Capítulo Décimo Sexto

Jungkook entró en su edificio y en vez de subir directo a su piso, fue hasta la recepción, para comprobar si había recibido alguna correspondencia. Su madre le iba a enviar un libro de su primer año en la universidad que ahora lo volvería a necesitar. Se acercó al señor Lee, que estaba bastante atareado, agachado revisando unas cajas.

—Buenas tardes, señor Lee, quería saber si llegó un paquete para mí.

—Jungkook-ah, buenas tardes. Lo siento, sé que llegó algo para ti y lo iba a poner en tu casilla, cuando llegaron todas estas cajas. Déjame ver donde lo puse y yo mismo te lo llevaré al departamento.

Jungkook asintió. Tampoco era tan importante. No tenía cabeza en ese momento para estudiar, pero pensó que hubiese sido una buena forma de distraerse y dejar de pensar en Seokjin. De todas maneras, iba a preparar un bolso, para viajar a Busan. Iba a ir en tren, pues no se sentía con ánimos de manejar. No le había avisado a su familia, pues no quería preguntas incomodas, ya las contestaría cuando llegara allá. Estaba seguro, que su hermano estaría muy disgustado, que su madre simplemente lo abrazaría y su padre haría todas esas preguntas que él no se sentía preparado para contestar.

Entró a su departamento y simplemente se dejó caer unos minutos sobre la cama. Estaba cansado. Rememorar los momentos tristes de su infancia nunca le gustaba. Y no es que él anduviera contándole a todo el mundo. Sólo lo sabían Jimin y Taehyung y su familia.

Jungkook consideraba que era un hecho superado. Una lección dura que lo había fortalecido y convertido en la persona que hoy era. Y si bien, el reencuentro con Choi, lo había alterado, al punto de no volver a tomar un taxi, desde hace meses, sus pensamientos estaban ocupados plenamente por Kim Seokjin.

Trataba de ponerse en su lugar. Lo había escuchado. Su dolor y su culpa por haber empujado a su esposa a ir a ese viaje, "porque no la soportaba". Imaginaba que, en una situación similar, él también tendría sentimientos de culpabilidad. Pero también entendía que no había sido intención de Jin, que ella jamás volviera o que muriera de esa manera tan trágica. Pensaba en todos los padres que ese día sacaron a sus hijos a patadas de la cama, para ir a ese viaje, sin saber que jamás volverían. Ninguno de ellos era culpable. Lo eran los dueños de la Naviera, el capitán y los que dirigieron el rescate. Ni Seokjin, ni esos padres, ni las víctimas. Aun así, podía entenderlo, pues su culpa se relacionaba también con el hecho que no la amaba.

Había salido de la casa de Seokjin, porque necesitaba estar solo para recomponerse de todo lo vivido en las últimas veinticuatro horas. Y porque había dejado en manos de su ¿novio? la decisión sobre el curso de su relación.

Sobre esto último no estaba seguro que pasaría. Tal vez, Jin necesitaría unos días. Por eso prefería darle el espacio e irse a Busan. Caminó hacia la ducha. Necesitaba sacarse la resaca y descansar. Sería una noche larga para él.

Seokjin, por su parte se había quedado casi sin respirar cuando vio a Jungkook salir de su departamento. La historia de su niñez lo había impactado. El día que lo conoció, lo que más le había impresionado, era la sonrisa de Kook, su manera espontánea de hablar sin tapujos y sin filtro y su divertida presentación. ¿Quién siquiera podría imaginar que un joven tan lleno de vida podría haber sufrido esa tortura física y psicológica por dos años? Por lo tanto, era una lección para él. "El adulto", el que se ufanaba de ser el "mayor" en su noviazgo. Jungkook era un hombre maduro, más allá de todas sus adorables niñerías. Debía dejar atrás su autocompasión, su tortura y su culpa. Miró su reloj. Su cabeza ya se había despejado lo suficiente. Sacó algo de ropa y la puso en un bolso. Tomó su billetera y las llaves de su auto. Miró su casa y sintió como si fuera la última vez que estaría ahí, pero antes llamó a su hermano.

Eran cerca de las seis, cuando Seokjin llegó a la casa de Namjoon. Una preocupada Hani, lo recibió.

—Ya están todos aquí. ¿qué pasa Seokjin? Estamos tan preocupados—. Hani realmente lo estaba. Su esposo le había contado los últimos acontecimientos y hacía unas horas atrás, Seokjin les había pedido que todos sus amigos se reunieran ahí. Cuando entró a la sala, estaban Sandeul, Jackson y Namjoon. Las esposas de cada uno también.

Seokjin nunca había querido enfrentar a su viejo grupo de amistad. Miró a cada uno y lo que representaban. Era cierto, Taeyeon y Yoona se habían incorporado al grupo cuando ya finalizaban la universidad, pero, aun así, Seokjin las quería mucho y confiaba en ellas. Siempre se habían apoyado los unos a los otros. Había sido él, quien se había alejado, luego de la muerte de Jisoo.

—Gracias a todos por venir. Tengo algo importante que decirles y necesito además de su apoyo.

Seokjin entonces, contó todo lo que había callado por más de seis años. Las dificultades de su matrimonio, la ruptura, la tragedia y la culpa. Ellos escucharon, sin interrumpirlo. Ninguno dijo palabras cursis o de compasión. Y eso lo agradeció. Al fin había soltado aquel peso y ahora se sentía más liberado.

—Solo quiero que sepan, que si estoy aquí hoy es por Jungkook. Él me ha enseñado a ser valiente y a enfrentar mi pasado, lo que fui y lo que soy. Fue él quien logró que viera un poco de luz en medio de toda la oscuridad que yo mismo fabriqué. Pero no sé si merezco tenerlo, no sé si él me va a recibir o aceptar...

—Seokjin, estoy más que segura que Jungkook te quieres mucho, y que desea ayudarte—Hani, estaba convencida de sus palabras.

Él quería con toda su alma creerlo y estaba dispuesto a luchar por conseguirlo, pero antes, debía hacer algo más.

Una hora más tarde, salía satisfecho de la casa de su hermano. Al fin había podido pedirles perdón por su silencio de años y ellos no habían suavizado sus palabras, pero tampoco lo habían condenado.

Jungkook estaba algo triste. Había creído que Seokjin lo llamaría. Tenía su bolso listo, pues esperaba salir temprano. Ya había hablado con Jimin y Tae. Sólo serían cuatro días, que perdería de clases. Luego tomaría una decisión sobre qué hacer con su vida. Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando sintió el timbre de su departamento. Seguro era el señor Lee que había encontrado su libro.

Abrió la puerta, esperando encontrar al buen hombre ahí, pero grande fue su sorpresa, cuando fue empujado con fuerza dentro de su departamento y pegado a la pared.

—¡Tú no vas a ninguna parte! —. La boca de Seokjin estaba sobre la suya sin que pudiera siquiera haber reaccionado. Lo besaba con alevosía, mordiendo sus labios, chupando su lengua, gimiendo sobre él. Todavía aprisionado conta la pared. Seokjin le sostenía los brazos pegados a ella, mientras su pierna derecha estaba metida entre las de él. El beso era apasionado, caliente. Jamás lo habían besado así. Jamás había sentido sus labios hormiguear de esa forma. Seokjin entonces soltó su boca y lo miró. Había en su mirada lujuria, deseo y pasión, pero por sobre todo algo que Jungkook hasta ahora no había visto.

—¡Te amo Jungkook!, ¡Te amo tanto mocoso irritante! —Y lo volvió a besar. Jungkook no entendía, pero se sentía feliz. Seokjin le soltó los brazos y al fin pudo abrazar esa espalda ancha y estrechar la pequeña cintura de su Jinnie.

Seokjin le sacó la camiseta que llevaba y siguió besándolo y mordisqueando sus pezones, mientras lo empujaba al dormitorio.

—Jinnie... ¿cariño? —Pero Jinnie, cariño no quería escuchar. Él todo lo que quería era consumar ese amor que salía a borbotones de su corazón, de su cuerpo, de su alma. Amaba, como nunca había amado y quería demostrárselo de todas las formas posibles.

Seokjin lo lanzó a la cama y le sacó de un golpe los pantalones de chándal y el bóxer. Jungkook, naturalmente estaba erecto. Toda esa sexualidad que exudaba Seokjin lo tenían vuelto loco.

—¿Quieres chuparme Jinnie? ¿Eso es lo que quieres? —preguntó, ya dentro del juego del contrario.

—No sólo quiero chuparte, tú me la vas a chupar a mí y luego te voy a follar ese culo que debe estar apretado para mí—Jungkook abrió sus ojos y miró a Seokjin cuando dijo eso. Jamás le había oído hablar sucio. Al contrario, siempre estaba tímido en la cama, sin saber mucho que hacer y asustado de fallarle. Y ahora...ni siquiera estaba ruborizado, mientras le hablaba de esa forma.

—Entonces hazlo...—fue la invitación del menor y que Jin no iba a desaprovechar. Se sacó la ropa y se lanzó al cuerpo varonil y perfecto de Jungkook. Besó su cara, su mandíbula, detrás de su oreja, su zona erógena. Vio como el pene de Kook saltó y como los pezones se endurecieron. Fue tras ellos y los mordió, los chupó, paso su lengua, para luego meterla hasta la garganta del pobre chico que lo único que atinaba hacer era gemir e intentar tocar su miembro adolorido de lo duro que estaba.

—Déjame a mi Jungkookie...—Y Seokjin entonces, se lanzó a lamer, chupar y lamer y chupar una y otra vez el largo pene de Kook. Le encantaba. Era perfecto, Su sabor, su olor masculino, el presemen saliendo de esa pequeña hendidura. Pasó su lengua por ahí y Jungkook sintió que sus testículos se apretaban.

—Jinnie, me voy a correr...

—Eso es lo que quiero ver, Kookie, quiero ver tu cara gimiendo por el orgasmo que te daré con esta boca...—se metió aún más dentro el pene de Jungkook, quien entre las palabras sucias y la lengua de Seokjin no aguantó más y se vino dentro de su boca. Estaba agotado..., su respiración todavía no se regularizaba, pero ahí estaba Jin, duro, mirándolo. Rápidamente tomó sus brazos y le dio vuelta para estar ahora él sobre el cuerpo del mayor.

—¿Por dónde empiezo Jin?, tal vez mordisqueando esa boca sensual, que me fascinó desde que te conocí—se lanzó entonces a besar los adorables y sensuales labios que le encantaban. Luego besó esa preciosa manzana de adán, tan marcada, tan deseable, las clavículas de esos anchos hombros, los duros pezones. Hasta que llegó al pene erecto, rojo e hinchado, esperando ser atendido.

Seokjin cerró sus ojos y se dejó llevar. Pro primera vez se relajó completamente y se dejó chupar y lamer por su precioso mocoso. Pero Jungkook no sólo lamió su miembro, también sus testículos e incluso pasó su lengua por su entrada. Fue una sensación nueva, pero que le gustó mucho. Le encantaba la dualidad de Jungkook en la cama. Podía ser un sumiso cachorro, dejándose tocar por Jin, pero también un dominante alfa que sabía lo que quería.

Jungkook seguía follando con su boca su miembro. Entonces se dio cuenta de las intenciones del menor. Obviamente que se viniera como era el sexo entre ellos. Pero esta vez no. No sería así.

—Detente Jungkook—Un sonoro "pop" sonó cuando dejó de chupar el pene de Jin. No entendía.

—¿No te gusta? —preguntó preocupado.

—No voy a terminar en tu boca. Quiero más, Jungkook. Te dije que voy a follar ese agujero tuyo y es exactamente, lo que voy a tomar.

Jungkook, por primera vez, quizás desde su primera vez de hecho, se puso colorado y nervioso. ¿Jin lo iba a follar? Antes de que pudiera seguir pensando, Jin lo había tomado en un nuevo beso abrazador y caliente.

Seokjin se movió al cajón de Kook y encontró lo que necesitaba. Lubricante y condón. Sabía que el menor los guardaba, esperando que algún día ellos avanzaran...

—Lo que más deseo en el mundo es meterme dentro de ti. Te dije que te follaría, pero es más que eso. Sabes que es cursi decirlo, pero te voy a hacer el amor. No sé si voy a ser suave, pero quiero que te sientas bien, amado y deseado, porque es exactamente lo que siento por ti.

Mientras le decía todas esas palabras bonitas, ya había metido dos dedos en el apretado ano de Jungkook. No es que el chico fuera virgen, pero había pasado un buen tiempo desde su última vez.

—Me encanta que estés apretado. Es una sensación mucho más caliente de lo que pensé. Eres tan bonito Jungkook.

El chico seguía mirando a Seokjin y tocando su pene, mientras era preparado y estirado. Seokjin hizo tijeras y se sintió realmente bien. Se había endurecido de nuevo y estaba ansioso de recibir a Jin.

—Vamos, ya no más preparación. Dijiste que ibas a follarme y eso es lo que estoy esperando.

—¿Mi lindo conejito está impaciente?, no sabía que te gustaba rogar Kookie—Pasó su lengua por sus hinchados y húmedos labios— Entonces, aquí voy, sólo dime si todo está bien.

A pesar del ardor inicial, estaba demasiado bien. Seokjin se hundía suavemente dentro suyo y al fin, podía sentir ese bello pene que había visto pro primera vez hace meses atrás y del cual había probado su
exquisito sabor. Pero ahora era distinto, Seokjin estaba sobre él y el roce de su cuerpo mientras empujaba dentro de él, masturbaba su pene. El presemen manchaba su vientre y el de Seokjin. Sus cuerpos estaban pegajosos y húmedos, pero era maravilloso.

Jadeando, Jungkook enredó sus piernas alrededor del cuerpo de Jin, para permitirle mayor acceso y profundidad. Era increíblemente placentero, sentirlo al fin dentro. Estar unidos en ese acto físico, sexual, casi primitivo, pero que, en el fondo, entendía, él era la declaración máxima de amor de Seokjin. La confianza de entregar por primera vez su cuerpo a un hombre. Jin mordía su oreja, gemía y él no pudo evitar tampoco gemir, cuando tocó su próstata.

—¿Ahí es bebé? ¿Ese es tu punto dulce? Entonces lo voy a golpear una y otra vez—Seokjin no estaba bromeando. Comenzó a embestirlo con rudeza sobre ese punto y Jungkook sintió como sus bolas se apretaban, los dedos de sus pies contrayendose, su pene siendo tocado por el vientre de Seokjin. Entonces sucedió. El orgasmo. La liberación, ver el semen saltar sobre su abdomen. Cálido, potente. Los ojos de Jin estaban vidriosos. Lo vio arrodillarse en la cama, levantarle las piernas y hundirse todavía más. Cuando Seokjin se vino, el grito de placer debe haberse escuchado en todo el piso. A ninguno le importó. Era perfecto.

Seokjin se levantó, se sacó el condón y fue al baño. Volvió con una toalla, para limpiar a Jungkook. Éste todavía sintió como su cuerpo temblaba por el placer y estaba respirando agitado. Había sido un gran momento, su momento.

—¿Tú tomaste algo? —le pregunto con una sonrisa de burla.

—¡Mocoso atrevido! ¡¿Cómo te atreves a preguntarme algo así?! ¡por supuesto que no! Tengo treinta y cinco, no cincuenta. Además, no necesito una pastilla para excitarme contigo. Simplemente me relajé y me dejé llevar. ¡¡Y debo decir...que fue...uf!! Kookie...eres magnifico...

—Tú también lo eres..., mírame, estoy agotado, sudado y muy bien follado.

Seokjin lo besó. La verdad era que siempre encontró bonito a Jungkook. Le gustaba su sonrisa, su pelo, que ahora estaba más largo y caía sobre su rostro. Amaba sus labios y ese pequeño lunar en su cuello. Amaba también el lunar sobre su ingle. El quería chuparlo en todo momento.

—Sé que entré como un huracán y que no te di tiempo de reaccionar. Ahora con más calma, quiero repetir lo que dije al entrar aquí. Te amo Jungkook.

Seguramente el sexo lo había dejado muy débil, pues sus ojos se llenaron de lágrimas. Algo había cambiado en Seokjin. Y era hermoso. Sus ojos brillaban, y su sonrisa...su sonrisa era tan bonita. Lo miraba serio, luego de decir aquellas palabras.

—Yo también te amo. Algo sucedió, ¿Qué es?

—Todo lo que me contaste sobre ti...no tuve tiempo de decirte nada...pero realmente me di cuenta que estaba equivocado. Que no puedo huir, ni hundirme en la culpa o la pena. Quiero ser valiente y fuerte como tú. Y es increíble que un bebé llorón me lo haya hecho notar.

—Tonto...—lo golpeó suavemente—no soy un bebé llorón.

—Le tengo miedo a las agujas...no me dejes—Seokjin usó un tono burlón, para recordarle su comportamiento en la clínica, el día que se conocieron.

—Así fue como te enamoraste—Le replicó Jungkook.

—No puedo negarlo..., me enamoraste en cada viaje, con todas tus preguntas incómodas, con tu amor por la música.

—Y mi amor por Dean...

—¿Por qué tienes que mencionar a ese chico, justo ahora?

—Te amo, te amo—Jungkook se abalanzaba sobre Seokjin, para llenarlo de besos y chupones por todo el cuerpo. El mayor se reía y lo único que hizo fue abrazarse a aquel precioso cuerpo, y empezar, por qué no, una segunda ronda.

Eran las diez de la mañana, cuando Jungkook despertó. La segunda ronda, había sido...tan buena como la primera vez. Con Seokjin mucho más alentado, haciéndolo ponerse en cuatro y follándolo por atrás.

Nunca había sido tan sumiso en la cama, pero con Jin no tenía ningún problema en entregarse por completo. Además, su novio, necesitaba sentirse cómodo en el sexo y él estaba muy dispuesto a ayudarlo.

Miró a Jin, que dormía completamente destapado. Bueno, tal vez él había acaparado un poco la sábana, pero le gustó lo que vio. Su cuerpo era bonito. Tan varonil con esos hombros anchos que parecían abarcar una buena parte de su cama. Estaba observándolo, cuando abrió sus ojos y la sonrisa que le dedicó llenó su corazón. Al fin podía ver en los ojos de su hyung un asomo de felicidad.

—¿Cómo está tu trasero?, ¿no fui demasiado brusco?

—Mi trasero duele, como es normal, recuerda que casi volví a ser virgen...pero estoy bien. no hay nada mejor que seguir follando, para ya sabes...soltar el cuerpo...

—¡Kookie! Vengo despertando y ya quieres más...debes tener compasión...soy un hombre mayor...

—No me vengas con esa excusa. Ahora que ya llegamos a este nivel..., no me podré detener...tú serás mayor, pero yo soy casi un adolescente...así es que mi nivel de deseo sexual está muy, muy arriba...especialmente si tú me tientas con ese cuerpo tuyo.

Seokjin lo miró y lo abrazó. Lo besó fuerte. Sin importar toda esa tontería del aliento mañanero. Era su Jungkook y eso bastaba.

Jungkook despegó sus labios y lo miró. Estaba tan feliz, que por un momento tuvo miedo.

—Entonces... ¿estamos bien? Vamos a seguir adelante...

—Claro que sí mi amor. Todo lo que quiero es estar contigo. Pero...

—No,por favor, sin peros...

Seokjin entonces se enderezó y se sentó en la cama, apoyado en la cabecera. Jungkook hizo lo propio.

—Pero..., debemos hablar. Ayer estuve con Namjoon y los demás. Les dije todo. Lo que pasó con Jisoo, mi apego al alcohol y las pastillas.

—Lo podemos superar juntos...

—Claro que sí Jungkook, no tengo la menor duda. Sin ti, nada de esto siquiera estaría pasando. Pero tú eres un chico inteligente y sabes que la
depresión y las adicciones no se curan solas. ¿Recuerdas esa pareja gay que Nam nos contó, que tenía dos niños?

—Si, pero que tienen que ver...

—Ellos tienen un amigo que trabaja en una clínica que ayuda a personas con problemas psicológicos. Él me consiguió una cita con un médico para este lunes. Y quiero que me acompañes. Necesito hacer esto Jungkook, buscar ayuda para sanar.

—Claro mi amor, cuenta conmigo, yo siempre te voy a apoyar. Iremos juntos a ver a ese doctor.

—Sé que puedo contar contigo. El tema es que...este chico que consiguió la hora...le dijo a Nam, que probablemente yo debería internarme...—el corazón de Seokjin latía apresurado. No sabía cómo reaccionaría Kook a algo como eso. Recién estaban comenzado a estar bien y él tal vez tendría que irse...

—Jinnie, mi amor...si tienes que internarte...lo entiendo. No puedo negar que me da pena...pero si es para que te sanes...yo estoy contigo. Ahora y siempre. Te esperaré, te acompañaré, haré todo lo necesario. No lo dudes.

Seokjin lo abrazó y lo besó. Él realmente quería sanar y ser un hombre completo para Jungkook. Dio gracias al cielo por tenerlo en su vida.

Parecía que, al fin, un rayo de sol comenzaba a alumbrar el frio invierno.

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