Capítulo Décimo Cuarto

Para Seokjin, los días que siguieron a esa horrible noche fueron difíciles. El día después había tenido que explicarle a Jungkook y a su hermano lo sucedido. Si bien, los dos entendieron que Seung-Min había sido grosero e injusto, no justificaban el comportamiento de Seokjin.

—¿Te das cuenta que no puedes seguir huyendo de tus problemas a través del alcohol?

Seokjin bajaba la vista frente a su hermano. Sabía que tenía razón, y le prometió que ya no volvería a pasar. Lo peor para él, había sido enfrentar la mirada triste y decepcionada de Jungkook. Cuando había despertado al día siguiente, él ya no estaba ahí. Tampoco lo llamó durante el resto del día. Por eso, alentado por Nam y Sandeul, había llegado hasta su departamento.

Jungkook le abrió y no dijo nada. Seokjin entró, cerró la puerta y pudo ver sus ojos tristes. Ahí en la sala, se lanzó a sus pies pidiéndole perdón. Le explicó lo que había sucedido. Cómo sus fantasmas habían vuelto.

—De verdad no te entiendo. ¿Cuál es tu culpa? ¿Haber dejado de amarla? No es un crimen. Nadie desea que pase, pero a veces, el amor se termina. ¿Cómo es que puedes todavía después de seis años seguir sintiéndote culpable de eso?

—No es sólo eso...

—Entonces explícame Seokjin. Explícame para poder entenderte—. Pero Seokjin sólo se quedaba en silencio. Jungkook, rendido no pidió más explicaciones.

Los días siguientes, estaba cansado. Se venía la parte final del semestre y prácticamente no dormía. Junto a Jimin y Taehyung preparaban informes, trabajos, maquetas y entre medio de todo eso, debían estudiar. Prácticamente no había visto a Seokjin y eso lo angustiaba, porque no quería dejarlo solo.

—Deberías concéntrate en tu libro Jungkook, no en el teléfono. Seokjin es un adulto y debe ser responsable de sus acciones. No puede ser que tú estés pendiente de él. Es injusto para ti. Me parece egoísta de su parte que te tenga en ese estado.

—Jimin...no hables así. Él me necesita.

—¡No! Tú estás desarrollando una dependencia que no es buena. Debes concentrarte en ti. En tus metas, en lo que quieres lograr. Tienes el mundo por delante y no voy a permitir que lo arruines por ese hombre. Voy a hablar con tu hermano si sigues así de desconcentrado. ¿Acaso vas a tirar por la borda, todos estos años de sacrificio, tanto tuyo como de tus padres?

—Jimin no seas tan duro con Jungkook—Tae siempre salía en defensa de su amigo. Podía comprenderlo. Sabía que su novio era un poco más frío y entendía que velaba por Jungkook, pero también podía ponerse en su lugar. Estaba enamorado y contra eso no había mucho que hacer.

—No estoy siendo duro Taehyung. Arquitectura es una carrera que te exige mucho y hasta ahora hemos logrado salir adelante. Los tres. No voy a permitir que ninguno de nosotros quede atrás, por un simple capricho.

—¡Basta Jimin! ¿Acaso no harías lo mismo por Taehyung? Si él tuviera un problema y cayera en depresión. ¿Qué harías? ¡¿Simplemente lo dejarías atrás, porque tu carrera es más importante?!...no puedo creer que pienses así. Y si de verdad lo piensas, entonces toma tus cosas y sal de mi departamento ahora y ve a seguir con tu vida.

Jimin tragó saliva. Tal vez había sido poco empático. Por un momento se puso en la piel de Jungkook. Tenía razón. Es sólo que él también estaba estresado y ver a Jungkook con esa cara de preocupación lo lastimaba. Le preocupaba. Era su hermano y no quería verlo mal. Se abrazó a él, uniéndose también Tae. Los tres podrían lograrlo, sólo no debían rendirse.

Seokjin por su parte, intentaba no caer en la tentación de sus vicios. No había bebido, pero si continuaba aumentado la dosis de pastillas para dormir. No había vuelto a saber del hermano de Jisoo, pero sí la fecha de su cumpleaños se acercaba y eso lograba ponerle los nervios de punta.

Unos días después, era viernes y estaba esperando a Jungkook en la entrada de su edificio. Había ido a pie, caminó para despejar su mente. No había querido entrar hasta su departamento, aunque el conserje ya lo conocía y lo dejaba entrar. Tenía miedo. Habían pasado varios días sin hablar con Jungkook. Le había enviado mensajes, pero no se los había contestado. Y Jungkook no era así.

—¿Por qué estas aquí afuera? Hace frío. Ven sube—Jungkook llegaba y le abrí la puerta del automóvil, para entrar al edificio juntos.

Seokjin lo miraba. Había perdido parte de ese rostro de alegría y despreocupación que tenía cuando lo conoció o cuando comenzaron a estar juntos. Sabía que el incidente de hacía unas semanas había calado hondo en el menor. No era para menos. Él estaba tirado en el suelo, con sus pantalones vergonzosamente mojados, ni siquiera entendía porque seguía con él.

Cuando entraron, Jungkook fue a su cuarto a cambiarse ropa. Seokjin se sacó los zapatos y fue a la cocina. Se sorprendió de ver que el refrigerador estaba casi vacío.

—¿Quieres que pida algo para comer? —Jungkook aparecía en la sala, con una sudadera ancha y pantalones de chándal.

Entonces, sucedió. Jungkook se abrazó a su cuerpo y comenzó a llorar. Seokjin se sorprendió, pero reaccionó de inmediato, abrazándolo con más fuerza y llenándolo de besos.

—Bebé... ¿Por qué estas llorando? Kookie... ¿es por mi culpa verdad? Siento tanto haberte herido de esa forma—. Pero era como si en realidad no lo escuchara. Seguía llorando en sus brazos.

—Reprobé un examen. Jamás me había pasado—Jungkook lloraba amargamente—Estudié tanto y no lo logré.

Seokjin lo miraba. Realmente Jungkook se veía derrotado y eso no le gustaba nada. Él no era así. ¿Acaso su oscuridad estaba envolviendo a su dulce mocoso?

—Pero...habrá alguna forma de recuperar la nota. Tú puedes...

—Sí la hay, pero eso significa, más noches de estudios, de no verte, y yo...sólo deseo estar contigo, abrazarte, que me abraces, que me digas que no me dejarás...que no volverás a emborracharte...estoy cansado hyung...muy cansado.

—Kookie..., está bien. Te prometo que estaré bien. No haré nada para preocuparte. Si tienes que estudiar y no nos podemos ver, lo entiendo. Me basta estar contigo ahora. Disfrutarte un par de horas.

—Dejé el atletismo. Ya no podía con todo...

—Está bien. Muchas veces te dije que era demasiado. Ven aquí...voy a hacerte un masaje. Pediré comida y te prometo que este fin de semana te cuidaré. Me quedare contigo todos estos días. Prometo que te voy a mimar mucho—Seokjin comenzó a llenarlo de besitos, mientras Jungkook se aferraba a su cuerpo.

—¿De verdad? Cuando te vi ahí afuera, pensé que venías a terminar conmigo...porque sé que no nos hemos visto y se que tú no se sientes bien...

—Yo estoy bien..., siento tanto lo que pasó. Pero te voy a cuidar. No mereces estar preocupado, menos por mí. Vamos a estar juntos este fin de semana. Seré tu masita de amor.

—Este es el Seokjin que quiero...te necesito tanto...

—Y o a ti Kookie, yo a ti.

Pasaron todo el fin de semana relajados. Viendo series de televisión, películas románticas y dándose mucho amor el uno al otro. Todavía les costaba expresar en palabras sus sentimientos. Tampoco habían llegado a una intimidad total en la cama. Cada uno con miedo de asustar al otro. Pero el amor estaba a la vista de cualquiera que los veía. Jimin y Taehyung, habían llegado el sábado por la noche. Al fin tenían un respiro en medio de todo el estrés estudiantil. Aun así, habían estudiado un rato, especialmente para ayudar a Jungkook con el examen que había reprobado. Seokjin se sentía culpable. Sabía que el menor invertía muchas horas del día en preocuparse por él y tal vez por eso había reprobado. Aún así, luego de repasar, los cuatro se relajaron, escucharon música e incluso, Seokjin se animó a tocar un poco de guitarra, la cual había rescatado del baúl de su vida pasada. Había aprendido algunas canciones de BTS, así es que mientras los acordes de Love is not over, sonaban suaves, Jungkook la cantaba con su voz de ángel.

Cuando el domingo llegó y Seokjin debía volver a su casa, una sensación de vacío los llenó a ambos. Había sido un buen tiempo. Al menos habían vuelto a renovar sus promesas de seguir adelante con "su relación".

También había servido para que Seokjin se diera cuenta el papel fundamental que tenía Jungkook en su vida. Estaba completamente seguro de lo mucho que lo quería.

—¿Recuerdas que una vez te pregunté en que nos convertiríamos si yo te aceptaba en mi vida? —preguntó a Jungkook, quien disfrutaba los últimos minutos acostado sobre las piernas de Seokjin.

—Lo recuerdo y yo te dije que no necesitábamos etiquetar esto. No necesito un título para quererte.

—Lo sé...aún así. Quiero pedirte algo...

Jungkook se enderezó y miró a Seokjin, quien se mordía repetidamente su labio y tenía las orejas rojas.

—¿Qué pasa? ¿Por qué estás nervioso? —Jungkook ya conocía cada uno de esos gestos particulares de su Jinnie.

—Yo..., quiero pedirte...—Seokjin sentía como su cara ardía y sentía interiormente mucha rabia, porque vamos...él ya no era un adolescente...era un hombre de treinta y cinco años y no podía estar tan nervioso—Quiero pedirte que seas mi novio.

La sonrisa que se formó en el rostro de Jungkook era lo más lindo que Seokjin había visto en mucho tiempo. Sabía que podía ser una mera formalidad..., pues en realidad nada cambiaba entre ellos, pero sentía que era una forma para él mismo de afianzar su confianza en que su relación podía funcionar.

—¿De verdad?, tú Kim Seokjin, me estás pidiendo a mí, Jeon Jungkook... ¿Qué seamos...oficialmente novios?

—Sí, oficialmente. Ya no más estar sólo en una relación. Quero que seas mi novio y quiero presentarte ante mi familia y amigos como tal.

Jungkook lo besó. Para Seokjin, siempre cuando Jungkook tomaba la iniciativa en los besos, era arrebatadoramente sensual. Jungkook tenía labios suaves y el labio inferior que era grueso se posaba sobre los suyos de manera deliciosa. Dejó que metiera su lengua y que controlara el beso. Que siguiera su ritmo, el cual era rápido. Jungkook le chupaba la lengua y mordía su labio inferior. Él simplemente abría su boca y lo recibía. Perfectamente amoldados. Pronto el calor inundó sus cuerpos y terminó en el sofá bajo el cuerpo de Jungkook.

—Eres hermoso Seokjin. Y sí, acepto ser tu novio. Un nuevo beso volvió a unirlos, uno que ahora implicaba desprenderse de un poco de ropa y tocarse. Jin no se fue sino hasta pasada la medianoche.

Namjoon estaba preocupado. Se dirigió a la oficina de su hermano. No lo dejaría solo. No este día. Sabía que estaba lleno de reuniones y que Jungkook lo había llamado varias veces. Él se lo había advertido, sobre este día. El cumpleaños de Jisoo. En fechas significativas, era cuando Seokjin tenía sus crisis. Fue el día del aniversario de bodas, cuando alcanzó a rescatarlo de una muerte segura. Jungkook le había asegurado que no lo dejaría solo y que se lo llevaría a su departamento. De todas formas, quería asegurarse.

—Sólo quería saber cómo te sientes—Namjoon se asomaba tímidamente.

—Estoy bien, no tienes que preocuparte. He tenido mucho trabajo. Y Jungkook me ha llamado unas cien veces.

—Tu novio te cuida, eso es todo—dijo con una risita el mayor. Su hermano ya le había contado de su nuevo estatus y todos estaban contentos.

—¿Irás con él, después de la oficina?

Seokjin sintió como su rostro se ruborizaba. Desde niño, le había costado mentir. Especialmente a su hyung. Pero debía controlarse. No quería que Namjoon, ni nadie se preocupara por él. Hacía dos días que no dormía bien. Dos días en que los somníferos eran simples aspirinas. Incluso al mezclarlas con licor, no le había permito dormir. Tomó control de su cuerpo y le respondió a su hermano.

—Si, pasaré la noche con Kookie. No tienes de que preocuparte. Namjoon sonrió y se levantó satisfecho de la silla frente a su hermano.

—Recuerda, que si necesitas algo...

—Lo sé hyung. Pero quédate tranquilo. Jungkook y yo estaremos juntos esta noche.

Cuando Namjoon salió, Seokjin movió su cabeza. La primera parte de su estúpido plan había resultado. Ahora quedaba lo más difícil. Porque sabía que Jungkook no merecía que le mintiera, que lo traicionara de esa manera, pero es que se sentía como la mierda. No podía sacarse de su cabeza todos los malditos recuerdos, su pasado, su vida. Y necesitaba estar solo, no cuidado por su hermano o por su novio. Por eso, cuando Jungkook lo llamó, agradeció no tenerlo al frente.

—Cariño...pensé que estabas en una reunión. Entonces, ¿Qué quieres comer hoy? —Jungkook estaba todavía en la Universidad, pero estaba dispuesto incluso a cocinar, con tal de que Jin estuviera bien y a salvo.

—Si sobre eso...Namjoon acaba de venir...no te sientas mal, pero él, Sandeul y Jackson quieren venir a casa. Para hablar. Acepté, porque sé que debes estudiar y yo sólo te distraería.

Jungkook estaba un poco sorprendido, porque Namjoon no le había dicho nada de aquello, pero imaginó que había sido algo de última hora y a raíz de que le había comentado de su alta carga estudiantil.

—Está bien hyung. Lo importante es que estés acompañado. Te veré mañana, entonces. Por favor cuídate ¿sí?

—Claro bebé. Lo prometo. Quédate tranquilo—Jungkook se despidió y la llamada terminó.

Seokjin había mentido descaradamente a su hermano y a su novio. Un sentimiento de remordimiento lo recorrió, pero ya estaba hecho y era lo que deseaba.

Cuando llegó a su casa, cerró con llave. Sacó el sobre que Eun-Bin le había dado temprano. Era de Seung-Min, como no tenía su número, había optado por dejar un mensaje en su oficina.

Abrió el sobre y dentro había una nota. Junto a ella, una fotografía. Del día de su matrimonio.

"Espero que al ver esto, recuerdes que Jisoo, fue tu esposa. Que merece tu recuerdo y homenaje. Ella no merecía morir, no así"

Y entonces todos los recuerdos lo golpearon. Era como una película, donde la sonrisa de Jisoo lo golpeó. Era tan linda, tan llena de vida. Claro que no merecía morir...no de esa forma...

No pudo evitar las lágrimas, la angustia que lo invadió. Quería borrar todo lo malo, todo lo horrible de aquel fatídico día de abril, quería pensar que no había pasado y que ella todavía estaba viva. Su recuerdo se mezcló con el rostro juvenil de Jungkook. Porque por más que quisiera pensar en su exesposa, al pensar en amor, en vida, en alegría, su cabeza y su corazón, sólo le traían imágenes del tierno niño con sonrisa de conejo, que lo llamaba con ternura hyung.

¿Pero a quien engañaba? Su vida era de mierda y siempre lo sería. No tenía ningún derecho a querer nada, a desear ser feliz. Y entonces quería irse, perderse. En un momento pensó en llamar a Jungkook y pedirle que viniese a rescatarlo, pero era un pensamiento tan egoísta, tan sucio...

Era medianoche. Jungkook se levantaba de su escritorio. Acababa de terminar un trabajo practico minimalista, tenía la vista cansada. No había llamado a Seokjin, pues imaginaba que estaría bien con su grupo de amigos. Sin embargo, quería darle las buenas noches, antes de irse a dormir. Tomó su teléfono y marcó. El teléfono estaba apagado. Esa fue la señal. Seokjin tenía "prohibido" apagar su teléfono. Desesperado marcó el de Namjoon. Éste contestó de inmediato.

—Hyung, dime que estás con Seokjin en su casa...

Namjoon, estaba a punto de ir a la cama, luego de una ducha, cuando contestó, todavía aturdido.

—Me dijo que estaría contigo...

Ambos lo entendieron de inmediato.

—Voy para allá—Hani miraba a su esposo, que comenzaba frenético a buscar que ponerse.

No hyung, espera, yo iré. Por favor. Te prometo que, si necesito ayuda o una ambulancia, te llamaré. Pero déjame por favor.

—Jungkook puede ser peligroso, él podría...

No, sé que Jin no lo haría. A pesar de todo, sé que no me dejaría así.

Namjoon cerró sus ojos. Y finalmente aceptó. Esperaría.

Jungkook lloraba. Estaba cansado y decepcionado. ¿Cómo era que Jin le había mentido así?, ¿Qué pretendía? Mientras conducía en la madrugada por las calles de Seúl, pensaba que si acaso Jimin no había tenido razón, cuando le preguntó si todo valía la pena.

Cuando llegó a casa de Seokjin, estaba completamente a oscuras. Puso la llave en la cerradura y con temor abrió. Ahí en la sala, como siempre en el suelo, Seokjin bebía.

—Hyung...—Seokjin al escuchar su voz, alzó la vista y comenzó a llorar. El frío invierno golpeaba su corazón, copos de nieve cayendo en su alma. Hasta que sintió su suave voz...la voz que lo llevaba a la primavera, a los cerezos florecidos. ¿Lo merecía? Realmente no...no lo merecía...ahora era un sollozo que salía de su alma.

Jungkook también lloró. Se sentía sobrepasado, abrumado y vencido. Tal vez era hora de dejar todo, de rendirse. Tal vez él jamás podría traer la primavera a la vida de Seokjin. Tal vez era el momento de seguir, de vivir para él y olvidar todas las promesas que alguna vez se hizo a si mismo.

Olvidarse del hombre que amaba, porque Jungkook lo amaba. Amaba a su masita de ternura, de amor. Amaba al hombre que había escrito hermosas letras de canciones, amaba al hombre inteligente que tenía un humor especial. Amaba al hombre que lo tomaba en sus brazos y lo hacía sentir pequeño y acogido. Pero no podía con este hombre desecho, con este hombre que al parecer también se había dejado vencer por el frío invierno.

Llevó a Seokjin a la rastra a la cama y lo acostó. Cuando al fin lo dejó sobre su vientre, con las piernas abiertas, se sentó en el suelo, con su espalda pegada a la cama y se largó a llorar desconsoladamente. ¿Qué debía hacer? Simplemente irse...dejarlo...abandonarlo...Entonces lo escuchó...la voz de Seokjin, que, en medio de su inconsciencia, de su borrachera, podía sentir el llanto de Jungkook.

—Kookie..., no me dejes por favor...por favor no te vayas...

Jungkook entonces, tomó su mano y la apretó. Claro que no se iría, pero era hora de la verdad, de sincerar el dolor, de sacarlo todo. Hasta que no quedara nada. El fin o el principio.

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