta un par de citas.
Shoto quiso decir que había otra forma de conseguir citas pero entonces Enji le pediría que explicará las tantas citas que había tenido en su vida y él no quería responder lo que ambos sabían, que llevaba diecisiete años de su vida sin la más mínima experiencia romántica. Incluso el año pasado sus hermanos mayores intentaron organizarle un par de encuentros "causales" y él entro en tal pánico que acepto una misión fuera del país en Suecia. Sí, a ese punto llegaba su rechazo por las citas.
Carajo, ni podía definir si le gustaban hombres o mujeres. No podía tener una cita normal desde que a los trece años le empezó a dar igual si le dejaban más cartas de confesiones chicos o chicas.
—Me niego —soltó de forma directa —Busca a otra persona. Pídele a mis hermanos que lo hagan.
—No seas infantil, Shoto —le reprochó Enji —Tus hermanos están casados. No pueden hacer este tipo de misiones. Además, eres el mejor agente con el que cuento ahora para hacerla.
—Busca a otro —insistió el bicolor —Yo no...
Fue cuestión de un segundo. Había salido de la estación del tren al exterior, a una calle común con edificios y una panadería en frente, sin casas a la vista, por lo que tendría que ser una zona comercial o al menos, financiera. Estaba a menos de unos centímetros cuando lo vio, de uno de los edificios de la calle pegado a la salida de la estación donde él se encontraba, acababa de caer un joven de veinte tantos años, con el cabello tapado por una gorra y usando ropa deportiva negra, cargando en brazos a un menor de unos cinco o quizás tres años.
El joven cayó de una ventana a tres metros de altura con una elegancia y velocidad que no deberían ser posibles. Shoto quedó aturdido cuando lo vio y se congelo en el lugar, solo reaccionado cuando un par de hombres le golpearon en el hombro al pasarlo para ir a perseguir al chico.
— ¿Shoto? —se escucho la voz de Enji a través del auricular — ¿Sigues ahí?
—Te llamo luego —declaró, corto la comunicación sin escuchar la protesta de su progenitor y se puso en marca con el grupo de hombres que perseguían al jovencito y el niño.
Tenían la apariencia de los comunes pandilleros y entre algunas de las palabras que el bicolor logro escuchar, se encontraban la de "embustero", "tramposo", "cartas". Le pareció posible que el joven y el niño, de alguna forma, hubieran estafado a los pandilleros en un juego de cartas —quizás por una gran suma de dinero, eso explicaría porque estaban tan enojados— y cómo fueron descubiertos, ahora no les quedaba de otra que huir. Sí, le pareció un análisis posible. Por lo tanto, mientras perseguía junto con los demás a los chicos empezó a hacer dos llamadas. La primera, a la policía local. La segunda, a su hermana Fuyumi, que estaba de infiltrada ahí y haría un trabajo más rápido.
Shoto tuvo que leer un par de carteles en la calle para ubicarse y pasarle bien a su hermana la dirección. No entendía porqué motivo el joven se metía más y más en callejones oscuros y aislados, ¿acaso creía que de esa forma podría perder a los pandilleros? El pobre estaba muy equivocado. Solo los guiaría hasta un lugar más cómodo para que le dieran una paliza. Se sintió aliviado de haberlos seguido. Estaban llegando al final de un callejón cuando el joven bajo al niño al suelo y lo puso detrás de su espalda.
Los pandilleros no notaron que se había colado en su grupo. Parecían más interesados en cobrarle le dinero al joven, el cuál se cruzó de brazos con un aire engreído que no iba con la situación y les habló en un tono desafiante.
— ¿Quieren su puto dinero? Pues, intenten quitarmelo.
El joven se puso en una posición defensiva y cuando estaba por pelear con el primer pandillero, el sonido de las sirenas de policía hizo que en todo el grupo se pusiera en pánico e intentará salir del lugar. Sin embargo, era demasiado estrecho, por lo que todos acabaron siendo arrestados.
Un policía se estaba acercando al joven, por lo que Shoto se adelantó y le informo al chico que él se encargaba. Menciono a su hermana mayor y fue suficiente para que el oficial no hiciera preguntas, se apartó para seguir con los demás. Entonces, él quedó finalmente delante del joven que salto del edificio hacia menos de unos minutos.
El joven seguía con la gorra puesta y tenía el niño agarrado de su pierna. El niño era lindo, tenía pecas y ojos esmeralda, parecía haber estado llorando por lo hinchados que tenía sus ojitos y su ropa era de color azul, junto con una capa roja. No le miraba directamente, ladeaba la cabeza por el costado de la pierna del joven y se mantenía alerta.
Shoto quiso decirle que no tenía intenciones de hacerle daño. Pero el niño lucía igual asustado, por lo que no lo intento.
—Me llamo Shoto Todoroki, he llamado a la policía al ver cómo eras perseguido —se presentó con el joven — ¿Estás herido?
—No, para nada —negó el joven, la gorra le tapaba los ojos, así que ni siquiera podía verle bien el rostro.
—Que bueno. Me sorprendió el verte saltar del edificio —mencionó y el joven se encogió de hombros, como si no fuera la gran cosa.
Shoto no supo cómo continuar la conversación, el joven no parecía tener ganas de hablarle y él ni sabía porqué eligió involucrarse en todo ese asunto. Es decir, el chico literalmente cayó del cielo y sobrevivió. No tenía porqué meterse en sus asuntos y ahora que por fin se daba cuenta que hasta llamo a Fuyumi para que le ayudará, se sintió inquieto e incómodo.
Fue entonces que el pequeño niño se mordió los labios y tiró del pantalón del joven, el cuál se agachó y escucho lo que le susurraba al oído. Al bicolor le pareció escuchar que gruñía algo pero no le comprendió. De todos modos, cuando el joven alzó la cabeza se quitó la gorra delante suyo, revelando su cabello cenizo, ojos rojos y atractivo rostro.
Shoto volvió a pensar si en verdad tenía veinte y tantos. Parecía incluso más joven. Quizás tuviera diecisiete o dieciocho.
El niño volvió a tirar del pantalón del joven, el cuál frunció el ceño pero igualmente se agachó para escuchar lo que le decía. Luego, con una ligera mueca y mirándolo a él, se paró derecho. Tenían una gran diferencia de altura, al menos unos diez centímetros y el chico era delgado aunque con músculos.
—Gracias por la ayuda. Me llamo Bakugou Katsuki —se presentó el joven —Tengo veintitrés.
—Oh, lo creía más joven —comentó el más alto.
—Sí, la mayoría cree lo mismo —bufo el cenizo y dándole una mirada al niño que le observaba, suspiro y agrego —A modo de agradecimiento por ayudarme, ¿quiere que le invite un café? Conozco un buen lugar. Pero si no quiere, está bien.
A Shoto le pareció que Katsuki Bakugou quería que se negará pero acepto. Y mientras iba con el joven y el niño, se preguntó si podría lograr que su padre cambiará uno de los requisitos de la misión Family.
Empezaba a creer que prefería un esposo que un esposa.
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