Capítulo Tercero

Jungkook entró en su departamento caminando con dificultad. Fue al refrigerador, tomó un jugo y se dejó caer en el sofá. Enseguida marcó el número de Jimin y le explicó calmadamente todo lo sucedido. Luego de asegurarle por milésima vez, que todo estaba bien y que se verían en clases al día siguiente, colgó. Le dolía el pie, pero aún no podía tomar un nuevo analgésico. Sacó de su bolsillo la tarjeta que su atropellador le había dado y anotó el número de teléfono en su celular. Sólo esperaba que el señor Kim, cumpliera su palabra y fuera a buscarlo. Sonrió. Estaba un poco sorprendido de su comportamiento. Era verdad, el odiaba usar taxis y Uber, pero pedirle a un perfecto desconocido que se hiciera cargo de él tampoco era algo muy común. Simplemente había sentido la necesidad de tener a ese hombre en su vida. Había algo tan extraño en él. Se imaginó que era como esas caricaturas, donde siempre al personaje le llovía encima y la nube lo perseguía hacia donde fuera. Kim Seokjin parecía tener su propio invierno sobre él. Pensó que sería por su viudez. Pero había dicho ¿seis años? Eso era bastante tiempo. Su abuelo que había enviudado hacía cuatro años, sobrellevaba bastante bien el haber perdido a su pareja de toda la vida. No era el hombre más alegre del mundo, pero tampoco vivía en la amargura.

Estaba cansado y hambriento. Se calentó ramen y luego fue a dormir, pensando cómo podría ducharse en la mañana.

Al día siguiente, Seokjin despertó asustado. No había sentido la alarma. Miró su celular y eran las cinco y media. La había puesto a las seis.

Decidió que era mejor levantarse y no correr el riesgo de volver a dormirse. Era rara la sensación que tenía. Ese extraño chico que había conocido ayer, lo había envuelto en su meñique y ahora estaba en esta situación, de ser su medio de transporte. Sin embargo, sonrió mientras se servía el café y una vez más se sorprendió de lo que Jungkook había logrado. Había sido su primer pensamiento del día. En seis años siempre había sido Jisoo...

Subió al auto y vio el mensaje de un número desconocido.

Numero desconocido 
Buenoooos díaaaaas Hyung!!! Espero que esté viniendo por mí

Seokjin-Hyung
 Buenos días, Jungkook. Ya voy por ti. Avisa al portero por favor.

Número desconocido
 No se preocupe de eso hyung... lo estaré esperando

Cuando se identificó en la entrada, el portero lo hizo pasar. Ahí en el estacionamiento de visitas, lo esperaba el chico, con su cabello mojado, su mochila y al menos cinco libros, tratando de hacer equilibrio con su pie embotado. Rápidamente bajó del auto, para ayudarlo.

—¿Por qué no me esperaste en el departamento? Te habría ayudado.

—Gracias hyung, pero debo acostumbrarme a caminar con esto. No sabe todo lo que tuve que hacer para ducharme hoy.

Jungkook comenzó a relatarle a Seokjin todas sus desventuras de la ducha y reía mucho. Tanto que él también terminó riendo. Realmente era muy gracioso y chispeante. Por primera vez en muchos años, sintió una calidez interior. No por el clima, sino más bien una sensación de bienestar. Era como si el sol de primavera quisiera colarse en ese frío invierno que era su vida. Y se sintió bien. Tanto que se asustó. Él no merecía eso. La sonrisa entonces desapareció de su rostro y se quedó en silencio.

—¿Usted no escucha música? —el silencio interrumpido por la voz de Jungkook, quien pensaba que, si no iban a hablar, al menos deberían escuchar algo.

—No.

—Pero...a todos les gusta la música...cualquiera sea. A mí por ejemplo...soy fans de BTS... ¿Los conoce?

—Todo Corea conoce a esos chicos Jungkook, pero yo no los escucho. Es música para adolescentes.

—¡Que equivocado está hyung! Su música es universal. Yo soy ARMY y hay gente de todas las edades que los sig...

—A mí no me interesa.

—Ya veo...pues debería escucharlos...hacen bien para el alma.

Seokjin se rio. Ya había escuchado a su cuñada Hani, hablar sobre esos chicos...y había ocupado las mismas palabras. Como si escuchar música pudiera cambiar la vida. Se dio cuenta que Jungkook seguía hablando.

—Yo tengo un crush con el mayor del grupo...Dean... ¿lo conoce? Es precioso, y tiene una voz...maravillosa..., pero también me gusta otro artista. Se llama Agust D. Él ha hecho canciones sobre la depresión y la...

Estaban en un semáforo y próximos a la universidad de Jungkook. Seokjin ya estaba perdiendo la paciencia con el joven. No necesitaba escuchar nada de eso.

—Mira chico, no quiero ser pesado, pero no me interesa. Si accedí a llevarte todas las mañanas es porque me siento obligado. Pero no quiero saber de tus gustos, ni nada...

—¿Es porque soy gay? ¿es por eso verdad? —Jungkook comenzaba a hacer un puchero con sus labios y a mirar con pena a Seokjin, quien se sintió mal, por esto.

—¡Claro que no es porque seas gay! No me interesa con quien te acuestas o si te gustan los hombres o mujeres. No me interesan las relaciones sociales ¿entiendes? Yo no quiero hacer lazos de amistad con nadie. Además, tú y yo no tenemos nada en común.

—Es porque soy gay. Estoy seguro. Usted me odia por eso y por tener que llevarme a la universidad. ¡Pero usted tuvo la culpa por atropellarme!

—Jungkook ¡no es porque seas gay y no te odio! Te dije, me iré de viaje y no voy a volver...después de estos quince días no volveremos a vernos. No es necesario crear ningún lazo.

Habían llegado. Jungkook permanecía en silencio y aún con el puchero en su boca. Habló con el guardia, quien le permitió entrar, pues sabía quién era. Era famoso por sus dotes atléticas. Seokjin entró al campus y finalmente lo dejó muy cerca de la entrada, para que no tuviera que caminar tanto.

—Te veo mañana—fue todo lo que le dijo.

—¿No me va a preguntar cómo me iré de vuelta?

—Lo siento, debo ir a la oficina. Ya te dije que no te puedo venir a buscar. Te dejaré dinero para un taxi...

—¡Aish! Usted sí que no escucha, ¡NO VOY A TOMAR NINGUN TAXI! Ya veré como me voy. Seguro que los VMin me pueden llevar...

—¿VMin? —preguntó intrigado.

—V y Jimin, mis amigos. Taehyung pinta y su nombre artístico es Vante. Como son parejas yo los llamo VMin...

—Te veré mañana Jungkook—Y sin decir más, se fue.

Seokjin estaba muy confundido. Desde que Jisoo había muerto, nadie había entrado en su vida. Él no lo había permitido. Ni siquiera una amante ocasional. Tal como todo lo demás en su vida, el sexo había perdido interés para él. A veces su cuerpo le exigía un desahogo y el simplemente se masturbaba sin pensar en nada o en nadie. Y qué decir del resto de sus relaciones. Se había alejado de todo y todos. Namjoon y su perfecta familia, Sandeul y sus consejos interminables, sus padres, todo. Y ahora aparecía este chico, que parecía querer colarse en cada una de las capas que, en estos años, él había construido. Que hablaba sin parar y que parecía a la vez con las emociones a flor de piel. Trató de pensar cómo era él a los veintidós años y se dio cuenta, que era parecido a Jungkook. Alegre, inquieto, estudioso y enamorado. Muy enamorado de Jisoo.

Cuando llegó a su oficina, su hermano se sorprendió de verlo llegar a la hora. Más aún, lucía...diferente. Afeitado, arreglado y sin esa aurea de trasnoche que cargaba siempre.

—Buenos días querido Seokjinnie, ¿dormiste bien?

Seokjin miró a su hermano. Sabía que el amor de Namjoon por él era incondicional. Él también lo quería muchísimo. Pero se sentía tan miserable, que era incapaz de demostrarle ese amor.

—Nunca duermo bien hyung. Pero no te preocupes, estoy bien. Hoy tuve que llevar al chico ese...el que casi atropello.

—Es verdad...debe ser un muchacho muy convincente, si accediste a eso.

—En realidad lo es. Jungkook es un poco raro..., pero se ve que es un buen chico. Voy a ayudarlo. No sé porque odia los taxis..., pero quien soy yo para juzgar. En fin ¿Qué tenemos para hoy?

Namjoon se quedó intrigado. Una persona había llegado a la vida de su hermano de manera inesperada. Sentía mucha curiosidad por conocer al tal Jungkook.

Constantemente había intentado que Seokjin conociera a nuevas personas, pero él se negaba. Menos todavía alguna mujer. Por eso era extraño que un muchacho, casi un adolescente, lo hubiese convencido tan fácilmente.

Estuvieron viendo los casos que tenían en carpeta. Seokjin se especializaba en juicios de negligencia y ya había ganado a corporaciones muy importantes suculentas indemnizaciones para sus clientes y que, a la vez, les había reportado grandes sumas de dinero a la oficina.

Luego de discutir las estrategias legales, Namjoon se iba a retirar, cuando una pregunta de Seokjin le sorprendió todavía más.

—Nam-hyung...—Éste se detuvo y miró a su hermano—¿A ti y a Hani, le gustan esos chicos...BTS? —Namjoon frunció el ceño sin entender hacia donde iba la pregunta de su hermano—Me preguntaba si tienes algún CD de ellos.

—Puedes descargar su música de...

—Lo sé, lo sé...pero no ocupo esas aplicaciones. Ya sabes...me quede en el pasado. Por eso me preguntaba si tenías un CD...

—Causalmente tengo uno antiguo en mi oficina... ¿quieres que te lo preste? Y puedo preguntar el interés repentino.

—Curiosidad, es sólo curiosidad... ¿Entonces me lo prestas?

Namjoon no quiso hacer más preguntas. No al menos por ahora y fue hasta su oficina para buscar el dichoso CD.

—Cuídalo. Los valoro mucho—un CD con un globo aerostático en la portada le era extendido—es antiguo, pero te aseguro que te va a encantar.

Seokjin le dio una mueca, y lo guardó. Mientras su hermano salía de su oficina, pensaba en que estaría haciendo Jungkook en ese momento...

Y la verdad era, que estaba en una entretenidísima clase de Producción Digital. Junto a Tae y Jimin trabajaban en su proyecto digital, con el que participarían en el concurso que la Facultad había organizado para estudiantes de tercer año de la carrera. ¿El premio? Mostrar su trabajo en la próxima Bienal de arquitectura, que se desarrollaría en Seúl en un par de meses más.

—Bueno, alumnos, la próxima semana se publicarán los resultados. Los animo entonces a trabajar duro, para estar en esa Bienal. Los ayudaría mucho profesionalmente.

Ellos lo sabían. Por eso se estaban esforzando mucho. Lo mejor, era que los tres se complementaban perfectamente. Taehyung era creativo y ponía el toque artístico. Jimin era práctico y su mente abierta los ayudaba a ordenar el diseño. Y Jungkook era el ejecutor. Brillante, y talentoso.

—Entonces, háblanos más de tu atropellador. Dijiste que era un señor mayor.

—Bueno no tan mayor, tiene treinta y cinco años. Pero no lo sé...tiene algo tan extraño. Una tristeza que me provoca... ¿cómo decirlo? Frio...

—¡Tal vez es un fantasma! —bromeó Taehyung.

—No seas tonto..., hablo en serio. Es como si la tristeza estuviera sobre él...cómo si llevara un gran peso.

—Tengo una idea. Dijiste que era abogado. Vamos a buscar en Naver que encontramos de él. Tenemos un rato largo, antes de las siguientes clases, luego de almuerzo.

Jungkook estuvo de acuerdo. Además, sus amigos, ya le habían asegurado, que después lo llevarían a casa.

Seokjin tenía tres casos activos que debía revisar. Sin embargo, ahí estaba buscando los MV de BTS. Y buscando quien era el mayor del grupo. El tal "Dean" por el cual Jungkook le había dicho que tenía un crush. Cuando lo encontró, sonrió. Era un chico guapo. Y a sus ojos heterosexuales, el más bonito de los siete.

—¿Ya hiciste la apelación del caso Lee? —Sandeul entraba a su oficina y el rápidamente cerró todas las ventanas de lo que estaba viendo.

—En eso estaba. Aún me faltan algunos datos.

Su amigo lo miró. Estaba nervioso. Quizá miraba pornografía, pensó. Aunque jamás lo había descubierto en algo así. Ni siquiera cuando eran adolescentes. Seokjin estaba rojo y nervioso.

—¿Te interrumpí o algo?

—No, sólo estaba investigando sobre algo que Jungkook me dijo hoy.

—¿Jungkook es el chico que atropellase? Namjoon me contó lo que te pasó.

—Sí, pero no lo atropellé. Sólo lo tope con el auto. Pero tiene una bota. Estudia arquitectura, no puede andar en autobús o taxis entonces...yo lo estoy llevando. Es lo menos que puedo hacer por él.

—Que chico tan extraño. ¿Y qué mirabas?

—Nada Sandeul, hablemos del caso Lee, en dos días es la apelación y voy a sacarles suficientes wones a esos bastardos.

Su amigo no quiso preguntar nada más. Por un momento pensó que Seokjin se había quitado esa mascara que cargaba, pero volvió a su rostro frío y sin emociones.

Ya era mediodía y lentamente el trío de amigos iba a la cafetería. Jungkook se sentó junto a Jimin, mientras Tae pedía los almuerzos.

Jimin sacó su laptop, para realizar la famosa búsqueda. De quien era Kim Seokjin. En ese momento, su novio le hizo una seña, para que lo ayudara con las bandejas. Comieron, mientras hablaban del próximo concurso y de cómo el entrenador de Kook casi se había desmayado al ver a su estrella con el pie esguinzado. Una vez terminaron, los tres salieron y buscaron un acogedor árbol donde con cuidado se acomodaron y comenzaron la búsqueda. Estaban haciendo bromas sobre lo que podrían encontrar. Pero pronto la sonrisa del rostro de Jimin se fue.

—¡Dios! ¡Ahora entiendo porque dices que ese hombre parece triste todo el tiempo! Mira Kookie...

Jungkook comenzó a mirar y a entrar en cada enlace. Claro que había mucha información de Seokjin. Solo que, junto con su nombre, también estaban las palabras "tragedia" "Ferry Sewol" "esposa muere ahogada" "abogado viudo logra importante triunfo"

Jungkook abrió sus ojos y estos se llenaron de lágrimas. Era demasiado triste, demasiado dolor. Le entregó la laptop a su amigo y le pidió que leyera. Él no podía.

—Bueno aquí básicamente lo que dice es que su esposa se llamaba Kim Jisoo. Era maestra en la Secundaria Danwon. Su cuerpo no fue encontrado. Kim Seokjin era su esposo. Él fue uno de los abogados querellantes que posteriormente permitió llevar a la cárcel a los culpables.

Jungkook podía entender. El dolor de ese hombre debía ser muy fuerte. Perder así a su mujer...Miró a sus amigos que también estaban conmovidos. Recordaban todo. Ningún coreano podía sacar de su cabeza esa tragedia. Los chicos que habían muerto tenían su edad.

Dieciseises, diecisiete años. Podía ponerse en su lugar. Ahora entendía por qué Seokjin estaba tan triste. Aun cuando había pasado tanto tiempo...seguramente él la había amado mucho...

De pronto, Jungkook tuvo una epifanía. Ahora sabía a donde Seokjin quería ir de viaje...era un lugar al que él también una vez había querido ir. Un lugar que servía para acabar con el dolor y la desesperación. Y lo supo. Supo que las palabras de su madre se habían cumplido. Recordaba aquel dialogo, hacía ya casi quince años.

¿Cómo voy a devolver todo este amor que me das? —preguntó aún con lágrimas a su madre. Ella lo miró con todo su amor y lo abrazó.

—Las personas van y vienen en nuestra vida Kookie...hay algunas en este mundo que vagan por un constante invierno, que llevan dolor y tristeza. Y tú pequeño...podrías convertirte para alguna de ellas en su día de primavera. Tú te llevarás el frío y con tu amor le darás la luz que necesite.

Jungkook lo había encontrado. Había encontrado al invierno y ahora tendría catorce días para derrotarlo.

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